-Es que a Raquel se la he metido entre pierna y pierna que me quiere llevar a la cama y qué le vas a hacer, tío, si te lo ponen así en bandeja qué haces.
Pocas transformaciones tan espectaculares se han visto en los últimos años como la de Mariano Alameda. Nada queda ya de aquel efebo de apenas 20 años. Era una semi-melena noventera, el alisado en el flequillo y la raya al medio, separando las aguas. Cual Moisés en un Mar Rojo capilar casi retro. En la ficción, era el fucker del grupete, el clásico ligón nato al que no se le escapaba ni una, ni siquiera su hermana adoptiva, con quien los guionistas le orquestaron un romance en la serie. Era el protagonista, la cara más reconocible de todo el tinglado. Era Íñigo en Al Salir de Clase.
Durante 628 capítulos, fue el actor protagonista de la serie. En esas temporadas tuvo tramas amorosas para aburrir. Prácticamente todas sus compañeras de reparto estuvieron involucradas. En un delirium tremens, su cara forró toda clase de carpetas, habitaciones, objetos e incluso cuerpos de la época. Su vida eran los focos, la intensidad del ojo mediático sobre él, sobre su vida pública: colas a la puerta de su casa, muchedumbres dispuestas a sonsacarle tan solo un autógrafo. Muchas veces, lamenta, no podía siquiera salir a la calle a comprarse algo para cenar.
A los 25 lo tenía todo y ahora cumplirá 46 primaveras completamente transformado: su vida era un continuo transitar por platós de televisión, un saltar de una discoteca a la siguiente, de una actriz a la siguiente. Miles de pesetas (y luego de euros) bañaban su cuenta corriente.
Continuó triunfando en otras series como Aquí no hay quien viva, y también en la gran pantalla. Un día, tras una gira en la que estaba realizando una obra de teatro, trató de salir del hotel a la calle a buscar algo de cenar. Pronto le avisaron de que la tormenta de fans a las puertas del lugar era tal que incluso la mera idea de poner un pie en la calle resultaba imposible. Mediada la década de los 2000, Mariano Alameda tomo la decisión de desaparecer.
El nuevo Íñigo Alameda, que no era otro que el Íñigo Alameda de toda la vida, apareció años después con un aspecto rejuvenecido, incluso algo mayor, incluso calvo, liberado de aquella melena que le condenaba a quedar ligado para siempre al personaje. Dejó atrás el mítico tupé que era como un tejado a dos aguas. Surgió la cabeza rapada, la frente despejada, la barba poblada. Y las nuevas ideas: se montó un centro de yoga y de toda suerte de asuntos que él veía como novedosos. Lo dirige desde el año 2008, cuenta con miles de seguidores y cobra algunas sesiones a sesenta euros la hora y otras a 150. Dependiendo de la temática.
El diálogo que abre este reportaje es una de las conversaciones de su personaje en la mítica serie, cuya emisión se inició a mediados de los 90.En la ficción, Íñigo, baraja las posibilidades con una u otra novia del instituto. Hablar de él, visto en retrospectiva, es como contar la historia de dos personas y de dos personajes diferentes: el actor que encandila y el estudioso de las disciplinas chamánicas. El chico bien de camisa de cuadros y el profesor de yoga.
En las redes sociales, los vídeos de sus conferencias, en las que habla del ser, del ‘no-ser’, “de lo que sabes pero no sabes que lo sabes”, del karma, del desarrollo psicoespiritual, de la 'psicosmología', de la paz interior, cuentan con miles de reproducciones: 10.000, 50.000, 100.000 son algunas de las cifras. La página de Facebook del centro la siguen unas 10.000 personas.
Imparte conferencias que luego son difundidas por Youtube, algunas de ellas en Mindalia Televisión, un conocido canal en el que se difunden toda suerte de pseudoterapias y corrientes carentes de toda base científica. Son solo un ejemplo del tirón que tiene incluso más de 20 años después de haber abandonado el papel que le catapultó a la fama. Bienvenidos al nuevo universo de Mariano Alameda.
Aloe vera para el cáncer
Todo ello lo hace desde su nuevo lugar de trabajo, el Centro Nagual, una comunidad de bienes en la que no tiene la obligación de presentar las cuentas cada mes. En la web lo define como un centro de “técnicas terapéuticas y autorrealización”. En una de las publicaciones del espacio virtual del centro, concretamente el 16 de junio de 2016, replican un artículo de otro sitio web en el que se llega a recomendar bebidas de aloe vera “contra el cáncer”:
-"Su poder curativo la ha popularizado a tal punto que en casa nunca falta una maceta con este cultivo. En el caso específico del cáncer, estimula la función inmune y destruye los tumores".
