Cristina Sardón dibuja ecuaciones y logaritmos neperianos en la pizarra con precisión quirúrgica para comenzar a resolver cada uno de los ejercicios. Dice que está desentrenada: "Hice este examen hace 15 años, antes de empezar la carrera, así que a ver, pero recuerdo que era muy parecido". Pese a ello afronta el reto de lograr resolver una prueba que ha proporcionado innumerables quebraderos de cabeza a los jóvenes andaluces en esta semana. Es una de sus opciones del examen de selectividad de la asignatura de Matemáticas II

La semana pasada ya se produjo cierto revuelo en Valencia. Sucedió por este mismo examen. Era, sin embargo, una opción diferente a la que tenemos esta vez en la pizarra. Allí los alumnos se movilizaron en contra de la prueba de Matemáticas en la Selectividad y ahora ocurre lo mismo en Andalucía. Los alumnos se quejan de la dificultad de la prueba y están recabando firmas en la plataforma Change.org para impugnarlo. Por ahora llevan más de 7.700 adhesiones.

Pero Cristina y su compañero Manuel Lainz difieren en la opinión de los alumnos que esta semana han realizado el examen en la comunidad andaluza. Ambos son investigadores y matemáticos del CSIC. Ella es visiting scholar de la Universidad de Berkeley e investigador postdoctoral en la Universidad Juan de la Cierva. Él se graduó en Princeton y es experto en geometría diferencial. Trabajan juntos. Y están de acuerdo en que los contenidos del examen se ajustan a la perfección a lo que se exige en Selectividad a los estudiantes que hacen la prueba.

EL ESPAÑOL acude a visitarles en la Universidad Autónoma de Madrid para resolver una prueba que de nuevo se ha puesto de actualidad debido a las quejas del alumnado. Son conscientes: pese a que hace muchos años que no practican este tipo de ejercicios, para ellos puede resultar sencillo resolver los problemas de las dos opciones del examen.

Efectivamente, se los meriendan en un período relativamente corto de tiempo. Sin embargo ambos creen que el examen se ajusta a lo que se exige y a lo que se pide. "También te digo, un profesor de instituto tarda todavía menos que nosotros en realizarlos. Lo que aquí se ve son contenidos que se machacan y que han tenido que ver en segundo de Bachillerato. Están preparados para hacerlos", dice Manuel. 

Se trata del mismo experimento que realizamos la semana pasada con otro profesor del CSIC, quien elaboró en apenas 40 minutos el examen de la polémica en Valencia. Aquí se han demorado incluso menos. En tan solo media hora -media hora de reloj, el tiempo clavado- Cristina logró desentrañar los cuatro ejercicios que componían la complicadísima prueba andaluza. 

"Este cambio de variable es un regalo"

El examen consta de cuatro preguntas diferentes en cada opción, algunas de ellas con diversos apartados. Es la primera diferencia con la prueba de Valencia, que solo constaba de tres ejercicios por cara. Cristina comienza resolviendo el número dos de la opción A. Quiere dejar el primero para el final, "es el más complicado, el que tiene mayor elaboración", argumenta.  Apenas tarda unos seis minutos de reloj y varias pizarras borradas en ejercicios esquemáticos de desarrollo  en resolverlo. 

-Contando con la presión del examen y todo, ¿cuánto pueden tardar en resolverlo en el examen?

-A ver. Esto si te has visto la teoría tienes que sabértelo. Este es el segundo más sencillo.

-Es que te dan el cambio de variable, dice su compañero Manuel.

-Ya, es que el cambio de variable es un regalo -responde Cristina-. Yo ya tengo mucha soltura, pero igual ellos pueden tardar unos 20 minutos o 25 en resolverlo. El tres deberían hacerlo en unos quince. 

