Don Juan Carlos sufrió en el 83 una fisura de pelvis cuando esquiaba en Suiza

Don Juan Carlos sufrió en el 83 una fisura de pelvis cuando esquiaba en Suiza Blick

Reportajes

La operación que más líos ocasionó a Juan Carlos: se especuló con que había perdido un testículo

El Emérito se reunió con los directores de periódicos de aquella época para desmentir rumores: “¿Os los tengo que enseñar para que me creáis?”

24 agosto, 2019 02:43

Hubo una época donde no solo la salud, sino cualquier actividad del rey Juan Carlos I era secreto de Estado. Esa falta de información tenía su origen en la creencia de que la figura del anterior monarca representaba algo institucionalmente “sagrado”, una especie de tótem político que garantizaba la estabilidad del sistema y que, por tanto, debía ser incuestionable e informativamente protegida. Quizá por ello también, en cuestiones de salud, la ajetreada vida del padre de Felipe VI estuvo repleta de episodios opacos de cara a la opinión pública.

Ahora, cuando este sábado Juan Carlos de Borbón se va a someter a una nueva intervención quirúrgica (una operación de corazón en la Clínica Quirón de Pozuelo de Alarcón, alcanzando ya el número 17 las veces que ha pasado por el quirófano) recordamos quizá el más impactante de todos aquellos incidentes médicos oscuros y que, como se verá más adelante, generó una gran polémica en los medios de comunicación algunos meses después, demostrando que una ocultación sobre la salud del monarca provoca a la larga más bulos y dudas sobre su verdadera situación médica. Incidiendo todo ello, como sucedió entonces, negativamente en la imagen del jefe del Estado.

Ocurrió concretamente el 19 de julio de 1985, cuando la Casa del Rey comunicó que durante “una revisión médica periódica” realizada en Barcelona se le había descubierto al rey Juan Carlos I "una fibrosis" (inflamación de una zona muscular), secuela del traumatismo de pelvis sufrido por el monarca en enero de 1983 mientras practicaba el esquí en Gstaad (Suiza)”. El entonces jefe de Prensa de la Zarzuela, Fernando Gutiérrez, informó de que “la realización de la intervención se decidió sobre la marcha” después de conocer el resultado de la exploración y se realizó en la Clínica Sant Josep de la Ciudad Condal. La intervención fue realizada por el urólogo Josep María Gil-Vernet y apenas duró “unos 12 minutos” con un resultado “plenamente satisfactorio”. Hasta aquí llegaron las explicaciones oficiales de lo que ocurrió entonces. Nunca se llegó a emitir un parte médico oficial y sí, únicamente, un informe detallado de la exploración para conocimiento del enfermo y custodia del doctor que realizó la operación.

Portada del diario ABC el 5 de enero de 1983 tras el incidente de Juan Carlos en la estación suiza de Gstaad

Portada del diario ABC el 5 de enero de 1983 tras el incidente de Juan Carlos en la estación suiza de Gstaad ABC

Los famosos 'trompazos'

Como se ve, la citada fibrosis era consecuencia de uno de los famosos trompazos que se ha pegado en vida Juan Carlos de Borbón: en esta ocasión el de la ruptura de pelvis que sufrió al caerse mientras esquiaba, según se informó entonces acompañado por su hija la infanta Elena, en la estación invernal de Gstaad (Suiza) el 3 de enero de 1983. En aquel momento el rey fue atendido, en una primera asistencia, por personal médico del hospital de la ciudad suiza del cantón de Berna, siendo trasladado a Madrid el día siguiente en un DC-8 de la Fuerza Aérea Española. Las imágenes del rey descendiendo en camilla del avión oficial fueron hurtadas a la opinión pública y provocaron la famosa sentencia del entonces Secretario General de su Casa, el general Sabino Fernández Campo, quien, según confesó años después, se dirigió al monarca en los siguientes términos: “Señor, un rey únicamente puede regresar a su país de esta manera si viene del campo de batalla”.

