Una joven y ambiciosa abogada, un magnate del porno interesado en imponer su agenda liberal, una pobre chica embarazada y utilizada para una causa política, y una violación en grupo que nunca ocurrió. Estos elementos cimientan el derecho al aborto en los Estados Unidos, una conquista histórica que se ganó en 1973 en el Supremo de aquel país, y que desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se ve cada día más amenazada.
La sociedad norteamericana, como otras tantas, está tremendamente dividida en esta cuestión. La fragmentación no es solo ideológica, sino también geográfica. Son los estados republicanos los que llevan años preparándose para tumbar la doctrina del Alto Tribunal que impuso que la mujer puede interrumpir libremente su embarazo en toda la nación al amparo de la Constitución, sin que un gobierno estatal se lo pueda impedir.
Esta “norma”emanada de una sentencia no ha impedido que los estados más conservadores, regidos por el republicanismo, hayan aprobado leyes tratando de vetar este derecho. El último y más sonado ha sido Alabama, que ha saltado a las primeras páginas internacionales esta semana debido a un controvertido proyecto de ley que aspira a restringir el acceso al aborto prácticamente en todos los casos, incluida la violación, salvo cuando la vida de la madre corra peligro. Dicta incluso penas de prisión.
Es la propuesta más dura elaborada en EEUU en los últimos años, y eso que van unas pocas. Pero aunque esta ley tiene el visto bueno de las cámaras legislativas de Alabama y ha sido firmada por su gobernadora, Kay Ivey, sus impulsores saben que no entrará en vigor ni dentro de seis meses, como dicta el procedimiento legislativo, ni en un futuro próximo.
“No importa nuestra opinión personal sobre el aborto, todos sabemos que, al menos a corto plazo, este proyecto de ley no se podrá llevar a la práctica. Como ciudadanos de este gran país, siempre debemos respetar la autoridad de la Corte Suprema de los EEUU, incluso cuando no estemos de acuerdo con sus decisiones”.
Este fragmento es parte de una declaración institucional de la gobernadora Ivey, que reconoce que esta nueva legislación sólo tiene un objetivo, desafiar la doctrina del Alto Tribunal estadounidense.
En concreto, se refiere a una sentencia histórica de 1973, con la que esta corte estableció que el acceso al aborto debía estar garantizado en todo el país durante un plazo inicial, basándose en la Enmienda XIV de la Constitución, que vela por el derecho a la privacidad de los ciudadanos, en este caso, de las mujeres.
Esta resolución, diana de grupos pro-vida y del sector más conservador del Partido Republicano desde que se emitió, dejó sin efecto todas las normas estatales que prohibían o dificultaban interrumpir el embarazo durante un plazo inicial de la gestación.
El paradójico caso de Jane Roe
El fallo zanjaba una batalla judicial conocida como el caso Roe versus Wade, iniciada en 1970, cuando una joven, víctima de una violación en grupo, demandó al Estado de Texas, cuyas leyes le impedían poner término a su embarazo con garantías.
Años de litigio acabaron llevando la situación de esta chica de 22 años, a la que se le bautizó públicamente con el seudónimo Jane Roe, hasta el Supremo, que le dio la razón en una medida que cambió para siempre EEUU.
La historia y los años, sin embargo, se encargaron de desenmascarar a los protagonistas de esta hazaña judicial. Ni la mujer fue violada, ni pensó inicialmente en abortar. De hecho, tuvo a su hija y la dio en adopción, ya que la sentencia llegó mucho después de su parto. “Fue el mayor error de mi vida”, dijo tras varias décadas.
Esta historia tiene muchos protagonistas, la mayoría femeninos. El nombre de una de ellas es Sara Ragle Weddington, una joven abogada recién graduada en Derecho en 1970.
Nada más terminar la carrera, se unió a un grupo de estudiantes de Derecho de la Universidad de Texas-Austin que estaba investigando formas de impugnar varias normas contra el aborto en todo el país.
Fue entonces cuando se cruzó en su camino Norma McCorvey, una joven de 22 años con una vida complicada que quería dar en adopción a su futuro hijo.
En su búsqueda de ayuda legal para este proceso, se cruzó con Weddington y con otra abogada, Linda Coffee.
Antes de convertirse en un caso de estudio, Norma era soltera y no tenía trabajo. Había nacido en Louisiana, aunque su familia se mudó a Texas siendo ella una niña. A los 10 años ya tuvo problemas con la justicia por robar en una gasolinera. La internaron en un reformatorio hasta los 15 años. Con 16 se casó con Elwood McCorvey, del que tomaría el apellido. El matrimonio se rompió estando ella embarazada de su primera hija, Melissa.
