"Yo bajé a Miguel Ricart y a Anglés en coche una noche desde el monte, porque llovía mucho". Lo confiesa Francisco Català, un hombre que tiene su pequeña guarida muy cerca de la zona en la que aparecieron, en enero de 1993, los cadáveres de Miriam, Toñi y Desirée, las tres niñas de Alcàsser asesinadas en noviembre de 1992.
Francisco vive en el pueblo de Catadau (Valencia), el más próximo a la fosa donde enterraron a las chicas. Pero tiene su pequeño refugio de montaña en una casa llamada 'Caseta del médico', a un kilómetro escaso de donde hallaron los cuerpos. Francisco nunca ha hablado con los medios de comunicación, pero ahora se sincera con EL ESPAÑOL, en la semana en la que el Caso Alcàsser ha vuelto a ponerse de actualidad: por la serie que ha estrenado Netflix, y por el hallazgo de huesos humanos en la fosa por parte de dos excursionistas.
Francisco recuerda que "la noche en la que dicen que mataron a las niñas, yo ya paraba por esta casa. Estaba aquí fo***ndo con la que ahora es mi mujer cuando vimos un coche blanco, creo que un 205, subiendo por la montaña. Era muy tarde y por aquí no sube nadie. Nos extrañó mucho pero lo dejamos pasar", rememora apurando una cerveza.
"Días más tarde nos dimos cuenta de que las almendras que dejábamos por aquí para los jabalíes estaban perfectamente partidas y solamente quedaban las cáscaras. Eso no podía hacerlo hecho un jabalí. Nos extrañó mucho que viniese gente por aquí". Y días más tarde, descubrió por fin a las personas que se comían las almendras: "El Ricart y el Anglés. Estaban una noche por aquí y empezó a llover muy fuerte. Un amigo que estaba conmigo me dijo que por qué no acercaba a esos muchachos al pueblo, que llovía mucho. Primero le dije que no, que no los conocía de nada, pero al final los bajé".
Asesino en mi coche
Un mes más tarde, dos apicultores descubrieron los cadáveres y la policía detuvo a Ricart. De Antonio nunca más se supo. "Cuando yo vi las fotos me dio un escalofrío. Había llevado yo a un asesino en mi coche. Pero mira, en el momento no lo piensas", recuerda ahora.
Francisco es el que nos orienta para llegar a La Romana. Conoce perfectamente la zona y da fe de que "viene mucha gente a dar paseos por aquí desde entonces, sobre todo en los últimos tiempos. Mucho más que antes del crimen", reconoce. El suceso más mediático de la historia de España ha comportado también que una legión de seguidores haga rutas por los lugares más emblemáticos de aquel caso. Una especie de turismo necrológico que, al parecer, es lo que estaba haciendo la pareja que halló los huesos humanos el pasado día 24.
No es fácil llegar a La Romana. Los caminos de acceso están actualmente cortados por obras. Si uno decide adentrarse de todos modos, deberá subir la ladera de una montaña esquivando innumerables zarzas y otras plantas que pinchan. También deberá asumir que el firme está conformado por piedras, que no es estable y que se expone a numerosas caídas. Lo normal es salir de allí con el cuerpo marcado a pinchazos y dos o tres caídas como mínimo.
A pesar de eso, es habitual encontrar a excursionistas que vienen desde todas las partes de España para visitar el lugar de los hechos. Turismo necrológico. La fosa es un trozo de tierra excavado en el que depositaron los cadáveres de las tres niñas, al lado de una caseta derruida. Esa fosa está protegida actualmente por una valla. Los fieles, las familias y los amigos le han ido dejando plantas y alguna figura a modo de homenaje.
Ahí es donde, según Las Provincias, un vecino de Piles llamado Vicente B. halló el pasado 24 de junio unos restos óseos. Declaró estar paseando por la zona con su pareja. Pensaba que se pertenecerían a algún animal. Pero decidió enviar las fotos al forense Francisco Etxeberria, que le confirmó que se trataba de cuatro falanges humanas. A partir de ahí, avisaron a la Guardia Civil para que investigasen.
