Todo empezó con un baile. "La ama siempre cuenta que le pedía baile, le pedía baile... y ella se lo negaba. '¡Qué pesao!' decía...". A Karlos Arguiñano (71) le costó mucho conquistar a María Luisa Ameztoy, más conocida como 'Luisi'. La primera vez que la vio fue en una discoteca de Zarautz (Guipúzcoa). Él, que entonces tenía 24 años, insistía e insistía pero Luisi tenía los ojos puestos en un chico de Orio. "... pero al final, cayó", cuenta Joseba Arguiñano Ametzoy (34) durante una entrevista con EL ESPAÑOL. Es el hijo pequeño del cocinero más famoso de la tele y su sueño era dedicarse al surf, pero se quedó en repostero y está siguiendo los mismos pasos de su padre: aparecerá en el programa "Cocina abierta de Karlos Arguiñano", de Antena 3, preparando recetas dulces y sencillas para los que quieran comer sano, pero no tengan tiempo para cocinar. No es de extrañar, porque todo lo que toca Arguiñano se convierte en oro: sus más de cinco empresas obtienen al año más de 20 millones de euros.
- ¿Quién cocina mejor el aita o la ama?
- Ufff... pues no tengo uno preferido. Cada uno tiene sus cositas, pero mi padre es más de cocinar en la tele y mi madre, en casa. Le sale todo bien. Cuando vivía con ellos todas las semanas nos hacía un plato. Cocinaba unas patatas panadera con unas cebollas pochadas y luego le echaba unos huevos por encima. Es su receta estrella.
A Joseba se le cae la baba cuando recuerda las recetas de su madre. Luisi, más conocida como mujer de Arguiñano, es una mujer emprendedora que empezó su andadura profesional a los 10 años como pescadera. Karlos, hijo de taxista y modista, es natural de Beasáin (Guipúzcoa). Tuvo que ayudar mucho en casa porque su madre padecía de polio, lo que le impedía caminar bien. Lo suyo no era estudiar y a los 17 años decidió apuntarse a la Escuela de Hostelería del Hotel Euromar, en Zarautz. Allí conoció a Luisi y a los 24 años, se casaron. Décadas después, el matrimonio ha construido un imperio millonario que cuenta con más de siete empresas.
20 millones de euros al año
La primera de las sociedades, y la que más importancia tiene en sus ingresos, es Karlos Arguiñano Promociones S.L. El chef fundó esta sociedad en 1991 para la gestión de su imagen y de sus derechos, pero que en la actualidad figura como la compañía a través de la cual gestiona el hotel restaurante que lleva su nombre. Fue ese año en el que comenzó a realizar sus programas de cocina en la televisión nacional con el espacio El menú de cada día en TVE. Luisi y sus hijos aparecen como administradores de la sociedad, cuyas últimas ventas conocidas (2018) alcanzaron casi los 3,5 millones de euros.
El cocinero también tiene una inmobiliaria llamada Irusta Gain SL que cerró el año 2017 con ventas de más de 2,4 millones de euros. El matrimonio también es propietario de la empresa Bainet Taldea, un grupo de comunicación que produce, entre otros, sus programa de televisión y edita sus libros de cocina. A través de esta empresa invierte en otras compañías que suman un total de casi 9 millones de euros en ventas.
Bajo su legado también está la empresa Baiko Taldea, un grupo deportivo que integra a la empresa deportiva de pelota vasca profesional Baiko Pilota (antes llamada Asegarce), el equipo de motociclismo Baiko Racing Team (antes llamado AGR Racing Team), la recién creada Baiko Fundazioa, encargada de gestionar la pala profesional y de impulsar un proyecto de pelota vasca femenina, así como otras marcas encargadas de gestionar instalaciones deportivas, como frontones. Todo este conglomerado cerró el año pasado con ventas que superaban los 3,5 millones de euros.
La familia Arguiñano también cuenta con el 60% de las acciones en la empresa de apuestas deportivas Bluespock, y la mitad de la agencia de publicidad Euskal Prensa, que trabaja en exclusiva para el periódico Gara y que cerró el ejercicio del año 2016 con casi 2 millones de euros en ventas. Un entramado empresarial que suma 21 millones euros en ventas, a pesar de que hace 30 años una deuda de más de 30 millones de pesetas (el equivalente a 180.000 euros) con un vendedor de pescado casi le lleva a la ruina, pero su contrato en la televisión hizo que todo se quedase en un susto.
Los vascos también cuentan con una bodega junto a un grupo de amigos en el municipio de Aia donde producen txacolí bajo el nombre K5. A esto se le suman sus colaboraciones en televisión, los ingresos que obtiene de la Escuela de Hostelería Aiala y sus más de 53 libros publicados.
