Mientras que la Infanta Elena ha pasado unos días en Mallorca con su madre, la Reina Sofía, y sus dos hijos, Victoria y Felipe, a la Infanta Cristina no se la espera. Sí han estado sus dos hijos pequeños, coincidiendo con los primos Marichalar, Irene y Miguel. La hermana del Rey Felipe VI ha pasado dos semanas en Estados Unidos, donde sus dos mismos hijos, los menores, han estado en un campamento. Por supuesto, en uno lejos de sus dos primas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. La ex duquesa de Palma se ha instalado en casa de su cuñada, Cristina Urdangarín, que trabaja como médico en Minnesota, donde reside desde 1987.
Pero es que la hija menor de Juan Carlos y Sofía no ha querido estar fuera de España más de 15 días porque no quiere perder ni una de sus visitas a la cárcel de Brieva, Ávila, donde cumple condena su marido, Iñaki Urdangarin, desde hace más de 14 meses. Cristina no pierde ni uno de los turnos que le conceden para pasar con su pareja. El ex jugador de balonmano no está muy animado y no es buen momento para dejarle solo. Cristina también ha decidido que no irá a Bidart (Francia), lugar donde se ha refugiado en verano en los últimos años acompañada de su familia política. Su suegra, Claire Liebaert, se encuentra delicada de salud y se quedará en Barcelona, donde reside con su hija mayor, Ana. Así que tampoco tiene mucho sentido su presencia al sur del país vecino.
Y aunque lo más lógico es que pasara unos días con su madre en Palma, lo cierto es que la ex duquesa de Palma de Mallorca no puede pisar la isla que le dio nombre a su título. Al menos, mientras que su hermano, Felipe VI y su cuñada, la Reina Letizia se encuentren en la isla. Una cosa es que puedan verse en privado, pero desde luego, nadie puede hacerles una fotografía juntos. Es el cordón sanitario impuesto por el equipo de Zarzuela para que el Caso Noos no dañe -todavía más- a la institución. “Ya tenemos muchas batallas propias como para volver a pelear con las del pasado”, comenta a EL ESPAÑOL una de las personas que trabajan junto al actual monarca. Además, puede que su hermano haya olvidado algo, pero Letizia, su cuñada, ni olvida ni perdona.
Han pasado más de 15 años desde la primera foto en la que vimos juntas a una todavía Letizia Ortiz a secas posando junto a sus futuras cuñadas, las infantas Elena y Cristina. La mayor de las hermanas todavía era una mujer casada -no se separó hasta tres años después- y la segunda todavía era duquesa de Palma de Mallorca, un título que le arrebató su hermano en 2015. Era la pedida de mano de los entonces Príncipes de Asturias.
Aquella imagen del 6 de noviembre de 2003 en la que se veía a la futura reina de España arropada por dos Infantas, pronto se convirtió en solo eso: una imagen. Es complicado explicar, como ocurre en todas las familias, una relación entre cuñadas que dura ya 16 años. Todo empezó mal porque tanto Elena como su hermana pensaron que tendrían en Letizia a una plebeya inexperta en temas de la corte, a una muñeca fácil de manipular a su antojo, pero pronto descubrieron que no lo iban a tener tan fácil: la plebeya tenía carácter. Tanto como para haberse vengado de sus cuñadas tras una guerra que ha durado años.
Letizia "pone de los nervios" a Elena
Letizia y Elena poco tenían que ver ya desde el primer día que se conocieron: dos caracteres y dos educaciones completamente distintas que chocaron desde el minuto uno. "La duquesa de Lugo tiene la idea de que el servicio y el deber a La Corona -y lo que representa- es una cuestión de corazón más que de razón. Sin embargo, para su cuñada La Corona es trabajo: como la que es administrativa de una empresa. Esto Elena lo lleva fatal. Para ella es un honor y un deber servir a su hermano, el Rey. No entiende el concepto de Letizia. Le pone de los nervios", revela a este diario una amiga de la Infanta.
Pero no es esta la razón que hizo estallar la guerra entra ellas, la disputa real comenzó con la muerte de Erika Ortiz, la hermana pequeña de la reina. Cuando en 2007 fallece la joven en tan terribles circunstancias, Letizia encuentra en su cuñado Jaime de Marichalar uno de sus mejores apoyos dentro de Zarzuela. Atento y educado, el ex duque de Lugo se comporta como un buen amigo con ella. Eso provocó que cuando la Infanta Elena anunció el "cese temporal de su matrimonio" con Marichalar, Letizia -todavía Princesa de Asturias- se posicionase al lado de Marichalar, devolviéndole el apoyo que él le había brindado solo unos meses antes. Su cuñada Elena, que nunca había sido amable con ella, no se lo perdonaría nunca.
Con la llegada de Felipe VI al trono, la venganza de Letizia se materializaría. La Familia Real pasa a ser su marido, sus hijas y ellas, haciendo un hueco a don Juan Carlos y doña Sofía bajo el título de "Emeritos". Este gesto fue una puñalada para doña Elena. La duquesa de Lugo es la fiel escudera de su padre y desde su abdicación más. Lo de "emérito" le parecía -y le sigue pareciendo- humillante y fue la primera en aconsejarle la retira desde el pasado 2 de junio.