Juan Carlos de Borbón guardó reposo, inmovilizado en una cama, durante un mes exacto: ya que su ruptura había afectado al anillo pélvico, cinturón óseo que comprende el sacro, el coxis, los huesos coxales y los ilíacos. Según se informó entonces, su postración en el lecho del dolor no le impidió seguir manteniendo sus despachos normales con el entonces presidente del Gobierno, Felipe González. A mediados de febrero de 1983, Juan Carlos comenzó a andar ayudado por unos bastones y con un corsé pélvico. No existen documentos gráficos de aquella convalecencia. Llegado el mes de abril de aquel año el ahora rey Emérito ya estaba completamente recuperado y sin secuelas aparentes de la grave fractura sufrida. Tanto es así que reanudó su vida normal, volviendo a practicar esquí en diciembre de 1983.

Pero las secuelas, como ha quedado señalado, aparecieron dos años y medio después del accidente: concretamente en julio de 1985 y en forma de fibrosis. Esta circunstancia, aunque no frecuente, ocurre en ocasiones en los traumatismos pélvicos. Sucede que, aunque entonces no se informó de ello, la ruptura ósea del rey Juan Carlos, además del tremendo traumatismo, vino complicada con un derrame sanguíneo que finalmente provocó la mencionada fibrosis que hizo necesaria la intervención quirúrgica.

Y de aquellos polvos de la nieve de Gstaad, con la parada intermedia en la intervención quirúrgica del doctor Gil-Vernet, se llegó finalmente al gran lodo informativo de febrero de 1986. Fue exactamente el miércoles 5 de febrero de 1986 cuando el diario El País publicó en sus páginas interiores la publicidad de una desconocida revista: SENS (The Spanish Economic New Service). Dicho inserto publicitario reproducía la portada de lo que parecía ser el número 2.062 de la citada publicación, que se presentaba a sí misma como un “Confidencial” que se editaba en “castellano, inglés y francés” y se vendía “exclusivamente por suscripción con periodicidad semanal”. Dicha revista presumía de promocionar “información para líderes” y de llevar “40 años informando con rigor”.

Anuncio de la Portada de la revista SENS (The Spanish Economic New Service)

Anuncio de la Portada de la revista SENS (The Spanish Economic New Service) E.E

Pues bien, en dicha primera página de la revista SENS, reproducida en el anuncio de forma perfectamente legible, destacaba el siguiente titular: “Intensas especulaciones sobre la salud del Rey”. Y bajo él se podía leer perfectamente: “Durante la última semana, los cenáculos de la capital de España han tenido un tema estrella de conversación: una presunta dolencia de carácter grave afectaría a la salud de Don Juan Carlos de Borbón. El SENS ha desarrollado una investigación a tres bandas, en Barcelona, Palma de Mallorca y Houston (Texas) y puede ser categórico: el estado físico del Rey de España no plantea ninguna preocupación y todo se ha debido a una serie de malentendidos que se cuentan en páginas interiores”. A contar desde la página 27, según se apreciaba en la citada publicidad.

Rumores sobre su salud

Aquel extraño reclamo provocó el efecto contrario, o quizá no, que se buscaba. E inmediatamente tras su difusión los rumores sobre el estado de salud del rey Juan Carlos se dispararon y, ahora sí, no solamente los cenáculos de la capital, sino los de toda España no cesaron de comentar el anuncio publicado por El País y a relacionar la información, insertada bajo la apariencia de publicidad, con las tres ciudades que aparecían mencionadas: Barcelona, la ciudad donde siete meses antes se había intervenido quirúrgicamente al monarca; Houston (Texas), la ciudad con el centro médico más avanzado del mundo en relación con el cáncer, y, Palma de Mallorca, el lugar donde residía la Familia Real en los meses de verano y la ciudad donde se trasladó Juan Carlos días después de la operación.

Tampoco aquel recuadro publicitario pasó desaparecido para el entonces periódico El Alcázar (órgano en aquellos años de la Confederación Nacional de Excombatientes y que presidía el ex ministro de Franco, José Antonio Girón) quien, unos días después, también se hizo eco del extraño anuncio y exigió explicaciones oficiales al Gobierno sobre la verdad de la salud del rey.

