La tendera hondureña anti CDR: "En mi país todo empezó por un golpe de Estado. Hoy lo reviví"
Su padrastro es independentista, pero ella se enfrentó al piquete que quiso obligarla a cerrar su tienda de telefonía por la huelga del 21D
21 febrero, 2019 20:52Noticias relacionadas
"A mí lo que más me dolía esta mañana era el resfriado que llevo, que lo arrastro desde hace 15 días". Lo confiesa Carolina Castillo, hondureña de 35 años y propietaria de una tienda de telefonía en Rambla d'Egara, la calle principal de Terrassa. Le cistó levantarse e ira a trabajar. No se imaginaba Carolina que un ataque contra su negocio a media mañana iba a acabar con su imagen dando la vuelta a España.
Carolina, embarazada de 4 meses, se ha convertido en la figura del día 21, la de la huelga independentista por el juicio del Procés. Esta mujer se enfrentó a un piquete de los CDR que pretendía obligarla a cerrar el comercio. Lejos de achantarse, Carolina salió a la puerta y le plantó cara a todos los encapuchados que la increpaban y despreciaban.
DIRECTO https://t.co/eP04a8mxWq "Aquí termina su derecho. Vosotros no me pagáis el alquiler y yo tengo que pagar si cierro". El rifirrafe entre los CDR y la empleada de una tienda que no quería hacer huelga. Vídeo de Cristóbal Castro pic.twitter.com/coZO3EBu5r
— EL PAÍS (@el_pais) 21 de febrero de 2019
Llegó hace 9 años desde Tegucigalpa (Honduras) y lleva 5 regentando esta tienda de telefonía en el centro de Terrassa. "En mi país también trabajaba de lo mismo. Honduras está imposible, pero precisamente empezó todo por un golpe de estado. A mí esos chavales que han venido hoy a amedrentarme me han recordado lo que viví en su momento en mi país. Fue exactamente el motivo por el que me vine a España; para estar tranquila. Y mira, no imaginaba tener problemas aquí también".
Su padrastro es independentista
El padrastro de Carolina es "catalán e independentista", explica. Por eso es un tema que conoce y se toca habitualmente en casa. Lo que no se esperaba era que los independentistas llegasen a atacar su tienda pra intentar cerrarla.
"Yo también hubiera preferido quedarme en mi casa, que estoy mala. Pero abro por responsabilidad. Porque tenía que entregar un teléfono a una señora enferma y otro a una que se va de viaje. He abierto porque pago mucho de alquiler y tengo que llegar a objetivos cada día. He abierto porque es mi negocio, nadie me lo paga y yo decido si abro o no", cuenta hastiada.
No pensaron igual los CDR que atacaron su tienda. Era media mañana y Carolina estaba dentro de su tienda configurando un móvil. Ahí se percató de que un grupo de encapuchados empujaban contra el cristal de su establecimiento. "Ni siquiera fui consciente de lo que estaba haciendo. Estoy embarazada, hubiera sido un problema si me rompen el vídrio", reconoce ahora en frío.
"Cuatro niñatos encapuchados"
Pero no se lo pensó. Obviando su resfriado y su embarazo, Carolina decidió salir a la calle y encararse con los CDR. "Son cuatro niñatos encapuchados que dicen que defienden una causa pero lo único que hacen es amenazar y presionar. Así no se lucha por nada", les recrimina, haciendo especial hincapé en la edad de los atacantes: "Tendría 20 años el que más. Son críos de por aquí a los que les gusta liarla y se abrazan a esta causa como a otra cualquiera. Vienen encapuchados. ¿Esa es su valentía?".
La juventud de los acosadores fue precisamente uno de los detonantes que activó un mecanismo en su cabeza: "Yo tengo un hijo de 15 años y de verdad, me lo imaginaba allí con ellos y no me pude aguantar", explica, justificando el paso que dio.
