A sus 43 años, Mamel Castañón seguía siendo de los mejores manejando el balón sobre el parqué. Este ovetense llevaba más de dos décadas participando en diferentes ligas de futbol sala con equipos asturianos. Se dejaba el cuerpo y el alma en cada partido, en cada minuto de juego. Este lunes le tocaba dar el siguiente gran paso: ascender a Regional Preferente si su equipo, el Boliche B, vencía al Oviedo Arenas. El encuentro, si bien, nunca se celebró. El motivo, su jugador estrella, su amuleto sobre la pista se había ido para siempre.
Como cualquier otro sábado, Mamel había salido con sus compañeros de equipo por el casco antiguo de Oviedo para celebrar una victoria más. Esa misma tarde habían ganado un partido de Liga contra el Valdesoto en Ventanielles y ya rozaban el ansiado ascenso. Tocaba disfrutar. A las 3.30 horas, el jugador decidió volver a casa. Y cuando se dispuso a cruzar la calle Arguelles, se encontró de bruces con la muerte. Era un Honda Civil azul. Al volante, un hombre asturiano de 34 años, conocido como Pichurry, que se llevó por delante la vida de este ovetense sin ningún miramiento.
A gran velocidad, el vehículo golpeó brutalmente contra Mamel, cuyo cuerpo salió despedido a más de 20 metros. Tras el fuerte impacto, el conductor huyó. Pero de nada le sirvió. Horas después, Pichurry, conocido por sus apariciones en shows televisivos como Ven a cenar conmigo de Cuatro o de Superasturianos de TPA, o por titulares tan acertados como "Pichurry pisa el acelerador de Ven a cenar conmigo con su menú astur-brasileño", fue detenido por la Policía Local en su casa, bajo los efectos del alcohol y negándolo todo.
El televisivo, Iván G. G., también había intentado deshacerse del coche, pues los agentes lo pillaron volviendo a su vivienda en taxi. Después de haber dejado su vehículo aparcado en un pueblo cercano, Colloto. Pero había pruebas, las cámaras en la zona del siniestro lo habían grabado todo.
Su popularidad
Nada podían hacer ya, en cambio, por la vida de Mamel. Cuando llegaron los equipos sanitarios, este jugador ovetense ya había fallecido. Su muerte ha conmocionado a todos los ovetenses. Su familia, sus amigos, todavía nadie se cree que el más clásico del futbol sala asturiano jamás volverá a pisar el terreno de juego. "Por más vueltas y vueltas que le doy a la cabeza, no puedo terminar de creérmelo. ¿Por qué la vida puede llegar a ser tan injusta? Todas las buenas cosas que me enseñaste y la gente que tanto te quiere aquí...", ha escrito su primo Diego en su mensaje de despedida.
Eran muchos los mates que le quedaban por tomar y sobre todo, conseguir una foto que tanto deseaba hacer con su primo. "Como bien me dijiste hace unos días, queda prometida esa foto que tantas ganas teníamos de hacer, pero no pudo ser".
Pero la popularidad de José Manuel —su nombre de pila, aunque nadie le llamaba así— iba más allá de las canchas. Había pocos que no le conociesen en la capital asturiana. Durante muchos años trabajo en la librería Ojanguren, donde desempañaba labores de venta de cara al público y también de reparto de libros a domicilio. Hacía pocos días, le comentaba a una amiga lo ilusionado que estaba con su nuevo trabajo como agente inmobiliario en una conocida compañía del sector. "No soy crédito, no puedo creer que seas tú, te vi hace poco y estabas tan ilusionado con tus planes...".
Ninguno de sus empleos le impidió nunca emplearse a fondo a lo que más le gustaba: el fútbol. Seguía tan activo en el parqué como lo hizo la primera vez que compitió contra otro equipo. Llevaba más de 20 años de carrera en equipos como el Rompiente de Ribadesella, Los Sordos de Oviedo y otros de localidades de cuencas mineras como el Ujo y el Moreda.
Sus compañeros de equipo, los que fueron y los que son, también le han dedicado las mejores palabras. "Esta noche nos han quitado a un gran tío, un tipo con el que compartí parte de mi infancia, vestuarios y partidazos en equipos de fútbol sala, donde era un lujo jugar a tu lado. Siempre me la ponías en bandeja para empujarlas a gol", cuenta su amigo Dani. "Los dos nacimos pequeños, pero ojalá yo llegue a ser tan grande como lo fuiste tú", le escribe otro de sus amigos de siempre.
Mamel Castañón no estaba casado, pero tenía pareja desde hace un tiempo. También era habitual verle por los locales de la ciudad. "Era difícil no verle los sábados por la noche por el Antiguo", cuenta un amigo a La Nueva España. Para él, su "simpatía y preocupación por los demás" eran sus mejores virtudes. "Era un hombre adulto con apariencia de joven y con una forma física envidiable. Estaba como un chaval y lo demostraba cada semana en la cancha", apunta.
El partido maldito
Se quedó sin jugar en esa cancha tal vez su partido más importante y el más esperado de la temporada en la Primera Regional del fútbol. El del ascenso. Un partido que estaba previsto a las ocho y media de la tarde en el polideportivo de La Carisa y que ya es conocido en Asturias como el choque maldito. Pues no es la primera vez que se suspende el encuentro por un fallecimiento. El pasado 18 de mayo el partido se suspendió tras la muerte del jugador del equipo contrincante, El Oviedo Arenas, Pelayo Lastra, también por un accidente de tráfico. El lunes por la tarde, lloros, recuerdos y alabanzas recorrieron todos los rincones del tanatorio de Los Arenales, donde se celebró el funeral de Mamel Castañón. Su despedida abarrotó las instalaciones.
Los amigos de este futbolista de primera también piden justicia después de lo que ocurrió el sábado pasado, aún más después de que el conductor se diese a la fuga. "No hay derecho, no habrá justicia suficiente para el daño que esa persona ha hecho, no me corto ni lo más mínimo para decirte que ojalá te pudrieses en la cárcel"; "para la persona que te atropelló y se dio a la fuga solo espero que el karma haga su trabajo", son algunas de las reclamas que han publicado sus allegados.
Lo cierto es que, según informaron fuentes policiales, el hecho de que el presunto homicida diese positivo en el test de alcohol no podrá tenerse en cuenta como prueba del siniestro debido a las horas de diferencia desde el momento de los hechos. El pichurry fue puesto a disposición judicial acusado de un delito de homicidio involuntario y, tras prestar declaración ante el juez, quedó en libertad con cargos.
La imagen de este asturiano trascendió tras su participación en la tercera entrega de la semana asturiana de Ven a cenar conmigo, el programa de Cuatro. En ese capítulo, según apuntan, la cena de este entrenador "happyguay" se convirtió en un "fiestón brasileño". Si bien, ahora le queda ser juzgado por haber acabado con la vida de Mamel y además, de haber huido tras el atropello.