Verano de 2018. El sol abrasador cae sobre una de las cárceles más peligrosas de España, al sur de Madrid, y las incidencias se multiplican. Todo va a peor cuando se produce una situación que a priori podría resultar insólita, pero que en los últimos años es cada vez más habitual en el sistema penitenciario español: en Estremera, se queda solo un médico al frente del servicio sanitario de la prisión. En ese momento, tan solo tenían 4 en plantilla, pero uno de ellos llevaba más de año y medio fuera de baja por un problema de salud. Uno más también se encontraba postrado por una enfermedad. Un tercero igual. Así que se quedó operativo solo un médico, contratado para el período estival.
Uno, solo uno ante el peligro de una de las cárceles más conflictivas de España y en la que se alberga a un buen número de peligrosos criminales. Es tan solo un ejemplo de lo que ocurre en las prisiones del país. La situación es la que es: nadie quiere ser médico en las cárceles españolas. No hay relevo, nadie quiere acceder a este sistema y los que se quedan cada vez son más mayores.
Se trata de un problema que lleva tiempo enquistado en las prisiones de nuestro país. En la prisión de Cáceres, por ejemplo, hay 500 reclusos y solo se quedan dos en verano atendiendo a los 500 reclusos. Picassent, la más grande del país, cuenta con 2.500 internos y tan solo con 6 médicos. "Muchos meses han estado solamente dos para atenderles a todos", explican desde el centro.
Es solamente el reflejo concreto de lo que ocurre a un nivel más general. En las prisiones españolas hay unos 59.400 reclusos, según datos de Instituciones Penitenciarias. Según los datos de Carmen Hoyos, la coordinadora de Sanidad Penitenciaria de la Organización Médica Colegial (OMC), todos ellos son atendidos por un total de 297 médicos. O sea, 200 presos por médico. Una cifra desorbitada.
No hay médicos jóvenes en las cárceles
La situación arroja una realidad que es realmente una consecuencia: los médicos de las prisiones españolas son muy mayores. No hay reemplazo, no hay jóvenes que les sustituyan. Los datos son muy claros: 97 médicos que trabajan actualmente en las cárceles españolas tienen más de 60 años, están en edad de jubilación; 165 están entre los 50 y 60; 24, entre 40 y 50. Solo diez tienen menos de 40 años. No hay recambio, no hay futuro. El panorama, advierten desde dentro de las cárceles españolas, resulta aparentemente desolador.
Esto genera toda clase de deficiencias en la atención sanitaria a los presos en toda España, que es una situación que Carmen Hoyos viene denunciando en los últimos meses. Lleva en la profesión desde el año 1997. Ha visto de todo: sobredosis, intentos de suicidio, infartos, peleas, agresiones, navajazos, insuficiencias respiratorias. De todo. Y por eso sabe lo particular que es el trabajo de un médico en la cárcel.
"Es un trabajo duro, pero también apasionante. Desde el punto de vista técnico, es algo muy complicado, ya que las patologías y los efectos contagiosos son de alta prevalencia. Por ejemplo, la hepatitis C es 40 veces más frecuente en estos centros penitenciarios que en el exterior".
En nuestro país están algunos de los penales más peligrosos de Europa. Al menos de la Zona Euro. Según las cifras oficiales, cada día se registra una agresión a un funcionario. Pero en los números oficiales siempre se tiende a suavizar. Sólo consta como agresión si el funcionario sale con daño aparente. Pero si, como ha pasado alguna vez, un trabajador es secuestrado durante un par de horas por un recluso a punta de navaja, no quedará registrado. No es agresión si no le han dejado marcas.
¿Cómo ha influido la crisis económica en el incremento de las agresiones? Simplemente en que cada vez hay menos personal. La crisis trajo recortes, hasta llegar a unas ratios de funcionario por preso nunca vistas antes en la democracia española. Al no abrir plazas de funcionarios de prisiones, cada vez había menos, y los que quedaban cada vez eran más mayores. De hecho, este es otro de los problemas de las cárceles españolas: el envejecimiento de los agentes de prisiones. La edad media de las plantillas está por encima de los 50 años. Y eso es exactamente lo que sucede con los médicos de las cárceles del país.
El sueldo bajo echa para atrás
A los médicos de las cárceles se les exige ser Especialistas en Medicina de Familia, del mismo modo que a los médicos de la atención primaria. Sin embargo, cobran 1.450 euros menos en bruto al mes.
En las últimas semanas, una situación en la prisión de Daroca, Zaragoza, una noche solo estaba una enfermera. Cubría una asistencia presencial. Esa noche avisaron al médico, que estaba localizado a 100 kilómetros de distancia. La UCI móvil más próxima la tenían a 50.
Otro problema es el páramo de las oposiciones a este puesto. "Nadie se presenta -dice Carmen- porque las condiciones laborales de los médicos cada año van a peor. Nuestras oposiciones se quedan todos los años sin cubrir. Nadie pone remedio a este tema".
La especialización es importante, ya que la población reclusa posee unas características muy concretas, principalmente notable y relevante en cuanto a los problemas de salud mental. Son una constante, y muchos necesitan medicación, atención constante, procurar su pronta o su progresiva recuperación. Pero con ese personal les está resultando imposible.
La situación es un callejón sin salida y un laberinto del cual está resultando complicado huir. Crisis, sueldos más bajos, menos interés en el puesto, peor oferta, sueldos más bajos, entrada de menos gente, envejecimiento de los profesionales, precarización, problemas... Y de nuevo crisis, sueldos más bajos,etc. Es la pescadilla que se muerde la cola. O, en este caso, los barrotes.