“Están rulando unas pastillas por Palma que llevan veneno de rata”, advierte en Facebook una usuaria balear. Es un comprimido hexagonal, de color amarillo y con una calavera en el centro. Una de esas pastillas con veneno de rata se ha llevado por delante la vida de Milagros Alanis Moyano, una joven argentina de 19 años que ha muerto después de tres días de agonía.
Milagros ingirió una ‘calavera’ el domingo en Mallorca sobre las 19.00 horas, en un concierto del festival de verano llamado Origin. Se empezó a encontrar mal y su temperatura comenzó a subir sin control. Ha fallecido en el hospital Clínic de Barcelona, donde fue trasladada de urgencia para intentar salvarle la vida. Los esfuerzos de los médicos fueron en vano y Milagros murió de hipertermia, tras no soportar una fiebre de 43 grados.
“Quisiera saber quién le vendió veneno a mi bebé para pegarle un tiro en la cabeza”, llora Paulo Moyano, padre de la víctima, que acaba de llegar a España junto a su mujer para despedir a su hija. Paolo asegura que tuvo que fijarse en el tatuaje que llevaba su hija en el brazo izquierdo para reconocerla, porque la droga adulterada le había desfigurado por completo los rasgos faciales durante sus tres días de agonía.
Milagros solamente llevaba siete meses en nuestro país, al que había llegado junto a su inseparable hermana melliza Luli. La familia Moyano es originaria de Mar del Plata, pero muchos de sus miembros (la abuela o el hijo varón Lautaro), ya llevaban tiempo afincados en la isla. Las últimas en llegar fueron las dos mellizas, las dos benjaminas que todavía no habían cumplido los 20 años. “Yo los incentivé para que vengan a España, porque Argentina no avanza y esto está mejor, pero hijos de puta queriendo envenenar a nuestros hijos es mundial y cada vez inventan drogan más letales”, prosigue el padre de la fallecida.
Milagros Alanis era la más extrovertida de las dos mellizas, y también la que ejercía de madre de su hermana, tal y como explica Paolo para ilustrar el carácter de ambas. Milagros Alanis se había adaptado a la perfección a la vida insular en estos siete meses y ahora tenía un trabajo como socorrista en una de las playas más concurridas de Palma.
La cronología de este trágico suceso arranca a las siete de la tarde del pasado domingo, en una fiesta techno de verano llamada Origin Festival que se estaba celebrando en Son Fusteret (Palma). Una cita que Milagros llevaba días esperando. En sus redes sociales colgaba vídeos y fotos de los preparativos. Su padre le manifestaba su miedo y ella le repetía: “Papá, no todos se drogan”.
Tampoco tenía Paolo por que desconfiar de las mellizas, que no eran personas conflictivas, no consumían drogas, hacían deporte (practicaban la natación y el hockey) y no solían salir de fiesta: “No le gustan los boliches, creo que en esta foto es una de las pocas veces que se puso maquillaje”, explica Paolo comentando una foto de sus redes sociales en la que salen las dos mellizas arregladas para salir de fiesta.
Convulsiones y calor
Eran las siete de la tarde cuando empezó el concierto más esperado por Milagros, el del DJ Marco Carola, una estrella internacional. Milagros ingirió entonces una pastilla amarilla con una calavera. Sospechan en el seno de su familia que la compró antes de entrar al festival. Aproximadamente una hora después, Milagros empezó a encontrarse mal, a sentir mucho calor, a perder el equilibrio, a convulsionar.
Acudieron las asistencias médicas con la intención de reanimarla y enseguida se dieron cuenta de que aquello no parecía el típico golpe de calor. Evaluada la gravedad del caso, los sanitarios optaron por trasladarla al hospital de Son Espases. Allí se le aplicaron los tratamientos que se suelen administrar cuando se trata una sobredosis. Pero aquello tampoco funcionó, porque lo de Milagros no era una sobredosis. Era una pastilla adulterada que, tal y como advierten en redes, “tenía matarratas”. Lautaro, hermano de la víctima, también sostiene que las pastillas llevaban matarratas, y sospecha que las compró fuera del recinto, según le reveló a Última Hora.
El estado de salud solamente fue a peor en las horas siguientes. La fiebre se le disparó y no respondía a ningún fármaco. La temperatura de la chica no bajaba de los 40 grados, producto de las sustancias adulterantes. Pasó el fin de semana y en Mallorca optaron por trasladar a Milagros Alanis al Clínic de Barcelona, tal vez el centro más especializado de España en el tratamiento de este tipo de intoxicaciones. Entretanto, Milagros, la socorrista de 19 años, se iba apagando mientras su cuerpo seguía subiendo de temperatura. El veneno hizo que hasta su aspecto físico se demacrase hasta volverla irreconocible.
Muerta por hipertermia
El fallecimiento de Milagros Alanis fue certificado en el Clínic de Barcelona el miércoles a las 8.07 de la mañana. La causa de la muerte, según el informe médico: hipertermia. El veneno le hizo subir tanto la temperatura que, cuando falleció, había alcanzado una temperatura de 43 grados. La pastilla adulterada achicharró por dentro, literalmente, a Milagros Alanis Moyano. Sus restos han sido incinerados y sus cenizas serán esparcidas en la isla. Mientras, su padre exige justicia y recuerda que tuvo que identificar a su hija por un tatuaje, ya que además de quemada por dentro, el veneno la había desfigurado.
No es la primera víctima mortal joven que fallece este verano en la capital balear por los excesos de la fiesta. Pero, hasta la fecha, el motivo había sido siempre el balconing o las peleas, y las víctimas siempre británicas. Pero una remesa de éxtasis adulterado ha ampliado esta luctuosa tendencia. Y es que el mercado del éxtasis se encuentra desbocado a causa de la competencia.
El mercado está saturado y, tal y como explicamos en EL ESPAÑOL, los fabricantes han iniciado una peligrosa carrera para intentar suministrar pastillas mas potentes que sus competidores. Esto, sumado a la gran demanda de drogas sintéticas en verano en los lugares más turísticos (especialmente en lugares de turismo joven, como Baleares) y al nulo control médico de las sustancias, ha provocado que se introduzcan en el mercado auténticas bombas capaces de matar a una persona, sana y deportista, a 43 grados de fiebre.