Gemma Nierga ha vuelto a la SER. Aunque no como antes, sólo un poco. Lo ha hecho la noche de este martes conmemorando el día mundial de la radio y como invitada al programa El Faro que dirige Mara Torres. Y su efímero paso por la cadena que fue su casa lo ha hecho sin superar todavía la traumática separación.
“La radio está presente en mi vida. En mi casa se oye la radio, todo el día. Pero la SER todavía no”, ha comentado la periodista. “El momento de escuchar la SER ya llegará. De momento, estoy aquí que esto ya es un gran logro. El cruzar la puerta de esta radio, la que crucé tantas veces para venir a trabajar y sentirme bien, tan bien…”, ha añadido.
Nierga llegó a la SER con 22 años y ahí siguió tres décadas al pie del cañón, pasando por distintos programas y ganándose a los oyentes con esa cercanía que sólo permite la radio. Pero en 2017 todo se truncó y de repente desapareció, sin que mucha gente entendiera muy bien los motivos.
No la iban a renovar, eso se sabía, pero todavía le quedaban unos programas por locutar cuando un 26 de junio de ese año los oyentes encendieron la radio esperando oír la voz de Nierga pero escucharon la de Macarena Berlín. No hubo despedida y no se entendió, fue peor que lo de Casillas en el Real Madrid.
Mara Torres y Gemma Nierga han repasado la etapa de mayores logros de esta última, que también ha ido acompañada de derrotas en lo personal. “Eso no lo había hablado nunca y me cuesta. Eran años duros, perdimos a gente muy querida”, ha recordado. “Lo duro fue la muerte de mi sobrino Daniel, con cuatro años, la muerte de mi hermano que lo hizo con 36 y murió mi madre, también”.
A pesar de ello, siguió poniendo la voz. Siguió sentándose ante el micrófono a las 4:00. “El esfuerzo era titánico pero lo intenté llevar lo mejor que pude”, ha dicho. Así, creaba una especie de desfase por el que su dolor en lo privado no lo pasaba al oyente y quizás le servía de refugio. Sin embargo, donde sí se rompió, sobre todo porque el dolor se conectó y fue de todos, fue cuando ETA mató a Ernest Lluch.
“Fue la única vez que me rompí. Cuando lo asesinaron yo venía del hospital y venía de pensar dónde moriría mi sobrino. La muerte de Ernest fue como decir que ya no puedo más ¿cómo la vida te puede enviar cosas tan dolorosas y aún así seguir luchando?”, ha rememorado.
Todavía se la recuerda llorando en su programa de La Ventana cuando pasó y las palabras que pronunció: “Estoy convencida de que Ernest, hasta con la persona que lo mató hubiera intentado dialogar. Ustedes, que pueden, dialoguen, por favor”.
La salida de Gemma Nierga indignó en la SER tanto a trabajadores como a oyentes. Nadie podía comprenderlo bien y no compartieron la decisión empresarial. Ella, como cuenta, también estuvo muy afectada y tuvo que empalmar varios trabajos: colaboró en el programa de Ana Rosa, hacía el magazín El Suplement, a veces en eldiario.es otras en TV3. Una salida que se hacía rara a una profesional que antes era todo.
Y la factura le pasó. Ya en el programa de Late Motiv de Buenafuente dijo que no le apetecía oír la SER. “Escucho la radio pero no la SER, para eso aún me quedan sesiones de psiquiatría”, dijo. Quizás algún día.