Son las doce de la mañana de mañana en la fría localidad de Galapagar, Madrid. Pese al viento y unas finas y breves gotas de lluvia, en la puerta del chalet de Pablo Iglesias e Irene Montero se produce una pequeña reunión, acaso de jóvenes miembros de la ejecutiva que han acudido hasta su nueva casa en Galapagar para consultarle algo al líder. Este, sin embargo, se encuentra de baja por paternidad desde hace cosa de un mes para cuidar de sus dos hijos, recién nacidos. Falta todavía un día para que el partido termine de resquebrajarse con la dimisión de Ramón Espinar de todos sus cargos en la organización. Pasan unos pocos minutos dentro de la casa y luego se marchan de allí.
En ese lugar ha vivido los últimos días el líder de Podemos, y no precisamente en un remanso de paz. Esta última ha sido una de las semanas más complicadas del partido desde que nació. Y ha llegado justo cuando se cumplen exactamente cinco años de su fundación, en los prolegómenos de las elecciones europeas del año 2014.
Precisamente, el chalet de Galapagar es una de las claves de lo que ha venido ocurriendo en los últimos meses en el seno de Podemos. Un chalet, comentan algunos, que ha sido la ejemplificación de las desgracias recientes del partido. El lugar común al que tarde o temprano acuden propios y extraños para hablar de los problemas que ha sufrido el partido en el último año.
"No se votaba un proyecto, se votaba a Pablo Iglesias"
Diversos miembros de los órganos internos del partido coinciden en que se trata en parte de la metáfora de lo que le ha ocurrido a la formación. Y recuerdan las abiertas críticas que miembros de todos los sectores de la formación elevaron cuando se conoció la adquisición de la casi prohibitiva parcela.
Europarlamentarios, federaciones regionales, secretarios de comunicación… Incluso José María González, Kichi, el alcalde de Cádiz, alzó la voz junto a muchos compañeros señalando aquel gesto como algo relevante y crucial: dijo que seguiría viviendo con su pareja, Teresa Rodríguez, en “un piso de currelas”.
No son pocos quienes critican -y quienes criticaron- la solución que Iglesias y Montero le dieron a todo aquello: el famoso referéndum de todo o nada en el que la vivienda, edificada sobre una parcela de 2.300 metros cuadrados, piscina, un amplio jardín y casa de invitados, iba a ser objeto de debate.
Uno de los baños tiene un retrete dentro de una tinaja centenaria. Las consecuencias de ese terremoto que menguó enormemente la credibilidad de Pablo y de Irene todavía se deja sentir a día de hoy en el interior de las filas de Podemos. “Fue un tema incómodo. No gustó nada el tema de la votación, la salida que se le dio”, explica un cargo del partido en una de las federaciones del norte de España. “Parecía excesivo, además de buscar un apoyo totalmente personalista. No sé votaba un proyecto, ni un documento. Se votaba a Pablo Iglesias”.
Vigilancia 24 horas
Hace un mes le tocó el turno de cuidar a los recién nacidos a Pablo Iglesias. Tras la baja por maternidad de Irene Montero, era el momento de que Pablo se la cogiese para colaborar en el cuidado de los pequeños a tiempo completo. Dijo que no volvería a la vida política hasta marzo. Sin embargo, esta misma semana ha roto su compromiso al convocar de urgencia a la Ejecutiva del partido ante los últimos y preocupantes acontecimientos.
Para ello, es importante hacer un breve repaso de todo lo que ha pasado en Podemos a lo largo de una sola semana hasta el punto de que sus inscritos y sus votantes tienen ya la sensación de que el partido ha comenzado a devorarse a sí mismo:
1) El jueves 17 de enero, Íñigo Errejón anuncia por sorpresa que concurrirá a las elecciones regionales madrileñas bajo la marca Más Madrid, la plataforma de Manuela Carmena.
2) “Íñigo no es Manuela”. Unas horas después, Pablo Iglesias resucita de su baja de paternidad. Lo hace con un mensaje en sus redes sociales en el que rompe con Errejón de forma definitiva y le dice que Podemos competirá contra esa nueva fuerza en las elecciones autonómicas.