En aquellos años, la futura Jane Roe tenía problemas de adicciones, por lo que dio la custodia de su primer bebé a su madre. En 1967, volvió a quedarse embarazada de otro hombre. En esta ocasión dio a su hija en adopción.
Tres años después, en 1970, volvió a quedarse embarazada. Sin trabajo ni recursos, acudió a su doctor para decirle que no quería hacerse cargo de la criatura. Según se contó durante el caso, el embarazo era el resultado de una violación en grupo.
Tampoco podía afrontar los costes que suponía viajar a los estados donde abortar era legal y seguro dentro de EEUU.
Fue durante este proceso para entregar a su tercer hija en adopción cuando la derivaron a Linda Coffee y Sarah Weddington, quienes por entonces buscaban una candidata a la que representar en una demanda que preparaban contra Texas. Y Norma contaba con el perfil perfecto.
En marzo de 1970, estas dos jóvenes letradas presentaron una demanda contra Henry Wade, el fiscal de distrito de Dallas encargado de hacer cumplir la ley contra el aborto. Para proteger la identidad de la demandante, McCorvey pasó a denominarse Jane Roe en los papeles.
El caso se vio primero ante un tribunal de distrito de Dallas en mayo de 1970 que dio la razón a Weddington. La ley era inconstitucional. Pero Texas recurrió.
Hubo numerosas apelaciones y además Weddington no sólo quería que a su clienta le garantizaran el aborto. Esperaba usar su caso como palanca de cambio para facilitarlo en los estados donde lograr una interrupción voluntaria resultaba un vía crucis.
El litigio llegó finalmente ante la Corte Suprema en 1971. A los 27 años, Weddington se convirtió en la persona más joven en defender un caso ante el Alto Tribunal, una distinción que aún ostenta.
Finalmente, ganó el caso. En enero de 1973, el Supremo dictaba la nulidad de la ley de Texas por una mayoría de siete a dos, legalizando el aborto en el primer trimestre del embarazo en todo el país.
La ayuda de Playboy
Este logro histórico no fue el resultado de la lucha personal de dos abogadas y una joven embarazada. Detrás de la causa había un potente apoyo económico y moral, la mano de Hugh Hefner, el hombre que creó Playboy en 1953 y murió en 2017 a los 91 años.
El magnate del porno norteamericano libró durante su vida una discreta guerra en favor de los derechos reproductivos de la mujer. Lo hizo dando cobertura a casos de abortos en las páginas de su revista, pero también apoyando a Jane Roe.
En una entrevista con Vanity Fair en 2010, Hefner reconoció su participación en respuesta a los grupos feministas que atacaban su empresa.
“Playboy luchó a favor de las causas de las mujeres, incluido el control de la natalidad. Fuimos amicus curiae (apoyo a la demanda) en el caso Roe versus Wade, que dio a las mujeres el derecho a elegir”, dijo.
Tal fue su aportación, que incluso Ruth Bader Ginsburg, hoy jueza de la Corte Suprema, escribió una carta de agradecimiento a Playboy cuando era una activista defensora de los derechas reproductivos de la mujer.
Curiosamente, el mismo año que fallecía el magnate del ocio para adultos, moría Norma McCorvey, Jane Roe. Fue en febrero de 2017, a los 69 años, y acompañada sólo por su primera hija, Melissa, la única de las tres que tuvo que formó parte de su vida.
El drama de ‘Jane Roe’
Tras su victoria judicial, la vida de Jane Roe dio un giro radical. En los ochenta desveló su identidad y confesó que mintió sobre la violación en grupo. El embarazo no fue fruto de haber sido forzada por nadie, y sus abogadas lo sabían. Más tarde, las letradas lo reconocerían, alegando que la causa que defendían estaba por encima.
Norma desempeñó con comodidad el papel de adalid de los defensores del aborto en los ochenta y los noventa, e incluso trabajó en una clínica dedicada a interrumpir gestaciones en Dallas.
Precisamente, esa experiencia profesional la llevó a virar en su apoyo a esta práctica. Comenzó a interesarse por la religión y se convirtió primero al evangelismo y luego al catolicismo.
