Cuando el pasado martes la infanta Pilar (83) abandonó el hospital en una silla de ruedas empujada por su hijo, Fernando Gómez-Acebo, todos nos quedamos sorprendidos. A la hermana del rey emérito estamos acostumbrados a verla como una señora fuerte, con el mismo cuerpo erguido que su sobrina la infanta Cristina, y una voz grave. La infanta transformada en anciana a la que dieron el alta en la clínica de Mallorca donde fue ingresada el 31 de agosto no parecía ella. "Ha sido un gran susto, una fuerte bajada de todas las defensas, pero ya me encuentro mucho mejor”, comentaba ella misma a las puertas del hospital. La tía de Felipe VI ya había anunciado el pasado mes de mayo que sufría un cáncer de colon del que le operaron la pasada primavera.
El caso es que los Borbón Borbón, Juan Carlos (81) y Pilar, no han finalizado el verano como esperaban, ya que una semana antes de que la infanta fuera ingresada en Baleares, su hermano estaba siendo operado de un triple bypass en Madrid. Los dos, en los últimos tiempos, han estado en silla de ruedas. Como también lo han hecho, en diferentes etapas, su madre, Doña Mercedes, y su hermana pequeña, Margarita.
El delicado estado de salud de los dos va a hacer que Margarita (80), la pequeña de los tres, tenga que esperar para poder disfrutar de ellos en la tradicional comida del ‘bacalao’ que hacen cada cierto tiempo. El exjefe del Estado y sus dos hermanas se reúnen en un restaurante portugués llamado ‘Tras os montes’, situado al norte de la capital española, para disfrutar de este tradicional pescado luso recordando la niñez que los tres vivieron en el exilio de Estoril (Portugal). Mejor sitio es difícil encontrar en Madrid.
La relación entre Juan Carlos y sus dos hermanas siempre ha sido excelente. Ellas, además de su mujer, Sofía, son las únicas que llaman al emérito bajo el apelativo cariñoso de Juanito. Las dos duquesas, la mayor de Badajoz, la pequeña de Soria, han mantenido siempre una buena amistad con su cuñada, la reina emérita, que ha encontrado en ellas el mejor apoyo cuando su marido hacía de las suyas. Los Goméz-Acebo y Borbón-Simoneta (Juan, Bruno, Beltrán y Fernando) y los Zurita Borbón (María y Alfonso) siempre han congeniado con los Borbón y Grecia. Las tardes en Zarzuela de todos los primos juntos son legendarias y todavía se conserva la tradición de juntarse para la comida de Navidad, aunque ahora se hace en la casa que la infanta Pilar tiene en la madrileña urbanización de Puerta de Hierro. Cierto es que a la reunión navideña cada vez falta más gente: los reyes Felipe y Letizia no han asistido ni una sola vez desde que anunciaron su compromiso en 2003. Porque aunque solo ellos saben lo que ha sucedido en realidad. La cosa es que desde que llegó Letizia a la vida de los Borbón, la relación entre los primos se ha enfriado mucho. “Siempre se han llevado bien. Han sido una piña y para Juan Carlos sus hermanas son muy importantes. Cuando Doña Pi (como llaman con cariño a la mayor) estuvo tan malita en primavera, El Jefe estaba muy preocupado y triste. Siempre han sido respetuosas, jamás se han metido en nada referente al trabajo de su hermano”, confiesa una persona muy cercana a los Borbón y Borbón.
La duquesa de Badajoz es la mayor y la duquesa de Soria es la pequeña. Juan Carlos está en medio de estas dos mujeres que tenían escrito su destino desde el día que nacieron. Los tres hermanos, hijos de don Juan y doña Mercedes, nacieron en el exilio, pero mientras que Pilar lo hizo en Cannes (Francia) sus dos hermanos llegaron al mundo en Roma.
Aunque no siempre se han llevado tan bien. Uno de los pocos momentos tensos de Juan Carlos y su hermana mayor sucedió antes de la boda de los reyes eméritos. A diferencia de su padre, Juan de Borbón, durante el exilio de la familia real, la infanta pudo entrar y salir de España y en uno de los viajes conoció a Luis Gómez-Acebo, primo de la esposa de Simeón de Bulgaria, con quien vivió un largo noviazgo hasta que Juan Carlos se casó con Sofía de Grecia y tuvo hijos. En aquellos momentos, en la Casa Real española estaba vigente la ley pragmática que impedía los matrimonios con plebeyos, so pena de perder los derechos sucesorios. Pilar, situada en el segundo lugar del orden sucesorio, esperó a que su hermano tuviera hijos que garantizaran la sucesión para poder contraer matrimonio con quien quisiera. La duquesa de Badajoz se desesperaba ante la tardanza de su hermano por dar el ‘sí quiero’ y eso provocó entre ellos mucha tensión. Todo quedó olvidado tras la boda, celebrada en 1967 en el monasterio de los Jerónimos de Lisboa. La infanta Pilar y su marido se instalaron en Madrid, donde nacieron sus cinco hijos.
Con Margarita la cosa siempre fue distinta. Juan Carlos tiene cierta debilidad por su hermana menor, ciega de nacimiento, discapacidad de la que se cuenta que nadie se dio cuenta hasta que la niña tenía ya dos años y la niñera que la cuidaba avisó a Doña Mercedes de que la pequeña no seguía los objetos con la mirada. El rey emérito siempre ha sido el guardián de su hermana, hasta cuando conoció a Carlos Zurita y le pidió que lo mantuviera en secreto. Margot, como la llama con cariño toda su familia, conoció al gran amor de su vida en una fiesta organizada por el periodista Alfonso Ussía a principio de los años 70. Se trataba de un joven doctor, licenciado por la Universidad de Sevilla y por aquel entonces profesor jefe de la Escuela Nacional de Enfermedades del Tórax.