Desde la Asociación Española Contra El Cáncer (AECC) atienden a esta publicación con cierto pavor: "No hay evidencia científica que demuestre que las bebidas con aloe 'destruyan' tumores. Si alguna persona con cáncer cae en la tentación de probarlo, por favor que hable con su oncólogo".
Alameda exhibe también nuevas ideas, como los “estudios chamánicos” que dice haber cursado.Todo esto, al parecer, lo descubrió en sus viajes por todo el mundo, años atrás. Se fue a los Andes, se fue al Amazonas. Allí se imbuyó de ellas; luego conoció las técnicas de meditación en Japón, e incluso el yoga, en la India.
El yoga y sus derivados en Nagual
En su centro se ofrecen clases de yoga canónicas, pero también sesiones de todo tipo, básicamente especialidades del mundo de las terapias alternativas aplicadas, según el propio Alameda, al yoga. Una de ellas es la pseudoterapia inventada por el mismo, los cursos formativos denominados como psicosmología karma.
Desde el centro insisten en que ellos tan solo son “una Academia de Yoga y actividades asociadas a la búsqueda de un mayor autoconocimiento y bienestar”. Se escudan de que ninguna de las prácticas que realizan puede “sustituir los tratamientos médicos y psicológicos oficiales”. Alameda asegura, eso sí, que no tiene ningún tipo de formación médica. “No pretendo curar nada. No hago terapia”. La transformación se completó al convertirse hace unos años en profesor de yoga.
Sin embargo, bajo el paraguas del yoga surge la palabrería. En diciembre del año 2015, por ejemplo, publicaron un artículo en el que recomendaban “ocho técnicas de sanación con sonido”. Hablaban de un supuesto método llamado acupuntura sonora. Una pseudoterapia.
Otra de las cosas que se ofrecen en el centro Nagual es el llamado “método Tomatis”, una supuesta terapia auditiva al que su creador atribuyó las propiedades necesarias para curar, entre otras cosas, el autismo.Este método, que en el centro de Mariano Alameda se cataloga como una “filosofía de vida”, se basa en la idea de que algunos problemas vocales procedían de problemas auditivos, a su vez provocados por bloqueos cerebrales. Se trata de un proceso que no tiene base científica alguna.
Resulta fácil de comprobar. En una búsqueda rápida en PubMed, una base de datos de acceso libre y especializada en ciencias de la salud, con más de 19 millones de referencias bibliográficas y ofrecida por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, no aparecen referencias a ningún estudio sobre esta supuesta materia.
La página web del centro de Mariano Alameda, que ofrece este presunto método de una hora a 50 euros cada una, la define como un proceso en el que uno se entrega “a las manifestaciones del ego, para aprender a reconocerlas y dejarse fluir con espontaneidad para posteriormente, a través de diferentes prácticas y la auto-observación, distanciarse del propio ego y desidentificarse de sus respuestas automáticas pudiendo desarrollar respuestas genuinas”.
José Ramón Alonso es neurobiólogo y Catedrático de la Universidad de Salamanca. “Todo es un sinsentido. Es facilísimo hacerse especialista en Tomatis. En una página de ellos te compras una máquina y haces un curso de formación de un día. Se basa en algo que no tiene ninguna evidencia. Una revisión de estudios que se hizo en 2004 concluyó que era necesaria más investigación para que demostrase sus efectos”.
Un método propio
En uno de los vídeos del canal de Youtube de su centro, Mariano narra el modo en que entró en contacto con el yoga. Aquello fue casi una revelación onírica. Ahí se produjo su transformación hacia ese nuevo personaje que es ahora. La experiencia resulta tan inquietante como surrealista. Dejémosle hablar:
-Hace quince años, yo iba un día paseando por la calle y a mi es que me iba bien por esa época. De repente, iba por la calle Serrano y vi pasar a una rubia extraordinariamente guapa. Me miró con los ojos verdes, algo se sobresaltó en el corazón y dije: la tengo que seguir. Y entonces fui detrás de ella. Esta chica llegó a un portal del barrio de Salamanca, subió las escaleras, yo fui detrás y empezó a llegarme un olor como a lo que ahora huele. Llegué a una puerta de madera antigua que ponía: “Yoga”. Y la chica se metió dentro. Al pasar la puerta, la chica ya no estaba. Miré en los pasillos y ya no estaba. Ahí yo vi que acababa de llegar a casa.
Mariano se presenta con esta reflexión tanto a sí mismo como al centro Nagual, que creó en 2008. El lugar es la consumación perfecta de la transformación personal, física y psicológica de aquel chaval delgado, espigado y de mirada traviesa que aparecía cada semana en los televisores de media España. Desde él, algunos de sus colaboradores difunden opiniones y frases de profundo calado intelectual. Veamos algunos ejemplos. En las redes sociales, el centro de Mariano difunde imágenes silvestres, de animales o de familias en el campo con esas sentencias trascendentales como flotando en el cielo. Algunas otras aparecen en vídeos en los que se aprecia a Mariano explicándose mientras suena de fondo un suave y delicado punteo de guitarra:
1) "No se puede estar mal respirando bien. No se puede estar bien respirando mal".
