José Antonio Nuñez (Málaga, 1985) ya ha sido bautizado por medios policiales como el rey de los trasteros. Y no precisamente porque tenga en propiedad un gran número, sino porque posiblemente se trate del criminal que más robos ha protagonizado en los mismos. En España y sobre todo, en los de los alicantinos. Y además, en tiempo récord. En lo que llevamos de año, los agentes relacionan a este ladrón con más de 250 robos a lo largo y ancho de la ciudad.
Estos lugares en los que la mayoría suele almacenar objetos y documentos que apenas utiliza —y que suelen tener valor— se han convertido en el medio de vida para este malagueño de 34 años, sobre el que pesan decenas de detenciones y 76 antecedentes por delitos contra el patrimonio.
En la Comisaría Provincial de Alicante ya no saben qué hacer con él. Le pillan in fraganti, le detienen, pasa unos días en el calabozo, otros pocos en prisión y cuando sale, le vuelvan a detener con las manos en la masa. Así, desde que llegó a la ciudad a finales de diciembre.
Si sigue a este ritmo, van a tenerle que reservarle una plaza fija en las celdas de comisaría. Según cuentan fuentes policiales a EL ESPAÑOL, no puede estar mucho tiempo en prisión provisional porque todavía no se ha celebrado el juicio en el que le acusa de todos los robos que ha acometido. "Ha encontrado en robar trasteros una forma sencilla de vivir sin utilizar la violencia, pero no sabemos qué hacer porque cuando sale, vuelve a las andadas", apuntan.
Apenas llevaba dos días en libertad, cuando protagonizó otros tres robos en dos urbanizaciones cercanas al centro comercial Gran Vía, en Alicante. En esta ocasión, le identificaron por las huellas dactilares, pues después de siete meses le tienen más que fichado. Siempre utiliza el mismo modus operandi, fuerza las visagras de la puerta, y sustrae todo lo que encuentra de valor en el interior para después venderlo al mejor postor.
Entre la calle y la prisión
Una bicicleta, una videoconsola o una cafetera fueron algunos de los objetos que pudo sustraer José Antonio Nuñez en los últimos robos, que según calculan los agentes estarían valorados en más de 1.500 euros. Tan solo un mes antes a estos hechos, volvió a ocurrir lo mismo. Tres vecinos de la avenida Unicef, en Alicante, le pillaron robando material de pesca en sus trasteros, cuando acababa de salir de la cárcel de Fontcalent (Alicante).
Antes de llegar las patrullas fueron advertidas de que el ladrón había huido del garaje, donde había sido sorprendido por los vecinos. Dos de los cuales salieron en su búsqueda y al final localizaron su posición. Allí, ya le conocían, pues no era la primera vez que se dejaba ver por la urbanización, y posiblemente no será la última.
En el Centro Penitenciario de Fontcalent, los reclusos ya le conocen. Ha tenido más de siete ingresos en los cuatro últimos años y está totalmente adaptado a la vida en prisión, según cuentan fuentes penitenciarias a este periódico. Suele ingresar en el módulo 4, el de multireincidentes y uno de los más conflictivos de la prisión. Si bien, apuntan estas fuentes, no ha tenido incidencias graves con otros compañeros y su vida se suele reducir a fumar en el patio y tomar café.
Esta prisión, sin embargo, no es la primera que pisa este ladrón reincidente de trasteros, pues según ha podido saber este periódico ha estado en distintos centros penitenciarios desde los 22 años hasta la actualidad, que tiene 34, por otros delitos. Es decir, lleva más de diez años haciendo vida entre la calle y la cárcel.
La catana
El rey de los trasteros puede llegar a ser violento. En 2010, atacó con una catana el portero de una discoteca de Málaga por no dejarle entrar al interior del local y, tras su detención, amenazó de muerte a los agentes que le capturaron.
José Antonio Nuñez llegó al club y los porteros le negaron la entrada. Se marchó y 20 minutos después volvió armado con una catana de unos 60 centímetros de hoja y un mango de madera con el que azotó la valla del recinto varias veces, mientras amenazaba de muerte al vigilante de seguridad.
Poco después, fue directamente a por él apuntándole con la catana. El hombre pudo zafarse de las embestidas con el arma utilizando una silla del local y una de las vallas que acotaba la entrada para parapetarse. Finalmente, un segurata pudo golpear al detenido y reducirlo, tras lo que fue detenido.