“Yo a ti te conozco”, le dijo la indigente al policía que la estaba deteniendo por quemar contenedores en Palma de Mallorca. “Tú eres el policía que sale en las noticias hablando de los fuegos”, prosiguió la mujer de 48 años. Porque el problema de los incendios urbanos es tan grave en la ciudad, que copa ya todos los informativos. Cuando el agente le preguntó a la mujer por qué había provocado las llamas, ella contestó: “Para recordar que, en esta fecha, mi exmarido una vez me pegó una paliza”.
La noche del martes 25 se detuvo a la primera mujer acusada de quemar contenedores en Palma. Los cinco arrestados anteriores son varones. Porque no se trata de un caso aislado. Arde Mallorca desde finales de 2017. Al principio lo achacaban a un pirómano, pero de momento ya van 6 detenciones. 6 personas sin vínculos aparentes entre sí que decidieron, por distintas razones, pegarle fuego a la isla.
Empezó como una gamberrada, como un hecho vandálico aislado. Pero se ha producido un efecto dominó. Ya van cerca de 700 contenedores quemados. No se sabe qué les motiva, pero sí que actúan por imitación. Por provocar. Un reto a la policía. Un montón de personas le pegan fuego a los depósitos de basura desde hace un año y medio y eso provoca daños imprevisibles. La estampa de contenedores ardiendo es ya un clásico en las noches de Palma. Una ola de violencia que se lleva por delante los containers, los coches aparcados al lado, las fachadas, el mobiliario urbano y todo lo que se interpone en su camino. De momento, la broma ha costado casi un millón de euros
El club del fuego
“La primera regla del Club de la lucha es: nadie habla sobre el Club de la lucha”. Era la primera norma del grupo clandestino relatado por el escritor Chuck Palahniuk en su célebre novela El club de la lucha, protagonizada en la gran pantalla por Brad Pitt y Edward Norton. Allí, un grupo de personas que no se conocían, se citaban por las noches para pegarse. Una película en cuya escena final, precisamente (ojo spoiler, que la película ya tiene unos años), toda la ciudad sale ardiendo.
Algo parecido se ha producido en Palma de Mallorca. Una especie de ‘Club de los pirómanos’ cuyos miembros no se conocen entre sí, pero que han conseguido poner en jaque a las fuerzas de seguridad y meter el miedo en el cuerpo a todos los mallorquines. Porque mañana puede ser su casa la que arda.
“Yo llevo la unidad de atracos, pero el 80% de nuestro trabajo lo estamos centrando ahora en la quema de contenedores. Se ha convertido en un problema enorme”, confiesa Eduardo Pérez, el policía al mando de esta unidad especializada. En el último mes y medio se han practicado tres detenciones. Curiosamente, después de cada arresto se produce un nuevo incendio. Una especie de desafío. Vosotros detened, que nosotros seguimos pegándole fuego a Palma.
En un principio se especuló con que se tratase de algún grupo organizado. Una red. Pero, ahora mismo, las hipótesis con las que trabaja la policía parecen desestimar esa teoría. “De todos modos, tras las detenciones hemos intervenido teléfonos y ordenadores, por si allí hubiese algún dato que nos dijese lo contrario. Descartar como tal no descartamos nada”, adelanta Eduardo, que pronostica “nuevos incendios en breve, porque ya hemos comprobado que muchos de estos fuegos han sido provocados por gente que todavía no ha sido detenida".
No se conocen
Los incendios empezaron en 2017, fueron aumentando en el primer semestre de 2018 y se multiplicaron en el segundo semestre del año. En 2019 ya es una especie de epidemia. Día sí, día no, arde Mallorca. Respecto a las similitudes en los perfiles de los causantes, tal vez la única coincidencia es que se trata de personas mayores, de 50 años en adelante. La excepción fue un joven gaditano de 39 años que se convirtió en el primer detenido por este asunto en 2018. Fue el primero de una lista que se ha ido engrosando este año.
Los demás: un jubilado con graves problemas mentales, dos amigos sin motivos aparentes para provocar incendios, uno de los propietarios del antiguo campo del Mallorca y, la última, una indigente que aseguraba quemar contenedores para recordar la fecha en la que su exmarido le pegó una paliza. No hay nexos entre ellos. Sus vidas no se parecen en nada. No se conocen. Pero todos actúan igual: descargando su rabia en forma de llamaradas contra los contenedores.
Los fuegos se han ido registrando en varias zonas de la capital mallorquina. De las últimas tres detenciones, la indigente actuaba por la Plaza España, muy cerca de donde pernoctaba. El anterior pirómano quemaba contenedores en el área de General Riera. El primer detenido de este mes se empleaba en la calle Aragón. Pero también se han registrado fuegos recientes en s’Arenal, Coll d’En Rabassa, Bonanova (cerca de Calvià), o en Inca, por poner algunos ejemplos.