2) “El miedo es lo que te impide llegar a ser lo que podrías”
3) “Esa experiencia coloca al ego en su lugar, y nos hace, simultáneamente, ni más pequeño que una hormiga ni más grande que una galaxia”.
Estas sentencias son solo la fachada de algunas de las cosas que oferta Mariano desde su centro. Uno de ellos es el llamado método del “Árbol del Karma (yoga)”. En diversas entrevistas difundidas por internet él mismo reconoce haber sido el creador de lo que él define como esta metodología. En su página web lo ofrece como “formación para terapeutas”, pese a que Alameda no es terapeuta ni cuenta con formación científica ni médica. Es licenciado en Comunicación Audiovisual por la rama de imagen y sonido.
Mariano Alameda, el famoso actor de televisión, periodista y comunicador, protagonista de centenares de capítulos de éxito, se defiende: “Yo solo comunico lo que aprendí, no existe una manera de evitar que haya gente que no esté de acuerdo, no lo entienda, le resulte raro o totalmente desconocido. No hay nada malo en las prácticas. Que tirando con arco la gente mejore el pulso, la respiración o la fuerza y el autocontrol y eso sea bueno, no quiere decir que el tiro con arco sea malo. Del mismo modo un clase de karma yoga o de radja no te quita un problema psicológico, pero te aporta control respiratorio, manejo del movimiento mental, propiacepcion corporal, y conciencia de la acción. ¿Porque no se puede enseñar eso?”.
Pedro Rodríguez, psicólogo clínico en ejercicio, explica que las cosas que Alameda ofrece en su página y desde su centro no tienen nada de objetivo desde el punto de vista científico. “Las actividades que planean no sirven para lo que ellos dicen que sirven. Que esto no son terapias. Que la gente tiene que buscar profesionales colegiados, con técnicas que tengan evidencia científica. Y sirven para lo que cada persona cree que le ayuda. Es una sensación subjetiva de que produce bienestar, pero que la gente que no piense que va a encontrar las soluciones mágicas a los problemas. Que vayan todo tipo de profesionales no le da más solvencia científica”.
Mariano prácticamente nunca ha salido de su barrio de Hortaleza, donde lleva viviendo desde que era bien chico. Correteaba por sus callles, cerca del campo del Canillas, antes de convertirse en uno de los actores más conocidos del panorama nacional. Tanto en los momentos de mayor éxtasis en cuanto a la fama se refiere como ahora ha mantenido allí su residencia. Es el lugar donde ahora está situado su centro Nagual. En su web, se entrevista a toda clase de especialistas: naturópatas, curanderos como Oswaldo Bola (un chamán ecuatoriano) o incluso tipos que se dicen expertos en algo que llaman “numerología del alma”.
Elena Campos, investigadora del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y presidenta de la Asociación Para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) (que colabora estrechamente con la Organización Médica Colegial) asegura observar una “intencionalidad sanitaria” en lo que promueve Mariano Alameda desde la página web de su centro: “Las actividades con finalidad sanitaria son competencia exclusiva de los profesionales sanitarios en España, bajo delito de intrusismo profesional. En algunas entrevistas, Mariano Alameda deja admitir haber creado una terapia, la psicosmología, que tal como la presenta recuerda bastante a otras basadas en el origen emocional de la enfermedad. Una de esas sesiones “terapéuticas” que ofrecen consiste en una hipotética “neuroestimulación” Tomatis a la que no dudan en asociar efectos desde ansiolíticos a antidepresivos”.
La sensación es que el cambio ha sido de lo más radical. Mariano dice haber olvidado y dejado atrás ya los medios de comunicación y su época como actor. Los viajes ajetreados, el ostensoso lujo, la purpurina y el cóctel de caché. También el desenfreno propio de la juventud con en la cresta de la ola, con la fama recién adquirida. Ahora su vida es apacible y apartada, como la de un monje tibetano.
Sin embargo, los cócteles que predominan ahora en ella son el resultado de una mezcla de toda clase de ideas. Luego, en sus conferencias, adereza pasajes de aquellos años pasados plagados de lujo para ejemplificar lo “perdido” que estaba entonces y cómo se encontró a sí mismo. Y los utiliza en las enseñanzas que él dice transmitir.
Todavía ahora continúa siguiéndole mucha gente, como si fuera el mismo chiquillo de aquel entonces. Incluso en esta nueva, extraña y chamánica aventura.