- ¿Cómo están ustedeeeeees?
- ¡¡¡¡Bieeeeeeeeeeeeen!!!!
- Sí, señor. Sí señor. ¿Cómo están ustedeeeeees?
- ¡¡¡¡Bieeeeeeeeeeeeen!!!!
- Más fuerte todavía. ¿Cómo están ustedeeeeees?
- ¡¡¡¡Bieeeeeeeeeeeeeeeen!!!!
Cuando se escuchan o se leen estos diálogos, sin necesidad siquiera de precisar quienes son los interlocutores, todos los españoles piensan, probablemente, en los momentos más felices de su vida. Esas preguntas y respuestas reviven su infancia, la de sus hijos y sobre todo la de todos los que nacieron en España durante el denominado baby boom, entre 1960 y 1975. Un intercambio de palabras que daba comienzo al programa que se convirtió en un auténtico fenómeno sociológico en nuestro país, que divirtió, enseñó y entretuvo durante horas a millones de niños, e incluso a sus padres. Eran -y son- Los Payasos de la Tele.
Todos o, al menos, quienes crecieron viéndolos en la televisión conocen las canciones con las que los tres payasos Gaby, Fofo y Miliki divertían a miles de niños, ahora convertidos en adultos; casi instintivamente se reproducen en nuestra mente cuando empezamos a escuchar la melodía, pero ¿hemos prestado suficiente atención a las letras? El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se hizo viral el contenido de una de sus canciones más conocidas y ahora polémica por ser del todo sexista y machista: Los días de la semana.
¿La recuerdan? Esta canción compuesta por Miliki (Emilio Aragón padre) hizo arder las redes, especialmente Twitter, cuando circuló un video en el que Fofó, delante de decenas de niños, cantaba la canción de los supuestos días de la semana en uno de sus espectáculos circenses en televisión:
Lunes antes de almorzar,
una niña fue a jugar,
pero no pudo jugar
porque tenía que planchar
así planchaba así, así
así planchaba así, así
así planchaba así, así
así planchaba que yo la vi...
Sí, la niña no puede jugar porque tiene que planchar. Eso le ocurre el lunes. El martes tampoco puede porque tiene coser, el miércoles barrer, el jueves cocinar, el viernes lavar y el sábado tender. Y el domingo...rezar, claro (como buena cristiana). Con esta canción, interpretada por Fofó, en el centro de la pista, todas las niñas y niños que están en el plató (como podrán ver en el vídeo) imitan al payaso cuando para cada día de la semana, después de decir la palabra niña, saca la plancha y plancha, saca la aguja y cose, saca la escoba y barre, saca la sarten y cocina moviendo la misma en el aire, saca una tabla de madera, donde frotar la ropa, y lava, saca las pinzas y tiende y, finalmente, junta las manos y reza.
¿Se habían percatado antes de ver y escuchar detenidamente el video que aparecía la palabra "niña"? ¿Sorprendidos? Es lo menos que puede provocar la letra que compuso el payaso Miliki -aunque fuese en aquella época- en la que se daba por hecho que el rol de las mujeres era ser únicamente ama de casa, sin poder jugar, mientras el hombre sí podía divertirse y trabajar. Así aprendimos (la mayoría) los días de la semana, interiorizando la melodía y tal vez dando por hecho algo que hoy, al menos, es del todo impensable -y también debía serlo en el pasado-.
El Gran circo de TVE
Desde el 19 de julio de 1973, -y con varias ediciones posteriores hasta 1995- los tres hermanos Gaby, Fofó y Miliki (Gabriel Aragón, Alfonso Aragón y Emilio Aragón, respectivamente), ataviados con su camiseta gigante roja, pantalones azules, zapatos negros y bombín, fueron los encargados de divertir al ritmo de la música a todos los niños que les veían -en blanco y negro- por uno de los dos únicos canales de televisión que existían en aquella época, la 1 de Televisión Española. Era el El Gran circo de TVE.
Los tres payasos entraban enganchados en el plató de televisión, convertido en un circo, y Fofó empezaba preguntando cómo estaba el público, repleto de decenas de niños y niñas que no les quitaban ojo y contestaban cada vez más fuerte su ¡bien! Después venían los malabaristas, trapecistas y domadores; un pequeño stetch en el que los payasos narraban escenas cotidianas y finalmente, el momento más esperado por todos los pequeños -y mayores-: la despedida con una de sus populares canciones. Estaba Hola, don Pepito, La gallina turuleca, Susanita tiene un ratón, Cómo me pica la nariz, Chinito de amor o la ahora polémica Los días de la semana (1974).
