Viladecans

“¿Sabéis que tengo un barco?”, le soltaba Mariano a los clientes del Bar El Recodo (Gavá, Barcelona) sin que nadie le hubiese preguntado. Entonces los presentes resoplaban y miraban para otro lado. Porque cuando Mariano empezaba con la cantinela, que era casi siempre, aburría a la concurrencia. Mariano, un dentista argentino de 49 años y un ego más grande que su barco, era el elemento que había perturbado el ecosistema de ese bar desde hacía casi medio año.

Hay consenso: Mariano era un fantasma y un fanfarrón. Nadie lo podía ni ver. Pero tampoco lo podían echar del bar, porque era el novio de la dueña, Susana Cortés. También fue el hombre que la maltrató de forma sistemática, que le pegaba en lugares no visibles para no levantar sospechas. Mariano fue el hombre que dejó morir a su novia Susana, diabética, por una bajada de azúcar en la víspera de su cumpleaños. Y que en lugar de auxiliarla, se limitó a grabarla con el móvil durante una larguísima agonía. Sucedió el 21 de junio. Al día siguiente, la fallecida hubiera cumplido 44 años.

En Gavá no se habla de otra cosa. De la dramática muerte de Susana, la dueña del Bar El Recodo, y de la responsabilidad de su novio. De Mariano, el dentista argentino con el que no llevaba ni cinco meses de relación. Un tipo conflictivo que no cayó bien a nadie desde que llegó. Que estaba encantado de haberse conocido y cuya conversación favorita era él y sus cosas. Un hombre que se había peleado con varios clientes (sin motivo aparente) durante los pocos meses que apareció por allí. Alguien que hizo del bar de su novia su casa, y de casa de su novia un infierno.

Esconder las palizas

“Susana no le decía a nadie que Mariano la maltrataba. Incluso escondía los moratones para que no sospechásemos”, cuenta Carla, la cocinera del bar. Una brasileña que lleva más de tres años trabajando con la fallecida. “Ella siempre fue una persona con un carácter muy fuerte, pero con Mariano se transformaba. Se lo consentía todo. Yo sé que le pegaba porque le vi los moratones, aunque ella los intentaba ocultar. Él sabia dónde pegaba, porque Susana tenía las marcas en las piernas, en la espalda y en partes del cuerpo que no se veían. Pero yo pasaba todo el día con ella en la cocina y a veces se agachaba. Yo le veía un golpe en la espalda y le preguntaba”.

Susana, a la izquierda, junto a sus dos hermanos

¿Qué contestaba Susana? “Que se había caído. Desde que empezó a salir con Mariano, ‘se caía’ constantemente. Una vez incluso llegó con un ojo ‘a la virulé’. Le preguntamos qué le había pasado y nos dijo que se había dado con una puerta”, resume David, uno de los clientes habituales del establecimiento, coincidiendo con la versión de la camarera. “Susana era una mujer querida por todo el mundo. Yo no he conocido una persona más generosa. Ella patrocinaba al equipo de fútbol de veteranos del barrio, que se llama Los Molinos. Algunos jugadores eran clientes habituales. Un día les preguntó qué necesitaban para mantener el club. Le dijeron que una esponsorización de 400 euros. Pues 400 euros les dio, sin pedirles nada a cambio”, recuerda David.

Generosa, excelente cocinera (con eso también hay consenso en Gavá) y con fuerte carácter. ¿Qué sucedió en su vida? Que conoció a Mariano. Un argentino residente en Viladecans, el mismo municipio donde vivía Susana. Una ciudad que ha sido azotada por la violencia machista en demasiadas ocasiones este año. Primero fue Janet Jumillas y ahora Susana Cortés.

Bar El Recodo de Gavá. Era el restaurante que gestionaba la víctima

A Mariano lo conoció en un bar de copas a principios de año. Lo recuerda una amiga de la fallecida: “Yo estaba con ella esa noche. Éramos tres amigas. Se acercó a pedirnos fuego y empezó a hablarnos y a contarnos cosas. Que si era dentista y tenía una consulta en Barcelona, que si tenía un barco, que si era no sé qué… La verdad es que a mí pareció un fantasma y un pedante. Pero a las dos semanas me enteré de que Susana estaba saliendo con él. Me extrañó bastante, pero si ella era feliz...”.