El hijo 'sexy'
"Ha sido un gusto crecer así. Nuestra vida es maravillosa", cuenta a este periódico Joseba con un fuerte acento zarauztarra. El repostero recuerda los viajes de esquí a Andorra, los cruceros y las vacaciones en Canarias. Cada uno de los miembros del clan es forofo de la Real Sociedad y antes jugaban todos a la pelota vasca. "Es un deporte que castiga. Te rompe la mano y te tuerces los tobillos. Ahora jugamos al golf. Es más light, pero el pique entre hermanos sigue estando allí", confiesa Joseba entre risas.
"Desde que tengo uso de razón aita siempre ha sido famoso. Nunca sentí presión por hacer el mismo camino que él. No era el mejor del mundo estudiando. En casa tenemos esto y dije 'voy a intentarlo'", añade. Y así fue.
- ¿Recuerdas el primer plato que cocinaste con tu padre?
- Unos huevos rellenos de atún.
Joseba es el pequeño de los hermanos Arguiñano y le da vergüenza que en los medios se refieran a él como el hijo sexy del cocinero. La madre de sus dos hijos, de dos y cinco años, se llama Nathalie y es trabajadora social. No le preocupa el futuro de sus pequeños, lo único que quiere es "que sean felices".
Enamorado del chocolate
A los 16 años dejó el colegio para empezar un grado medio de cocina en la escuela de su padre. Después se fue a Australia un año. "Me fui a aprender inglés y a tener una experiencia buena", cuenta. Volvió con las pilas puestas para seguir aprendiendo en Barcelona en el obrador de Christian Escribà. "Allí descubrí el mundo del chocolate y me enamoré. Jugaba con las paletas encima de la mesa, hacía figuras... Me gusta más que cocinar otros platos porque con el chocolate estás en contacto directo con la materia prima, te ata mucho más..." explica el repostero.
"A raíz de eso, al volver a casa puse en práctica lo que había aprendido y aquí sigo", añade, aunque confiesa que gran parte de su sabiduría con los dulces la heredó de su tía Eva. El chef empezó a llevar el obrador del hotel-restaurante que lleva el nombre de su padre y, a día de hoy, cuenta con su propia pastelería llamada JA en Zarautz y San Sebastián. Aunque Joseba sea experto en repostería, asegura que cocinar con parrilla es su perdición. "Sal, aceite y parrilla. Aunque sea simple, con buen material siempre sale bueno", dice el vasco.
No será la primera vez que el hijo menor de Karlos aparezca en pantalla. Joseba presenta desde el pasado año el programa 'Historias a bocados' en la televisión vasca ETB1 y el pasado mes de marzo empezó a colaborar en el programa "Sukaldaria", donde visita diferentes puntos de la comunidad autónoma y prepara platos típicos deliciosos. "Estoy conociendo todo Euskal Herría y estoy encantado", confiesa el repostero.
De los siete hermanos, sólo dos trabajan fuera del mundo culinario. Amaya es ingeniera y Karlos se gana la vida en el ámbito audiovisual. El resto, entre fogones. Su otra hija, María, no lleva el apellido Arguiñano. A finales de los años 90 Karlos estuvo un tiempo viviendo en Argentina durante su aventura televisiva por Sudamérica. En Buenos Aires conoció a María Torres, que trabajaba como asistenta doméstica en la casa donde el chef estaba residiendo. La argentina le contó sus sueños y ambiciones como cocinera y él se la llevó a Zarautz, para no volver. María es jefa de cocina en el hotel restaurante de la familia y es una hermana más.
Hombre de mar
Joseba no nació sabiendo que acabaría trabajando como repostero. Durante unos años se obcecó con la idea de ser piloto. "Me encantaba el mundo del motor, los coches, las avionetas, todo. Quería hacer un curso de mecánica para poder ser piloto, pero no todo sale. Son humos que tienes cuando eres un chavalito", manifiesta el joven. Pero lo que sí tiene muy claro es que es un hombre de mar. "Me encanta la pesca, el surf y las rocas. Soy del salitre", confiesa.
-¿Chocolate o surf?
- Surf y chocolate
Este hombre de mar se ha recorrido el mundo buscando la mejor ola. Tal era su pasión por este deporte acuático que hizo un curso de marketing dirigido a los amantes del surf e incluso empezó a construir tablas junto a unos amigos. "Al final tuve que elegir. O surf o repostería", cuenta.
- ¿La mejor ola?
- En las islas Mentawai, Indonesia.
El repostero también cuenta que su padre, aunque no lo parezca, tiene dos tatuajes en el brazo y una tabla. "Se supone que de joven hacía algo de surf, pero yo nunca le he visto encima de la tabla", explica riéndose.
Joseba se encuentra en la cresta de la ola. Tiene muchas colaboraciones pendientes con su padre y un futuro prometedor con un gran imperio que dirigir. Aún así, a él solo importa el aquí y el ahora. "Vivo el presente y no miro tanto al futuro. Me veo feliz con la familia y con los amigos. Viviendo el día a día".