La polémica ha estado servida esta semana entre el movimiento feminista contra la campaña Ella ha sufrido malos tratos. Pero la vida siempre es más fuerte de la Junta de Andalucía. La acción de comunicación -en la que el Gobierno regional ha gastado 1,2 millones del Pacto de Estado contra la Violencia de Género- decía mostrar mujeres "supervivientes", pero en realidad se trataba de modelos extranjeras de bancos de imágenes. Algo que para varios partidos políticos como el PSOE, no hace más que "banalizar el terrorismo machista" -pese a que los propios socialistas también recurrieron, en Aragón, a los bancos de fotos para ilustrar una campaña contra la violencia de género-.
La respuesta ante dicha campaña ha sido tal que, además de acciones en redes sociales con los hashtags #ViolenciaMachistaAsesina y #RetiradaCampañaYa se ha puesto en marcha una campaña de recogida de firmas instando a su retirada. Algo que no le ha importado a la consejera de Igualdad de la Junta, Rocío Ruiz, quien ya ha avanzado que se trata de “una ficción publicitaria” y que “las campañas de sensibilización se tienen que hacer con modelos positivos con mujeres supervivientes". Pero ¿por qué la Junta no se esforzó en buscar a casos reales de supervivientes de esta lacra?
Dado que según la agencia que ha elaborado la campaña de la Junta, era muy difícil y peligroso contar con rostros de supervivientes reales, desde EL ESPAÑOL le hemos hecho el trabajo y hemos entrevistado a siete de ellas para que nos cuenten de primera mano sus impresiones por esta campaña.
Pamela Palenciano
Ha dado varias veces la vuelta a España con su monólogo teatral No sólo duele los golpes y lo seguirá haciendo tantas veces como haga falta ya que con él logra hacer un trabajo inmenso. Pone el foco sobre los victimarios en lugar de las víctimas. Y es que no hay nadie mejor que la andaluza Pamela Palenciano, nacida en Andújar (Jaén), para hacerlo. Su experiencia con un exnovio en la que vivió maltrato, abuso y sometimiento al poder, la hace ser quien mejor enfoca sobre la mirada “al tipo de relaciones que mantenemos en el marco del patriarcado, construyéndolas y padeciéndolas”, señala.
Para Pamela, lo que ha sucedido con la campaña andaluza, no es más que el reflejo “de lo lamentable del panorama que acaba de empezar y de todo lo que nos viene encima”. La actriz que más que superviviente se siente “sobreviviente de la violencia” considera que la mirada que tiene y da al mundo “es la de la fortaleza, la de alegría, la cual se puede combinar con una carcajada, pero no para anunciar una campaña como esta. No es entendible unir la expresión de la violencia patriarcal con una sonrisa de oreja a oreja. Y es mucho menos inconcebible que en esta campaña se diga que son mujeres que han sufrido violencia cuando no la han vivido”, explica a EL ESPAÑOL.
Para esta reconocida feminista si una agencia quiere marcar la mirada real de algo superado lo tiene fácil. “Basta contar con testimonios conocidos que podemos dar la cara y hablar”. Palenciano añade que se tiene que dejar de narrar la violencia de género como si fuera un cuento con final feliz. “Hay una presión social que te dice y exige que cuando sales tienes que estar superbién y contenta. En mi caso unas de las secuelas para bien que me dejó mi maltratador es que soy capaz de ver todas las violencias. Soy capaz de ver todas las desigualdades y eso no me hace andar con una sonrisa de oreja a oreja”, remarca.
Pamela le deja un recado claro a la Junta de Andalucía y de paso a cuantos puedan cometer el mismo error que ella. “Campañas como la suya es demostrar que no tienen ni idea de lo que es la violencia de género”. Por eso les da ideas de cara a próximas que vayan a hacer. “El protagonista tiene que ser de una vez por todas el agresor. Si quieren usar la carcajada lo que pueden hacer es poner al victimario sonriendo y diciendo que se siente feliz por reconocerse como tal, o riendo a carcajada limpia y diciendo ¡lo conseguí! ¡He pedido perdón a mi víctima y no voy a volver a hacerlo!”, concluye.
Marina Marroquí
Hoy es educadora social, conferenciante, ha escrito el libro Eso no es amor y se recorre la geografía española con un monólogo de humor que ha llegado a cerca de 75000 adolescentes y en el que a través del chiste y de un lenguaje fresco y juvenil les explica que el amor solo merece la alegría. Nunca la pena. Ella lo sabe bien. Vivió una relación de maltrato físico y psicológico en su adolescencia que estuvo a punto de costarle la vida en varias ocasiones. Tras cuatro años de calvario salió del infierno y se prometió a si misma dedicarse en cuerpo y alma a evitar que ninguna joven pasase por su mismo abismo. Creo la asociación AIVIG, ha rehecho su vida y es una feliz mamá.
