Woody Allen se ha convertido en cuestión de días en un peligro andante (nótese la ironía) suelto por las calles de San Sebastián (País Vasco). En un "agresor y acosador sexual" —sin sentencias, ni procesos judiciales abiertos por ello—, y en poco menos que un "atractivo turístico nocivo" que sembrará el caos en la ciudad donostiarra durante las próximas semanas, mientras graba su último film, que narrará las andanzas cómicas de un matrimonio de EEUU durante el conocido festival de cine.
Como imaginarán, estas calificaciones no son compartidas por muchos; prácticamente por nadie. El supuesto peligro andante y dichos apelativos lo son únicamente para las juventudes de la izquierda abertzale, aunadas bajo la denominación de Ernai. Una formación que nació con el apoyo de presos asesinos de la banda terrorista ETA y que ahora pretende expulsar al emblemático cineasta por presuntos delitos de acoso sexual, por los que ni siquiera ha sido condenado ni hay causas abiertas. La moralidad, sin duda, queda lejos.
A través de un comunicado, los cachorros de los que un día apoyaron el derramamiento de sangre, junto a otras asociaciones como Groseko Asanblada Feminista, Medeak y Donostiako Bilgune Feminista y colectivos como Hotel+Ez, Garaipen y la plataforma Bizilagunekin, han llamado a una concentración bulliciosa contra el rodaje de la última película del director a golpe de ruido y manifestación el próximo lunes, debido a que "puede generar un crecimiento turístico nocivo". También por "las denuncias por violencia machista" contra el director neoyorquino.
"Los que antes aplaudían a ETA, ahora quieren expulsar a Woody Allen", crítica Borja Sémper. En declaraciones a EL ESPAÑOL, el portavoz del Partido Popular en el Parlamento Vasco, tilda de "esquizofrenia" lo que pretende llevar a cabo la izquierda abertzale. "Viene un etarra de la cárcel y le reciben con honores, pasacalles y comidas, pero viene un director de cine que pone a la ciudad en el mapa y trae dinero, y que no ha cometido ningún delito, y pretenden expulsarlo de la ciudad", critica, perplejo.
"Una esquizofrenia"
Cuando se conoció que el director y guionista de la comedia romántica Annie Hall iba a rodar en San Sebastián, hubo movimientos impulsados por la izquierda abertazale contra él por el turismo nocivo que podía traer a la ciudad, principalmente porque la turismofobia es uno de los pilares de Ernai, sobre el que ya protagonizaron diversos altercados en el verano de 2017 en la ciudad, bajo su lema Tourist go home. Y por otro lado, por las denuncias (archivadas) de Allen por acoso sexual.
"Era una posición legítima", comenta Sémper, pero la cosa cambia cuando quieren hacer ruido y entorpecer el rodaje. "Eso trasciende de lo legítimo, aún más cuando hay cientos de personas implicadas en la producción de la película: comercios de ropa, hostelería, extras.....". "Como ya decía es una esquizofrenia", vuelve a insistir.
Y lo cierto es que no anda muy equivocado con ese apelativo. Esta organización se trata de la última pata que se creó en torno al autodenominado "Movimiento de Liberación Nacional Vasco". Fue fundado en 2013 en la localidad navarra de Estella, donde estos jóvenes abertzales se denominaron como "Ernai" —despierta, en euskera. Su logotipo, una especie de estrella, recuerda además al que utilizaban Segi y Jarrai, ambos ilegalizados por formar parte de la estructura de ETA y apoyar a la kale borroka.
Y es que esta organización es heredera de lo que un día fueron esos movimientos etarras. El día de su formación, su entonces portavoz, Maialen Etxeberría lanzó los mismos llamamientos que acostumbraban a emitirse desde Jarrai y Segi.
Etxeberría alertó entonces de que "los estados español y francés y sus sucursales de la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra" les tendrían enfrente así como la burguesía "que se enriquece de la clase trabajadora". Tampoco faltaron los insultos para todos los líderes políticos de aquel entonces, acompañados de una defensa del nacionalismo a ultranza.
Nacionalismo a ultranza
También llama la atención quienes estuvieron el día de su fundación. Entre ellos, el etarra Oier González, que fue extraditado de Francia hace varios años por pertenencia a la banda terrorista después de haber pasado seis años en las cárceles galas por intentar robar un coche. O el histórico batasuno Joseba Álvarez.
Ahora, si bien, se rompen las vestiduras por delitos que la Justicia no ha visto. Y por la afluencia turística en "su ciudad". Denuncian que a este filme, por ahora titulado provisionalmente El festival de Rifkin, se le han "otorgado todo tipo de facilidades" bajo el pretexto de que "será importante para Donostia", mientras "otras manifestaciones populares autoorganizadas de manera colaborativa por vecinas y vecinos encuentran obstáculos para su desarrollo, ya que no responden a fines mercantiles de negocio".
"Exigimos la supresión de toda iniciativa encaminada a incrementar la afluencia turística en nuestra ciudad", sostienen los firmantes, quienes piden además que se "elimine el presupuesto público destinado a la promoción turística", porque la ciudad "ya ha sobrepasado su capacidad de carga turística sostenible".
Por otro lado, estas organizaciones rechazan que se haya hecho un recibimiento público a "un agresor acusado de abusos sexuales" y censuran que el Ayuntamiento agasaje a Allen y al mismo tiempo presente la campaña estival contra las agresiones machistas, lo que han calificado de "claro ejemplo de 'lavado lila'".
"Donostia no es un simple decorado de película y los donostiarras no somos ni figurantes, ni turistas", reza el comunicado, que acusan a las instituciones de crear una ciudad "para el negocio, comprometiendo las vidas cotidianas de los vecinos".
Por el momento, Woody Allen no se ha pronunciado al respecto de este boicot, que según anuncian en el comunicado será a partir del próximo lunes, cuando Allen grabe en el Paseo de la Concha. En la presentación de Allen en el Ayuntamiento, a la que no acudieron Podemos ni Bildu, el director neoyorquino tampoco contestó sobre las preguntas referidas a la campaña en EE UU contra él tras las denuncias por abuso sexual a su hija adoptiva Dylan Farrow cuando era menor de edad, por las que fue investigado y exculpado por los tribunales.
Sí que aclaró, en cambio, que no van a lograr que anuncie su retirada: "No he pensado en jubilarme, nunca. Mi filosofía siempre ha sido que no importa lo que ocurra en la vida. Solo me centro en trabajar. Quizás me muera en un plató, rodando".