La carrera de Andy Rubin empezó y terminó en la habitación de un hotel. Lo primero ocurrió en las Islas Caimán, en 1989, cuando este ingeniero informático acogió a un empleado de Apple al que su novia había echado del dormitorio tras una pelea. Aquel gesto le valió una oferta de trabajo para entrar en la industria tecnológica por la puerta grande. El otro episodio ocurrió muchos años después, en 2013. Siendo ya vicepresidente de Google, forzó supuestamente a una empleada de la compañía a practicarle sexo oral en el cuarto de otro hotel, lo que acabaría costándole su salida de la multinacional.
Pero antes de continuar, situemos a Andy Rubin. Aunque este personaje pueda resultar poco conocido, le debemos mucho. Si usted no está leyendo este artículo en un iPhone, es más que probable que lo esté haciendo en un teléfono móvil o una tableta controlada por Android, un sistema operativo que él ideó. De hecho, este informático estadounidense, que vendió este programa a Google en 2005 a cambio de convertirse en uno de sus altos ejecutivos, fue apodado precisamente así, Android, por sus antiguos compañeros de Apple. El mote se debe a la pasión que sentía por los robots. De hecho, Android.com fue su página web personal hasta 2008.
Pero el nombre de Andy Rubin no sólo está conectado a la telefonía. Sus apariciones en la prensa norteamericana en los últimos años han estado más vinculadas a líos de faldas que de megabytes. De hecho, esta semana ha vuelto a las portadas debido a la demanda de su exmujer, que le acusa de haberle ocultado su fortuna durante el divorcio. Además, lo retrata no sólo como un genio de la informática, sino como el líder de un círculo sexual en el que se habría gastado cientos de miles de dólares para controlar, poseer y prestar mujeres con fines sexuales a otros hombres.
Pero antes de adentrarnos en este último escándalo, pongamos el foco en sus inicios. La carrera de Rubin comienza tras terminar la universidad, trabajando como ingeniero de robótica en varias empresas hasta que un viaje a las Islas Caimán le cambió la vida. Paseando por la playa en 1989 se encontró con un hombre durmiendo en una silla. Era Bill Caswell, ingeniero de Apple, al que su novia había echado de la habitación por una discusión. Rubin le invitó a quedarse con él y, tras charlar y conectar, Caswell le ofreció un puesto.
En sólo un año, Rubin pasó de ser un ingeniero de fabricación de Apple a dedicarse a tareas de investigación y desarrollo. En 1990, se volcó en una nueva unidad de la compañía dedicada a los dispositivos portátiles de computación llamada General Magic. Allí ayudaría a crear Magic Cap, un sistema operativo para teléfonos móviles, adelantándose una década a la gran explosión de esta tecnología. Hubo poco interés por el programa y el equipo se separó, según recogen numerosos artículos de prensa sobre su figura.
Rubin dejó este trabajo y se unió a otra empresa que acabaría formando parte de Microsoft en 1997. Dos años después, se independizó y, tras recorrer otras compañías y aventuras en solitario, Rubin acabó usando el nombre del dominio web que había poseído durante años, Android.com, para bautizar un nuevo proyecto en el que se embarcó con un pequeño equipo de ingenieros. El resultado está en la mayoría de teléfonos y tabletas móviles, con permiso de iPhone.
Felación forzosa en un hotel
Gracias a este invento, en 2005 llega a Google, que adquiere Android y convierte a Rubin en uno de sus vicepresidentes, cerrando el círculo de una vida dedicada a la informática.
Su trayectoria personal también cambiaría gracias a Android. Dos años después de llegar a Google, conoció a Rie Hirabaru, gerente de marketing creativo en la compañía del buscador. Empezaron a salir de forma intermitente durante algunos años hasta que Rie se quedó embarazada, y se casaron. Pero durante este tiempo, Rubin no sólo puso su interés en su mujer y en los androides, como se sabría poco después.
En octubre de 2014, el buscador más usado del planeta lanzó un comunicado anunciando su marcha, aparentemente voluntaria, y deseándole "todo lo mejor". "Con Android creó algo realmente extraordinario, con más de un mil millones de usuarios felices", rezaba la nota.
Esta salida generó cierto desconcierto, si bien hubo que esperar hasta octubre de 2018 para conocer todos los detalles. Entonces, The New York Times desveló que la marcha del ingeniero no había sido tan idílica. Una empleada de Google había acusado a Rubin de conducta sexual inapropiada. Ambos habían mantenido una relación extramatrimonial, si bien él la habría forzado a practicarle una felación contra su voluntad en una habitación de hotel en 2013. Google investigó la acusación de la trabajadora, dándole credibilidad, por lo que solicitó la renuncia a su vicepresidente.