Le tiraron las revistas al suelo en su cara
Carolina se fue hasta la entrada de la tienda y se encaró con los atacantes justo en el quicio de la puerta. Los CDR en ningún momento mostraron respeto por ella. Ni siquiera cuando vieron que estaba embarazada: "Yo lo primero que hice al ver que me estaban atacando el local fue quitarme la camiseta de la empresa de telefonía para la que trabajo (que pide que no se reproduzca) para que no la relacionasen".
Salió Carolina con la camiseta interior solamente, haciendo visible su embarazo. Ni así los CDR empatizaron. En lugar de eso, se burlaron de ella, cogieron los catálogos de telefonía que Carolina tiene puestos en un revistero y se los empezaron a tirar al suelo. Ese es el nivel. Carolina no se amedrentó y les adelantó que no pensaba cerrar la tienda, y menos porque ellos se lo dijeran.
"¿Me lo van a pagar ellos? Así se lo pregunté. Sölo te digo que una tienda en Rambla d'Egara significa un alquiler muy caro y muchos impuestos. Es el lugar más céntrico de Terrassa. Yo tengo unos objetivos diarios. Ya de por sí es difícil llegar, pero si encima cierro tengo un problema. Con la de bocas que tengo que alimentar..." bromea tocándose la barriga.
Intimidados por la valentía de la comerciante, los CDR se acabaron marchando, no sin antes proferir los últimos insultos y acabando de tirar por tierra los catálogos, "que es una cosa que a mí también me cuesta dinero", recuerda Carolina, que se puedó allí con el miedo en el cuerpo.
"Recuerda que estás embarazada"
Pasado el susto inicial, avisó a su marido que tiene una peluquería en la misma calle, unos metros más abajo. El hombre subió a toda prisa pero el piquete ya se había largado de la escena. Fue entonces cuando su marido le recordó que lo que había hecho podía haber sido una locura, por el embarazo. "Yo ni pensé en mi embarazo; sólo en que se iban a cargar mi tienda y que no me daba la gana de que nadie me obligase a cerrar". Reconoce que durante el enfrentamiento no ha tenido miedo, pero después, reflexionando en frío, se ha dado cuenta de que podía haberse metido en un lío.
Sobre la cuestión independentista, Carolina no se pronuncia en exceso: "Si te soy sincera, a mí tampoco me gusta todo lo que está pasando. No me gusta que estén juzgando a esas personas en unas condiciones tan extremas. Sin entrar en si la comparto o no, yo puedo llegar a entender la causa".
"Nadie me va a obligar a cerrar"
Lo que no va a entender jamás "son las formas. Si esa gente viene, dialoga conmigo educadamente y me piden que cierre pues... no creo que lo haga porque tengo muchos gastos que pagar (ríe) pero al menos me lo pienso. Lo que tengo claro es que a mí nadie me va a obligar a cerrar mi tienda, mi forma de vida, el pan de mi familia, porque cuatro niñatos sin nada mejor que hacer me obliguen".
Le molesta a Carolina "el modo en el que han venido a presionarme. Han llegado gritando que aquí no se trabaja y tirándome papeles al suelo con desprecio. Han estado a punto de romper el cristal. Que luego igual lo paga el seguro, pero es una movida y ese tiempo sí que tengo que tener cerrado obligatoriamente".
Varios medios se iban dando cita en su tienda en el transcurso de la tarde. Su empleada (que ha llegado tarde porque vive en Barberà del Vallès y se ha encontrado la carretera cortada por la huelga) se pone nerviosa al ver tantos periodistas. Otros clientes habituales la paran y la felicitan: "Te he visto en la tele"; le dicen con orgullo. Ella no sabe cómo reaccionar.
"Yo esta mañana pensaba que el mayor problema que iba a tener era el resfriado, no me imaginaba yo que iba a acabar en los periódicos por defender mi negocio", concluye. Carolina atendió a los medios pero no quiere más popularidad: "Yo lo único que necesito es que me dejen trabajar. Y que no vengan otra vez con lo mismo, porque voy a actuar igual por muy resfriada o embarazada que me pillen", advierte.