Cristina y Manuel, frente a uno de los ejercicios resueltos. Jorge Barreno

El tercer ejercicio de esa misma opción A, que es una integral. Apenas lo remata en tres minutos exactos. "También es verdad que yo no estoy en la misma situación de presión por la que pasan ellos en medio de ese examen. Pero este lo deberían hacer, como mucho, en diez minutos, eh". Y la tiza sigue dibujando los jeroglíficos del álgebra en la pizarra. 

-Ahora toca el cuatro. Voy dejando el más difícil para el final. 

En todas las opciones hay problemas de análisis, o de álgebra, siempre cae todo muy repartido, muy variado, para evaluar los conocimientos de los alumnos en las diferentes áreas de las matemáticas. Mientras elabora cada parte del examen, tanto ella como su colega ojean de vez en cuando una copia del examen de Valencia para compararla con el que ahora tienen ante sí. Y reconocen que el que tocó allí resultó mucho más complicado que en Andalucía. 

"Si tienes que revisar, y todo, este ejercicio se puede hacer en una hora o algo menos. A ella le ha llevado quince minutos pero porque estamos acostumbrados. Lo más complicado para ellos es la presión de ese día del examen y los meses previos".

"El de Valencia tiene cosas que son más de pensar", dice Cristina. "Son problemas más largos. Cada apartado de los problemas del examen de Valencia tienen la dificultad de que si no haces bien los primeros apartados, adiós. Ya no puedes seguir. Van más encadenados. Necesitas resolver la anterior parte para continuar".

Más adelante, desde la pizarra, su compañero resuelve un ejercicio de la otra opción, la más sencilla, por mero entretenimiento. Ella continúa explicando las diferencias entre el valenciano y el andaluz. "Es que fíjate, qué ecuaciones del plano te dan (en el de Valencia). Es largo y tiene algunos trucos".

-Hay cosas ahí que son de darle más vueltas, dice Manuel.

-En este hay contenidos complicados, pero que están en el temario. Pero no es como para impugnarlo". 

Solución, ¿examen único?

Cristina resolviendo uno de los ejercicios en la pizarra. Jorge Barreno

El debate de una Selectividad y de un examen único para todo el territorio lleva varios años encima de la mesa. La polémica y las críticas surge, mayormente, al comparar los resultados de la Selectividad con la evaluación preparada por la OCDE a los alumnos de 15 años. Se trata del informe PISA. De los datos comparados se deduce una realidad hacia la que muchos señalan: los estudiantes de regiones excelentes en ese ránking luego pegan un bajón en Selectividad. Aquellos procedentes de autonomías con peores resultados en el informe PISA logran unos resultados espectaculares en los años siguientes. 

Donde con mayor facilidad queda reflejada esta tendencia es al comparar los datos de primeros puestos de ambas clasificaciones. En el último informe PISA, las mejores notas fueron obtenidas por Castilla y León, Navarra y Galicia. Las peores surgieron en Andalucía, Extremadura y Canarias. 

Dos años después, los resultados de esos mismo alumnos en toda España a la hora de hacer la Selectividad distaba enormemente de estas conclusiones. Las mejores calificaciones se dieron en Canarias y Extremadura, cuya media de alumnos sobresalientes ascendió al 23,02 y al 18,93 %, respectivamente. A la cola, quién lo diría, estaban aquellos que alcanzaron la cumbre en los datos de PISA: Castilla y León, Navarra y Galicia.

Algo falla: o el examen resulta muy sencillo o la corrección ciertamente generosa, apuntan expertos en la materia. "Es cierto que el examen de Valencia resultaba mucho más complicado -asegura Cristina-, y es entendible que allí se quejen. Si se quejan, okey. Pero la conclusión a la que llego es que tendría que haber un examen único en todas las comunidades. Porque luego, a lo mejor, siendo de Madrid, tú te vas a estudiar la carrera, por ejemplo, a Cataluña. Y necesitas la media y necesitas hacer el examen con las mismas condiciones en las que se hicieron allí". 

Cristina, en plena faena. Jorge Barreno