Su nombre lleva apareciendo por todas partes a lo largo de la semana. En las redes sociales, en las publicaciones económicas, en los avances informativos sobre el caso. Sandro Marín Rodríguez. La persona detrás de la empresa de la que ha surgido el brote de listeriosis. Es el que aparece en los documentos, en el registro mercantil, allá donde uno mirase para informarse de las actividades económicas de esta compañía. El único nombre y los únicos apellidos asociados a la empresa de la que ha surgido esta semana el brote de listeriosis que ha encendido todas las alarmas en torno a la carne mechada y otros productos distribuidos por la firma. Que ha afectado ya a dos centenares de personas, de las cuales han muerto ya dos. El radio total y la amplitud de su alcance todavía se desconoce.
Sin embargo, todo eso escrito burocráticamente en los documentos no es otra cosa que papel mojado. El joven no ha guardado nunca gran relación con la gestión empresarial de Magrudis, la firma que explota la marca La Mechá. Las fuentes cercanas al caso y los más allegados al joven insistían en estos últimos días en que creían que la compañía era gestionada por su padre.
En realidad estaban en lo cierto. El joven Sandro era tan solo el testaferro de la empresa de su progenitor, que responde al nombre de Antonio Marín Ponce. Una empresa que además de vender sus propios productos los comercializaba también bajo una marca blanca, cuyo nombre todavía no ha trascendido.
Magrudis SL se creó como tal el 20 de junio del año 2013, según ha podido comprobar EL ESPAÑOL en los documentos del Registro Mercantil, y en esa época Sandro estudiaba la carrera de Farmacia. Llegó a completar cuatro años de la misma. Mientras tanto, el chico prestó su nombre a su padre para que figurase como titular en aquel incipiente negocio, que por aquel entonces comenzaba a arrancar.
Apenas era un joven estudiante del centro de Sevilla cuando se fundó la firma que hoy se encuentra en el ojo del huracán. Los más allegados, quienes le conocen desde hace años, llevan extrañados toda la semana, desde que comenzó a aparecer el nombre de su amigo ligado a los casos de listeriosis.
Andalucía sufre el que ya es el mayor brote de listeriosis registrado en España. Se trata, probablemente, también de uno de los mayores del mundo. No solo la carne de la empresa en cuestión está en tela de juicio. También la de una marca blanca a la que vendieron paquetes de sus productos para que ellos después los comercializasen. Esos alimentos se encuentran también contaminados. De ese modo, el alcance real de todo lo ocurrido aún no se ha terminado de conocer.
Estudiante de Farmacia
Pasaron dos años y la empresa, epicentro del brote de listeriosis, prosiguió con su crecimiento. Sandro se encontraba ya entretanto enfrascado en la carrera de Farmacia. Finalizó con éxito los cuatro primeros años de la misma. Le faltaba solo uno para terminar. Pero a él siempre le había interesado la economía y la gestión de las empresas, según relatan fuentes cercanas al caso a EL ESPAÑOL.
El joven estudió en el colegio Claret de Sevilla, situado en el barrio de Heliópolis. Años después, ya en plena época universitaria, el joven decidió dar un cambio en su vida y matricularse en Administración y Dirección de Empresas (ADE) en la universidad Pablo Olavide de Sevilla. Entretanto Magrudis SL seguía funcionando. Mientras el chico estudiaba, progresaba en su vida universitaria e incluso se iba de Erasmus a Polonia, la empresa tiraba hacia delante. Y supuestamente era él quien se encargaba, mientras tanto, de todas las gestiones.
Todos los documentos de la empresa figuraban a su nombre. Un ejemplo. El 10 de noviembre del año 2016, Sandro Marín Rodríguez solicita el registro en la Oficina Española de Patentes y Marcas de la marca La Mecha del todo natural.Se trata del nombre del producto que ya comercializaban por toda España desde hacía tres años. Lo hace, en teoría, a través de quien aparece como su representante legal, la abogada María del Carmen Ruíz Vázquez, experta en asistencia jurídica sobre propiedad industrial e intelectual.
