Esta semana se han cumplido 80 años de la llegada al puerto de Veracruz (México) del buque Sinaia en el que viajaron en Junio de 1939 los primeros republicanos españoles que huían de la guerra civil y de las responsabilidades por las que temían ser juzgados por el nuevo régimen franquista.
Los recordaba el presidente Pedro Sánchez durante su primer encuentro con el presidente López Obrador en el transcurso de su visita a México el pasado mes de Enero: "Hombres y mujeres que tuvieron que huir de su patria por sus ideas”.
Pero no solo se migró por idealismo. Una gran parte de aquellos primeros exiliados que llegaron a México lo hicieron huyendo de los tribunales de guerra, por el miedo a venganzas y represalias de las víctimas. Comisarios políticos, agentes del Servicio de Información Militar (SIM), diputados, funcionarios del Tesoro, fiscales, guardias de campos de trabajo. Agentes de investigación de Milicias Antifascistas. Magistrados como Honorio Pérez, juez especial de Espionaje y Alta Traición. Unos y otros viajaron camino de un incierto exilio creyendo ilusamente que también huirían de los recuerdos de una España que jamás borraron de su memoria.
Un destino "En tierra extraña", como la canción de Concha Piquer, que comenzó en los primeros inicios de la Guerra Civil española. Se calcula que entre ese 1936 y 1940 llegaron a México alrededor de 22.000 españoles. En 1939 fueron acogidos por el gobierno del general Lázaro Cárdenas, simpatizante y financiador de la república española y manifiestamente antiimperialista.
La idea inicial era emplearlos en proyectos agrícolas pero poco o nada de aquel proyecto se llevó a cabo ante la evidencia de que aquellos primeros refugiados que llegaron en el Sinaía no eran agricultores sino mayoritariamente soldado, políticos o funcionarios. Si alguno de los llegados en aquella expedición de exiliados había sido agricultor, no quiso saber nada de picos ni azadones cuando llegó a un México lleno de oportunidades.
El 13 Junio de 1939 a bordo del buque Sinaia llegaron 1.599 españoles. Los pasajeros más afortunados esperaron al embarque en domicilios particulares y en hoteles franceses algunos acompañados de esposa e hijos, como consta en las fichas de filiación a las que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, es decir, sin pasar por las calamidades que sufrió la mayoría de sus compatriotas en los campos de concentración franceses de Argeles-sur-Mer, Caint-Cyprien, Bacarès, Vernet d’Áriège, Rivesaltes,Septfonds, Gurs.
Francia reconoce a Franco en febrero de 1939
El 5 de febrero de 1939 ante la crisis humanitaria que representaba la presencia de miles de refugiados españoles en la frontera de La Junquera y Porbou, el presidente francés decidió finalmente abrir los pasos fronterizos autorizando el paso de cerca de 440.000 españoles, militares, funcionarios, miembros de gobierno republicano, ancianos, mujeres y niños que huían con lo puesto de la guerra ante la caída del frente del frente de Barcelona y la inminente derrota del ejercito republicano. El presidente Negrín ya vivía en París y cruzó los Pirineos para asistir en el Castillo de Figueras (Gerona) el 1 de Febrero de 1939 a la ultima reunión de las Cortes republicanas.
Al otro lado de la frontera había doscientos mil soldados españoles hambrientos bajo la lluvia y la nieve. Se les condujo a una marcha agónica hasta las localidades cercanas de Argeles sur Mer en la costa mediterránea donde inicialmente quedaron varados, a la intemperie del mes de Febrero, en interminables playas cercadas de alambre de espino. No había agua potable ni alimentos ni electricidad. Vigilados como enemigos por tropas coloniales senegalesas, marroquíes y gendarmes. Nevaba y hacía frió. No olvidemos que para entonces Francia ya había reconocido a la España franquista tras el acuerdo de Bérad-Jordana en febrero de 1939.
En Argeles-sur-Mer se calcula que llegaron a permanecer mas de 100.000 españoles en condiciones infrahumanas; muriendo muchos de hambre y disentería hasta que en Junio del mismo año abandonaron libremente los campos al ser invadida Francia por las tropas del III Reich.
