Una barrendera se afana con su escoba en dejar como el jaspe cada losa de la Plaza de España, en el centro del pueblo, mientras que un jubilado la observa, sentando en un banco, tomando el fresco antes de que el termómetro escale a temperaturas inhumanas. Al fondo, en el paso de peatones, una yaya aguarda la señal del semáforo para cruzar la avenida de las Cortes Valencianas sujetando con una mano al impaciente de su nieto y con la otra el carrito de la compra con el que se dirige al Mercadona que hay en la acera de enfrente. El tráfico fluye -sin atascos ni prisas- pasados unos minutos de las nueve de la mañana de este jueves. Esta apacible estampa que se vive un día laborable en Tavernes Blanques (9.117  habitantes) es diametralmente opuesta a la vorágine vital y productiva de cualquier urbe española, pero los 0,74 kilómetros cuadrados de término municipal que tiene este pueblo valenciano enmascaran a uno de los gigantes económicos del país por su facturación. “¡Hay tanto dinero que está la gente que va a dejar de trabajar!”, clama con ironía la propietaria de la panadería Sant Roc.

El estudio Distribución de la facturación de las sociedades por municipio, elaborado por la compañía Informa D&B, ha catapultado a Tavernes Blanques dentro de la lista de los 20 municipios con más ventas de toda España situándolo en octava posición: sus 66 empresas facturaron en 2017 más de 21.157 millones de euros. Solo le superan Madrid (489.352 millones de euros), Barcelona (87.796) o los 24.100 millones de Arteixo, cuyo motor económico es la presencia de Inditex.

Los autores del informe aclaran que en el caso de las ventas de Tavernes, el 1% lo generaron 65 mercantiles y el 99% lo acaparó Mercadona. “Para la gente son los salvadores del pueblo”, resume la panadera. La compañía de Juan Roig tiene su domicilio social justo encima del supermercado de este pueblo, situado en la avenida de las Cortes Valencianas. El monopolio en la facturación no despierta malestar en los pequeños comercios consultados por este diario, los cuales afirman que sacan rédito de su coexistencia con el gigante de la alimentación, de los productos de higiene personal, de limpieza… “El ratón tiene que convivir con el león”, resume con filosofía Ali, propietario de la Frutería La Palmera y que tiene como vecino el cuartel general de Mercadona en España.

Este argelino asegura que se ha visto beneficiado de la última inversión de la compañía. “Mi negocio ha ganado visibilidad”, subraya a EL ESPAÑOL mientras coloca con mimo, en el exterior de su bajo comercial, las cajas con uva, melones, plátanos… Mercadona adquirió los dos solares que había en el centro del pueblo y que estaban muy degradados con basura y malas hierbas, junto al antiguo mercado municipal, cuya estructura tenía una valla perimetral que tapaba la frutería de Ali. La compañía de Juan Roig invirtió 3 millones de euros para habilitar la Plaza de España frente a la avenida de las Cortes Valencianas de Tavernes Blanques: un nuevo espacio peatonal de 1.700 metros cuadrados, con zonas verdes, que incluyó la recuperación del diseño original del mercado acabando con esa valla que evitaba que los peatones viesen el género del frutero. “Ahora todo está despejado y con la nueva plaza ha aumentado de un 20% a un 30% el tránsito de gente por la zona”. Y eso anima las ventas diarias de este comerciante.

Imagen del supermercado Mercadona que fundó la compañía de la familia Roig en 1977 J.G.

La inversión de Mercadona se llevó a cabo con motivo de la reforma integral que acometió en el supermercado que tenía en esa avenida para adaptarlo a su nuevo modelo de tienda eficiente. La operación generó plusvalías para las arcas municipales y pingües beneficios para los propietarios de los citados solares donde antaño se ubicó el mercado municipal, una bodega y un matadero. La compra también puso fin a un conflicto vecinal y judicial entre dos de los dueños de la mayor parte de los terrenos, los cuales habían generado un quebradero de cabeza al Ayuntamiento porque tenían paralizado el Plan de Actuación Integrada (PAI) en pleno cogollo urbano, al no ponerse de acuerdo en la ampliación de la zona peatonal y la construcción de viviendas. “Había discrepancias sobre la reurbanización de la zona, había tres partes interesadas, pero la disputa era entre los dos propietarios más grandes”, resume sobre aquella disputa el edil de Hacienda de Tavernes Blanques, Jorge Fontestad.

“Mercadona compró los terrenos a los propietarios, habilitó la plaza ajardinada para cederla al pueblo y reformó el mercado que ha recuperado su imagen de los años treinta después de que en 1984 se ejecutase una rehabilitación en la que reinterpretó su diseño”, resalta agradecido el concejal socialista.