Marín es, según ha podido saber EL ESPAÑOL a través de fuentes cercanas al caso, un joven al que siempre le había interesado la economía, así como las tesis liberales de la misma. Buena parte de esa pasión por la gestión y por las empresas iba desgranándolas en las publicaciones que periódicamente iba escribiendo en su blog. Pero no era él quien de verdad hacía frente a los quehaceres cotidianos de una marca y de una compañía que hoy son ya el epicentro de una de las más importantes crisis sanitarias y alimenticias de los últimos años.
Las deudas del verdadero empresario
José Antonio Marín Ponce es un empresario sevillano con más de dos décadas de experiencia en el sector cárnico. En aventuras empresariales previas, en episodios anteriores, al padre del joven no le habían ido bien las cosas. En el Boletín Oficial del Registro Mercantil figura su participación histórica en cuatro compañías diferentes. La primera de ellas se llamaba Sanmasur. El propósito de la misma era el "comercio al por mayor de carne y productos cárnicos”.
Se fundó en abril del año 1993. El negocio se estancó una década después, y en los mismos documentos figura, en marzo del año 2004, un "crédito incobrable" a nombre de esta compañía en la que el señor Marín Ponce era administrador único. Es decir, la empresa tenía deudas sin pagar y se habían agotado todos resquicios legales para cobrarla.
Las deudas y los créditos sin pagar han sido una constante en la vida empresarial del padre de Sandro Marín, el hombre que verdaderamente gestiona la compañía de La Mechá. Los datos del registro mercantil, adelantados por El País y confirmados por EL ESPAÑOL, revelan que su segunda iniciativa empresarial acabó como la primera. Sierra Encina SL fue una firma dedicada al “comercio al por menor de carne y productos cárnicos". Se creó en 1996. Cinco años después comienzan los problemas. En 2001, el BORME vuelve a referir la existencia de un crédito que no se puede cobrar. Dos años después, en 2003, vuelve a suceder lo mismo.
La táctica seguida en esta ocasión resulta un tanto diferente. Ya no se sitúa a sí mismo como el administrador único de la empresa. Es el nombre de una mujer el que aparece en esa tesitura. El nombre de Marín Ponce se revela tan solo como el del apoderado de la compañía. Pero finalmente el proyecto claudica de nuevo y la compañía deja de funcionar.
Deudas, compañías quebradas, deudas, compañías quebradas. Se trata de una secuencia que se repite a lo largo de los últimos veinte años en la vida de este empresario. Casi a la vez que liquidaba la empresa Sierra Encina, funda Embutidos El Patio SL, la cual ubica en una parcela del polígono industrial de Alcalá de Guadaíra. Es el año 2000. También en esta firma se dedica al "comercio al por mayor de carne y productos cárnicos".
No acabaron ahí los problemas para Marín Ponce. El 30 de octubre del año 2012, el Juzgado de lo Social número 2 de Sevilla dicta sentencia después de que la compañía se declarase "insolvente". Una empleada reclamaba a la firma del empresario 1.608 euros en sueldos que no le habían sido retribuidos. El Boletín Oficial del Registro Mercantilde esa fecha lo explica a la perfección:
-"Se declara a la ejecutada Embutidos El Patio, S. en situación de insolvencia por importe de 32.902,14 euros de principal, más la cantidad de 6.580,42 euros presupuestados para intereses y costas; insolvencia que se entenderá, a todos los efectos, como provisional".
Las cuentas de la empresa
La empresa a nombre del joven Sandro Marín, pero gestionada realmente por su padre, posee tan solo un patrimonio de 48.452 euros. Ese es el dinero con el que tendrán que capear el temporal en los próximos meses ante el previsible aluvión de querellas de los consumidores.
En 2017, que es el último año en el que aparecen publicadas sus cuentas, se advierte cómo Magrudis SL tiene una deuda con de 34.397 euros con sus acreedores. La empresa, de pequeño tamaño, facturó en ese último ejercicio 593.308 euros. El beneficio de ese año, ya realizado el balance, ascendió a 23.304 euros. El triple que el año anterior, en 2016. En esa ocasión, cuando la firma solo llevaba tres años operando, la firma de La Mechá ganaba 8.681 euros.
