Vicky y José están viviendo unos momentos de pura angustia. Ellos son los padres de Julen, el niño de dos años que este domingo cayó en un pozo en el malagueño pueblo de Totalán y que ahora están intentando rescatar. Pero no es la primera vez que la vida se ceba con estos padres. El año pasado ya perdieron a su otro hijo, Oliver, que murió de un infarto, según ha podido confirmar EL ESPAÑOL.
Oliver era el hermano mayor de Julen y el pasado 23 de abril se desplomó en la calle. Los médicos no dieron con la causa de ese desvanecimiento y 20 días después murió de un infarto mientras paseaba con una prima por el Paseo Marítimo de El Palo, tal y como ha avanzado El Confidencial.
Las autoridades ahora están haciendo lo posible para que la caída de Julen no tenga un desenlace tan trágico como el de su hermano. Esta mañana, y tras 14 horas de búsqueda, los equipos de rescate consiguieron a través de una cámara encontrar una bolsa de chucherías y un vaso, lo que supone el primer rastro del niño.
El hallazgo se ha producido a 73 metros de profundidad y justo después la cámara ha tocado tierra, por lo que se cree que ha habido un derrumbe interno que ha provocado el desprendimiento. Esto se debe a que en realidad el pozo tiene 110 metros de profundidad y unos escasos 25 centímetros de ancho, lo que complica el rescate.
Un centenar de personas participan en el operativo de rescate del niño desde las 14 horas de ayer, domingo, cuando el padre del pequeño y el 112 avisaron a la Guardia Civil de que había caído por el agujero, un orificio de prospección para la búsqueda de agua, en esa zona de la sierra.
Al lugar se desplazaron efectivos del 112, Consorcio Provincial de Bomberos, Protección Civil, el Equipo de Rescate e Intervención de Montaña (EREIM) de Álora y Granada, submarinistas del instituto armado y bomberos de Málaga capital, así como empresas privadas que están facilitando ayuda y maquinaria para tratar de localizar al niño.
En los instantes que siguieron a lo ocurrido, los familiares aseguraron que podían escuchar los llantos del niño, por lo que albergaban la esperanza de que siguiera con vida. Sin embargo, el derrumbe dificulta que se siga oyendo algo. Una de las prioridades, además de encontrar al niño, es adivinar si por el pozo puede pasar algún tipo de acuífero que crearía una situación más peligrosa.