La doble vida del depredador Humberto: currante de día, acosador de niñas de noche en Jumilla
Unos adolescentes le persiguieron y la grabaron con su móvil después de sorprenderlo abusando sexualmente de una chica, de 13 años.
21 junio, 2019 12:35Era plenamente consciente de que tenía que controlarse para no volver a reincidir y acabar en prisión, sin embargo, no fue capaz de contener su supuesta predilección sexual por las niñas. La intervención de un guardia civil que estaba fuera de servicio ha resultado crucial para sacar de las calles a un presunto pederasta que era multireincidente y cuyo trabajo en una empresa de estructuras metálicas, situada en la localidad murciana de Jumilla, le permitía moverse por distintas comunidades autónomas españolas. El historial delictivo de Carlos Humberto se remonta a 2010 cuando agredió a un agente de la autoridad mientras causaba un desorden público, pero años después fue cuando comenzó su currículum delictivo por abusos sexuales a menores de edad que cada vez eran más jóvenes.
Carlos Humberto abandonó Ecuador para instalarse en la Región con el objetivo de enviar dinero a su mujer e hijos, los cuales seguían residiendo en su país de origen y que no eran conocedores de la doble vida que llevaba el cabeza de familia: currante de día y supuesto pederasta por la noche. Carecía de estudios por lo que su primer trabajo fue de peón agrícola y pasado un tiempo logró un puesto en una empresa especializada en todo tipo de cerramientos, vallados y cercados para autovías, líneas de Alta Velocidad, polígonos industriales, hospitales, colegios, urbanizaciones... Unos adolescentes fueron los que en noviembre de 2016 destaparon la doble vida de este presunto depredador sexual de menores después de que le sorprendieran manoseándole las nalgas a una niña.
Este episodio se produjo la noche del viernes 18 de noviembre, marcada por las bajas temperaturas como suele ser habitual en esta localidad de la Comarca del Altiplano. Este ecuatoriano se aproximó a un grupo de cuatro chicas, de entre 13 y 14 años. Las jóvenes caminaban por una calle de Jumilla hasta que este hombre que por aquel entonces tenía 56 años, sin mediar palabra, le tocó el culo a una de las chicas y acto seguido, mientras miraba lascivamente a todo el grupo, les soltó: “¡Vaya culos tenéis!". Los abusos no fueron a más gracias a la mediación de unos adolescentes que estaban en la zona, tal y como relata para EL ESPAÑOL un agente de la Policía Local de Jumilla que fue movilizado aquella noche: “Unos muchachos alertaron al 112 de que habían intervenido para evitar los tocamientos de un hombre a una niña”.
El agente precisa que la aportación de estos chavales fue clave para detener días después al sospechoso. “Los chicos le insultaron y comenzaron a grabarle mientras huía”. Este diario ha podido acceder al mencionado vídeo, en el que uno de los adolescentes que denunció los abusos al 112, persigue durante un minuto y diez segundos a Carlos Humberto mientras le reprocha su conducta obscena.
-¿Qué le estabas diciendo a las zagalas? A mi hermana le dijiste lo mismo.
-¡Usted qué quiere!
-A mi me hermana le dijiste eso.
-Yo no le dije nada.
-¡Ehh! Relájate. ¿Por qué le dijiste eso a las zagalas? ¿Sabes que eso es pedofilia? Eso es pedofilia. ¿Cómo le vas diciendo eso a las niñas menores? Te estoy hablando. Ya sé quién eres. Tengo esto grabado y esto va directo para la Policía.
No mintió el joven porque esa misma noche entregó la grabación a la Policía Local. Las imágenes están muy movidas, debido a que el joven caminaba a toda prisa tras el sospechoso, pero se escucha su voz y hay varios momentos en los que se aprecia con nitidez que se trata de hombre adulto, sudamericano, que trata de ocultar su identidad con una gorra y que viste una chaqueta negra y pantalón marrón. Con la descripción física que ofreció la niña del presunto agresor sexual y el vídeo de los adolescentes, los agentes lograron localizar la vivienda de Carlos Humberto. La Guardia Civil se ocupó de ponerle las esposas por primera vez en noviembre de 2016. Este caso de presuntos abusos dio pie a la apertura de diligencias judiciales contra este ecuatoriano, pero no fue suficiente para frenar sus más bajos instintos. Prueba de ello es que en abril de 2017, por segunda vez, volvió a ser denunciado y detenido por supuestos abusos sexuales a una menor. Esta vez la víctima era más joven que la anterior, era una niña de solo 10 años.
En enero de 2018 fue juzgado por el episodio que los adolescentes filmaron en 2016 y el Ministerio Público pidió para Carlos Humberto una pena de dos años de prisión, tres años de libertad vigilada, una orden de alejamiento de la niña durante tres años de 200 metros de distancia y una indemnización para la víctima de 1.500 euros por daños morales. Para evitar entrar a la cárcel, este ecuatoriano reconoció punto por punto todos los hechos y su abogado se adhirió a las calificaciones del Fiscal. La estrategia funcionó. La Audiencia Provincial de Murcia consideró probado que aquella noche actuó movido por un ánimo libidinoso y le condenó por un delito de abusos sexuales a menores de 16 años. Sin embargo, dejó en suspenso la pena, tal y como ha podido comprobar este diario en el fallo emitido por la Sección Segunda de la Audiencia: “Se concede la suspensión de la pena privativa de libertad al condenado, supeditada a que no vuelva a delinquir en el plazo de 2 años y a que satisfaga la responsabilidad civil”.