El Times asegura que aunque Google podría haberle despedido sin pagarle un céntimo, decidió concederle un jugoso paquete de salida de 90 millones de dólares, repartidos en cuotas de alrededor de dos millones al mes durante cuatro años.
Tras la publicación de este artículo, los abogados de Rubin negaron cualquier conducta indebida, aseverando que la marcha de la empresa había sido voluntaria, que la noticia contenía "numerosas inexactitudes" y que "específicamente, nunca obligó a una mujer a tener relaciones sexuales en una habitación de hotel". "Estas falsas acusaciones son parte de una campaña de desprestigio de mi exesposa para atacarme durante el proceso de divorcio", señaló entonces.
Una vida sexual paralela
En concreto, se refería a Rie Hirabaru Rubin, su segunda mujer, quien ahora vuelve a la carga acusándole en los juzgados de haberla engañado, de haberle ocultado los 90 millones de Google y haber conspirado en secreto para manipular el acuerdo prematrimonial de la pareja y despojarla de todos sus derechos sobre una fortuna que podría superar los 350 millones de dólares.
La demanda se puso en octubre de 2018, pero esta semana una jueza de California ha autorizado su publicación, sacando a la luz los detalles más escabrosos de la vida privada del fundador de Android.
Según el escrito de acusación, durante su matrimonio, Andy Rubin gastó en secreto cientos de miles de dólares para financiar una vida sexual paralela, en la que lideraba un grupo de mujeres de las que disponía a voluntad.
Buzzfeed fue el primer medio en publicar la demanda. En ella, la exesposa señala que todo el caso nace "de la conspiración" de su exmarido y del abogado que la asesoró a ella antes de casarse, Stephen M. Peters, para que firmara "bajo coacción" y "de manera fraudulenta" un acuerdo prematrimonial que la perjudicaba "unos días antes de casarse". Luego le acusa también de haber mantenido en secreto la indemnización recibida de Google, así como su vida sexual paralela.
Aunque el objetivo de este litigio es puramente económico, ya ha sacado a la luz detalles sobre los gustos sexuales pocos convencionales del informático, que éste habría financiado con la indemnización obtenida de Google.
Un círculo de cinco mujeres
En la demanda, Rie Rubin afirma que su marido desvió los cheques que recibía de su exempresa a una cuenta bancaria secreta, en lugar de la que ambos tenían en común. A su juicio, estos fondos iban a sufragar los gastos de su "círculo sexual".
La exmujer documenta este supuesto grupo de sirvientas sexuales con correos electrónicos que habría fotografiado de su exmarido. En ellos, quedaría probado el interés del informático en mantener relaciones “de propiedad” con al menos cinco mujeres. Esto significaría que él pagaba los gastos de estas féminas a cambio de que tuvieran relaciones sexuales con él, de prestarlas a otros hombres, de grabarlas en vídeo durante esos encuentros, y de disponer de ellas a voluntad.
Una de estas, identificada como M., era además la encargada de coordinar todo la red sexual. El modus operandi consistía en recibir órdenes del informático sobre con quién debían acostarse las chicas, y organizarlo. No ha trascendido aún ni la identidad de las mujeres, ni la de los hombres que habrían disfrutado de estas cesiones, si bien, el escándalo no ha hecho más que salir a la luz.
Google, en el punto de mira
En esta batalla que acaba de comenzar, Google no aparece como parte afectada. No obstante, la exmujer señala en su escrito que todavía puede ampliar el número de posibles demandados que podrían haber ayudado a Rubin a defraudarla. Esto deja la puerta abierta a que el caso alcance de lleno a la compañía del buscador, que ha tenido que lidiar con asuntos relacionados con el acoso sexual desde hace tiempo.
De hecho, después de que el Times publicara el caso de Rubin en 2018, Google respondió que la compañía estaba "tomando una línea cada vez más dura sobre la conducta inapropiada de las personas en posiciones de autoridad".
"En los últimos dos años, 48 personas han sido despedidas por acoso sexual, incluidas 13 que eran gerentes de alto rango", añadió la compañía. Ninguno de estos individuos recibió un paquete de salida”, precisó en referencia a la supuesta indemnización de la que hablaba el rotativo neoyorquino. La exesposa, a la vista de la demanda, no creyó a Google.