José Ramón Fernández (67 años) había madrugado el pasado domingo para disfrutar de un día de pesca en el mar junto a un amigo. Este mecánico recién jubilado, oriundo de Pola de Lena (Asturias), había quedado en recogerlo en su casa en Mieres, un pueblo cercano. Pero finalmente su amigo se echó para atrás y no le acompañó. Así que Ramón puso rumbo de nuevo y se dirigió hacía la costa con su todoterreno, como solía hacer cada fin de semana, cuando, de pronto, se encontró con la muerte en la curva del kilómetro 56 de la autovía Oviedo-Campomanes (A-66). El coche de Raúl Santos se llevó cruelmente por delante el de Ramón y con ello la vida de ambos, que murieron en el acto. El joven de 24 años, que volvía a su pueblo, también la Pola, después de pasar una larga noche de fiesta , se había saltado un control de alcoholemia, conducía a 190 kilómetros por hora, de manera descontrolada, y en dirección contraria desde hacía tres kilómetros. El desenlace fatal parecía inevitable.
Todo ocurrió en cuestión de segundos. Sin opción a reaccionar puesto que era una zona de poca visibilidad en una curva, José Ramón no puedo hacer nada por salvar su vida. Raúl chocó de bruces frente a él, de manera increíble. Recordó al sonido de una explosión, según relataron los trabajadores una gasolinera cercana. Tanto el vehículo de Ramón, un Jeep Grand Cherokee de grandes dimensiones, como el del joven kamikaze, un Kia Ceed, quedaron literalmente destrozados, hechos un manojo de hierros. Tras lo que los servicios de emergencia tuvieron que excarcelar los cuerpos de ambos asturianos.
La brutalidad del impacto fue tal que el motor del coche que conducía Raúl salió violentamente despedido por los aires como si fuera un misil. En Lena, donde se ha celebrado este lunes el funeral de José Ramón, todavía están asimilando la noticia. Este hombre era conocido popularmente por todos los vecinos. "Un hombre sano, deportista y que se acababa de jubilar, tenía mucha vida todavía por delante", cuenta una allegada a EL ESPAÑOL.
Este vecino había regentado un taller de chapas en el pueblo durante varios lustros hasta el año pasado, cuando se retiró. Desde entonces, se había dedicado de lleno a hacer lo que más gustaba: disfrutar de su familia, su mujer y sus tres hijos, dar largas caminatas por la montaña, practicar esquí, salir a pescar al mar e ir de caza junto a sus perros, para lo que, en parte, se había comprado su todoterreno.
"Una insensatez de juventud"
"Es inconcebible que vayas tranquilamente en tu coche a pescar y te encuentres la muerte de súbito a la salida de casa", reconocía el domingo un amigo cercano de Ramón, más conocido por sus amigos como Pepe, el Zancas. Otros conocidos también se han mostrado consternados e incluso han sentido lo que debe estar viviendo la familia del joven kamikaze. "Lo siento mucho por Pepe, pero cuando pienso en la familia del chaval, que se han quedado sin él por una insensatez de juventud y con la carga de lo sucedido, también siento lástima", comentaba un amigo de Ramón.
Eran las siete y cuarto de la mañana cuando Pepe iba por la carretera A-66 dirección Oviedo, cuando a la salida de una curva a la derecha, nada más pasar la gasolinera de Egocheaga, se encontró de frente un Kia blanco, conducido de manera descontrolada por Ramón, que según cuentan los vecinos a este diario, estaba viviendo solo en la casa que sus padres tienen en Pola de Lena. Al principio, vivía en ella junto a sus padres y su hermana, pero ya hacía bastante tiempo que se habían marchado a Oviedo por trabajo, y él se había quedado allí, donde estaba trabajando en una empresa de siderurgia.
Sin posibilidad de hacer nada, ambos conductores murieron en el acto, según confirmaron nada más llegar al lugar del accidente los sanitarios del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA). Pero lo cierto es que este accidente había comenzado a fraguarse horas después en el municipio asturiano de la Moreda, donde durante toda la noche se había celebrado el carnaval.
Los bomberos que se encargaron de sacar el cuerpo sin vida de Raúl de lo que era ya un amasijo de hierros, encontraron en el asiento copiloto un disfraz rojo de bote de bebida de cola. Según las primeras pesquisas que lleva a cabo la Guardia Civil, todo apunta a que el joven había pasado toda la noche en el carnaval de Moreda
La inminente tragedia empezó a cobrar fuerza cuando circulaba por el Corredor del Aller en dirección a la A-66, se tropezó de frente con varias patrullas de la Guardia Civil. Los agentes, que estaban realizando un control rutinario de seguridad ciudadana, ya de lejos se dieron cuenta de que el conductor de 24 años circulaba a gran velocidad. Al llegar a la altura del control, lejos de detenerse, Raúl aceleró el coche y se dio a la fuga, iniciando una desesperada y corta escapada que acabaría en fatalidad.
Una explosión
Los agentes informaron de inmediato a sus compañeros del puesto de Pola de Lena y movilizaron a una patrulla para seguir a Raúl Santos. Todo ello, explica la Benemérita, sin llevar a cabo una persecución por motivos de seguridad vial. Tal era el estado de nervios y posiblemente de embriaguez del joven, que al llegar al nudo de comunicaciones de Ujo, confundió y tomó el primer carril que encontró, incorporándose a la autovía en dirección contraria.
Es decir, durante casi tres kilómetros circuló en dirección a Lena por la calzada que canaliza el tráfico en sentido a Oviedo. A la salida de la curva que se encuentra en las inmediaciones de la gasolinera de Egocheaga, el joven kamikaze colisionó de frente con el Jeep Grand Cheroke que conducía José Ramón Fernández.
El ruido sobresaltó a los trabajadores de la gasolinera que había en ese mismo punto, en el kilómetro 56: "El ruido del choque fue como una explosión". Hasta el lugar de la colisión se desplazaron la Guardia Civil y la UVI-Móvil de Mieres, el médico y la ambulancia de soporte vital básico de Lena y una ambulancia convencional. Cuando llegaron al punto del choque sólo pudieron comprobar que los dos ocupantes de ambos automóviles estaban fallecidos.
Por el momento, los agentes desconocen las causas que motivaron la huida temeraria de Raúl. En el interior de su Kia no se encontraron sustancias o material delictivo, aunque sí se pudo constatar que iba a gran velocidad. Algunos vecinos del pueblo todavía no entienden qué es lo que puedo llevar a actuar de ese modo al joven. "Por aquí todos comentan que era un chico prudente, no era ningún 'viva la vida'", comenta una vecina. Sea como fuera, el examen forense y la investigación determinarán las causas de todo lo sucedido.