Todo ello desembocó en la necesidad de desmentir oficialmente la información y en reconocer los errores por parte de El País. Y así se hizo. El 14 de febrero de 1986 el rey Juan Carlos I tomó el toro por los cuernos respecto a la política de información relacionada con su enfermedad y convocó en la Zarzuela a todos los directores de periódicos de aquel entonces en Madrid: Luis María Anson, por el ABC; Fernando Ónega, por el YA; Juan Luis Cebrián, por El País, y Pedro J. Ramírez, director entonces de Diario 16 (al que fuera director de El Alcázar, Antonio Izquierdo lo recibió en solitario 4 días después). Según lo que trascendió entonces de aquella audiencia grupal, Juan Carlos desmintió el rumor con tono campechano al dirigirse a los presentes: “¿Qué pasa, que os los tengo que enseñar para que me creáis?”. Ese mismo día el diario El País, publicaba un artículo de su director Juan Luis Cebrián, bajo el título “Rumores”, donde además de denunciar la existencia de una “conspiración” que intentaba “desprestigiar a la Corona y al Gobierno democrático de este país” reconocía dos errores cometidos por parte del periódico del grupo Prisa.

Todas las operaciones del rey Juan Carlos.

Todas las operaciones del rey Juan Carlos. Silvia P. Cabeza EL ESPAÑOL

El primer error se refería a la publicación del citado anuncio el día 5 de febrero “en el que una publicación, con el pretexto de desmentir los bulos sobre la salud del Rey, los extendía”. La segunda autocrítica, según Cebrián, afectaba a la casi generalidad de los medios de comunicación españoles con tendencia “de veneración o respeto al poder” que no publicaban noticias que podían afectar a la vida privada de los gobernantes españoles, dentro de las cuales se encontraban las noticias relacionadas con la salud del jefe del Estado.

El robo de su historial médico

Pero aún hubo más: para terminar con cualquier tipo de rumor añadido sobre el posible cáncer en los testículos del anterior rey, la agencia oficial EFE hizo pública, el 17 de febrero de 1986, una entrevista con el doctor Gil-Vernet (el cirujano que operó a Juan Carlos en julio de 1985) donde, esta vez sí informaba de manera completa sobre su intervención quirúrgica y el estado de salud de Juan Carlos I: “goza de perfecta salud” y “no tiene ningún proceso canceroso” confirmó. El afamado catedrático de Urología de la universidad de Barcelona fue aún mucho más explícito: “ustedes recordarán que en julio pasado tuve que practicarle al monarca una intervención de una brida que obstruía el uréter izquierdo. La operación consistió en liberar, en quitar ese anillo constrictivo, con lo cual el uréter recobró su calibre”. Pero el doctor catalán tuvo que confirmar algo de lo informado por el confidencial SENS: “La operación fue corta y simple…consistía simplemente en liberar el uréter de este anillo constrictivo y de fragmentos de este tejido, que fueron analizados simultáneamente en Barcelona y Houston…el diagnóstico de que era una fibrosis reactiva fue unánime en ambos centros”.

Luego, la remisión de muestras a Houston se realizó en su momento, pero ¿dónde surgió el bulo de que Juan Carlos padecía un cáncer de testículos? El doctor Gil-Vernet indicó en la entrevista que “durante una reciente visita suya a Asturias algunos periodistas le preguntaron sobre si era cierto que el Rey sufría un cáncer de testículos a lo que él contestó que podía asegurarles de forma rotunda que el Rey no tiene ningún proceso canceroso y, si quieren que matice más su pregunta, puedo decirles que el Rey está muy entero, y esto es cierto en sentido real como en el figurado”.

El urólogo Gil-Vernet continuó realizando revisiones anuales al rey Juan Carlos hasta su jubilación en 2004, desvelando años después que, en un momento dado, alguien robó de su consulta el historial médico de don Juan Carlos. Un robo al que el urólogo catalán no dio ninguna importancia, porque tenía una copia guardada en un lugar seguro. Se llegó a publicar que la sustracción de aquel historial médico del monarca fue realizada por personas vinculadas al CESID, el servicio secreto de aquellos años, con el objetivo de utilizar esa información a favor de los intereses de poderes fácticos de aquella época.

En los últimos años el rey emérito ha padecido dos nuevos procesos cancerígenos: en abril de 2010, cuando aún estaba en activo, se le extirpó un nódulo benigno en la parte superior del pulmón derecho, y este mismo año 2019, la Casa Real informó que el monarca había sido intervenido el pasado marzo de un carcinoma bascocelular en la piel, debajo del ojo izquierdo, que fue extirpado por completo. Esperemos que la intervención de este sábado sea también todo un éxito. Como se ve, la salud del rey siempre ha sido una cuestión de Estado, a veces con mayor o menor información.