El fotoperiodista Robert Cappa definió aquellos campos como "un infierno sobre la arena: los hombres allí sobreviven bajo tiendas de fortuna y chozas de paja que ofrecen una miserable protección contra la arena y el viento. Para coronar todo ello, no hay agua potable, sino el agua salobre extraída de agujeros cavados en la arena".
La sombra de indalecto prieto
Los afortunados elegidos embarcaron en el buque Sinaia el 25 de mayo en el puerto francés de Sete en la costa atlántica. Es difícil conocer después de 80 años como se realizó aquella selección de españoles, pero ateniéndonos a las filiaciones del pasaje llama la atención comprobar que mayoritariamente pertenecían al sindicato socialista UGT y en la mayor parte de los casos, los altos cargos, los espías del SIM, jueces, magistrados, disputados no pasaron por los campos de concentración.
En las filiaciones del embarque hay pocos casos de agricultores entre las ocupaciones anteriores. La mayoría son militares cuyos oficios anteriores a la guerra no respondían al acuerdo al que se llegó con el presidente mexicano de emplear a los refugiados en labores agrícolas. Los intelectuales, médicos, poetas y escritores que tanto contribuyeron a la prosperidad y riqueza cultural que vivió México en la década de los cuarenta y cincuenta llegarían en otros barcos y desde otros puertos.
Se responsabiliza del acuerdo que permitió la entrada de españoles en México al que fuera por entonces embajador español Félix Gordon Ordás, pero no hay que olvidar el papel en la sombra desempeñado por Indalecio Prieto, quien fuera poderoso ministro republicano y creador del temible SIM (Servicio de Investigación Militar). Por aquellas fechas ya andaba por tierras americanas. Gracias a su amistad con el presidente Lázaro Cárdenas manejó durante décadas el inmenso tesoro que la república española expolió durante los años de guerra civil a particulares e instituciones, presidiendo un lobby que influyó determinantemente en la política mexicana. Un lobby que consiguió que España no fuera reconocida como miembro de Naciones Unidas hasta 1955 y México no mantuviese relaciones diplomáticas hasta 1977.
Aun hoy se desconoce el destino que Indalecio Prieto dio a los 150 bultos que contenían cuadros de gran formato de un valor incalculable que llegaron a México a bordo del Vita el 28 de marzo de 1939, cuando España seguía en plena guerra civil y Madrid invicto a la espera del golpe de Casado.
Un pasaje VIP con miedo
Durante los 18 días de travesía los pasajeros del Sinaia sufrieron hacinamiento y la ansiedad propias de quienes todo lo dejaron atrás. Recuerdos, familias, haciendas, miedos; el buque no estaba preparado para 1.599 pasajeros y las quejas se sucedieron pronto a bordo. Se hizo escala en Madeira y Puerto Rico pero no se les permitió desembarcar. El aburrimiento se combatía con paseos por cubierta, con tertulias improvisadas en las que se auguraba que Franco no duraría un año en el poder y, sobre todo, con la esperanza de volver a España. Amenizaba las veladas nocturnas la banda del quinto cuerpo del ejercito tocando pasodobles en el comedor de cubierta . Sonaba “Triniá” y ¨La hija de Juan Simón”, canciones que en la guerra civil se cantaban en ambos bandos.
Adolfo Sánchez Vázquez, quien fuera director del Magisterio Español y Escola Proletaria, un manchego de la Torre de Juan Abad, asumió responsabilidad de publicar diariamente en un ciclostil el periódico, El Sinaia, "Diario de la primera expedición de republicanos a México", en el que se daba cuenta de los sucesos internacionales. En la entrega numero cinco se da cuenta en la portada de "Las arbitrariedades nazis en Dantzig" y la decisión de Francia de atajar los actos de espionaje franquista en el Marruecos francés, pero también se comentaban los nacimientos y óbitos, que los hubo, y se aleccionaba al pasaje sobre las características y costumbres del país de acogida.
El 13 de Junio se les recibió en Veracruz con un gran despliegue propagandístico. Esperaban al barco autoridades y cientos de personas con pancartas y Vivas a una república española que desde el 1 de abril de aquel mismo año había dejado oficialmente de existir.