En el entorno del joven y de su padre empresario se relata estos días que ellos mismos fueron los primeros sorprendidos al conocer la noticia del brote de la listeriosis. Que ni siquiera ellos supieron en un inicio el modo en que pudo ocurrir. Cómo nació todo y de dónde pudo proceder la bacteria.
Esta misma semana, el joven salió a dar explicaciones sobre las actividades de la empresa que figura a su nombre. Lo hizo respondiendo al periódico Abc Sevilla. Aseguró que se habían distribuido entre comerciantes y hosteleros de la provincia de Sevilla hasta 2.000 envases de la carne contaminada. "Puede ser por un agente externo que lo haya causado o por la carne procedente de algún proveedor. No sabemos de dónde viene la listeria", relató. La mayoría del producto se repartió en Andalucía, pero desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición se ha informado de que el producto ha terminado, como no podía ser de otro modo, en otras comunidades autónomas.
Dos muertos y casi 200 afectados
Magrudis, la compañía del joven sevillano, se encuentra ante un futuro más que complicado. En gran parte, tras los resultados preliminares encargados por la empresa donde se originó el brote de listeriosis, que ha afectado por el momento a casi dos centenares de personas y ha provocado la muerte en dos. Este estudio preliminar revela que uno de los focos de la contaminación se encontraba en dos mechadoras, utensilios que se utilizan para mechar la carne.
Así lo han confirmado fuentes del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (Ccaes) del Ministerio de Sanidad, que han incidido en que se trata de un resultado preliminar del informe y que ahora los inspectores de la Junta de Andalucía tendrán que valorar y verificar en paralelo estos datos en sus estudios, en los que se examinarán otros elementos de la fabrica donde se pudo originar la infección.
Al mismo tiempo, estos análisis preliminares realizados a los productos de la empresa del joven Sandro han dado positivo a esta bacteria. Ha sido detectada, concretamente, en las especialidades de lomo al jerez y lomo a la pimienta.
La empresa, además, ocultó a la Consejería de Salud andaluza que tenía una segunda marca además de La Mechá, de donde supuestamente provenían todos los productos contaminados. Desde las instituciones andaluzas no tenían constancia de este hecho hasta el pasado miércoles 21 de agosto.
El proceso sería el siguiente: Magrudis venía vendiendo su carne mechada a la firma comercial Martínez León (ubicada en la localidad sevillana de Brenes) y ésta última la habría estado vendiendo a su vez a través de una marca blanca cuyo nombre no ha trascendido.
Entre los fallecidos se encuentra un hombre de 72 años, que falleció en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla el viernes por la mañana, y una anciana de 90 años, que se convirtió en la primera víctima mortal tras declararse la alerta sanitaria en Andalucía. En su caso, había consumido carne mechada de la marca "La Mechá", origen de este brote, y formaba parte del "grupo de riesgo" de pacientes afectados por esta patología, según explicaron fuentes sanitarias.
Embarazos y abortos
Además de las muertes, el brote de listeria, de alto riesgo para embarazadas, también ha desencadenado un parto prematuro de una gestante y el aborto de otras dos mujeres. Entre ellas, este el caso de María Teresa, oriunda de Villanueva del Ariscal.
Estaba embarazada de cuatro meses. La gestación transcurría con normalidad. En cuestión de tres días todo se torció. Empezó con un dolor de cabeza. Después llegaron los vómitos, las fiebres altas, los temblores... y con ellos el peor de los finales: sufrir un aborto y perder a su hijo. En conversación con EL ESPAÑOL, Teresa relató aquel calvario.
Teresa cree que todo comenzó a finales del pasado mes de julio. Habían comido en casa de su suegra. Compraron la carne en un pequeño supermercado del pueblo. Todo fue aparentemente bien hasta un mes después. Recuerda la fecha, 29 de julio. "Empezaron dolores fuertes de cabeza, vómitos, fiebres, no sabía que me ocurría". Se le detectó la listeriosis y acto seguido le suministraron un antibiótico. Ya era tarde. Dos horas después del diagnóstico, al hacerle la ecografía de control, el corazón de su bebé ya no latía. Tuvo que permanecer varios días más en observación. El alta se la dieron el 16 de agosto. Para entonces ya había abortado.