"Matar o morir": la guerra de los 2.000 soldados de bandas latinas estalla en Barcelona
Las bandas de ecuatorianos pretenden rearmarse con la salida de antiguos líderes de la cárcel. Quieren recuperar el trono que ahora ostentan los dominicanos.
25 marzo, 2019 02:35Noticias relacionadas
Valga empezar este reportaje con una rectificación. La madrugada del pasado miércoles 27 de febrero se producía en Cornellà una pelea entre bandas latinas. La reyerta se saldó con un herido grave y un muerto por heridas de arma blanca. El día 2 de marzo, EL ESPAÑOL publicaba el supuesto vídeo de la pelea. En él se apreciaba como, por las calles de Cornellà, varios jóvenes latinos se enzarzaban en una riña tumultuaria y propinaban puñaladas a sus rivales.
Ahora sabemos que el vídeo no se corresponde con la pelea que acabó con un muerto, sino de otra protagonizada por otras bandas latinas, en el mismo lugar y sólo varias horas antes. La única diferencia fue que, en la del vídeo, los navajazos sólo dejaron heridos graves pero ningún fallecido. El error ilustra aún mejor la magnitud de la situación: Dos peleas multitudinarias, con navajazos, en el mismo sitio y en un brevísimo lapso de tiempo. No es un hecho aislado sino algo cada vez más frecuente.
La explicación es clara: se está fraguando el inicio de una guerra en Barcelona. Lo confirman sus propios protagonistas. Tras un tiempo fuera del foco mediático, las bandas latinas vuelven a emerger y a protagonizar sangrientos sucesos. El objetivo es dominar las calles y hay unos 2.000 miembros repartidos en cinco grandes pandillas preparados para esa guerra. El control del narcotráfico, los vacíos de poder, la crisis económica, la aparición de nuevas bandas y la denominada ‘vuelta de los caballeros negros’ son algunas de las claves que explican este repunte.
“Hermano grande protege a hermano pequeño”.
Una foto del presunto asesino de la pelea de Cornellà, difundida en redes por el entorno de la víctima, revela la banda latina a la que pertenece. Un gesto de la mano le delata. El dedo corazón sobre el dedo índice. “Hermano grande protege a hermano pequeño”. Es el signo identitario de los Ñetas, una de las dos bandas latinas más antiguas de España. Su víctima pertenecía a Blood-901, una banda de nuevo cuño que vino a aprovecharse del vacío de poder que se produjo en las calles a mediados de esta década.
Latin King, Ñetas, DDP, Trinitarios y Blood-901 son los nombres que hay ahora en el tablero. Los dos primeros representan a los orígenes, los pioneros, los que conocieron tiempos mejores. Los demás son los contestatarios, los que les quitaron el poder y ahora mandan, pero se enfrentan a una nueva época que se presume difícil. La guerra se libra en zonas de Barcelona capital como Sants y en ciudades próximas como Sabadell, Rubí, Cornellà o L'Hospitalet.
“El león volverá a rugir”, pronostica Gino, un miembro de Latin King en Barcelona. El león es el apodo con el que se conoce a su banda, a su tribu, a su nación. Lo de que “volverá a rugir” lo dice porque están de capa caída. Los Latin King mandaron en esta guerra de bandas callejeras. Fueron los más numerosos de España. Pero los golpes policiales les debilitaron, y ahora quieren recuperar el trono.
Cuando fuimos los mejores
Las bandas latinas se implantaron en España en 2001. Al principio fueron dos y solamente dos: Latin King y Ñetas. Se camuflaban bajo la apariencia de organizaciones culturales contra el racismo. Así presentó a los Latin Kings su fundador en España, Erik Velastegui, en el programa de televisión El Diario de Patricia. Velastegui es conocido como "King Wolverine" (Rey Lobezno).
Pero pronto, aquellas asociaciones se destaparon como lo que eran en el resto del mundo. Organizaciones de corte criminal que se financiaban mediante ilícitos como la extorsión, el robo o el tráfico de drogas. Las guerras que mantenían entre ellas por el control de las discotecas latinas de Madrid y Barcelona, además, provocaban sangrientos sucesos.
La opinión pública descubrió la peligrosidad de las bandas latinas en 2003, tras el asesinato en Barcelona de un colombiano de 17 años llamado Ronny Tapias a la salida del instituto. Lo mataron los Ñetas al confundirlo con un Latin King al que buscaban. Salieron entonces a la luz los tremendos ritos iniciáticos para ingresar en estas pandillas. Los nuevos miembros se veían obligados a aguantar palizas de sus propios compañeros de entre 1 y 5 minutos (según el rango). O recibían un número determinado de latigazos. O eran enviados a matar a miembros de bandas rivales.
Ser sólo dos bandas tiene la ventaja de la hegemonía, pero también los inconvenientes de estar siempre en el foco. La presión sobre las pandillas se acentuó a partir de 2010. Se estrechó el cerco policial. Barcelona y Madrid propinarían en esos años varios golpes a las cúpulas de las dos bandas, desmantelaron sus estructuras y mandaron a la cárcel a sus principales dirigentes, muchos de ellos por delitos de sangre. El fundador de Latin King, por ejemplo, el de El Diario de Patricia, fue condenado a 20 años por violación. Cayó King Wolverine igual que King Manaba o King Joker. Los más veteranos.