Entre los cambios en la institución en los últimos tiempos, también se decide que sus hermanas dejan de ser familia real para pasar a ser familia del Rey. Esto en la práctica significa no tener asignación y no disponer de agenda a no ser que el Rey le solicite que haga algún acto en su nombre. Pero esto, desde 2014 sólo ha ocurrido en contadas ocasiones. Así que Elena se siente completamente desplazada. "Si lo del Rey Juan Carlos ha sido una invitación a la retirada, lo de la Infanta ha sido el olvido. Cosa que le dolió mucho, pero ya ha pillado el mensaje, lo ha entendido", explica la misma fuente.
El remate a esta mala relación tuvo lugar tras la llamada Crisis de las Reinas, el rifirrafe protagonizado por Sofía y Letizia a la salida de la Misa de Pascua de Palma de Mallorca en 2018. "Eso no se lo va a perdonar nunca ¿te imaginas que alguien trate así a tu madre? Menos mal que Elena no estaba allí, sino sí que se hubiera liado de verdad", añade.
Letizia-Cristina: no todo es el Caso Noos
Con su otra cuñada, Cristina, la relación no es que sea mucho mejor, de hecho, no existe. Lo que parecía -en el principio de los tiempos- ser una relación de complicidad, se ha convertido en un rechazo absoluto por ambas partes. Muchos aseguran que el culpable de todo es el Caso Noos pero el tema viene de mucho antes. Se ha hecho verdad una historia que circuló cuando los Reyes eran novios y guardaban el secreto de su relación.
Por aquel entonces se contó que los todavía duques de Palma de Mallorca habían sido los mejores aliados de la pareja para mantener su secreto. Lo cierto es que Felipe les contó que salía con alguien e iba a casa de su hermana y su cuñado cuando quedaba con ella en Barcelona, una ciudad alejada de los focos de Madrid, pero en realidad no la conocieron hasta el mismo día que todos los demás. Parecía que la relación era más o menos normal, "aunque Cristina siempre la trató con desprecio, como si fuera menos que ella", asegura a EL ESPAÑOL una fuente muy cercana a la Reina.
Las cosas se torcieron del todo en 2005, en el bautizo de Irene Urdangarin. Los padres de Iñaki viajaron hasta Madrid para asistir al sacramento de su nieta y los exduques de Palma les pidieron a Felipe y a Letizia si José Mari y Claire podían quedarse a pasar la noche en el Pabellón del Príncipe, ya que en Zarzuela no entraban todos. En aquel año, el padre del ex jugador de balonmano ya estaba delicado de salud y su hijo no quería que fuera a un hotel como hicieron sus hermanos. Pero la ahora Reina -que por aquel entonces se encontraba en el tercer trimestre de embarazo de Leonor- se negó aludiendo que se encontraba regular. Esto no sentó demasiado -o nada- bien al matrimonio Urdangarin, que a partir de entonces empezaron a ver a su cuñada con otros ojos.
Los Reyes han tratado de no coincidir públicamente con los ex duques de Palma tras el Caso Nóos. Incluso cuando iban a visitar a Juan Carlos al hospital. Así ocurrió cuando el Rey Emérito recibió la visita de la Infanta y su marido en el hospital Quirón San José en noviembre de 2012. Don Felipe exigió no coincidir con ellos y retrasó su llegada al centro hospitalario para no toparse con ellos. También como parte de la estrategia para distanciarse del Caso Nóos, los Reyes decidieron que la Infanta Cristina no asistiese a la ceremonia de proclamación. En el palco del Palacio de Congresos estuvieron la Reina Sofía y la Infanta Elena. Aunque ese día la ex duquesa de Palma si estaba en Madrid, tuvo que verlo todo por televisión. Tampoco fue invitada a la recepción del Palacio.
Otro gesto -y este es uno de los que más le ha dolido a la infanta Cristina- fue no permitir que su hija Irene hiciera la Comunión en la capilla del jardín del Palacio de la Zarzuela. Irene tuvo que hacerla, el 2 de mayo de 2015 en la parroquia de Harmance, en Suiza, siendo la única nieta de los Reyes Eméritos que la hace en un sitio diferente.
Tras ser declarada inocente de los cargos que se le imputaban por el Caso Nóos y a petición de su madre doña Sofía, Felipe VI levantó el veto sobre su hermana para que pudiera entrar en Zarzuela. “El día del 80 cumpleaños de doña Sofía, Letizia fue a hacerse la foto porque se lo pidió su marido. Llegó, comió, se hizo la foto y se marchó. Ni se saludaron”, cuenta una persona que trabaja en con la familia Real.
El caso es que este curso que comienza la Reina va a estar ocupada en el debut público de la Princesa de Asturias en los premios que llevan su nombre, por lo que no va a tener tiempo en pensar más en sus cuñadas: un capítulo que -tras su venganza- considera ya pasado en el libro de su reinado.