Si uno nunca se ha echado a la cara a alguien de la nobleza, cabe esperar altura de trato, como mínimo, y un aura que lo acompañe y distinga del resto de los mortales. Pero nada de eso. Ramiro de Maeztu y Manso de Zúñiga (Buenos Aires, 1948) de noble tiene el título y el nombre largo. Poco más. De hecho, sólo hay que oírle hablar para cuadrarlo en el ala punki de la nobleza. “Hombre, ¿no me ves? fíjate cómo trato yo a la gente, que estoy de un crecido y un sobrado… que va. Además, soy noble de Franco, que eso parece hasta despectivo. Pero a mí nadie me ha llamado conde en la puñetera vida”, dice De Maeztu bromeando.
Él es uno de los 37 nobles de Franco que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quiere convertir en plebeyos. El pasado 30 de julio, el Grupo Parlamentario Socialista registró una Proposición de Ley llamada de memoria histórica y democrática. En ella se pedía hacer un catálogo de títulos nobiliarios que representen la “exaltación de la Guerra Civil española y la dictadura franquista” para proceder a su supresión. Hay de todo, desde el Ducado de Primo de Rivera y el de Mola, hasta el Marquesado de Ramón y Cajal o el Condado de la Cierva. El de De Maeztu es uno de los que está en el alambre.
Mientras los jugadores del equipo de baloncesto del Estudiantes salen de la cancha, Ramiro de Maeztu espera en el hall del instituto Ramiro de Maeztu de Madrid, que lleva el nombre de su abuelo, el ensayista, periodista y político que fue embajador de España en Argentina durante la Dictadura de Primo de Rivera. La localización es puro símbolo. Ahí estudió Pedro Sánchez en su juventud junto a la reina Letizia. “Yo también estudié aquí, en parvulitos”, dice De Maeztu. “Recuerdo que mi mote era Colegio, porque me llamaba igual y que yo preguntaba a mis padres que por qué mis compañeros no tenían un colegio con su nombre”, añade.
Este hombre es conde de Maeztu, un título que el Caudillo creó en 1974 de manera póstuma para su abuelo, que fue asesinado en 1936 por el bando republicano. Decía Franco que era “un infatigable luchador por la unidad y la grandeza de la Patria”. Pero su nieto no lo tiene claro. “Yo creo que, como mataron a García Lorca, Franco quiso buscar a algún hombre famoso o escritor asesinado por los republicanos para equilibrar la balanza de uno con otro, y encontró a mi abuelo aunque, la verdad, yo creo que no son comparables”, dice De Maeztu.
“Me daría igual”
Pero sí que tienen algo en común, al menos en eso de matar la inteligencia, en el Duelo a garrotazos de Goya. A Ramiro de Maeztu lo detuvieron los republicanos en su casa de Madrid un 31 de julio de 1936. Lo llevaron a la cárcel de Las Ventas y ese mismo octubre fue trasladado, por la noche, al cementerio de Aravaca. Ahí lo fusilaron y lo metieron en una fosa común. “Hay un hoyo con una lápida muy grande. He ido y todavía están los tiros en la pared”, reconoce De Maeztu.
-Entonces, a ustedes también les toca el debate de las fosas comunes.
-Sí, y me parece un debate comprensible. Pero, para mí, mi abuelo está bien ahí en la fosa común. Le mataron con los suyos y está junto a los suyos. Lo que pasa es que… mejor no, no me quiero meter en historias.
-Métase, hombre.
-Yo no lo sacaría de ahí. Es un sitio que queda como un hecho. Ahí han fusilado a 40 tíos de noche y a lo bestia, los han asesinado. Yo entiendo el debate pero siempre hay q ue actuar teniendo en cuenta a los dos bandos. Pero para mí, el pasado, pasado está.
Ramiro de Maeztu, nieto, está ya retirado y parece que de vuelta de todo. El grueso de su carrera profesional lo ha pasado en el cine. Trabajó con Trueba en Opera Prima, ese sensacional incesto en la plaza de Ópera, y con Fernando Fernán Gómez como ayudante de dirección. Fernán Gómez le llegó a mandar con su ya famoso ¡A la mierda!, con ese estilo de quien tiene una mala digestión en la cantina. Luego, se hizo director de doblaje de películas como La vida de Bryan o La jungla de cristal. Ahora, porque sí, es noble.
