Siempre juntos, como ‘Los Tres Mosqueteros’. El futbolista José Antonio Reyes, su primo Juan Manuel Calderón de copiloto [que pese a salir casi ileso del accidente, sufrió quemaduras en el 60 % de su cuerpo al tratar de sacar del coche a los otros ocupantes] y su otro primo Jonathan Reyes (Joni para los más íntimos). Los tres solían realizar juntos el trayecto entre Almendralejo (ciudad en la que jugaba al fútbol José Antonio en el Extremadura U.D), y su Utrera natal. En uno de esos viajes perdieron la vida el delantero y su primo Joni, el que solía viajar en el asiento de atrás. Juan Manuel, si sobrevive, lo hará con secuelas de por vida.
El mundo del fútbol está conmocionado por el fallecimiento de una de las estrellas más rutilantes de los últimos años: el jugador con más trofeos de la Europa League de la historia (cinco). El canterano más joven en debutar con la elástica sevillista. El primer español en ganar una Premier League. Pero el fatal accidente ha dejado otras dos vidas segadas de la que pocos se acuerdan. Dos veinteañeros con toda una vida por delante.
Sus dos primos, fieles escuderos
Sus primos eran sus dos fieles escuderos. Sentían absoluta devoción por José Antonio Reyes. Juan Manuel (22 años) de copiloto y Joni (23) en el asiento de atrás, con el genial mediapunta (35) a los mandos del coche. Era una estampa habitual en la cuenta de Instagram del primero, Juan Manuel (@Turro19). Eran muchos los fines de semana y parones competitivos en los que sus dos primos, acompañados a menudo por algún amigo, iban a Almendralejo (Badajoz) a buscar a la estrella de la familia para que pasase unos días en su pueblo sevillano. Eran capaces incluso de hacerse 400 kilómetros (200 de ida y 200 de vuelta) sólo para verlo entrenar.
Ambos acompañaban a Reyes en las buenas y en las malas. Era habitual verlos disfrutando de los títulos del Sevilla, en el césped, donde acudían invitados por su primo. Fotografiándose con la copa de turno o paseando por el verde como cualquier otro miembro de la expedición del equipo del barrio de Nervión. Juan Manuel, el único superviviente, lucía con orgullo su foto besando la última Europa League conquistada en el campo por su primo José Antonio.
Ambos solían ir a Almendralejo a ver a Reyes entrenar y volverse los tres juntos a Sevilla. Juan Manuel era, a sus 22 años, el más joven del trío. Cuando su primo José Antonio se ponía a los mandos del Brabus (un potente Mercedes coupé de casi 400 caballos de potencia), él se hacía a un lado, se colocaba en el asiento del copiloto y subía vídeos y fotos del trayecto a su cuenta de Instagram. Su otro primo, Joni, más reservado, prefería hacer el trayecto desde el asiento de atrás. Los tres eran chicos de Utrera, de toda la vida.
Jóvenes con parejas estables
Ninguno de ellos era persona conflictiva. Dos chicos muy queridos en su pueblo. Tanto Joni como Juan Manuel tenían, a pesar de su corta edad, parejas estables. Sendas amigas de la infancia. Juan Manuel, de 22 años, llevaba 8 años de relación con Jessica, una peluquera de Utrera de su misma edad. Se conocieron en el colegio Virgen de la Consolación, en el que estudiaron juntos. Vivían en su Utrera natal.
Joni también se crió en Utrera pero actualmente residía en Sevilla y antes había estudiado en el instituto Ruiz Gijón de Utrera. Joni salía con María José, una estudiante de la Universidad de Sevilla a la que había conocido durante la adolescencia y con la que llevaba cerca de 5 años de noviazgo. Dos amantes de los animales que no tenían hijos.
El sábado por la mañana habían ido los dos, bien temprano, a Almendralejo con su primo José Antonio. No venían de fiesta, no estaban de empalme. Los tres habían pasado la noche en Utrera y fueron a Badajoz para que el futbolista se personase en el club para la convocatoria previa al partido. Casi 200 kilómetros solamente para acompañarle. Pero como José Antonio estaba lesionado, no entró en la lista. Así que tal y como vinieron se volvieron para su pueblo. Viaje relámpago. 200 kilómetros más de vuelta. Esperaban llegar a Utrera a mediodía para comer juntos.
