Juan Carlos I está de luto. Su amigo el príncipe georgiano Zourab Tchokotoua ha fallecido esta semana en Rabat a los 81 años a causa de una leucemia aguda. Tchokotoua, Zou para el Emérito, se convirtió en uno de sus principales apoyos durante su reinado, un fiel aliado al que conoció mucho antes de alcanzar la jefatura del Estado. Hoy Juan Carlos I llora la pérdida de Tchokotoua, un compañero de viaje “peligroso”, tanto por su oscura relación con turbios negocios como por ser su guía amoroso en la noche mallorquina, empujando al monarca por una vida llena de excesos. Así se lo advertían desde Casa Real sus más estrechos colaboradores, pero Juan Carlos prefería desoír cualquier consejo que supusiera alejarse de su siempre leal Tchokotoua.
La historia comienza en los pupitres de un lujoso internado suizo, hace ya más de setenta años. Hasta Friburgo, en un frío mes de febrero, llegó en 1946 un solitario y jovencísimo Juan Carlos I, o Juanito, como lo llamaban sus más cercanos para diferenciarlo de su padre, don Juan de Borbón. Las tensiones entre la familia real española y el régimen de Francisco Franco provocaron que el pequeño Juan Carlos estudiara en un colegio lejos de Madrid.
Allí, con ocho años recién cumplidos, Juan Carlos trató de adaptarse como pudo, en un centro escolar dirigido por los austeros padres marianistas. Y lo pasó mal. “Al principio fui bastante desgraciado allí, tenía la impresión de que mi padre y mi madre se habían olvidado de mí”, recogía el historiador británico Paul Preston en Juan Carlos: el Rey de un pueblo (2003). Ante la nostalgia y la soledad llegó la indisciplina, traducida en un bajo rendimiento académico. Y en ese contexto apareció Zourab Tchokotoua, también estudiante en aquel internado, un joven con un título de príncipe georgiano. En esos años de rebeldía adolescente Zou y Juanito se hicieron inseparables.
Zourab era el hijo primogénito de Nicholas Tchokotoua, un destacado miembro de la Orden de Malta que tuvo que huir de Rusia durante la Revolución Bolchevique. Se instaló en Estados Unidos y allí, en San Francisco, conoció a su esposa, Carol Marmon, heredera de una importante empresa automovilística. Con ella tuvo seis hijos.
'Corte mallorquina'
Después de esa primera etapa académica en el país helvético, el aristócrata y Juan Carlos volvieron a coincidir, veinte años más tarde. Esta vez en Mallorca, de donde precisamente es oriunda la esposa del príncipe, Marieta Salas Zaforteza, con la que se casó en 1974. Marieta es una de las mujeres más influyentes de la isla. Su padre, Pedro Salas, era un importante empresario y expresidente de la Diputación. El poder de Marieta Salas es tal que cuando Michelle Obama veraneó en suelo español en 2017, invitada por el exembajador James Costos y su pareja Michael Smith, se alojó en Ses Planes, una impresionante finca propiedad de esta multimillonaria ganadera.
El matrimonio Tchokotoua-Salas formó parte de la conocida corte mallorquina de don Juan Carlos, esa red de amigos que protegían los affaires del monarca y le aconsejaban en lo empresarial, pero también en el terreno amoroso. De hecho, Tchokotoua fue el hombre que, en sus labores de buen celestino organizó una fiesta para presentar al rey a Marta Gayá.
Entonces la decoradora se acababa de divorciar después de cuatro años de matrimonio con Juan Mena, un ingeniero malagueño. Ya soltera, empezó a frecuentar los sitios de moda de la isla, y trabajó durante un año como relaciones públicas en el Club de Mar. Su jefe, Pepe Oliver, era un conocido hombre de la noche, cercano al noble georgiano. Y una noche, Tchokotoua le comentó a Oliver que un amigo suyo estaba interesado en Gayá. Esa persona era Juan Carlos I.
La pareja se veía a escondidas en Villa Altea, una mansión situada en la urbanización Son Vida y que el príncipe cedía al rey para que se relajara discretamente con la decoradora. Un lugar blindado y con vecinos reservados como el magnate saudí Adnan Khashoggi, el entonces primer ministro libanés Rafiq Hariri o el espía egipcio Ashraf Marwan.
“Amigo peligroso”
Todos esos logros le hicieron a Tchokotoua ganarse el calificativo de “amigo peligroso” por parte de Sabino Fernández Campo, entonces jefe de la Casa del Rey. Para él, el aristócrata era una mala influencia. Detestaba que fuera tan cercano al rey. Consideraba que mantener una amistad con un tipo tan tóxico podría traer problemas a la institución que representaba Juan Carlos I. Y por eso trató de convencerle de que se apartara de él. Pero no tuvo éxito.
Porque lo que parecía una aventura veraniega acabó en una verdadera historia de amor. Años más tarde, en 1992, el rey planteó divorciarse de doña Sofía, obnubilado por Gayá. Y hoy en día, tras la abdicación, ha encontrado en ella la mejor compañera para la vejez.
Grabado por el CESID
La relación con Tchokotoua, sin embargo, iba más allá de los asuntos de falda.
Su nombre aparece en la famosa cintateca del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), un listado –desvelado en 1995 por El Mundo- donde se iban archivando y enumerando las cintas grabadas a políticos, empresarios, periodistas y jueces.
Esas grabaciones tenían un objetivo evidente: controlar el círculo más restringido en torno a Juan Carlos. De ahí que se espiara a su amigo Zourab Tchokotoua, que aparece en hasta once cintas, guardadas todas bajo el diminutivo ZU. Entre los interlocutores del aristócrata se encontraban nombres como el ministro Ernest Lluch, el líder empresarial José Antonio Segurado, el magnate y traficante de armas saudí Adnan Khashoggi, o el también estrecho colaborador de Juan Carlos, Manuel Prado y Colón de Carvaja. Los temas de conversación incluían desde “visita de Craxi a España” a “Entrecanales-Camerún, Radar-Argelia” o “Yate Fortuna”. En una de las cintas, la número 54, dice “ZU, ligue Maribel”. ¿Quién era la tal Maribel y por qué se la vigilaba?
En cualquier caso, aquel escándalo revelado por el periódico que entonces dirigía Pedro J. Ramírez –también investigado por el CESID- acabó costando la caída de pesos pesados en el gabinete socialista de Felipe González. Se produjeron varios ceses, como el del director del antiguo CNI, Emilio Alonso Manglano, Julián García Vargas, ministro de Defensa, y Narcís Serra, vicepresidente del Gobierno.
Oscuros negocios
El compañero de internado de Juan Carlos I hizo fortuna gracias a distintas operaciones inmobiliarias, el petróleo y también el juego. Y en esos negocios se incluyen también proyectos de dudosa procedencia. Tanto es así que a finales de los años 70 casi ingresa en prisión en una estafa inmobiliaria. Tchokotoua se libró de la cárcel al declararse insolvente.
A pesar de ello, prosiguió con nuevas aventuras empresariales: la construcción de un hotel y un campo de golf y otros proyectos que no siempre funcionaron. Actualmente estaba siendo investigado en el marco del caso Pujol por un supuesto cobro de comisiones para una obra ferroviaria en Marruecos.
Todos estos fracasos y acusaciones de corrupción ensombrecieron su fama, motivo por el cual decidió abandonar Mallorca y refugiarse en Rabat, donde este jueves 18 de julio ha fallecido.