Solo con leer los títulos de estas canciones, su cerebro reproduce automáticamente el tono y probablemente la letra de las mismas, incluso aunque no la haya escuchado hace muchísimos años, como le ocurre a este periodista.
Tan interiorizadas están estas canciones en aquellas personas que crecieron con estos tres payasos, que algunos ni siquiera eran conscientes hasta hace poco del sexismo que encerraban algunas de ellas. Muchos lo descubrirán cuando lean este reportaje y otros lo descubrieron cuando EL ESPAÑOL salió a la calle para descubrir si los españoles eran conocedores de que desde pequeños, en el circo, les enseñaban que las niñas eran las que barrían, lavaban y planchaban.
"Me parece muy graciosa", dice una mujer, todavía sin llegar a atender del todo la letra de Los días de la semana, que escucha con unos cascos. Segundos después, frunce el labio y cambia la cara. "¡Es tremendamente machista! Había escuchado la canción muchísimas veces, pero nunca me había parado a escucharla", relata perpleja.
Silvia se ríe cuando comienza a escucharla. "Madre mía, es que la cancioncita tiene su aquel", apunta. Ella la había cantado durante toda su infancia, pero se dio cuenta "bastante mayor" de lo que decía la letra, tal vez porque "no prestaba atención suficiente a lo que decía". Aun así, no cree que se hiciera "con maldad", o eso quiere pensar.
"Eliminada de la lista"
"Me parece muy fuerte, estaba esperando a que sonase toda la canción para ver si en alguna estrofa salía la palabra niño", dice con estupefacción Carmen, que está pasando el día en el centro madrileño junto a su hija pequeña. "No tenía nombre en aquella época y no lo tiene ahora". Para esta mujer, que aún sigue viviendo lo que es el sexismo de primera mano, según cuenta su hija, cuando todos los hombres se sientan en la mesa y esperan a que Carmen haga la comida, no pueden existir este tipo de letras: "El hombre y la mujer tienen que colaborar igual en las tareas del hogar, y en todo".
Roció siempre la había cantado con su madre cuando era pequeña. Ahora, la escucha detenidamente y mientras ríe irónicamente, espeta: "¡Es machista, cuanto menos, eliminada de la lista!".
Otra mujer, en cambio, dice que "sería estupendo" que volvieran a reponer un programa de payasos en la televisión. "Para los niños no hay nada, si pusieran programas con estas canciones se avanzaría mucho". A los segundos, tras escuchar mejor la letra, matiza: "Bueno, es un poco sexista". Lorena no se aleja mucho de esa línea. "Me parece que los tiempos han cambiado, pero en su época tenían su sentido. Yo me he criado con estas canciones y no me ha pasado nada. No hay que darle más importancia", explica. Eso sí, a sus hijos hoy en día "no les pondría esas canciones".
"Ha, ha", dice riendo Rosa, nada más escuchar así planchaba así, así. "¿Eso es lo que hacemos las mujeres, no? Lavar, qué bueno", dice con sarcasmo quien reconoce habérsela cantado a sus hijas durante su infancia, pero..."es así como la habían educado. Ahora, los tiempos han cambiado". De hecho, el propio Miliki intentó adaptar esta canción a "los tiempos que venían" en un disco llamado A mis niños de 30 años en 1999. Pero ciertamente se quedó en eso, un intento.
Martes antes de almorzar él quería ir al billar
Pero le salió muy mal porque tenía que cocer
Así cocía, así así
Así cocía, así así
Así cocía, así así
Así cocía que yo lo vi
Miércoles antes de almorzar la partida iba a echar
Pero no la pudo echar porque tenía que barrer
Así barría, así así
Así barría, así así
Así barría, así así
Así barría que yo lo vi
La niña no se había convertido en un niño. Treinta años después, ya era un buen marido que ahora sí se quedaba en casa haciendo las tareas del hogar y no podía ir al billar, a echar la partida, a tomar un vinito, o a pescar. Tal vez el autor se volvió a equivocar con la letra, pues no se soluciona nada cambiando a una niña por un marido. El problema está en asignar las tareas a uno u otro porque sí. Probablemente lo más cuerdo y sencillo habría sido escribir una canción en la que tanto el hombre como la mujer compartiesen esas tareas. Pero bueno, eran payasos, lo único que querían era hacer reír.