Caso extraño
¿Es viable que haya sucedido eso? Lo es, aunque también es, cuanto menos, extraño. La Romana no es un lugar de paso. Está en medio de la nada y su acceso es muy complicado. "La Romana es la finca más removida de España", cuenta con reservas un vecino de Catadau, el municipio por el que se accede a esa zona. Se refiere a que, dentro de este turismo necrológico, son muchos los curiosos que cavan y hacen zanjas, en busca de alguna pista perdida que pueda dar con la solución definitiva de un caso mal cerrado. Sorprende, por tanto, que precisamente en las fechas en las que se ha estrenado la serie de Netflix que ha vuelto a darle un impulso al caso, aparezcan estos huesos.
EL ESPAÑOL ha accedido a la fosa. Y, tal y como se podía prever, había turistas necrológicos. Al llegar, encontramos una moto. A 20 metros, un chico de Picassent que también ha venido porque le come la curiosidad: "He visto la serie de Netflix estos días. Nunca había venido por aquí aunque me gusta mucho salir a hacer rutas por la montaña. Pero a la que he leído que habían aparecido unos huesos, me he venido enseguida".
Su impresión, la misma que la del que firma esta pieza: es muy extraño este hallazgo. Ni en la fosa, ni en sus alrededores, ni en 20 metros a la redonda, hay un solo agujero reciente. No parece que nadie haya excavado por ningún sitio en los últimos días. ¿Dónde aparecieron exactamente unos huesos humanos, después de mil batidas por parte de investigadores y particulares? ¿Precisamente han salido a la superficie la misma semana en la que se ha estrenado la serie de Netflix?
Vicente B., el vecino de Piles que encontró los huesos, sostiene que los halló en la superficie, y que para hacerse con el resto tuvo que excavar un poquito, a pesar de que ahora no hay ni rastro de dicha excavación. Según Javier Martínez, de Las Provincias, las lluvias pueden haber removido la zona hasta llevar los huesos a la superficie. Cabe recordar que, cuando se practicó el levantamiento de los cadáveres, hace ya casi 27 años, uno de los cuerpos tenía una mano desmembrada y le faltaban las falanges de una mano. Precisamente el hallazgo que ha removido el caso estos días. "Sería mucha casualidad que no fueran de las niñas, que se encontrasen los huesos que faltaban en la misma zona y no fuesen de ellas", sostiene el periodista.
Sea como fuere, la zona está exactamente igual que cuando EL ESPAÑOL la visitó, en enero de 2017. Las mismas macetas y las mismas figuras. Más vegetación, por la época del año en la que estamos, pero pocos restos de paso humanos. Las lluvias, la orografía del terreno o la casualidad han llevado a que aparezcan unos huesos humanos allí cuando el caso vuelve a estar en boca de todo el mundo.
Falanges... y un diente
Curiosamente, la persona que ha confirmado que son huesos humanos es el forense Francisco Etxeberría, que es la única persona que encontró, hasta la fecha, restos humanos en dicha fosa. En su caso, un diente. "No tengo duda de que el diente pertenecía a las niñas de Alcàsser y las falanges también. Son piezas pequeñas que no serían recogidas en su momento", sentencia.
Sin embargo, aún no se ha confirmado que pertenezcan a las niñas. La Guardia Civil intervino y los huesos son ahora responsabilidad del juzgado número 6 de Alzira, que decidirá si los huesos son trasladados a un laboratorio para extraer el ADN y cotejarlo con el de las niñas.
Entretanto, el goteo de turistas necrológicos sigue por la zona. Lo confirma Francisco Català, el hombre que llevó a Ricart en su coche sin saber que trasladaba a dos asesinos. También lo confirman en Alcàsser, el pueblo de origen de las niñas, donde han visto que tras el estreno de la serie vuelve a haber "forasteros que preguntan sobre el caso. Entre unas cosas y otras, vaya días llevamos con las niñas. Y lo que nos queda", resopla una vecina. Sabe que la sola mención del nombre de su pueblo ya traslada al macabro suceso. En el municipio apenas se habla del tema; lo quieren olvidado. Pero entre Netflix y los huesos hallados, saben que les espera un reflote del tema este verano.