Cuando la Policía llamó a su puerta en el madrileño barrio Salamanca, las autoridades le preguntaron a Alberto Sánchez Gómez que dónde estaba su madre. “Está aquí”, respondió. En ese momento comenzaba el fin del delirio de un joven que tenía a su madre descuartizada y metida en táperes en su casa y a la que se había estado comiendo junto a su perro Coque.
Sin embargo, los que le conocen han relatado a EL ESPAÑOL que la cabeza se le empezó a ir antes. Muestra de ello son una serie de vídeos que Alberto subió a su perfil de Instagram en los que rapeaba unas letras que, ahora después de todo, se muestran inquietantes.
“Paseando al perro como un cencerro / No sé la mierda que digo pero si te quiero hundir, te entierro / Cocinando ternera para perder la cordura / Pollo dulce y mente dura / No existe cura para mi locura / Espera que lo mejor ocurra / O curras, o te tratan como a una curva / Escucho la selva mientras el pájaro silba / Bebiendo birra y fumando sativa”, dice en uno de ellos.
“Entreno sin vino / Sólo sé que tengo un talento fino / Yo nunca desafino / Me importa una mierda si me llamas un gorrino / A mí, trátame de usted / Para no perder el Percocet / Yo no quiero ver más a las niñas de La Merced”, recita en otro.
En ambos, como se puede ver, hace referencia a su locura y a distintas drogas. Habla de sativa, que es marihuana, y Percocet. Ese último es una marca de oxicodona, un analgésico proveniente de opiáceos que se utiliza para aliviar fuertes dolores y que es altamente adictivo.
“Te leo sin canguelo / Tenerte es lo que más anhelo / Para no perder tu pelo / Sólo quiero ver tranquilo mi corcel / Sin perder un puto papel / ¡Estoy hasta la polla de la cárcel!”, se le ve cantar en otro video, siempre en primer plano, con gorra y por la calle.
Según un amigo de Alberto, que ha hablado con EL ESPAÑOL, el joven de 26 había ingresado hasta en tres ocasiones en psiquiátricos, tenía un delirio por trastorno persecutorio. La cuarta vez que le iban a ingresar, sin embargo, la Sanidad pública pensó que no estaba tan mal.
Según su amigo, que ha pedido permanecer en el anonimato, el desencadenante de su locura fue un viaje a Grecia tras recibir una beca Erasmus en el que empezó a tener problemas y a consumir la llamada droga caníbal.
“La vida de Alberto cambió cuando se fue a Grecia. A su vuelta, ya no era el mismo. De ser un chaval ligón, normal, que le gustaba salir de fiesta de vez en cuando con sus amigos, pasó a ser un tipo introvertido y con paranoias en la cabeza”, relató el amigo en conversación con este diario.
Su historia llegó a su fin el pasado viernes cuando la Policía le detuvo después de que una amiga de la madre hubiera denunciado su desaparición hace un mes. Actualmente se encuentra desde el viernes en prisión provisional comunicada y sin fianza a la espera de juicio.