Para Marroquí la mirada de una superviviente “está llena de fuerza, pero a la vez conoce cuál es el dolor más amargo: "Cuando tocas fondo y sobrevives a la violencia de género, cuando te han insultado, humillado, despreciado, violado... Cuesta mucho volver a tener esa risa a carcajadas”. Preguntada si se puede recuperar responde que sí, pero con peros. “Por supuesto que puedes volver a ser feliz, por eso luché y trabajé tanto. Pero no es como está campaña deja intuir, denuncia ¡ale! a ser feliz. Cuesta muchísimos años, mucha terapia con profesionales y mucho esfuerzo, al que solo se llega, con ayuda de profesionales, familia y toda la sociedad", comenta.
Por todo ello Marroquí pide a la Junta de Andalucía que no banalice con la violencia de género. “Me parece una campaña muy peligrosa, y cuando más la veo, más me parece hecha a conciencia, no utiliza la violencia de género, ni machista, sino los malos tratos. Esas sonrisas, diciendo venga denuncia y sé feliz, va encaminada a volver a llevar a la sociedad a esa terrorífica frase para las víctimas de no es para tanto".
Según esta referente hacen falta campañas con las que las víctimas se puedan identificar. “Cuando estás dentro de la violencia de género, por desgracia eres la última persona en darte cuenta, quieres creer que tu maltratador es el que llora o pide perdón y no el monstruo que pierde los papeles. Estás tan manipulada, que acabas creyendo que eso es una relación normal. Por eso creo en la importancia de poner el foco en el maltratador, en las situaciones que vas viviendo y perdonando, por qué este amor romántico que nos enseñan, nos dice que el amor todo lo puede y todo lo perdona”.
Patricia Carmona
Poco sabía esta joven madrileña cuando estudiaba para azafata lo que le iba a suponer enamorarse de un chico del barrio de 24 años, paracaidista que sirvió en misión humanitaria en Bosnia. A los tres meses de estar juntos él le pegó una patada en la boca que le partió el labio. De ahí a la primera paliza que la dejó tirada en la calle tras las patadas recibidas no pasó mucho tiempo. Decidió dejarle. Un día al salir a comprar fue detrás suyo, la llevó a un descampado, sacó un machete militar de combate y tras intentar ahogarla, la apuñaló. Ella sufrió una operación de 11 horas y estuvo clínicamente muerta dos veces. Pero sobrevivió.
De aquella paliza le ha quedado una discapacidad reconocida del 38%. “Tenía la mano destrozada, me había perforado el intestino, el hígado, la vena cava. A los dos meses tuvieron que volver a operarme para extirparme un metro de intestino”, recuerda. Hoy 21 años después y con una pareja que la quiere como ella merece y con la que ha formado una familia de niño y niña aun sigue el proceso de recuperación.
Para Patricia Carmona la mirada de una superviviente como lo es ella es “tranquila, llena de paz y felicidad. Es también la de una sonrisa a carcajada, pero no para ser recogida en una foto porque eso solo da a entender que el camino es fácil y nada de esto es así. A pesar de que las supervivientes irradiemos un bienestar evidente, para mí las campañas tienen que tener el objetivo de sensibilizar”. Y por ello pone un símil. El de los accidentes de tráfico. “En estas campañas no veo supervivientes felices, veo las consecuencias. El objetivo de una campaña contra la violencia tiene que impactar y ahora mismo con todo lo que está pasando esto se necesita ahora más que nunca”.
Por otro lado, para esta mujer que ha recuperado su vida, se ha casado y es madre de un niño y una niña, una campaña respetuosa con las victimas tiene que mostrar, “o bien que luchando se puede salir de ello o bien mostrar las señales que indican que se está en una relación de violencia de género”. Además, insiste que, en su caso, a pesar de ser superviviente con final feliz, lo que ella siempre trata de decir es lo que la llevó a vivir la violencia de género, dónde la pudieron ayudar y “cómo fue el proceso duro y largo, los daños emocionales y físicos padecidos. Hay muchos motivos para meter en una foto y lograr el fin que se busca, el de sensibilizar. En este caso esto no se ha logrado porque de nuevo no se ha puesto el foco donde debería. En el maltratador”, acaba.
Zúa Méndez
A la actriz y activista mucha gente la conoce de sobra por ser el 50% de Towanda Rebels, un tándem de feministas radicales que quieren hacer caer el patriarcado a vídeo limpio y con educación en igualdad a raudales. En su caso la relación machista que la marcó duró tres años. “De los 21 a los 24 aproximadamente. Él tenía nueve años más que yo. A pesar de que me aisló, me llevó a vivir a otra ciudad con él, tuve suerte porque me apunté a la universidad y en tercero me inscribí en un curso de escritura creativa. Ahí empecé a verbalizar, empecé a despertar de mi letargo. Yo estaba completamente anulada. Me decidí a empezar a hablar con mis compañeros, busqué apoyos y me marché cortando toda relación”, nos cuenta.