En 2015 la deuda municipal ascendía a 2.148.000 euros y en la actualidad las finanzas de la Casa Capitular están saneadas. "La clave ha sido apretarnos el cinturón", asegura el edil. Los beneficiarios de la operación de compra-venta de los terrenos fueron dos jubilados: un profesional de las operaciones urbanísticas (J.G.) y un peluquero (M.S.J.). Este último estuvo muy ligado años atrás a la eclosión de Mercadona después de cambiar la peluquería que regentaba su padre en el pueblo por trabajar en el desarrollo de la compañía de la familia Roig. “Era muy ‘espabilao’, por aquel entonces las empresas buscaban muchos terrenos por Tavernes y se convirtió en jefe de expansión de Mercadona: les localizaba solares, bajos comerciales…”, afirma el hermano de M.S.J. mientras charla con sus amigos en el casino. Su familia es una de las acaudaladas del pueblo gracias a la compañía.

Ali, un pequeño comerciante que convive a diario con el gigante Mercadona J.G.

Tavernes, imán para las empresas

Esta semana el estudio Distribución de la facturación de las sociedades por municipio ha colocado en primera plana a Tavernes Blanques, pero lo cierto es que históricamente este pueblo de la comarca valenciana de la Huerta Norte siempre ha sido un auténtico imán para las grandes compañías: el matadero de José Marqués, la gaseosa, las bebidas de zarza y los polo flash de sabores de La Casera y El Siglo, las salchichas de Oscar Mayer, la porcelana con la que Lladró montó un imperio gracias a clientes como el príncipe heredero de Tailandia o el cantante Michael Jackson… "La ubicación es clave, estamos al lado de Valencia, la tercera capital de España, históricamente hemos tenido acceso directo a Barcelona a través de la Vía Augusta”, reflexiona el concejal de Hacienda. Esa vía que conecta Roma con Cádiz, a su paso por Tavernes Blanques antaño fue la carretera de Barcelona y en la actualidad es la avenida de las Cortes Valencianas en la que se levanta Mercadona y donde tiempo atrás también montaron sus instalaciones La Casera, El Siglo, la primera sede de Lladró… 

“A finales del siglo XIX y principios del XX, fuimos muy conocidos en todo el país por la producción de bebidas azucaradas y porque teníamos muchas industrias cárnicas y mataderos que surgieron en las grandes extensiones de terreno que estaban dedicadas a la huerta”. Tavernes era conocido como el pueblo de las carnes y da fe de ello Vicente, al que sus 85 primaveras no le impiden recordar con nitidez su estreno en la Carnicería El Famós: “Tenía 15 años, empecé de aprendiz matando cerdos: allí vendíamos toda clase de carne y embutido”, rememora con nostalgia. Esta cárnica, situada en la carretera de Barcelona, la actual avenida de las Cortes Valencianas, era una de las más prósperas del pueblo y corría la leyenda entre los vecinos de que la mujer de su propietario tenía tanto dinero que llenaba su bañera de colonia para asearse. “Al final la carnicería El Famós se arruinó y se la quedó un banco”.

El establecimiento salió a subasta justo cuando el matrimonio formado por Francisco Roig Ballester y Trinidad Alfonso Mocholí había comenzado a expandir las tiendas del Grupo Cárnicas Roig, cuya actividad comenzó en un matadero en La Pobla de Farnals a solo 10 kilómetros de Tavernes Blanques. “En la carnicería El Famós montaron su segundo supermercado”, apunta Vicente. Esa tienda causó furor entre los parroquianos porque además de carne y embutido, en sus baldas podían encontrar conservas y productos de proveedores del propio pueblo como la frutería y verdulería de la familia Peris.

Juntos en casa y en el ‘curro’

En la actualidad ni la frutería de la familia Peris sigue activa ni Mercadona sigue tirando como hace más de cuarenta años de proveedores de Tavernes Blanques. El único proveedor local es Fernando Gil Artes Gráficas, una empresa cuyo crecimiento está ligado en parte a tener en su cartera de clientes a Juan Roig para el que diseña la cartelería y trípticos de todos sus supermercados. El gigante de la alimentación tiene a 453 personas trabajando en las oficinas (400) y en la tienda (53) que situadas pueblo de la comarca de la Huerta Norte. “Las 53 personas de la tienda sí son de Tavernes o de localidades muy cercanas”, remarcan fuentes de la compañía. “Esta empresa es una parte importante de nuestra vida porque ha dado estabilidad a mi familia y seguridad para desarrollar un proyecto de vida”, destaca Esmeralda Soriano después de 37 años trabajando en la caja, la charcutería, la pescadería y la cocina.

Esmeralda Soriano, está empleada en la sección 'Listo para comer', y su marido, Jorge García, trabaja en caja. J.G.

“Mi marido, mi hermano y mi cuñada también trabajan para Mercadona”. En la tienda de Tavernes pueden coincidir en un mismo turno tres miembros de esta familia. Esmeralda está en la cocina de la nueva sección ‘Listo para comer’, que se puso en marcha tras la reforma integral del establecimiento. Su marido, Jorge García, trabaja en la caja.

-¿Esmeralda cómo lleva eso de coincidir con su esposo en casa y en el trabajo?

