La ceramista Virginia Paz mostrando una de sus obras.

La ceramista Virginia Paz mostrando una de sus obras. Fernando Ruso

Reportajes

Los juguetes sexuales de cerámica que hace la sevillana Virginia: decoran y no contaminan

La firma Luxury Sex Design ofrece varias colecciones ejecutadas por artesanos y diseñadores de toda Europa. “Sí, se llega al orgasmo”, aseguran. 

5 octubre, 2019 02:45
Pepe Barahona Fernando Ruso

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La primera vez que Danyela tuvo en sus manos un dildo de cerámica le vinieron tres preguntas a la mente: ¿Se romperá? ¿No parece muy rígido? ¿Llegaré al orgasmo? Solo necesitaba usarlo para responderlas, así que empezó a jugar. Primero descartó las dos primeras dudas, jamás podría partirse durante su uso y el esmalte confería un agradable tacto que permitía que, lejos de durezas, se deslizara por su piel sin apenas oposición. Minutos más tarde confirmó la última: “Sí, se llega al orgasmo”. Era su primera vez con un juguete sexual sin plásticos, sin gomas ni siliconas. Y volvería a usarlo.

Para 2050, los océanos tendrán más plástico que peces. Bajo este vaticinio de la FAO, un diseñador italiano afincado en Barcelona ha creado la marca Luxury Sex Design (LSD): dildos de cerámica como alternativa al omnipresente plástico en la industria de los juguetes sexuales. De paso, la firma se posiciona como alternativa a los succionadores de clítoris y demás vibradores que brindan orgasmos en menos de dos minutos. Materiales naturales para pasar del fast sex al slow sex.

Detrás de esta idea está Dodi Giannese, un joven diseñador y fotógrafo de moda femenina de 33 años italiano, de Milán, aunque residente en España. “Siempre me interesó la mujer, su belleza, sus derechos y su poder”, explica a EL ESPAÑOL el que fue autor de varias campañas de Jhon Galliano, Antony Morato, Angelo Galasso o Maddalena Triggiani.

Virginia Paz elaborando una de las piezas únicas de Luxury Sex Design.

Virginia Paz elaborando una de las piezas únicas de Luxury Sex Design. Fernando Ruso

Su trabajo como fotógrafo lo llevó a mudarse a Australia, donde asegura tomó una especial “sensibilidad para defender el planeta”. “Ahí sentí la necesidad de hacer una pequeña contribución para luchar contra el plástico, entonces elegí un mercado en rápido crecimiento en el que prevalecen los artículos de plástico”, recuerda el italiano. Y nació, en 2018, Luxury Sex Design.

“Pensé que el mercado de juguetes sexuales estaba lleno de plástico y que nadie estaba tratando de cambiarlo, solo plástico y baterías, y eso es muy malo para el planeta”, razona Dodi. “Pensé que tenía ante mí una nueva idea, un nuevo desafío: crear un nuevo paradigma en la industria del juguete sexual. Libre de plástico y hecho a mano”.

“Una revolución”

Para cumplir con su propósito contactó con artesanos de varios puntos de Europa. Y poco a poco ha ido tejiendo una red de colaboradores que va en aumento y en la que todos tienen clara la filosofía de la firma. Con las reacciones que ha ido obteniendo de ellos, Dodi ha confirmado que su idea se asienta sobre un concepto que faltaba en el mercado. Algo que trasciende la cerámica y que irá evolucionando a otros materiales, como la madera o el vidrio. “Esperamos que esto sea una revolución”, afirma su creador. De momento, el primer catálogo ya supera los 30 diseños

“Queremos dar valor a las habilidades humanas y ofrecer colecciones limitadas en lugar de producciones masivas propias de las grandes empresas industriales”, explican desde Luxury. “Para evolucionar la forma en que percibimos las herramientas eróticas desde su concepción, pensamos en algo especial y único: el enfoque artesanal —razona el ideólogo—; y al reunir a los mejores artistas y sus habilidades adquiridas, impulsamos aún más la idea de una industria del placer más inteligente, más segura y más ética”. Las piezas oscilan entre los 30 y los 270 euros.

