La llamada inicial, la primera toma de contacto, era siempre muy parecida. Al otro lado del teléfono, hilaba saludos y ofertas una de esas simpáticas voces propias de todo call center. Esa voz promocionaba una "nueva campaña" para ayudar a niños enfermos con cáncer de toda España, y preguntaba al establecimiento o a la persona concreta si esta quería colaborar realizando algún tipo de donativo a la organización. En teoría, todo ese dinero iría destinado a atender a pequeños enfermos en lugares tan ignotos como Perú. 

La voz del call center hablaba en representación de la Liga Nacional Contra el Cáncer Infantil (LINCECI), un nombre con la pátina seria de un organismo internacional, acaso con sede (quién sabe) en Bruselas o alguna otra urbe de esa importancia.

Pero, ¿a dónde iban todas esas donaciones? El seccreto de esta asociación, y de su cabecilla, un tal Roberto Pérez Rodríguez,  acaba de descubrirlo la Policía Nacional: no eran destinaba realmente los fondos a la lucha contra el cáncer infantil en hospitales de España y de Perú. Ese dinero, presuntamente, terminaba en sus bolsillos. Convertido en mansiones y en coches de lujo. 

Cinco detenidos por captar fondos para niños con cáncer y gastarlos en lujos

Roberto va de guayabera, pelo grisáceo y un maletín siempre encima, como con un cierto aire de doctor. Es un tipo conocido en la ciudad de Zaragoza, donde se encuentra el epicentro de esta trama. Allí poseía, precisamente, un call center, y diversas empresas dedicadas al merchandising. Según fuentes cercanas a la investigación, este fin de semana es él quien ha salido detenido junto a otras cuatro personas por estafa y organización criminal.

Con ese dinero no se privaban de nada. Y por eso los agentes que han detenido a Roberto asociación han localizado sus propiedades y las han bloqueado. Él y sus compañeros poseían un apartamento en la playa, un chalet en la montaña, un piso en Zaragoza, las cuentas bancarias repletas y diez coches de lujo, entre ellos varios de alta gama: un BMW, un Jaguar y un Jeep. El propio Roberto conducía a diario un lujoso BMW. Su familia, un Toroya Corolla. Ambos se habían pagado con fondos procedentes de las donaciones para supuestamente curar el cáncer. 

Roberto y sus compinches llegaron a amasar una fortuna obscena, casi cercana a los cinco millones de euros. Sobre el papel, este dinero tenía dos destinos: la lucha contra el cáncer infantil y actuaciones de emergencia en el tercer mundo. Actuaciones que nunca se llegaron a producir. Los agentes descubrieron que ese dinero nunca iba destinado a esos cometidos, sino que terminaba repartido entre algunos de los miembros de esta presunta falsa ONG. 

El hombre de la derecha, guayabera, pelo blanco, es el cabecilla de la trama. EL ESPAÑOL

Según fuentes cercanas a la investigación, consultadas por EL ESPAÑOL, la estafa partía a través de las clásicas técnicas comerciales: voluntarios a pie de calle tratando de convencer al personal, campañas por las redes sociales, llamadas abusivas desde un call center... Lo que más destacaba, sin duda, era la venta de una serie de productos que se promocionaban de modo que lo recaudado iba a ir destinado a sufragar los tratamientos y la quimioterapia de esos niños que no se la podrían permitir. Y con ellos construían la mentira. 

La red de la 'alegría'

Las artimañas de la empresa de Roberto quedaban sustentadas por una coartada tan buena que muy pocos podían llegar a sospechar de ellos. Cada cierto tiempo, desde la asociación LICENCI se enviaba una revista en la que se iban contando las novedades y las actividades que se iban realizando en cuanto a la lucha contra esas enfermedades en menores. Otras veces, como en un documento en formato pdf al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, enviaban un mensaje a todas las pequeñas empresas que habían puesto algo de su dinero. Festejaban ya contar con las aportaciones de más de 7.000 empresas que les donaban fondos para apoyar la lucha contra esas lacras: 

-"¡Gracias a ti, están más cerca de vencer! Ya somos más de 7.000. Hay quien piensa que una sola persona o una sola acción no pueden cambiar el mundo. Nosotros, sin embargo, somos de los que vemos el vaso medio lleno y de los que con certeza creemos que un solo acto lleno de buena intención es siempre el principio para solucionar un problema global, como es el cáncer infantil.

Por eso queremos agradecer tu ayuda. Gracias a ti, los pequeños a los que La Liga acoge están más cerca de vencer su enfermedad. Hemos unido fuerzas con el hospital oncológico de Perú, IREN SUR, para proporcionar una atención y tratamiento acorde a las necesidades de cada paciente".

LINCECI en el Ramón y Cajal, colocando sus coches eléctricos. madrid.org

Le bastaron los años 2017 y 2018 para alcanzar esa cifra. ¿Cómo lo hacían? A través de la venta de artículos solidarios. Su promoción consistía también en acercarse a distintos comercios para venderles toda clase de artículos haciéndoles creer que la recaudación iría destinada a la lucha contra el cáncer infantil.

Un ejemplo: los bolígrafos solidarios, a 5 euros cada uno, o la promoción de 12 por 60. Los promocionaban con el siguiente eslogan, con el objetivo de atraer a los consumidores que se acercasen a esos pequeños comercios de todo el país: "Planta tu lápiz, este lápiz da vida. El importa íntegro va destinado a la lucha contra el cáncer infantil".

