Dexcrecían, presvítero, franjeó, frange, trastabilló, sallal, casuya, javaque, avate, vaharada, quincaya, efebo, halodio, hazquirente, embanecido, virugi... ¿Sabría usted decir cuáles de estas palabras esconden un error ortográfico? ¿Las había escuchado alguna vez? ¿Tal vez leído? Si duda no es el único. Estos vocablos forman parte del polémico test de ortografía que trajo de cabeza a más de 27.000 aspirantes para conseguir una de las 2.200 plazas ofertadas por la Guardia Civil en la última convocatoria. El examen fue la primera prueba de fuego y más de 10.000 opositores cayeron en el asalto.
Para comprobar si los aspirantes estaban en lo cierto, EL ESPAÑOL ha contactado con Juan Pablo Arenas, licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua, a fin de que resuelva el examen de ortografía al que se enfrentaron los opositores a guardia civil a mediados de julio y que ha causado un gran revuelo entre los españoles. Tras solucionarlo en apenas unos minutos, lo cierto es que su veredicto no disipa mucho de lo que defienden los estudiantes. Ambigüedad en las frases, palabras en desuso desde hace siglos... "¿Realmente mide una prueba así la capacidad de léxico? Posiblemente no, porque no tiene sentido preguntar sobre palabras que ya no utiliza nadie", explica.
Eso sí, también "hay muchos vocablos que son de libro". Y que demuestran si el aspirante tiene o no la suficiente cultura como para formar parte de uno de los cuerpos de seguridad más importantes del país. Lo cierto es que las pruebas de acceso no siempre han sido muy exigentes; a los que llevan cincuenta años se les exigía el graduado y la prueba de conocimientos era un dictado. Ahora, claro, la cosa ha cambiado.
La cita transcurre en una de las aulas de la Universidad Camilo José Cela. La prueba consiste en la realización de un ejercicio con diez frases numeradas del 1 al 10 en las que aparecen subrayadas cuatro palabras con las letras A, B, C y D. El aspirante tiene que marcar los términos que presentan una falta de ortografía y dispone de un total de diez minutos para ello. Para aprobar es necesario acertar al menos en 30 palabras. Este profesor de Lengua resuelve cada frase sobre la pizarra y explica la complejidad o no que encierra cada uno de los términos. Las hay muy fáciles, algunas son complicadas y otras juegan al despiste. ¿Preparados para la prueba?
"La oración tiene 'tela'"
Empecemos por la primera. "Dexcrecían los aspavientos del presvítero soberbio". "La oración tiene tela", comenta el profesor, mientras la escribe en la pizarra. A simple vista, resulta complicado incluso comprenderla. La primera palabra contiene error. "El problema está en la equis", dice Arenas. El vocablo correcto es descrecían, pero lo más lógico es que "todos pensemos en la palabra decrecer", añade. En esta ocasión, han querido jugárnosla, pues la palabra descrecer es una forma que apenas ha tenido uso en la historia del idioma desde principios del siglo XX. Vamos, que está prácticamente muerta. Eso sí, soberbia es de cajón.
En la segunda, aspavientos, apenas se detiene, la palabra proviene de viento y por tanto, es correcta, y muy fácil de sacar. ¿Y presvítero? "¡Es con b!", exclama, "pero ¿quién sabe lo qué es?". Por qué tiene que saber un guardia civil qué es un presbítero. Esta palabra utilizada por todos (nótese la ironía) se trata de un eclesiástico que tiene cierto rango dentro del catolicismo.
"Franjeó el frange del aguerrido batallador" es la segunda frase de la prueba. Para la primera, señala el experto, "podemos pensar en franja" y por tanto "franjeó" (adornar algo con franjas) sería con jota. Frange, sin embargo, es una palabra que ni siquiera conoce Juan Pablo, y para la que tiene echar mano del diccionario. Es un término heráldico tomado del francés. Y está escrito correctamente. Es una división del escudo de armas hecha con diagonales, que se cruzan en el centro. "¡Cómo no va a saber esto un aspirante a la Guardia Civil!", dice con ironía. Las siguientes palabras son dos puntos regalados, y que también están bien escritas; la tercera proviene de guerra y la cuarta "es sobradamente fácil". De batalla, batallador.
[A continuación EL EL ESPAÑOL le propone resolver las 40 preguntas del polémico test de ortografía de la Guardia Civil. La prueba consta de 10 de oraciones, en cada una de ellas habrá subrayadas cuatro palabras y usted tiene que marcar si el término es correcto o incorrecto]
Continuamos. Trastabilló con el sallal de la casuya en la liturgia. Volvemos al lenguaje eclesiástico. La primera es correcta, trastabillar es un sinónimo de tropezar que, "debería ser conocido", apunta. Con sallal y casuya, sostiene, "han querido jugársela al aspirante". Las dos son incorrectas, sayal es con elle (un tipo de lana) y casulla con doble ele (la túnica que se pone el cura en misa). "Han querido pillarnos porque casi todos los hablantes en español somos yeístas y pronunciamos igual 'haya' y 'halla', por ejemplo", apunta. Liturgia, si bien, es un término más empleado, bien escrito en la oración, y que todo el mundo debería conocer.