“Cuando Franco nos otorgó el título póstumo, mi padre no le hizo ni caso. Pero luego, de mayor, se puso enfermo y me dijo que sí que lo quería tener”, relata. “Tuve que hacer un montón de papeleo porque me pedían un certificado de defunción que no tenía, porque fue un fusilamiento… Y cuando mi padre se iba a morir me dijo que siguiera con él. Lo tengo un poco porque me han dicho que lo tenga”, añade.
“Si me lo quitan, yo creo que me quitarían un peso de encima, porque me trae al pairo y dicen barbaridades de mí, llamándome facha y franquista”, asegura. “Pero si lo hacen que se lo quiten también a las calles y a este instituto, pero con este instituto no se atreven porque es una institución. No puede ser que pongan una placa en la calle que diga ‘Aquí vivió Ramiro de Maeztu’ y al día siguiente te digan que te quitan el título. Chico, que nos dejen tranquilos. Yo creo que a mi abuelo una cosa u otra le daría igual y a mí también me lo da”, dice algo molesto pero sin perder la compostura, eso que tiene la nobleza.
“Sánchez es inteligente”
La conversación tiene lugar en una sala de reuniones del instituto presidida por un retrato del Ramiro de Maeztu (abuelo) que Ramiro de Maeztu (nieto) le regaló a la institución. Sobre la mesa, una serie de documentos y carpetas del Estudiantes desordenados lo ocupan todo. Es inevitable pensar en Sánchez. Entre esas paredes coincidieron los actuales presidente y reina. Entre esas paredes Sánchez hizo sus pinitos en el Estudiantes, conoció a Pepu Hernández. Y entre esas paredes Ramiro de Maeztu, nieto, se mueve como si fuera su casa.
“Yo a Sánchez sólo lo he visto en una reunión de antiguos alumnos, cuando sólo era diputado, y le dieron una plaquita. Vinieron otros tipos, matemáticos y gente de letras que también hablaron y daba gusto oírlos. Sánchez, en cambio, empezó a soltar un mitin sobre el PSOE que no vino a cuento”, dice De Maeztu. “Yo no le saludé, decidí escaquearme”, reconoce riéndose.
-Y si tuviera a Sánchez delante, ¿qué le diría sobre los títulos?
-Que por qué lo hace. ¿Por votos? ¿Por ganarse a los de Podemos? Hay problemas mucho más importantes que solucionar. Como lo que ha pasado con el Open Arms. Que salga el presidente y haga lo que tiene que hacer, porque esto es una nimiedad. El primero al que se lo tenía que quitar es a Juan Carlos, porque también se lo dio Franco, que le dijo “tú vas a ser rey”. Pero ahí cualquiera dice algo, son palabras mayores. ¿Pero mi abuelo? No es lo mismo que el general Mola o Millán Astray.
-¿Haría una distinción entre los militares golpistas y los hombres y mujeres de la Inteligentsia?
-Bueno… el término golpista, tampoco. Hubo una sublevación, no sé, llámalo equis. No me quiero meter en esas historias pero hay muchos que combaten en una guerra que están mandados, sean generales o sargentos.
Ramiro de Maeztu es una equidistancia materializada en sí. En la guerra, iguales. En su título, le da igual. En ningún momento se le ve la chaqueta. Pero eso no impide que tenga las cosas claras. “El PSOE ya no es lo que era y eso de negociar con Podemos, Bildu y los demás, no lo veo. Pero los otros me parecen lo mismo. Eso sí, Pedro Sánchez me parece un tipo inteligente y un peleón tremendo que tenía todo el partido en contra. Pero nunca le votaría”, cuenta, equidistante, de nuevo. “Y si ahora nos quiere quitar el título, que le quiten el nombre de mi abuelo a todo y lo dejen tranquilo”, y punto.
[Más información: Consulte aquí los 37 títulos nobiliarios que Sánchez quiere eliminar y quién los ostenta]