Jonas aún no sabe que su madre y su hermano están muertos. El menor solo tiene a sus abuelos maternos y a una tía. Pero están en Alemania. Ha pasado más de una semana después de que viese cómo su padre arrebataba a golpes la vida de su única familia y nadie ha ido a buscarle. Ansiaba que fuesen a por él lo antes posible. Sin embargo, su pesadilla aún no ha terminado. Por el momento, está bajo la tutela de la Dirección General de Protección a la Infancia y la Familia del Gobierno de Canarias. El Consulado de Alemania ha asegurado que está haciendo todo lo posible para que vuelva a su país de origen, pero ninguno de sus parientes están en condiciones para volar hasta la isla canaria.
El pequeño Jonas tenía seis años cuando sus padres se separaron en 2017. Los Handrick vivía en una casa en Halle, una ciudad alemana al noroeste del país. Él y su hermano mayor, Jakob, iban a la escuela primaria San Francisco y crecieron en el seno de una familia acomodada. Todo cambió cuando su padre, Thomas, tuvo una fuerte discusión con su mujer Silvia y decidió mudarse a un apartamento con terraza en el municipio tinerfeño de Adeje.
En Adeje, Thomas empezó a trabajar de cocinero y, según sus vecinos, adoraba leer el periódico en el balcón de su nuevo hogar bajo el sol canario. La pareja no se había divorciado oficialmente y esta Semana Santa Silvia decidió ir con sus dos pequeños a visitar a su padre. El alemán no hablaba muy bien español y aún seguía algunas de las tradiciones germanas, como la de esconder huevos de Pascua con sus hijos. Sin embargo, esta vez lo que ocultó fue los cadáveres de su hijo mayor y su mujer después de matarlos a golpes en el interior de una cueva. Jonas, de ocho años, logró escapar, y ahora se encuentra bajo cuidado de los servicios sociales españoles sin ningún familiar que reclame su custodia.
Fanática del FC Bayern de Munich
El declive de la relación de los Handrick ocurrió cuando Thomas, de 43 años, consideró que su mujer, de 39, debía dejar el trabajo. El alemán es el dueño de varias propiedades en Halle y pensaba que, con sus ingresos, Silvia podría pasar más tiempo en casa. Ella se negó y fue hace dos años cuando sus corazones se situaron a más de 4000 kilometros de distancia. La alemana siguió con su vida en la fría ciudad alemana. Según informó el diario ABC, compaginaba felizmente su trabajo en Gisa, una consultora de ingeniería informática, con el cuidado de sus dos pequeños y su gran afición por el deporte. Era una fiel seguidora del FC Bayern de Munich y siempre que podía jugaba al baloncesto con su equipo: el Lions SV. Ella quería divorciarse, pero el trámite se estaba haciendo cuesta arriba. Por el contrario, Thomas se negaba. Confiaba en que podría volver a conquistar a la que seguía siendo su mujer, pero pronto entendió que era imposible.
Sorpresa mortal
Silvia aterrizó en Tenerife el lunes de Pascua con dos objetivos: tramitar amistosamente el divorcio con su marido y que este, a su vez, disfrutase de unas vacaciones con sus hijos. La alemana llevaba esperando este viaje desde hacía más de seis meses. Lo tenía todo pensado. Thomas también ansiaba su llegada. Probablemente, los recién aterrizados esperaban tener unos días perfectos para pasear por la playa, degustar unas papás arrugás o incluso disfrutar de las vistas desde la cima de El Teide. Sin embargo, el alemán tenía un único plan en su agenda. La jornada familiar empezaría el martes 23 de abril con un paseo por la zona rural de los altos de Adeje. Para llegar allí, alquiló un un Volkswagen Caddy azul oscuro. Todo parecía idílico. El sol resplandecía y las temperaturas marcaban un máximo de 32 grados. Los niños tendrían que sacar su lado más ingenioso para encontrar los huevos de Pascua que supuestamente su padre había escondido. El terreno se fue haciendo cada vez más abrupto y todo indicaba a que el juego terminaría en la cueva ubicada en medio del barranco del Agua y del barranco del Burro. Allí les esperaría la sorpresa final. Y así fue.
A su llegada a la gruta, Thomas comenzó a ensañarse brutalmente con su ex pareja y uno de sus hijos pequeños. En sus manos no había huevos de Pascua, sino dos grandes piedras. Jonas logró huir, escapando de un castigo mortal. Aterrorizado, corrió y corrió durante horas a través de un bosque entre acantilados. Sobre las cinco de la tarde fue localizado por unos excursionistas a cuatro kilómetros de la zona del crimen, en el barrio de La Quinta. Estaba en shock y no hablaba español. Annelies B., una vecina holandesa de la localidad, se convirtió en la confidente del pequeño y en su madre adoptiva durante 24 horas aquel trágico 23 de abril. La holandesa hablaba alemán y pudo traducir la pesadilla a la Policía Municipal y a la Guardia Civil.
Prisión permanente revisable
Más de 100 vecinos estuvieron buscando a la madre y al hijo por tierra y aire. Casi un día después, sobre las 15:30 de la tarde, fueron hallados. Sin vida. Las autoridades detuvieron al presunto asesino en su domicilio y está, desde el pasado viernes, en la cárcel Tenerife II después de que la juez ordenara su ingreso en prisión provisional y sin fianza. La Fiscalía quiere pedir para él prisión permanente revisable y, según ha informado El País, está imputado por dos delitos de asesinato u homicidio y uno de tentativa en el caso del pequeño Jonas. Aún no ha preguntado por el estado de su hijo.
Sacerdote protestante
Hasta el momento, la persona que ha dado al menor lo más parecido al calor de un familiar ha sido Immo Wache, un pastor alemán en una iglesia protestante de Tenerife Sur. Su vida no se había cruzado con la de Jonas hasta que se enteró de su infortunio. Este ha sido el único trámite realizado por la familia para que pueda hacerse con la tutela provisional del menor. Sin embargo, solo en régimen de visitas. Sin papá, ni mamá, ni su hermano mayor. Solo él y la soledad.