Bernardo Montoya, el asesino confeso de Laura Luelmo, no tiene ahora mismo un abogado que le defienda. Desde que fue detenido el pasado 18 de diciembre, ya se han encargado de su defensa hasta tres abogados pero todos han acabado renunciando a ello entre mucho secretismo y sin dar demasiadas explicaciones.
El último de la lista ha sido el letrado sevillano Miguel Rivera. Éste comenzó a llevar su defensa este mismo viernes y su principal estrategia pasaba por intentar incriminar a Josefa, la ex pareja de Montoya a la que ahora apunta el recluso después de su cambio de versión.
Según relata Rivera, este cambio de versión se debía a que Montoya todavía seguía sentimentalmente implicado con Josefa y que quería protegerla. Sin embargo, él pensaba que iba a acabar en la cárcel de Huelva -de nivel 2- y ha acabado en Morón de la Frontera-de nivel 3 de seguridad-. Las incomodidades en ese nivel de seguridad y la esperanza de cambiar de prisión son las que han llevado a Montoya a protagonizar ese giro de la historia.
Pero este viernes Rivera se ha echado atrás, sin dar demasiadas explicaciones, y ha dejado de nuevo a Montoya sin abogado antes de comenzar su defensa de manera efectiva. La noticia la dio en declaraciones a TVE pero no explicó más al respecto.
Ambos se conocieron en la cárcel de Morón, a la que Rivera suele ir a menudo, y ahí el asesino le preguntó que si se podía encargar del caso tras el último abandono, el del letrado de oficio José Luis Cera, que sustituyó al anterior, Servando Carranza.
Bernardo Montoya fue detenido el pasado 18 de diciembre tras una búsqueda de días de Laura Luelmo. El letrado que se encargó de su defensa fue, también de oficio, Servando Carranza. Pero renunció tres días después, el 21, alegando que "es lo más oportuno" y sin dar más explicaciones.
A partir de ahí la defensa de Montoya cayó en las manos de José Luis Cera, encargado hasta este jueves. Pero renunció después de la declaración del padre y las hermanas de Montoya.
Tras los tres abogados que han pasado por el lado de Bernardo Montoya, el recluso ahora no tiene quien le lleve la defensa y está esperando a que se le asigne uno de oficio. Resulta llamativo que los tres hayan renunciado, algo que al hacer sin explicar los porqués provoca que se multipliquen las incógnitas.