La cárcel, la crisis y el vacío de poder
Las consecuencias de aquellos grandes golpes fueron varias: la primera, el desmembramiento de Ñetas y Latin King. Sus dirigentes más peligrosos y carismáticos dejaron grandes vacíos de poder. Tanto dentro de sus bandas como fuera. Dentro porque de repente, novatos y advenedizos se veían a tomar las riendas de la ‘nación’. Fuera, porque salió competencia con otras bandas nuevas.
Muchas de ellas se nutrieron de antiguos Latin y Ñetas que huyeron, asustados por el ruido mediático. Se atomizaron y llegaron a formar pequeñas bandas independientes con poca fuerza, como Base 6, Vatos Locos, Los Lobos o Los Menores. Muchas fueron absorbidas por bandas más potentes de nuevo cuño, como Blood-901 o Forty Two.
También sucedió que la crisis económica en España provocó que muchos ecuatorianos regresasen a su país. Eso menguó de forma notable el ejercito potencial de las bandas de ecuatorianos. El contrapunto a esta diáspora lo dieron los dominicanos, cuya comunidad cada vez es más numerosa en nuestro país.
Llegan los sangrientos (y nacionalistas) dominicanos
Ese fue el principal problema: que los dominicanos se montaron por su cuenta. Al principio se veían abocados a integrarse en una de las dos grandes bandas comandadas por ecuatorianos. Pero su debilitamiento hizo que los jóvenes de caribeños fundasen bandas con sus símbolos nacionales. Así llegaron a España DDP (Dominican don’t play) y Trinitarios. Para muchos, son las que mandan ahora en Barcelona. Ellos son los protagonistas del vídeo publicado por EL ESPAÑOL.
“Los dominicanos son peligrosos porque van siempre con machetes muy grandes y no tienen mucho problema en usarlos”, los define un agente de Mossos d’Esquara que estuvo un año trabajando cerca de bandas latinas. “Fíjate que no es solamente tema de bandas callejeras. También tienen casi todos los narcopisos del Raval y gran parte del negocio de la prostitución. La mafia dominicana es muy importante en España desde hace ya casi 10 años”, resume el agente.
Las bandas dominicanas son, además, nacionalistas. Su grito de guerra es “Patria”, sus colores, los de la bandera de su país, “y los reconocerás porque están todo el día diciendo “mamagüevo”, que es su insulto favorito”, cuenta el mismo agente de Mossos d’Esquadra. Por si fuese poco, odian abiertamente a los ecuatorianos.
El regreso de los caballeros negros
El tiempo ha pasado y muchos de los Ñetas y Latin que entraron en la cárcel ya han cumplido sus penas. Hay miembros que en ese tiempo se han desvinculado para siempre de las bandas. Incluso otros que han cambiado de colores. Pero los que se han mantenido fieles a la nación, los que no han delatado a sus compañeros ni han renegado de sus símbolos, vuelven como héroes. "Los conocemos como caballeros negros", explica Gino.
Los caballeros negros salen de prisión y pretenden mantener sus jerarquías, reivindicar sus privilegios y recuperar su cuota de poder dentro de las bandas. Pero la fisonomía de las mismas ha cambiado. También la gente que las lidera. Muchos no estaban ni en la pandilla cuando el caballero negro de turno entró en prisión. Pero ellos tampoco están dispuestos a devolver el poder a los veteranos. Eso está provocando pequeñas guerras civiles en el seno de estas bandas. Algunas, entre capítulos de ciudades próximas. Otras, incluso, dentro de un mismo capítulo.
"También hay un incremento de sus actividades delictivas, especialmente en el narcotráfico. Se tienen que refinanciar y por eso se están metiendo fuerte en el tema de la marihuana y el de la cocaína. Incluso han empezado a tocar sustancias que antes les eran ajenas, como la heroína. Especialmente en Barcelona", resume el agente.
La guerra que viene
Así, la situación actual es que hay unos 2.000 miembros de bandas latinas en Barcelona y alrededores, preparados para la guerra. Ahora mandan los dominicanos, pero los ecuatorianos quieren volver a tomar el control. Sin embargo, antes de controlar nada, deben arreglar sus propias diferencias. Las guerras civiles tras la vuelta de los caballeros negros son una realidad. Además, sin financiación es muy difícil captar a nuevos miembros que se comprometan a involucrarse en una pandilla de la que no se puede salir. No todo el mundo está dispuesto ya a comprometerse tanto, a pagar regularmente, a recibir una paliza iniciática... Muchos reyes y pocos soldados.
La guerra ya no se libra necesariamente en los parques. Los lugares más apetecibles para controlar son las discotecas latinas. Abundan en el área metropolitana de Barcelona. Son espacios en los que se libran varias batallas: la del monopolio de la distribución de sustancias, las del control de los accesos (tal y como hacen los grupos ultras de fútbol en otros locales, que colocan a sus propios miembros como porteros) y, sobre todo, la de la reputación. Cuando una banda manda en una discoteca, los miembros rivales no pueden ni acercarse. Es territorio conquistado.
Los protagonistas pronostican que 2019 va a ser un año caliente en materia de sucesos de bandas latinas. "Ha salido lo de Cornellà porque hubo un muerto, pero normalmente son cosas que se quedan escondidas. No suele haber denuncias salvo que se carguen a alguien, pero las peleas entre pandillas vuelven a ser habituales en Barcelona", resume Gino, que pronostica que "para volver a reinar hay que volver a pelear. La nación es nuestra vida. De aquí no se sale si no es en un ataúd. Así que si hay que morir, lo mejor es hacerlo por tu gente".