Rossana Venturini (1979, Italia) no pudo hacer nada por salvar su vida, cuando el edificio okupado en el que vivía, en Es Viver (Ibiza), fue pasto de las llamas el pasado lunes. No podía correr, ni siquiera moverse. Su pareja le había dejado encadenada a una silla, encerrada en su habitación, en su propia casa, sin más opción que esperar a que regresase y le liberase de un maltrato que llevaba soportando durante más de tres años de relación, pero su maltratador no volvió. Y las llamas acabaron con Roxana al igual que dejaron medio derruido el edificio.
Nadie sospechaba, al principio, que esta mujer italiana de 40 años, que había fallecido en el voraz incendio desatado poco antes de las 13.00 horas del lunes, y que dejó hasta tres personas en estado crítico, era en realidad una víctima de violencia machista. Pero los candados que los agentes encontraron días después entre las cenizas del piso okupado de la pareja, cuando investigaban las causas del fuego, fueron claves para la detención del agresor, de 46 años y origen húngaro, según apuntan fuentes cercanas a este periódico. Las declaraciones de varios testigos corroboran que el detenido infligía todo tipo de agresiones a la mujer.
No era la primera vez que la vida de Rossana había corrido peligro a manos de su pareja. Tenía antecedentes por malos tratos, por los que había sido detenido en dos ocasiones. Incluso se dictó una orden de protección para la víctima de dos años, que de poco le sirvió.
Políglota y viajera
Rossana llegó a Ibiza en 2014, después de haber recorrido mucho mundo. Hablaba cinco idiomas que le habían servido para optar a los mejores puestos de trabajo, no solo en la isla balear, sino también en Estados Unidos y Sudamérica. Era una mujer imparable y muy preparada, según la define una amiga.
Había trabajado como rockmanager en distintas empresas del continente americano. Cuando llegó a Ibiza quería empezar una etapa nueva de su vida, que poco después se truncaría.
Primeramente se instaló en la zona de Sant Antoni (Ibiza) y empezó a trabajar en el call center de Palladium Group Hotel, un complejo hotelero en manos de Abel Matutes hijo. Su padre fue ministro de Asuntos Exteriores del primer gabinete de Gobierno de José María Aznar. Su experiencia con los idiomas le habían servido para trabajar vía teléfónica con los mejores clientes del hotel ibicenco.
Un año después de empezar su trabajo, fue cuando conoció a su pareja y quien se convertiría en su tormento. Los problemas no tardaron en llegar. Se acentuaron cuando decidieron irse a vivir juntos a Ibiza ciudad. Allí, los episodios de maltrato físico y psicológico se repitieron sin cesar. Ante esto, Rossana consiguió reunir el valor suficiente como para dejarle y alejarse todo lo posible de él.
Así que decidió irse a vivir con una amiga y su hija a principios de 2018, tratando de olvidar el pasado. Pero su maltratador regresó. Las disputas tenían lugar en la vivienda que Roxana compartía, y en algunas ocasiones incluso en presencia de la hija de su compañera.
La gota que colmó el vaso llegó a finales del verano. La pareja de Roxana llegó al domicilio insultándole y amenazándole, tras lo que ella y su compañera llamaron a la Policía, pero la víctima no llegó a formalizar una denuncia contra su pareja. Tampoco había ya ninguna orden de protección en vigor. Finalmente, su compañera le pidió que se marchase de la vivienda y Roxana trató de esconderse en un hostal en Ibiza, donde estuvo viviendo durante cuatro meses, al mismo tiempo que trabajaba en el call center de Palladium.
Sus dos últimas semanas
Trató de huir, de escapar, pero él siempre le encontraba. Y ella, finalmente, desistió. Durante las dos últimas semanas, antes de morir, Roxana se trasladó al edificio okupado de Es Viver, dónde su pareja solía vivir. Un emplazamiento okupado desde hace cinco años por 30 personas en invierno y que se triplica en verano, cuando los alquileres en la isla se vuelven imposibles, aunque no para Rossana. Ella nunca había tenido problemas para pagar su vivienda, pues tenía un contrato fijo-discontinúo.
Su estancia en el piso okupa no se debía, pues, a una necesidad económica. Pero la víctima vivía sumida en episodios constantes de maltrato, en los que en numerosas ocasiones se quedaba encadenada en su habitación, cuando su pareja se iba del piso, como ocurrió el pasado lunes cuando se propagó el incendio. No tuvo ninguna opción se sobrevivir.
Desde el martes, vecinos y amigos visitan todos los días el altar que se ha colocado con la foto de Rossana delante del edificio en el que murió calcinada para no olvidarla. "Tus compañeros de trabajo te recordaremos siempre. Rossana, descansa en paz", reza uno de los mensajes, donde se concentran varios ramos de flores en homenaje a la mujer. italiana.
Una amiga del trabajo le recuerda especialmente. Hace un tiempo la llamó para felicitarla y ahora no le queda otra que venir aquí a visitarla, a "hablar con ella". "Rossana era una gran mujer, el lunes al enterarme del incendio le volví a llamar pero ya nadie cogió el teléfono", cuenta apenada al Periódico de Ibiza.
Por otro lado, la policía sigue investigando las causas del incendio y por el momento se mantienen todas las hipótesis abiertas. Un fuego que se propagó rápidamente y en el que fueron protagonistas varias explosiones. Además de la fallecida Roxana, resultaron afectadas ocho personas, tres en estado crítico, tres por inhalación de humo y otras dos por un ataque de ansiedad, de las cuales todavía algunas continúan hospitalizadas.