Solo tardó tres meses en volver a las andadas
Ni las dos detenciones ni la condena frenaron los impulsos de este supuesto pederasta multireincidente, puesto que solo tres meses después de que el 27 de marzo se hiciera firme la referida sentencia de la Audiencia, este ecuatoriano, de 59 años, ha vuelto a ser arrestado mientras agarraba a una chiquilla, de 8 años, para besarla. Esta intervención fue practicada por un guardia civil que estaba fuera de servicio, disfrutando de una cena con su mujer e hijos, el pasado sábado 15 de junio, en una pizzería de Jumilla.
Las diligencias de la Benemérita a las que ha tenido acceso este diario relatan que el mencionado miembro de la Benemérita, desde la terraza del restaurante, advirtió la presencia de Carlos Humberto y decidió no perderlo de vista por su currículum delictivo: “Observa a una persona de origen sudamericano, conocida por el agente por tener antecedentes relacionados con el abuso a menores, y observa como esta persona hace el gesto con los labios como de echar besos a alguien”. En unas décimas de segundo, el agente comprobó que esas muestras de cariño iban dirigidas a un grupo de niños que estaban jugando inocentemente en una calle peatonal.
“Al observar como no paraba de mirar a estos menores, el agente decidió acercarse al lugar y llegando al mismo observa cómo esta persona coge con ambas manos de la cabeza a una niña, de unos siete u ocho años, la adentra unos dos metros hacia un callejón llegando a besarla”. El guardia civil se dirigió rápido hacia el callejón en el que se había metido Carlos Humberto y nada más interpelarle “qué estás haciendo con la niña”, logró que la soltase. El progenitor llegó a la zona alertado porque no encontraba a su hija por ningún sitio y la diligencia expone que la menor, a pesar de que se encontraba muy nerviosa y desconsolada, le confesó lo ocurrido allí mismo: “La niña le dice al padre que la ha cogido esta persona y ha intentado soltarse”.
¿Protagonizó otros episodios de abusos?
Una vez más Carlos Humberto repetía el patrón con el que había actuado en 2016 y 2017: después de una dura semana de curro para mandar dinero a Ecuador para su familia, cuando llegaba el fin de semana y caía la noche, salía de caza en busca de alguna menor. En el puesto que tiene la Guardia Civil en Jumilla se negó a declarar y también se opuso a que le tomasen una muestra de ADN. El tiempo que estuvo en los calabozos solo abrió la boca para pedir un abogado de oficio, que se informase de su detención al Consulado de Ecuador, a su esposa y a su jefe.
En el Juzgado de Instrucción número 1 de Jumilla tampoco aclaró nada de lo sucedido asegurando que iba borracho: “No recuerdo nada de lo sucedido, excepto que una persona me cogió del brazo y me tiró al suelo”. Esta ha sido su tercera detención por abusos sexuales a menores de edad, todos ellos ocurridos en Jumilla, y en la localidad se han disparado los rumores sobre su presunta relación con otros episodios acontecidos durante 2019 y que están sin resolver, como el caso de una chica, de 16 años, que denunció que un hombre adulto intentó tocarla y otra joven que afirmó que tuvo que salir corriendo porque un individuo la seguía por la calle de forma intimidatoria. Desde el Instituto Armado no confirman que exista una relación entre estos hechos y la detención de este ecuatoriano, de 59 años.
Este lunes el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Jumilla ordenó que Carlos Humberto ingresase en prisión de forma preventiva, y sin fianza, mientras se instruía esta presunta agresión sexual a una menor de 16 años. El auto del juez Carlos Gómez interesaba esa medida porque “de las diligencias practicadas resultaría que el investigado, en plena vía pública de la población de Jumilla, se habría aproximado a una niña de 8 años, la habría agarrado y besado a la fuerza, desistiendo de su actitud cuando se vio sorprendido por un guardia civil”.
El magistrado justificaba esta media asegurando con contundencia no solo porque existía riesgo de fuga al no tener arraigo familiar en España, sino que además existía “un claro riesgo de reiteración delictiva” de volver a abordar a alguna chiquilla: “Se le impuso una pena de prisión de dos años que había quedado suspendida, lo que evidencia, unido a los indicios del delito por el que aquí se procede, un pronóstico de reiteración e incluso de progresión en la gravedad delictiva”. Tales palabras contenidas en el auto evidencian la importancia de la intervención que realizó el guardia civil que estaba fuera de servicio y que ha permitido sacar de circulación a este presunto pederasta que por motivos de trabajo se movía con libertad por varias comunidades autónomas. Fuentes de la investigación corroboran que Carlos Humberto, a lo largo de su breve estancia en los calabozos de la Guardia Civil y en los juzgados, siempre mostró una conducta inquietante: “Tenía una mirada muy fría”.