La clave estaba en tocar cuantas más puertas mejor. Así, con la valiosa herramienta del call center de Roberto se pusieron manos a la obra. Llamaron a comercios de toda España, y lograron colocarles sus productos. Desde Blanes hasta Pamplona. Desde Sevilla hasta Toledo. Los tentáculos de la Liga Nacional Contra el Cáncer Infantil (LINCECI) eran muy alargados. Y así sacaban beneficio.

Una vez contactaban con ellos, les enviaban estos graciosos utensilios de factoría propia: lápices con semillas en la parte superior. Sacos térmicos para aliviar dolores. Servilletas de colores. Bolsas ecológicas con azucarados y bellísimos mensaje que rezaban "lléname de sonrisas". Todo por y para los niños con cáncer del mundo, claro. Hasta que la Policía destapó que los billetes no iban a parar precisamente a hospitales de Perú, como ellos sostenían. EL ESPAÑOL ha podido comprobar alguna de esas imágenes promocionales. En todas ellas los son precios superiores a los tres o cuatro euros, incluso en packs de cantidades y costes prohibitivos, como atestiguan algunas de ellas.

A este entramado de empresas que colaboraban con ellos, por cierto, Roberto y LINCECI la llamaban "la red de la alegría". Pedían a todo aquel que entrevistaban que se uniese a ella para regalar amor y tratamientos de quimioterapia por todo el mundo. Y también felicidad, claro.

La cosa no quedaba ahí. Roberto operaba también con otra de sus empresas, y con ella, según datos de la investigación presuntamente ha recaudó hasta tres millones de euros con la excusa y la coartada de que irían destinados para actuaciones urgentes en "zonas de emergencia".

Ayuntamientos de toda España, instituciones deportivas, colaboradores particulares... La investigación policial ha conseguido localizar miles de llamadas desde el call center en los últimos cinco años. Esto es, en gran medida, lo que habría permitido engordar la fortuna de esta empresa.

Las transferencias y las ayudas iban desde pequeñas aportaciones que no pasaban de los cinco euros hasta donaciones superiores a los 2.000. Una pequeña porción se ha demostrado que iba a parar a algún proyecto solidario, pero era tan solo una ínfima parte de todo el beneficio, que repercutía en varios de los miembros de la firma, que comenaron a llevar una vida de luo y asueto. Tal era la fachada del presunto engaño.

Los cochechitos para los hospitales

12 lápices por 60 euros. Esta era la falsa recaudación de dinero para luchar contra el cáncer. EL ESPAÑOL

Entretanto, la asociación buscaba que tanto Roberto como el nombre de LINCECI se convirtiesen en algo conocido en los hospitales de toda España. Continuar, en definitiva, cultivando una buena imagen. El año pasado, para eso, comenzaron a potenciar en las redes sociales, con sus comerciales y los 40 trabajadores del call center una campaña primordial para ellos, a la que llamaron #Valientealvolante.

En otoño del año pasado, Ataa Cars, una empresa especializada en la construcción de coches y motos eléctricas para niños y niñas, contactó con LINCECI y Roberto, y les dio lo que ellos consideraron "una noticia magnífica". Quería donarles 9 cochecitos eléctricos. Así lo explicaron ellos:

-"Se pretende con esta iniciativa conseguir que los niños y niñas que se encuentren hospitalizados y tengan que recibir su tratamiento, puedan ir jugando en un coche eléctrico que ellos/as mismos/as pueden dirigir. Está situación puede suponer estrés y angustia y con esto lo que queremos conseguir es que puedan distraerse y hacer de este momento algo más llevadero. Nuestro objetivo es donar cochecitos eléctricos a cada hospital infantil de toda la geografía española".

Una de las excusas y de las coartadas de Roberto y los suyos a la hora de captar gente que les donase nuevas cantidades de dinero, en los últimos tiempos, era que lo necesitaban para financiar unos cochecitos eléctricos. Unos vehículos que a ellos les salían en realidad gratis, a coste cero. La empresa que se los cedía no les estaba cobrando nada, como ellos mismos explicaron en su propia página web.

Las gestiones de LINCECI dieron sus frutos. Lograron colocar los cochecitos, al menos, en cuatro hospitales importantes: el Ramón y Cajal de Madrid, el Hospital Universitario de Sna Sebastián, el Hospital Puerta del Mar de Cádiz y el Txagorritxu de Vitoria. Que se sepa, claro. Y esto les vino muy bien: por lo pronto, para dotarles de esa pátina de caridad y de colaboración con los más desfavorecidos. En definitiva, publicidad gratuita. 

Hace justo un año, en Zaragoza, la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Aragón (ASPANOA) denunció a esta extraña ong y a Roberto, su cabecilla. Mucha gente en Zaragoza les estaba confundiendo con ellos. Les llamó la atención que, al entrar en su página web, no aparecían sus cuentas, no indicaban el presupuesto para los programas implementados y que estaban llevando a cabo,etc. Lo que sucedía en torno de esta ONG, cuentan desde esta asociación, era todo muy turbio y realmente extraño. 

Por el momento, cuatro de los cinco detenidos se encuentran en prisión. Uno de ellos es el propio Roberto. La investigación la dirige el Juzgado de Instrucción número dos de los de Zaragoza. Todo el dinero que obtenían de los presuntos engaños iba dirigido a mantener el alto tren de vida que ellos querían: a pagar los restaurantes, a comprarse coches caros, a hacerse viajes de lujo. Y todo eso, entre otras cosas, donando juguetes, organizando actividades deportivas y llamando por teléfono.

Por el momento, Roberto y otros tres de sus socios permanecen en la prisión de Zuera, Zaragoza.