No es la primera vez que pasa. Lo que ha sucedido esta semana ya trae ecos en el instituto madrileño Ciudad de Jaén, localizado en el barrio de Usera. Un estudiante de 16 años saltó por la ventana del centro este lunes para acabar con su vida. Algo muy similar a lo que pasó en mayo de 2015 cuando la joven alumna del mismo centro, Aranzazu -Arancha, era como la conocían sus amigos-, se suicidó también.
Coinciden las edades, tanto Arancha como el joven tenían 16 años. Coincide la forma, Arancha saltó por el hueco de las escaleras de su casa antes de ir a clase. Coincide el por qué, ambos fueron víctimas de acoso escolar.
El joven que decidió acabar con su propia vida este lunes, del que todavía se desconoce el nombre, cursaba cuarto de la ESO en el centro. Las investigaciones que se han llevado a cabo después del suicidio apuntan a que fue víctima de bullying, ya que este jueves se ha producido la detención de un compañero suyo.
Ha sido la Policía Nacional la que ha llevado a cabo el arresto del joven, que ahora se encuentra en las dependencias del Grupo de Menores de la Policía, que trabaja en coordinación con la Fiscalía de Menores, según ha informado la cadena SER.
La situación de Arancha fue similar. “Estoy cansada de vivir”, se podía leer en el mensaje que mandó a sus amigas, en un grupo de WhatsApp, antes de saltar. Otro alumno del instituto Ciudad de Jaén llevaba tres meses acosándola. La golpeaba, insultaba y extorsionada. Incluso rompía sus cosas en frente de todos. Como suele suceder, todos lo sabían y, sin embargo, no sirvió de nada.
El caso saltó a la prensa alentado por el hecho de que Arancha tenía una discapacidad intelectual y motora. Se pudo saber que ella le había confesado a los responsables del instituto que estaba sufriendo esa situación de acoso. Los responsables activaron el protocolo de la Comunidad de Madrid contra el acoso y, según marca, se comunicó tanto a los familiares de la víctima como a los del acosador.
Pero la situación no cesó, y los abusos se siguieron sucediendo en el tiempo. Ante la indefensión, Arancha y su familia acudieron a una comisaría de Policía a poner una denuncia contra el agresor. Sin embargo, un mes después Arancha saltaba desde un sexto piso.
Inmediatamente, la Consejería de Educación culpó al director, Luis Carlos Pérez Aguado, y aseguró que no había avisado del acoso a la Inspección Educativa. Le sancionaron por dos faltas graves, le suspendieron de funciones y le sometieron a un traslado forzoso. La medida fue tan dura que diversas asociaciones educativas consideraron que se le había tratado como a un chivo expiatorio.
Dos años más tarde, y tras los recursos del director, la Justicia le acabó dando la razón y declararon nula la sanción a la que había sido sometido Pérez Aguado. El Tribunal sí que consideraba que el director había avisado a la Inspección Educativa y que había seguido el protocolo establecido.
Lo que se ha vivido esta semana vuelve a abrir viejas heridas en el instituto Ciudad de Jaén. Es el pasado que se repite de nuevo, y ahora toca esperar para saber qué fue lo que llevó al joven a decidir que la única salida que tenía era por la ventana por la que saltó.