El cambio fue tan radical que cortó una relación lésbica que mantenía entonces por entender que iba contra sus creencias. Incluso inició un movimiento contra el aborto en 1997 que la llevó a recorrer el país con el objetivo de lograr apoyos para revocar la sentencia que ella misma había ayudado a construir.
“Fue el mayor error de mi vida”, llegó a decir sobre aquella experiencia. “Voy a dedicar el resto de mi existencia a deshacer la ley que lleva mi nombre”, aseguró ante un subcomité del Senado en 1998.
Luchó. Intentó en varias ocasiones que el Supremo deshiciera la resolución que legalizaba el aborto, alegando que se basaba en una mentira. Pero el tribunal rechazó en 2005 sus pretensiones.
Todos estos detalles los contó ella misma en las dos biografías que publicó antes de morir. Una defendiendo el aborto, y otra sobre su cambio de postura.
Jane Roe murió sin conocer a la hija que sirvió de base para su caso, que acabó teniendo en junio de 1970 mientras se resolvía la batalla judicial. Hoy tendrá 49 años. Su identidad nunca trascendió.
Ilegalizado en 22 estados
Volviendo ya al reto de Alabama, si los grupos conservadores lograran su propósito de hacer que el Supremo se replantee la sentencia de 1973 y deje libertad a los estados para decidir si ilegalizan o no el aborto, terminaría con el país dividido otra vez casi a la mitad.
“Creemos que hay 22 estados que probablemente prohibirán el aborto sin el fallo de Roe”, señala Amy Myrick, abogada del Centro de Derechos Reproductivos, organización proclive al derecho al aborto.
A su juicio, “el nivel de amenaza es muy alto ahora”, con Donald Trump en la Casa Blanca. La postura del magnate es pro-vida y, de hecho, su intención es ir colocando en el Supremo a jueces dispuestos a revisar la doctrina de 1973, como Brett Kavanaugh, el segundo miembro del tribunal nombrado por el presidente el pasado año en sustitución de otro magistrado, Anthony Kennedy.
Éste último mantuvo una posición intermedia en pronunciamientos sobre el aborto, situándose junto a los conservadores para defender algunas restricciones en el acceso a esta práctica, pero volviendo junto a los liberales en casos clave, para garantizar la doctrina Roe versus Wade.
Con este panorama más favorable en el Alto Tribunal, los contrarios al aborto están acelerando su ofensiva contra la sentencia de 1973. La ley de Alabama es un paso más.
Según un análisis realizado por el Instituto Guttmacher, un grupo de expertos en derechos reproductivos, 19 estados adoptaron 63 nuevas restricciones a los derechos y el acceso al aborto en 2018. En el mismo periodo, 21 estados adoptaron 58 medidas destinadas a ampliar el acceso a esta prestación, recoge la NPR.
Algunos como Louisiana, Mississippi y Dakota del Norte tienen incluso leyes en la recámara, a la espera de que la doctrina del Supremo decaiga. La prohibición entonces sería automática.
Pese a todo, el Alto Tribunal elige qué casos trata, y no hay ninguna garantía de que los jueces vayan a entrar a abordar la norma de Alabama o la de otro estado republicano.
Posiblemente, antes de este trámite, algún juez federal paralice la ley mientras se batalla el caso por las demandas de organizaciones de derechos civiles. Habrá recursos y apelaciones. Años. Pero mientras el veto al aborto no estará en vigor. Este es el procedimiento habitual según los expertos que estos días opinan en los medios norteamericanos.
Alabama tendrá aborto
“Hay casi 50 años de precedentes que dicen que esta ley es inconstitucional”, dijo el miércoles a la CNN Elisabeth Smith, asesora principal de política estatal y defensa del Centro de Derechos Reproductivos.
Desde la inauguración de Trump en 2017, otros seis estados, Georgia, Ohio, Mississippi, Kentucky, Iowa y Dakota del Norte, han aprobado leyes que prohíben los abortos cuando se puede detectar un latido fetal, que se produce a las seis semanas. Según el analista de la CNN Joan Biskupic, “ni una sola” de esas recientes restricciones “está vigente en este momento”.
El tiempo y los tribunales irán decidiendo si este derecho se mantiene en los EEUU de Trump. Mientras, los datos indican que el caso de Norma propició una mejora en las cifras de abortos. Los datos oficiales muestran que actualmente la tendencia es a la baja desde que salió la sentencia de Roe versus Wade. En 2015, año de los últimos datos publicados, se reportaron un total de 638.169 intervenciones, lo que supone una disminución del dos por ciento con respecto a los 652.639 de 2014.