No había duda: las gafas que encontraron allí dentro eran las de Janet. Estaban en el interior de una gran bolsa de plástico, en un contenedor del centro de Cornellà de Llobregat. No aparecieron por casualidad. Los agentes de los Mossos d'Esquadra dieron con éste y otros dos sacos plastificados en la mañana del pasado 22 de marzo, nueve días después de la desaparición de la mujer de 39 años.
Con discreción y sigilo, los investigadores pasaron algunas horas observando los movimientos del principal sospechoso hasta dar con la prueba clave: el momento en que le vieron arrojar los tres macutos al contenedor. Algunas de las pruebas del asesinato de Janet Jumillas estaban allí.
Las imágenes presentes en el sumario a las que ha tenido acceso EL ESPAÑOL registran la mañana de caza al presunto asesino. Aitor García trataba en aquel mismo instante de deshacerse de elementos clave, definitivos y fundamentales que le apuntaban como el asesino de la mujer. En aquel momento todavía no estaba claro, pero era esa trágica hipótesis la que desgraciadamente valoraban con mayor probabilidad. Pocas flechas quedan que no apunten hacia él.
Su cadáver apareció este martes en un descampado. Tras la autopsia, ya se sabe con certeza que Janet fue asesinada. La madre de dos hijos presentaba un corte profundo en el cuello, pero también diversos golpes y traumatismos craneoencefálicos. El cadáver se encontraba en estado de descomposición.
Los agentes sospechaban de Aitor desde el día en que le tomaron declaración, tal y como consta en el sumario del caso. Sabían que la noche anterior se había visto con ella. Así que no le perdieron la pista. Y así dieron con una de las pruebas definitivas
Las fregonas, en el interior de la bolsa
Esa mañana los Mossos siguen tras él como en otras jornadas previas tras la desaparición de la joven. Ha pasado ya más de una semana de los hechos. A las 11:37, el joven de 32 años se deja ver, en un párking público de la localidad de Cornellà.
Aitor luce camiseta blanca, pantalón negro y una mochila de color rosa. Se lleva consigo un acompañante, convenientemente cubierto con una sudadera de capucha roja. Ambos se acercan a la casa del presunto asesino y extraen un baúl que mide algo más de un metro de largo por 50 centímetros de ancho.
Ambos se dirigen, minutos después, a unos contenedores situados en el extremo de la plaza de Puigcerdà. Los agentes intuyen que es ese momento el que han elegido para deshacerse de algo muy importante. De ese modo, cada instante, a pocos metros, aunque con cautela, es fotografiado por las cámaras de los sigilosos agentes.
Ya al lado de la basura, García va arrojando una tras otra las tres grandes bolsas blancas de basura.
A la una de la tarde, García abandona la zona. Poco después los Mossos que seguíanj sus huellas inmovilizan el contenedor. Extraen lo que el sospechoso ha arrojado al interior del cubo de la basura. En una de ellas, una fina bolsa de color blanco y del Caprabo, hallan los cristales de unas gafas, y tres mochos de fregona de diversos colores.
Más tarde, al analizarlos, localizarían en ellos la sangre de Janet. También el ADN del asesino.
Clave el posicionamiento del teléfono
Aitor y su compinche están detenidos y acusadas como presuntos culpables . No se sabe todavía de qué conocían a Janet. No eran novios. Tampoco amigos. La familia de la desaparecida dice ahora que sospechaba de él desde el primer momento. Sí que se ha sabido que se vieron la noche anterior.
Y es que las evidencias estrechaban el cerco en torno a un área muy determinada del barrio de Riera, en Cornellà de Llobregat: en un perímetro de no más de 700 metros estaba aparcado el coche de Janet. Allí está ubicada la oficina de Hacienda donde Janet llegó a realizar una gestión, en una localización muy próxima a la vivienda del presunto asesino, ahora delatado por las evidentes pruebas de los hechos.
El principal sospechoso del crimen se encuentra en prisión. Se le acusa de homicidio con ocultación de cadáver. Al acogerse a su derecho a no declarar, las cosas han resultado más complicadas para los agentes. El otro, Cristian, también procesado, ha sido puesto en libertad provisional e imputado por un presunto delito de encubrimiento.
Desde su detención hace ya días, Aitor no quiso abrir la boca. No dijo una sola palabra. Pero hubo suerte con el teléfono: su posicionamiento desveló el lugar, un descampado de la zona, en el que esta semana fue encontrado el cadáver de la vecina de Viladecans. Ahora, su familia podrá ya darle sepultura.