Susana era divorciada y tenía un hijo de 15 años, fruto de su anterior relación. Su expareja vive en Ciudad Real y ambos mantenían una relación bastante cordial. De hecho, mandaba a menudo a su hijo a Castilla La Mancha para que pasase tiempo con su padre. Ellos tampoco eran conscientes de que su nuevo novio argentino le estaba dando mala vida.

Misteriosas caídas

Mariano casi que se instaló en el bar desde entonces y ella varió su comportamiento de forma preocupante. “Él aparecía y le exigía comida de muy malos modos. Le pedía un entrecot y ella perdía el culo por hacerle el entrecot. Luego, cuando acababa de cenar, el tío era capaz de apretarse una botella de Beefeater él solo. Si a eso le sumas lo mucho que le gustaba meterse cosas por la nariz, ya lo tenías alterado”, explica Juan, otro de los clientes habituales. Y por alterado se refiere a violento. Empezaba con la cantinela de que tenía un barco y acababa encarado con cualquiera. “Hay un chico que viene a este bar desde que lo abrieron. Nunca se ha metido con nadie. Un día se fueron los tres de fiesta y Mariano le acabó pegando una paliza. Susana también lo tapó, diciendo que el chaval se había caído”. Así, desde que apareció Mariano por Gavá, todo el mundo se caía de forma misteriosa.

Susana empezó a faltar al trabajo, cosa que no había hecho jamás en los años que regentó el bar. Alejandro, que entonces era camarero y ahora es el propietario, lo recuerda: “Llamaba diciendo que se había caído. O que se había dado un golpe y no podía venir a trabajar. También se empezó a adelgazar. En los 4 meses de relación perdió más de 10 kilos”, cuenta. Añade además un detalle: “Empezó a faltar dinero en la caja. Yo lo sé porque la cuadraba todas las noches. Igual cerraba con 700 euros y al día siguiente me encontraba solamente 100 y un papel que ponía “-600 euros”. Eso no había pasado nunca desde que yo estoy aquí”.

Este es Mariano, que dejó morir a Susana de hipoglucemia

A las misteriosas ausencias de Susana y sus todavía más misteriosas caídas, se le sumó la inquietud que empezó a manifestar. No reconocía abiertamente que Mariano le pegaba, pero empezó a dejar caer en su entorno que lo quería dejar porque era un fantasma. “También se instaló una aplicación en el móvil que grababa las llamadas, por lo que pudiera pasar”, explica otra clienta del bar.

Una película gore

Pero nada se pudo hacer para sacarla de aquel pozo tóxico que era su relación con el dentista argentino. Según cuentan en El Recodo, la noche de autos “fue el 21 de junio y no el 18 como hemos visto publicado por ahí. Lo sabemos porque ella cumplía años el 22 de junio y ese fue el día del velatorio”, señala uno de los clientes. Durante los dos días anteriores habían tenido peleas muy fuertes. Pero lo que pasó esa noche parece el guión de una película gore.

Susana era diabética y al parecer, tras otra paliza de Mariano, sufrió una tremenda bajada de azúcar. Estaban los dos solos en casa de ella. Su hijo estaba pasando la noche en casa de un amigo. Mariano, muy pasado por los efectos del alcohol y las drogas (según creen en el entorno de la fallecida), no solamente no la auxilió: también la humilló hasta que falleció. Le preguntaba cómo estaba. Ella, agonizando, le contestaba “cómo voy a estar después de la que me has metido”. Susana se encontraba francamente mal y le pedía una Coca-Cola para que le subiese el azúcar. Él se la negó y siguió grabando. Cuando la mujer falleció, tras más de 10 horas de sufrimiento, el dentista argentino se largó.

Ahora, tres mese después del suceso, la policía ha concluido la investigación y ha detenido a Mariano. En poder de las autoridades se hallan ahora los macabros vídeos que grabó que el hombre mientras Susana se debatía entre la vida y la muerte pidiendo un refresco con azúcar para poder salvarse. Todos sospechaban de Mariano, pero no ha sido hasta ahora cuando han confirmado lo que todos creían: que Mariano, el fantasma que se pasaba el día hablando de sí mismo, acabaría con la vida de Susana Cortés.

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