Una palabra que no existe
En la cuarta se encuentra la palabra más polémica del examen de ortografía. "Alijeró el javaque afligido por el diluvio". La primera es fácil, solo hay que pensar en ligero. La siguiente "javaque" ni siquiera existe, según la Real Academia Española (RAE). La que sí está en el diccionario es 'jabeque'. Un termino parecido, definido en su primera acepción como "embarcación costanera de tres palos". Por tanto, la opción que deberían haber puesto es 'javeque' y los aspirantes haberla marcado como incorrecta. Finalmente, el tribunal impugnó esa palabra al reconocer que se trataba de un error tipográfico y no un fallo ortográfico.
Diluvio, por su parte, es correcta, proviene de lluvia, y es con uve. Fácil. Aunque Arenas insiste, "es una expresión que un chaval de 20 años no conoce". Al igual que ocurre con otras expresiones similares como "caen chuzos de punta o llueve a cantaros".
"El avate abentó una vaharada con anhelo" es la siguiente. Regresamos al vocabulario católico. Un abate, con b, "es un presbítero extranjero, en concreto francés o italiano", explica el licenciado en Filología Hispánica. Aventó es con uve. "Si el aspirante piensa un poco, la palabra proviene de viento, el termino significa lanzar al aire algo", añade. Tampoco es tan complicado. La siguiente palabra es un poco más compleja, y correcta. "Esa hache viene heredada de la palabra 'vaho'", detalla. Y por último, anhelo, una palabra "sencilla", que todo hispanohablante debería conocer.
La sexta frase se las trae. "Bruñir la quincaya y el avalorio era tarea del efebo". "Bruñir es correcto, significa sacar brillo a algo, pero sin duda no es un vocablo que se utilice mucho", apunta. Tampoco quincalla, con doble ele, que significa algo así como chatarra o cualquier objeto de metal que no tiene valor. Abalorio, con b, es en cambio algo más universal (una especie de adorno), aunque cada vez se emplea menos. "Y si ya hablamos de efebo... significa joven, pero ¿quién utiliza esa palabra en el Siglo XXI? ¡Nadie!", exclama el profesor de Lengua.
Una vez hemos desarrollado más de la mitad de la prueba. Juan Pablo Arenas tiene claro que el test "no tiene mucho sentido". "Hasta el momento muchas palabras son de uso muy restringido y no miden del todo la capacidad de léxico de un guardia civil", apunta. Si en realidad esta prueba buscase medir el nivel léxico, "sería más apropiado examinarles sobre términos relacionados con el mundo jurídico, sucesos, crímenes... tendría más sentido, ya que ellos formarán parte de la estructura del Estado", explica.
Dictados en los años 70
En las siguientes oraciones siguen apareciendo palabras algo arcaicas como "halodio", un término relacionado con el mundo medieval y que, en realidad, es sin hache. Errumbosa, que proviene de hierro, y por tanto se escribe 'herrumbosa' o envanecido, con uve, y no con b, "porque claro, está claro que procede de vano", argumenta, con sarcasmo, este profesor.
Si hay, en cambio, otras muchas palabras en las últimas oraciones que resultan más sencillas de resolver como "cachibache" (se escribe con uve); "mensagero" (con jota); "vaye del Ebro" (con doble ele) o esceso, que se escribe, por supuesto, con equis. Si bien, llegados a este punto, había muchos aspirantes a picoletos que ya habían suspendido la prueba.
La de ortografía era solo una de las pruebas escritas a las que se sometieron los opositores ese fin de semana. También tenían que contestar correctamente al menos ocho de las 20 preguntas en inglés y 50 de las 100 del cuestionario de conocimientos, que también supusieron un corte notable. Del total de aspirantes al examen, tan solo 5.900 resultaron aptos.
Estos exámenes de alto nivel, si bien, solo se han realizado en los últimos años. Hace cincuenta, según explican fuentes de la Guardia Civil a este periódico, por ejemplo, las pruebas escritas eran un dictado para medir el nivel de ortografía, y un examen de matemáticas. No obstante, las pruebas siempre se han ido actualizando.
"No era para tanto"
Además, la prueba de este año ha sido más fácil que en años anteriores, afirman. "Este año había 2.000 plazas, pero hace seis años, en plena crisis, se ofertaban 100, y lógicamente los exámenes eran más complicados; al final hay que hacer una criba por algún lado".
Aunque la prueba de ortografía de estas últimas oposiciones ha sido complicada y admiten "que había palabras un tanto extrañas", el nivel no hará sino aumentar en los próximos años. A partir de 2020, se cambiará el temario, y en 2022 solo podrá ser guardia civil aquel que tenga como mínimo el bachillerato en cualquier modalidad. Hasta el momento, la exigencia era tener la ESO.
"El test de ortografía no era para tanto. Al final en las academias te preparan específicamente para eso y muchas de las palabras que salían se repetían en los temarios de las oposiciones. Yo también las hice y mi prueba fue más complicada", cuenta un guardia civil. Así que ya sabe, si quiere ser guardia civil la próxima vez tendrá que estudiar más. Al final, es cuestión de tener cultura o no.