3) Pablo Echenique, secretario de organización, Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores, y otros miembros del partido comienzan de la maniobra de Errejón en términos de “traición”. Los bandos existentes dentro del partido continúan lanzándose dardos entre sí.
4) El lunes 21, varios días después de la bomba, Íñigo Errejón abandona su escaño en el Congreso, consumando así la ruptura interna.
5) El martes, una jueza ratifica la sanción a Echenique por 'pagar en negro' a su asistente.
6) El viernes, ya como colofón, Ramón Espinar dimite de todos sus cargos y abandona el partido. "No se dan las condiciones para llevar el proyecto hacia donde creo que debe dirigirse".
De la foto inicial de Vistalegre, aquel documento gráfico fundacional del partido, queda tan solo un solitario Pablo Iglesias. Irene Montero llegó después. Al lado de ambos, el siempre fiel Echenique. Ese es, en mayor o menor medida, el núcleo duro en el que queda actualmente conformado el partido. Una terna que, cada vez, va quedándose más y más aislada.
El chalet es, por tanto, es una de las razones de esta continua crisis en la que vive Podemos en los últimos meses. Algo anda revuelto en el interior de la vivienda, de la casa morada. “Cada uno tiene derecho a hacer su dinero lo que quiera. Otra cosa es el impacto que este hecho puede tener en el discurso de una fuerza política, cómo se interpreta esto en un país, donde, digamos, se ha sufrido el drama de los desahucios. Más allá de que yo puedo vivir donde quiera, la política no es solamente cosa de seres racionales. Estamos sujetos a pasiones y debemos tenerlas en cuenta”, asegura a EL ESPAÑOL un alto cargo de la formación morada.
En un sentido figurado, en el chalet de Iglesias y Montero no dejan de aparecer las goteras. Desde que se conoció la noticia de la adquisición del chalet de más de 600.000 euros todo ha ido a peor. Dentro y fuera del partido.
Refuerzos en policía Local y Guardia Civil
En la puerta del chalet, en un pequeño repecho de la calle situado apenas a 50 metros de distancia, hay un coche situado de forma discreta. Se trata de un Audi que no se moverá en toda la jornada. Un hombre espera en su interior. Vigila sin descanso la entrada a la casa de Iglesias y de Montero. Va vestido, como habitualmente suele decirse, de paisano, de riguroso incógnito. Es uno de los guardianes que tienen asignado ese emplazamiento.
Del mismo modo que entonces, todo se centraliza ahora en el partido en torno a la figura de su líder. También en cuanto a la vigilancia del chalet. Esa guardia constante que se mantiene en la casa de los líderes de Podemos es algo que ha revolucionado en los últimos tiempos la vida en el tranquilo pueblo de Galapagar. Antes de que se mudasen a la zona. El municipio contaba solamente con una patrulla de dos policías locales.
Ahora, debido a la llegada de los dos líderes, el Ayuntamiento ha contratado a nuevos agentes de policía. Acostumbrados a la tranquilidad del campo, la zona se ha debido de convertir en una localización de constante ajetreo. Es por eso que también la Guardia Civil ha tenido que reforzarse. “Hay un tío que está constantemente pendiente de la casa”, aseguran fuerzas de la policía a EL ESPAÑOL.
Hace unos meses, los guardias civiles que velan por Iglesias y Montero a la puerta de su casa emitieron un escrito en el que denunciaban las condiciones en las que estaban trabajando en el lugar. “Se les obliga a permanecer estáticos durante 8 horas, sin relevo alguno".
Es lo que pudo comprobar este reportero. En un coche camuflado, vestidos de calle, de incógnito, permanecen durante horas en la zona. Realizan vigilancias estáticas de 24 horas seguidas.
Y mientras, Pablo dentro de la casa, apenas sale al exterior. Así un día tras otro, como un antiguo conde en su castillo solitario, Pablo Iglesias se encuentra cada vez más aislado en su chalet en la cima de la sierra. Y también en la cima de su propio partido.