Varias de las piezas manufacturadas por la artista sevillana.

Varias de las piezas manufacturadas por la artista sevillana. CEDIDA

La firma ofrece en su web, el único canal de venta al público, varias colecciones que ayudarán a sacar de los cajones estos objetos facilitadores del placer. Sí, todos son juguetes sexuales, pero también son piezas escultóricas, obras de artesanía únicas. En su catálogo hay variedad de tamaños, colores y formas; algunas más evocadoras, otras más fálicas y realistas. Pero siempre libres de plásticos y pensadas desde el taller en el propósito que han de cumplir.

“Instantes de maravillosa diversión”

“El barro no engaña, no te perdona que no le hayas dedicado toda la atención durante el proceso de creación; cada pieza se lleva parte de ti y es muy gratificante saber que tu trabajo puede brindarle a otra persona unos instantes de maravillosa diversión”, explica Virginia Paz, de Virgen Cerámica, un estudio sevillano que colabora con la marca.

Virginia lleva tres años enamorada de la cerámica. A lo largo de su vida ha hecho fotografía, ilustración, decoración de espacios infantiles, pero nada terminó de cuajar. Estando embarazada de su hija Miranda empezó a dar clases de alfarería, y ahora hace juguetes sexuales. Además de otras creaciones en las que priman las formas orgánicas y neutras inspiradas en la naturaleza o en la arquitectura.

“Primero boceto, luego voy dándoles forma pensando en lo que a mí me gustaría”, explica sobre el proceso de creación de los juguetes sexuales hechas por ella misma. “Lo he enseñado a amigas y es divertidísimo —relata Virginia—, porque a algunas les parece gordísimo, a otras pequeños, hay a quienes le gustaría que girase más la punta… y creo que eso es lo bonito, que cada pieza tenga diferentes tamaños, diferentes formas como tan diferentes pueden ser los gustos de cada mujer”.

La ceramista Virginia Paz mostrando una de sus obras.

La ceramista Virginia Paz mostrando una de sus obras. Fernando Ruso

De momento, su colaboración con la firma LSD se ha materializado en seis creaciones. Aunque presagia que serán muchas más, porque esa es otra de las cualidades que atrae a los artesanos: no hay prisas ni exigencias. “Nos dicen que nos tomemos nuestro tiempo, y eso es un privilegio, porque hoy nadie entiende los tiempos de la cerámica —aplaude la artista—; la gente quiere algo y lo quiere ya, y los procesos del barro son los que son”.

Del fast sex al slow sex. La filosofía que envuelve la creación acaba convirtiéndose en un alegato en defensa de la ecología y en una crítica al consumismo. Además, también lanza un mensaje contrario al orgasmo rápido que brindan otros juguetes sexuales como los succionadores de clítoris o vibradores. El material, la cerámica, también condiciona la forma en la que se usa. Incluso la liturgia de los preparativos, porque cada dildo puede atemperarse vertiendo agua caliente en la vasija contenedora. Todo requiere tiempo.

Frágil: Caricias delicadas

“Desde el momento en el que coges la pieza todo cambia, sabes que es algo delicado, algo frágil pese a que no se va a romper durante la masturbación, lo que obliga a que las caricias sean también más delicadas —advierte Virginia—; es el disfrute de las formas, el darle calor, mucho más gozoso”.

Todas las piezas pasan un control de calidad que revisa, sobre todo en el dildo —la parte en contacto con los genitales—, que no queden craquelados ni poros que puedan generar molestias durante su uso. También se usan barros de alta temperatura, más resistentes, y esmaltes libres de plomo. Una serie de garantías que hagan del objeto un instrumento del placer sin riesgos.

Danyela es otra de las artesanas de Luxury Sex Design y a medida que ha ido creando sus diseños los ha ido probando. “Al principio lo veía como un producto asexuado, porque al usarlo me fijaba más en la parte profesional; pero después sí empecé a usarlo de forma más natural, los cogía, los usaba y comprobé que realmente sirven para dar placer”, explica la artesana, de 33 años y natural de Bogotá, aunque residente en Málaga.