Para Zúa Méndez las imágenes de la campaña no dicen nada ni de ella ni de todas las mujeres supervivientes que ha conocido. “Parecen anuncios de cremas faciales. La verdad, que a estas alturas estemos así, me pone triste y me hace pensar en por qué era incapaz de hablar, de pedir ayuda. La sociedad no quiere escuchar el miedo, la violencia y el silencio con el que convivimos las mujeres. No quieren. No quieren hablar de que hay un problema sistémico cuando las cifras hablan por sí solas, y no quieren señalar a los culpables. Pero, sobre todo, no quieren tomar conciencia de por qué no condenamos igual la violencia que sufrimos las mujeres a otros delitos”.
El mensaje que la coautora de Hola Guerrera le manda a la Junta de Andalucía es claro. “Cuando intentas sobrevivir y escapar de una relación de violencia machista, tu autoestima está por los suelos. El paso más complicado es hablar, romper el silencio... piensas que nadie va a creerte porque ni tú misma entiendes cómo has llegado ahí. Que te hagan pensar que la responsabilidad es tuya, que eres tú la que tiene que solucionarlo, es como si le pidiéramos a cualquier víctima de cualquier otro delito que solucione por sí misma”, enfatiza.
Por último, para esta superviviente una campaña respetuosa con las víctimas y supervivientes, ha de llamar a las cosas por su nombre. “No son malos tratos, es violencia machista, violencia que acaba con la vida de las mujeres y de sus hijos. Y las instituciones son cómplices de esta violencia cuando siguen sin perseguir a los victimarios, cuando maquillan una realidad cruel. El tema es tener claro cuál es la raíz del problema. Y no somos las mujeres, ni mucho menos las supervivientes. ¿Qué sentido tiene seguir poniendo el foco en nosotras?”, se pregunta.
Karen Gutiérrez
Lleva un año intentado ponerse cada día de pie. Pero la misión es muy difícil. Aun así, Karen Gutiérrez no desfallece. El motivo no es otro que su pequeño Joel al que tuvo que entregar hace justo un año, cuando tenía cinco años, a su progenitor, denunciado previamente por ella por violencia de género y a quien tres jueces (dos mujeres y un hombre) decidieron darle la custodia a pesar de que Fiscalía se oponía a la custodia paterna y de los informes positivos sobre su madre. El tribunal usó el Síndrome de Alienación Parental, para acusar a su madre de “instrumentalización” y fallar a favor de la otra parte. Cada domingo Karen acude a un punto de encuentro durante hora y media para verle vigilada por los asistentes. El resto del tiempo no sabe nada de él.
Karen no se reconoce en la mirada de ninguna de las modelos de la campaña. “En mi caso la mirada que tengo es la de la tristeza. Estoy apagada, perdida, sin luz. Desde luego que no...yo por lo menos no tengo ganas de reír a carcajadas y cuando sonrío es una sonrisa forzada”, nos reconoce. Para esta madre la campaña que han hecho “es una ofensa para las mujeres maltratadas. Que no jueguen con nuestro dolor, a nosotras nos han arrancado la sonrisa”. Por eso les indica el camino a los responsables andaluces para nuevas campañas, “Hay que mostrar la realidad sin morbosidad. Ofreciendo ayuda y comprensión. Se necesita mucha ayuda ante estas situaciones”, finaliza.
Minerva Kadar
Tras un camino plagado de dolor y menosprecio Minerva Kadar fue capaz de dar un paso muy difícil. Separarse del progenitor de su hija y buscar ayuda legal y psicológica. Rodeada del cariño de su familia, de su equipo de abogados y de la asociación Alma a la que acudió -y que ayuda a mujeres víctimas de violencia de género- sigue intentando sobrevivir al maltrato psicológico al que le sometió su exmarido quien incluso le "sustrajo" de su casa a su hija mientras dormía y recomponer el puzle de su vida.
Para Minerva la sonrisa a carcajada de la campaña andaluza no se corresponde con la mirada real de una superviviente. “Más bien se tiene una sonrisa triste, pero de esperanza. La carcajada, dice de forma irónica, es hacia un sistema que nos hace luchar con uñas y dientes y que duele mucho. Mi mirada como superviviente mezcla la tristeza con la esperanza...y significa que he sobrevivido”.
