Una enfermera del Hospital Mateu Orfila de Mahón (Menorca) entró a cambiarse de ropa tras finalizar su jornada laboral. Mientras se desvestía, vio algo que le llamó poderosamente la atención. Encima de la taquilla encontró una caja de cartón con una bolsa negra agujereada. Le pudo la curiosidad, que se transformó en mosqueo cuando empezó a sospechar lo que tenía delante. En efecto, metió la mano y sacó un teléfono móvil que estaba grabando. El agujero de la bolsa negra coincidía con el orificio que necesitaba la cámara para registrar limpiamente las imágenes.
“¿De quién es este móvil?” preguntó furiosa tras el hallazgo. Tras varios intentos, salió finalmente el dueño del teléfono: era uno de los médicos de la unidad de cuidados intensivos del hospital, que reclamó la propiedad del aparato, sin poder justificar por qué estaba grabando dentro de una bolsa que lo ocultaba. Al parecer, no fue un hecho aislado: lo hizo más de dos mil veces.
J.C.L.E., de 43 años de edad, de origen peruano y doctor residente en el Hospital Mateu Orfila, es el responsable. Entraba disimuladamente en el vestuario femenino de la clínica y allí ocultaba su teléfono móvil grabando. Nadie sospechaba que el amable médico de la unidad de cuidados intensivos del hospital de Mahón (Menorca) era en realidad un sátiro que grababa a sus compañeras en los vestuarios mediante cámaras ocultas. A todas horas. Hay más de un centenar de afectadas y sospechan los investigadores que podría haber destinado el material registrado para venderlo.
No sólo eso. La pulsión del especialista de la unidad de intensivos por robar imágenes íntimas de mujeres trascendía el centro. De todas las 2.300 grabaciones que la policía ha intervenido, la mayoría han sido ubicadas en el centro hospitalario; un total de 83 mujeres con la intimidad violada en el hospital. Pero en total son 101 las víctimas. Hay casi una veintena de vídeos que han sido registrados en otros lugares que todavía no han podido ser identificados. Ni los emplazamientos ni las protagonistas.
El compañero más amable
Acaba de concluir la investigación policial de una operación que arrancó hace ahora un año. A finales de agosto de 2018 saltó la liebre. Una trabajadora del hospital denunciaba que estaba siendo grabada con una cámara oculta en el vestuario. La policía intervino y concluyó que el médico de la Unidad de Cuidados Intensivos, J.C.L.E era el responsable de estas grabaciones. Una revelación que supuso un shock para los trabajadores del centro.
Nació en Perú, pero lleva media vida en España. J.C. estudió medicina en la prestigiosa Universidad de Salamanca, y llevaba varios años como residente en Menorca. Si entre los trabajadores hubieran hecho una porra previa para adivinar cuál de sus compañeros era una depravado sexual, el nombre de J.C. hubiera sido de los menos recurridos. Cuentan en el entorno del hospital que es una persona que destaca precisamente por su extrema amabilidad, su nula conflictividad y su excelente trato con compañeros y pacientes.
Elevado nivel de vida
Sí que llamaba la atención su elevado tren de vida. Buen coche, buena casa, situación desahogada… Demasiado incluso para sus compañeros médicos. Este ha sido uno de los indicios que hace sospechar a la policía que el material incautado (2.300 vídeos) no era registrado solamente para consumo propio, sino que podría estar traficando con estas imágenes y vendiéndolas por internet. Vídeos de mujeres cambiándose. No solamente compañeras de trabajo. También personal en prácticas y familiares de algunos pacientes que venían a visitar a sus enfermos y se cambiaban de ropa al salir, por haber estado circulando por zonas restringidas o de riesgo tóxico.
J.C. tenía varios ardides para colocar el teléfono grabando. Uno de ellos era el de la bolsa negra agujereada, que fue con el que le descubrieron. Pero también solía recurrir a la papelera que hay situada justo al lado del inodoro. Allí camuflaba el dispositivo móvil con papeles y, como en el caso de la bolsa, despejaba de forma estratégica el enfoque del objetivo, para poder grabar a las mujeres haciendo sus necesidades. La policía ha confirmado que el médico sátiro se había hecho con dos llaves del vestuario femenino para poder acceder con libertad cuando no había nadie cerca, sin levantar sospechas.
101 víctimas
Fue el propio Área de Salud de Menorca la que decidió llevar el caso a las autoridades. Recogió los hechos por los que se había quejado la enfermera ante la dirección de su hospital y procedió a denunciar los hechos en la comisaría de la Policía Nacional de Mahón. La policía consiguió luego una orden judicial para registrar su casa, donde examinó los discos duros y halló los más de 2.300 archivos grabados de forma clandestina en los vestuarios de mujeres. El Servicio de Salud abrió de inmediato un expediente interno al galeno y lo suspendió de sus funciones. El caso fue puesto después en conocimiento de la abogacía de la Comunidad Autónoma, que es la que se personará en la causa judicial. El médico está acusado de un delito contra la intimidad y el honor.
El médico realizaba las grabaciones de forma compulsiva. No solamente en su puesto de trabajo. También en otras ubicaciones donde él veía que podía colocar el objetivo oculto. De las 101 personas afectadas, 83 fueron grabadas en el centro hospitalario, pero las 18 restantes resultaron registradas en otros lugares que todavía no se han podido concretar. Al menos 90 de ellas han sido ya identificadas. La mayoría son compañeras suyas de trabajo. El doctor, al parecer, tenía especial querencia por grabar a algunas mujeres en concreto, cuya presencia en los vídeos se repetía con mucha frecuencia. Pero todavía hay una decena de mujeres que han sido grabadas en situaciones íntimas y sin su consentimiento, que no han sido identificadas y cuyas imágenes podrían estar dando vueltas por la red, en manos de los pervertidos que presuntamente compraban los vídeos al médico de Mahón.