Serían dos años de noviazgo casi a escondidas, ya que Juan Carlos se mostraba desconfiado hacia el que iba a ser su yerno. Los príncipes cuñados Juan Carlos y Sofía fueron sus mejores cómplices cuando Margot visitaba a Carlos en Madrid. De hecho, a la boda de los Zurita Borbón, que tuvo lugar el 12 de octubre de 1972 en Estoril, acudieron Juan Carlos y Sofía acompañados de sus tres hijos, Elena, Cristina y Felipe.
Problemas con los Papeles de Panamá
Dos años después su otra hermana, la mayor, fundaría una empresa que nunca pensó que se convertiría cuarenta años después en la única mancha que la duquesa de Badajoz tiene en su historial. La infanta Pilar fue el primer personaje popular que saltó a la opinión pública al hacerse públicos los Papeles de Panamá en 2016. Según estas noticias, la hermana mayor de Juan Carlos presidió y dirigió la compañía ‘Delantera Financiera SA’, una empresa ‘offshore’ radicada en Panamá en agosto de 1974. Aquello sucedió sólo un mes después de que Juan Carlos, entonces Príncipe de España, asumiera de forma interina la Jefatura del Estado debido al grave empeoramiento de la salud de Francisco Franco. La empresa fue disuelta el 24 de junio de 2014, cinco días después de que Felipe VI fuera proclamado rey.
La información de Panamá puso el foco sobre el patrimonio de la infanta Pilar, y sus razones para mantener esa empresa activa durante tantos años en un paraíso fiscal. Se ha especulado que se mantuvo para poder enviar allí el dinero que recibió de la herencia que su padre, Don Juan, dejó a sus hijos en Suiza en 1993. Como reveló el suplemento Crónica, se trataba de tres cuentas con unos saldos totales de 7.955.775 francos suizos. De estos, Pilar recibió 131,4 millones de pesetas que fueron enviados a JP Morgan, en Nueva York.
Aquella publicación de los famosos papeles de Panamá hizo que el actual rey, Felipe VI, tomara distancia respecto a su tía y a sus primos. Lo mismo que con el ‘Caso Nóos’, el actual Jefe del Estado impuso un ‘cordón sanitario’ para que nada pudiera tocar la imagen de la Corona. Esta frontera de seguridad no fue asumida ni por sus padres, los reyes eméritos, ni por sus hermanas, las infantas Elena y Cristina, que se ven mucho con su tía y sus primos.
Juan Carlos siempre ha tenido en sus hermanas un buen hombro en el que llorar, cosa que no es rara en el rey emérito. En uno de esos momentos más convulsos para él y su familia, cuando en 2013 se publicaban las entrevistas que Corinna zu Sayn-Wittgenstein sacando a la luz la relación entre el monarca y la princesa alemana, el padre de Felipe VI se refugió en la casa de Pilar, en el madrileño barrio de Puerta de Hierro, donde pasó el día con sus hermanas. “Quería hacer partícipes a sus hermanas de lo que estaba pasando en esos momentos. En aquella reunión en casa de la duquesa de Badajoz nadie sabe lo que se habló, pero desde luego el entonces rey salió mucho más tranquilo. Ellas le conocen mejor que nadie y saben lo que le preocupa y quita el sueño. Siempre han estado ahí”, revela la misma fuente máxima a Juan Carlos.
Tampoco ha ocurrido con las dos duquesas lo que pasa en muchas familias reales europeas, que es tener problemas con los maridos, es decir, los cuñados. Si no, que se lo digan a Felipe VI con Urdangarín. Pilar es viuda desde que Luis Gómez-Acebo falleciera en 1991 a causa de un cáncer linfático. Saber a qué se dedicaba el duque de Badajoz no es tarea fácil. “Era un intelectual y una persona excepcional”, comenta una de las amigas de la pareja. Y “superinteligente para los negocios”, añade. El marido de la hermana de Juan Carlos fue asesor de varias sociedades que trabajaban en el negocio petrolero. Fue secretario general de la cementera Asland. Muchos lo recuerdan por su papel decisivo a la hora de traer a España la colección Thyssen, ya que mantenía una enorme amistad con el Barón. “Cuando falleció Luis, tan joven, con 57 años, los primeros en llegar a la casa de Pilar fueron Sofía y Felipe. A su hermano, rey en aquel momento, hubo que avisarle porque estaba pasando el fin de semana en Granada, pero estaban todos muy afectados”, cuenta la misma persona. Con quién estaba Juan Carlos a la sombra de la Alhambra es otra historia.
También la relación con Carlos Zurita ha sido siempre buena. La familia de Juan Carlos, cuando Margot empezó su noviazgo, se fiaban poco del joven médico, pensando que quería aprovecharse de la posición de su novia. Sin embargo, el doctor ha demostrado a lo largo de tantos años su sincero amor hacia a duquesa de Soria, a la que cuida con mimo y cariño desde el día de su boda. “Carlos es un hombre discreto, apasionado de la cultura. Ha estado al frente de la Fundación Amigos del Museo del Prado durante muchos años. Adora a su cuñada Sofía, con la que comparte muchas aficiones. Nadie puede dudar del amor de los duques de Soria, y el que lo haga no los conoce. Ahora están como locos con su nieto, Carlitos (hijo de María Zurita). Están felices”, cuenta una amiga del matrimonio.
Los hermanos han terminado el verano con problemas de salud, pero los tres esperan volver a retomar en el menor tiempo posible sus comidas de bacalao en su restaurante portugués favorito.