Los 6 detenidos
El primer detenido fue el más joven de todos. Un gaditano de 39 años, que responde a las iniciales R.C.R. y que además de por el fuego tenía especial querencia por robar videojuegos en los grandes almacenes. En el registro que llevó a cabo la policía en su domicilio, halló gran cantidad de ellos, sustraídos todos en comercios mallorquines. Lo arrestaron a principios de 2018 como el iniciador, el responsable de los primeros incendios de esta ola que arrancó allá por diciembre de 2017.
La siguiente detención fue doble y ha tenido lugar este año. Dos amigos de más de 50 años. Uno de ellos le pegaba fuego a los contenedores y el otro le acompañaba, prestándole el mechero. Ambos fueron detenidos. Curiosamente, cada vez que se practicaba una detención, contenedores de otras partes de la isla volvían a prender pasadas unas horas. "Es como un reto a la policía. Un juego macabro", cuenta Javier Jiménez, jefe de Sucesos de Última Hora. Él ha seguido este asunto desde el inicio y asegura que "en 25 años que llevo haciendo sucesos en la isla nunca he visto un caso similar".
El cuarto detenido fue, tal vez, el más sorprendente. Se trata de un hombre, jubilado, con buena posición económica y sin problemas de salud mental. Vive solo con su perro y es uno de los muchos propietarios del Lluis Sitjar, el antiguo campo del RCD Mallorca, dividido ahora en muchas parcelas. Aseguraba este hombre que había tomado la decisión de quemar contenedores por estar disgustado con la policía, que le había multado en varias ocasiones por llevar su perro suelto.
El quinto detenido es otro jubilado. Este es gallego y padece graves problemas mentales. “Ni siquiera nos supo dar una explicación coherente de por qué lo había hecho. No podía ni mantener una conversación normal”, resume el agente Eduardo Pérez. Este hombre, además, tenía antecedentes de delitos de odio y durante su vorágine incendiaria también agredió a algunas personas con las que se encontró por la calle.
La sexta y última detenida es una indigente con una enfermedad terminal. Lo primer que le dijo a los agentes es que quería suicidarse. Que por eso permanecía quieta al lado del contenedor mientras se avivaba el fuego. La explicación que dio después fue la de conmemorar una paliza de su antiguo marido. Al cierre de esta edición se encontraba prestando declaración. Todo apunta a que, tal y como a sucedido con los otros cinco pirómanos, también será enviada a la cárcel. Los arrestados se enfrentan a 4 años de prisión y a hacer frente a las altísimas indemnizaciones.
Un millón en gasto
En total, cerca de 700 contenedores quemados. A mil euros cada uno, la derrama anda próxima al millón de euros, sin contar aquí los daños causados al mobiliario urbano, a los coches, los postes eléctricos o a los domicilios próximos. Los mallorquines, entretanto, piden responsabilidades en los foros de internet. Quieren saber si se trata de una banda organizada, si tienen grupos de Whatsapp, si se dan instrucciones los unos a los otros. Y es que el fuego cada vez está más cerca de las casas, en verano se duerme con la ventana abierta y el humo puede acabar provocando los daños personales que todavía no se han registrado.
¿Qué motivación tienen estos pirómanos? "Aquí se juntan muchos factores. El mosqueo con la policía, los trastornos mentales, el revuelo mediático, estar hechizados por el fuego... Al principio se hablaba de un solo pirómano y se trabajaba incluso con la idea romántica de que fuese una sola persona, muy hábil, despistando a la policía. pero la investigación ha sido muy amplia y se ha comprobado que el modus operandi es siempre distinto. No es uno. Son muchos. Cada uno tiene su motivación y todos acaban pegándole fuego a los contenedores", resume Jiménez.
Por imitación, por efecto llamada, por salir en los medios… “Yo te conozco de salir en los periódicos con lo del fuego”, le apuntaba la última detenida al policía que la arrestó. Muchos creen que queman por la posibilidad de tener su minuto de fama, su momento de gloria. Una fama que puede salir muy cara: de momento, los detenidos se enfrentan a penas de 4 años de prisión. Los pirómanos de Palma van entrando en la cárcel. Pero pasa como con la Hidra de Lerna, aquel animal mitológico al que cada vez que le cortaban una cabeza, le salían dos más. A cada detención le sigue otro incendio. Y van a seguir, pronostican las fuerzas de seguridad. Porque muchos de los incendios registrados todavía no tienen responable. Arde Mallorca, pero nadie sabe por qué. La primera regla del Club de los pirómanos es: nadie habla sobre el Club de los pirómanos.