Pero encontraron la fatalidad en el kilómetro 18 de la autovía A-376, en dirección Sevilla. Eran las 11:40 de la mañana del 1 de junio. Todavía se están investigando las circunstancias que rodean al suceso, pero todos los indicios señalan al exceso de velocidad y a un reventón en una rueda. Al parecer, José Antonio Reyes circulaba a casi 240 kilómetros por hora cuando perdió el control de su Mercedes Brabus SL 550. Explotó una rueda, se salieron de la calzada y se empotraron directamente contra un bloque de obras que había en el arcén.
Reconocido por una pieza dental
El vehículo quedó totalmente destrozado. El impacto se produjo a tal velocidad, que el coche fue hallado a 200 metros del asfalto. Entre sus restos, los equipos de rescate sólo pudieron sacar con vida a Juan Manuel. El chico sigue ingresado en la UVI del hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Su pronóstico es grave, necesita respiración asistida y tiene el 65 por ciento de su cuerpo quemado. Sus dos primos no corrieron la misma suerte. El primero en fallecer fue el futbolista y después lo hizo su primo Joni.
Los cadáveres de las dos víctimas mortales quedaron irreconocibles por el incendio que destruyó el Mercedes. El superviviente, Juan Manuel Calderón, salvó la vida porque salió despedido fuera del coche en el impacto, aunque también sufrió quemaduras. A José Antonio Reyes lo han identificado por un anillo y por una pieza dental. Por eso lo han podido enterrar hoy mismo. Pero el cuerpo de su primo Jonathan está muy desfigurado y no se lo han entregado aún a la familia, lo que acrecienta su dolor, ha explicado esta tarde a EL ESPAÑOL el alcalde de Utrera, José María Villalobos (PSOE).
El primer edil utrerano, a pesar del dolor del momento, ha explicado a este periódico que Juan Manuel sigue luchando por salvar la vida en la unidad de cuidados intensivos del hospital. Aunque el estado del joven es grave, el alcalde es optimista con respectoa que pueda salvar su vida y asegura que las noticias que le han dado apuntan a que va a conseguir salir adelante.
Doblaba la velocidad permitida
Sevilla entera en general y Utrera en particular se han volcado en homenajear a las víctimas. Pero entre tanto dolor, algún reproche. El primero en señalar la imprudencia de José Antonio Reyes fue el exportero Santi Cañizares, que apuntó que no se debería homenajear al fallecido como un héroe porque estaba cometiendo una temeridad al circular casi al doble de la velocidad permitida (casi 240 kilómetros hora en un tramo en el que el límite es de 120). El exporero del Real Madrid, cuya afición también es la velocidad y ha disputado varios rallys, quiso matizar después sus declaraciones, disculpándose si no había utilizado las palabras adecuadas, pero se mantuvo en su crítica por la velocidad excesiva.
La última en sumarse a este reproche ha sido Ana María Campo, presidenta honorífica de Stop Accidentes. En declaraciones a Servimedia ha apuntado que "ojalá que la muerte de José Antonio Reyes sirva para que la gente respete los límites de velocidad, porque cuando no se respetan, se pierde la vida, como le ha pasado al futbolista". Campo aseveró sobre Reyes que "se ha matado él mismo y con él se ha ido su primo, y el otro primo, con más del 60% del cuerpo quemado, su vida no será fácil".
Pudo ser peor
"La gente tiene que darse cuenta de que saltarse los límites de velocidad trae consecuencias, terribles, como ésta. ¿Cómo es posible que circulara a 237 kilómetros por hora en un tramo marcado a 120?", se preguntó. Además, incidió en que "el accidente podría haber sido peor. Si se hubiera chocado contra otro coche, ¿qué más podría haber pasado? A mi hijo le mató otro conductor. No se me quita de la cabeza cómo estarán sus padres, su familia. Un chico tan querido, tan admirado, y no fue consciente de que la velocidad excesiva te roba la vida".
Entretanto, se siguen sucediendo los homenajes al jugador utrerano. Sevilla se echó a la calle para homenajear uno de sus futbolistas más famosos, tanto durante la noche previa al sepelio como el día del funeral. Los vítores y alabanzas al jugador no cesan. Pero pocos hablan de Juan Manuel, que sigue sedado, en estado grave y debatiéndose entre la vida y la muerte. O de Joni, que encontró la muerte en el kilómetro 18 de la autovía mientras esperaba, sentado en el asiento de atrás, a llegar a su casa.