-¡No lo veo! Durante 10 años no hemos coincidido en ningún turno para cuidar a mi hija, pero ella ya está en la universidad y para nosotros está muy bien hacer el mismo horario porque luego nos vamos juntos a la piscina, a andar, de vacaciones…

La hija del matrimonio ya sabe también lo que es trabajar para la compañía, lo hizo para la compaña de verano en Denia, hace un par de años. “Las condiciones laborales son buenas”.

El cafelito de Juan Roig

El supermercado de Tavernes Blanques, fundado el 1 de enero de 1977, no fue el primer Mercadona, pero fuentes de la compañía remarcan que “es una tienda icónica” para Juan Roig porque fue una de las ocho tiendas que sus padres montaron con el Grupo Cárnicas Roig, como preámbulo al salto comercial que dio la compañía que le ha llevado a contar con 1.628 establecimientos en España y Portugal. De hecho, es habitual ver al presidente ejecutivo y máximo accionista de la empresa de camino a las oficinas, incluso tomando en alguna ocasión un cafelito rápido por el centenario Restaurante Estela, muy conocido en toda la comarca por su paella de fetge de bou (hígado de toro), entre otras delicias para el paladar.

Detrás de la barra está David Miralles, otro de los pequeños empresarios del pueblo que se beneficia de los efectos colaterales de la facturación de Mercadona. “El 10% de mi clientela diaria son los empleados de las oficinas”, estima este hostelero con tres décadas de experiencia, que no pierde comba haciendo cafés y dando conversación a la clientela. “La hora punta son las dos de la tarde: siempre vienen a por el menú del día (10,50 euros)”. Como el restaurante de David también se benefician del trasiego de clientes y empleados de la compañía por la localidad, el hostal Abelardo donde es habitual ver a la plantilla de la tienda tomando un café en su tiempo de descanso, el estanco, la administración de lotería…

David Miralles, del Restaurante Estela, bromeando con los clientes mientras que hace un café. J.G.

“Nosotros nos llevamos bien con ellos: todas las tiendas de Pollos Planes las montamos cerca de Mercadona”, subraya risueña la carnicera María José Sanchís. No habla en vano porque Pollos Planes está prácticamente pegado a la fachada del supermercado del empresario multimillonario Juan Roig. “Muchos vecinos de pueblos pequeños como Carpesa, Bonrepós y Mirambell vienen a Mercadona a hacer la compra y a nosotros nos piden nuestros huevos de granja, que le preparemos un pollo: la carcasa para el caldo, la pechuga fileteada…”.

“No tenemos mercadonadependencia”

Otra de las grandes contribuciones de la compañía de Juan Roig a Tavernes Blanques después de ceder a los vecinos la flamante Plaza de España, inaugurada el pasado julio, ha sido la adquisición de los dos imponentes edificios de época que flanquean el supermercado de la avenida de las Cortes Valencianas, cuyas fachadas han sido restauradas por la compañía, así como el interior de los inmuebles y sus mosaicos. “Una de las viviendas era de un médico y la otra de una familia del pueblo, al final, con la compra de esos inmuebles ayudan a conservar el patrimonio inmobiliario de la antigua carretera de Barcelona (Vía Augusta) y es de agradecer porque recientemente la hemos declarado casco histórico para proteger las fachadas de las casas”, resalta el edil de Hacienda, Jorge Fontestad. Mercadona también colabora con las ayudas de emergencia social que el Ayuntamiento entrega a las familias con pocos recursos: un cheque para canjear en el ‘súper’ de la compañía en productos de primera necesidad para niños y adultos.

Una abuela se dispone a cruzar, con un carrito de la compra, junto a su nieto, para entrar en el Mercadona de Tavernes Blanques J.G.

Estar dentro del ‘top’ veinte de pueblos afortunados de España no soluciona problemas endémicos como el paro, que afecta a 658 de los 9.177 vecinos de Tavernes Blanques. Ni tampoco evita que muchos vecinos critiquen que en todos estos años el Ayuntamiento no haya desarrollado un polígono industrial en condiciones o que el urbanismo haya reducido a la mínima expresión los angostos espacios de huerta. No obstante, contar en el término municipal con la presencia no solo de Mercadona, también de Lladró, con lo que ello conlleva, puestos de trabajo, flujo de clientes, comerciales y proveedores por la localidad que benefician a la actividad del tejido comercial y hostelero, sin duda, contribuye a manejar datos positivos en uno de los indicadores de la calidad de vida: la renta per cápita. La de Tavernes Blanques es de 21.811 euros anuales, una suma que se aproxima a la media que hay en la Comunidad Valenciana de 22.659 euros.



La presencia de esas multinacionales también generan ingresos a las arcas municipales por el pago de impuestos. Como curiosidad, apuntan fuentes del Consistorio, es la afamada firma de cerámica y porcelana la que paga más tributos (IBI) que la compañía de supermercados porque sus instalaciones ocupan una mayor extensión de suelo. “No tenemos mercadonadependencia porque somos un pueblo que ha albergado muchas grandes industrias de gran renombre”, afirma con vehemencia el concejal de Hacienda. “Siempre he dicho que somos un pueblo de contrastes: aquí tenemos comercios que nunca llegan a funcionar o tenemos empresas que pegan una explosión”.

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