Virginia con el torno en su taller del centro de Sevilla.

Virginia con el torno en su taller del centro de Sevilla. Fernando Ruso

“Salvo porque no vibra, tampoco hay tantas diferencias con respecto a otros hechos de plástico; de hecho, la cerámica es más limpia, más higiénica y se funde contigo cogiendo la temperatura a medida que se va usando”, explica Danyela Téllez, de Totuma Ceramics.

Según su experiencia, hay muchas mujeres que se interesan por estos objetos cerámicos, pero son pocas las que se atreven a usarlo. A priori, la aparente dureza y fragilidad frena a las curiosas, aunque sus creadoras tratan de desmontar estas suposiciones añadiendo otras ventajas frente al plástico: “Esto es algo para toda la vida, no se le nota el paso del tiempo; y es un objeto que puede tenerse a la vista de todos, no guardado en un cajón”, razona Danyela.

Libre de los ftalatos del plástico

La cerámica es un material saludable. Solo se necesita agua para limpiarlo y, a diferencia de las siliconas o el plástico, no absorbe bacterias ni contiene ftalatos, un compuesto que se añade a los plásticos para incrementar su flexibilidad, algo muy utilizado en la industria de los juguetes sexuales.

Se estima que este tipo de objetos contienen entre el 40 y el 80 por ciento del peso total del producto, lo que hacen destacar a los juguetes sexuales por encima de cualquier otro producto hecho de plástico. Ese material es el responsable de que las creaciones sean suaves. La presencia de ftalatos en la industria del sexo también lleva asociada un mayor uso de estabilizadores de zinc, plomo, estaño, bario o cadmio.

Según Greenpeace, “los juguetes sexuales contienen altas concentraciones de los peligrosos suavizantes tóxicos, prohibidos por sus posibles impactos en salud. De ocho juguetes sexuales analizados en Países Bajos, en siete se encontraron niveles de ftalatos que van del 24 al 51 por ciento”. Con cada uso se liberan microdosis de este compuesto que va a parar a las mucosas y de ahí al torrente sanguíneo. A mayor uso, mayor contaminación. Y eso no sucede con la cerámica.

Además de estos beneficios, este tipo de juguetes sexuales de cerámica coincide con la idea defendida por los sexólogos de disfrutar con calma del sexo. “De sentir las diferentes sensaciones, de disfrutar del camino y no solo del resultado final. Los juguetes de cerámica no tienen su punto fuerte en esta rapidez —si es que eso es un punto fuerte—, pero sí en la posibilidad de generar nuevas sensaciones mediante la temperatura y el tacto”, explica la sexóloga Arola Poch, psicóloga, sexóloga y autora del libro ‘Las cosas claras’ (Plataforma, 2019).

Alguna de las piezas que Virginia fabrica artesanalmente para Luxury Sex Design.

Alguna de las piezas que Virginia fabrica artesanalmente para Luxury Sex Design. Fernando Ruso

“En este sentido sí creo que pueden ser un buen complemento para introducir en juegos eróticos a solas o en compañía y ser parte de todo el encuentro”, destaca la experta. Eso sí, Poch recomienda que como en todos los juguetes, cada uno se conozca a sí mismo para saber qué es lo que le gusta y saber así cual es el mejor medio para conseguirlo.

“El clítoris, ya lo sabemos, es un órgano de excitación muy importante, pero también se puede conseguir excitación mediante la penetración”, razona la sexóloga. “Cada mujer es diferente y, en este sentido, los dildos también tienen su espacio. En cualquier caso, también se puede usar de forma externa —recomienda Poch—; al tener un tacto suave y jugar con la temperatura, también puede resultar estimulante aplicado en el clítoris”.

Para el creador de Luxury Sex Design está clara la aportación de su firma a un mercado de juguetes sexuales dominado por artilugios cada vez más mecanizados, como los succionadores de clítoris o los vibradores. “Nosotros queremos que la mujer experimente, que se sienta libre de explorar, de hablar sobre sexo; y que haya buen rollo con productos que son seguros, y en el futuro abrir a otros géneros y orientaciones”, zanja Dodi. Pero siempre libre de plásticos.