Esta luchadora le manda a la Junta un mensaje de cuatro palabras: “¡No somos un chiste!”, dice. Y es que para ella una campaña de sensibilización “ni puede mentir como es caso ni suavizar la situación. Tiene que reflejar la realidad y las salidas reales. Hay que concienciar a la sociedad y explicar las diferentes formas de violencia de género. Hasta que no se entienda lo que es, seguirá expandiéndose, donde los juicios terminan empieza el entorno y es vital el apoyo, como superviviente para mí lo ha sido”, remarca. “Me indigna mucho, pero mucho, que se burlen de nuestro dolor y de nuestra lucha...Somos personas y muchas con hijos, no somos un slogan político y necesitamos ayuda, pero real. Si las instituciones no se lo toman en serio como pretenden que la sociedad lo haga”, termina diciendo.
Zaida Cantera
La actual diputada por el PSOE, ingresó en las Fuerzas Armadas en 1997. Su historial como militar siempre fue brillante. Amaba su profesión hasta que en marzo del 2012 y tras meses de silencio denunció el acoso sexual al que la sometía su superior, el entonces teniente coronel Isidro José de Lezcano-Mújica.
Para la política socialista la mirada que tiene una mujer durante el calvario de la violencia de género y también después de él, es la de la mirada perdida. “No miras a ninguna parte, solo piensas. Piensas por qué te sucede a ti y qué salidas hay. Muchas veces, la mayor parte de ellas, no encuentras la salida y lo que haces es cerrar lo ojos y quieres dormirte. Cuando encuentras la salida, valoras qué pierdes más y qué ganas. Si la coges cierras los ojos y quieres dormirte, quieres perderte, quieres silencio, quieres no querer nada salvo tranquilidad. Solo quieres que todo el mundo te deje en paz”, explica.
Por eso la exmilitar no entiende cómo la Junta ha usado la sonrisa como bandera para esta campaña. “Tardas mucho en recuperar la sonrisa. Si la recuperas primero tienes que curarte por dentro y tardas, ¡vaya si tardas!”.
Así las cosas, Zaida recomienda que “antes de hacer campañas estúpidas con modelos fingidos lo que hay que hacer es hablar y contar con víctimas reales que están atravesando sus calvarios. Digo sus calvarios porque son solo suyos. ¡Dios qué frivolidad! Imagínate a una mujer que acaba de recibir una paliza o amenazas de muerte ella o sus hijos ver a una modelo fingiendo ser ella con una sonrisa. Una campaña real y no una fingida es aquella en la que las mujeres maltratadas que necesitan salir del maltrato no piensan en sonrisas piensan en no recibir el próximo golpe”, aclara.
Negacionistas de la violencia de género
Otra de las voces críticas contra la campaña de la Junta, es la de Laura Redondo, psicóloga jurídica y forense, para quien “hay cosas que como profesional te duelen en el alma”. Según Redondo cuando se es especialista en violencia de género y se ven carteles sobre esta problemática “banalizándola, restándole importancia y minimizando sus implicaciones se te remueven las entrañas”, dice.
Además, Redondo ha mostrado en la red social Twitter su vergüenza tanto por la campaña como por la Junta de Andalucía: “El retroceso que suponéis es lo más lamentable que hemos vivido en la última década a nivel político. Porque los negacionistas de la Violencia de Género jamás harán políticas públicas de calidad. Lo primero es "malos tratos" es un término genérico que no representa a la violencia de género. Los malos tratos se dan en cualquier dirección, siendo parte desde violencia familiar a cualquiera interpersonal que se mantenga en el tiempo. Y esto violencia de género, específicamente. Y lo mejor de todo es el "pero la vida sigue". Que viene a decir el "no es para tanto tu problema". Como si fuera que rte ha dejado un novio y tienes que pasar página. Ignorando las secuelas de violencia física, psicológica, sexual, económica... Porque para ellos "no es para tanto", destaca.
Por su parte la fiscal Susana Gisbert se pregunta si la campaña de la Junta era para cumplir el Pacto de Estado contra la Violencia de Género han incumplido. Esas mujeres que se parten de risa se supone que han sido maltratadas por alguien, pero ¿quién? ¿Eso no suena a un concepto distinto propugnado por alguien?
En cuanto a la frase de “Denuncia. Vive", Redondo ironiza diciendo que no es algo que dependa de la mujer. “Como si vivir dependiera de ella y pudiera decidir no morir. Como si no supieran que llevamos 1000 asesinadas y el 80% no denunciaron por miedo y desconfianza en el sistema. Que les estamos fallando. Y yo me pregunto: ¿Qué mujer se va a ver representada con esta campaña?, ¿Quién va a marcar el 016 con la confianza de que al otro lado van a saber por lo que está pasando? Por desgracia menos de las que deberíamos lograr. Que la responsabilidad es nuestra, social, jamás de ellas”, finaliza.