Un operario ecuatoriano limpia la persiana de uno de los establecimientos vandalizados el fin de semana en Barcelona. “Aquí, limpiando lo de la lucha del pueblo”, cuenta entre carcajadas de resignación. No dice más; bastante tiene con lo suyo. Él y el resto de comercios que resultaron dañados y saqueados durante las protestas violentas de los independentistas en el centro de la ciudad condal.
Una acción de saqueo selectiva, porque en el trayecto que realizaron los violentos por la principal zona comercial de Barcelona, se encontraron infinidad de tiendas. Pero solamente se emplearon en las que contenían los artículos más ‘golosos’. A saber: teléfonos móviles, televisores, zapatillas o ropa deportiva. El asalto al nuevo Media Markt de la calle Fontanellas fue el que más repercusión tuvo, porque ha corrido como la pólvora el vídeo de personas sacando televisores a discreción. Porque, como dice el eslogan de Media Markt, ellos no son tontos. Son violentos y ladrones, pero tontos no.
No fue la única. La tienda Vodafone de Portal del Angel, la Orange de la calle Pelayo o la tienda deportiva Footlocker de la misma calle, fueron otra de las damnificadas por estos ‘daños colaterales’ de la cólera de los vándalos. Además, otros establecimientos como la tienda de lencería Intimissimi de Rambla de Catalunya, el restaurante Asador de Aranda o el Banco Pichincha (ambos situados en la calle de Pau Claris, en dirección a la Vía Layetana) también acabaron, por distintos motivos, entre los establecimientos que han acabado pagando el pato de una protesta mal entendida. Esta es la ruta de la vergüenza durante la jornada de resaca de las algaradas de Barcelona.
Media Markt
Es el más nuevo de los comercios saqueados este fin de semana. Uno de los más frecuentados del centro de Barcelona por turistas y locales. Situado a 30 metros de la Plaza Cataluña, su entrada aparecía destrozada la mañana del domingo. Fue el principal objetivo de los ladrones. Se han viralizado las imágenes de manifestantes saliendo de la tienda cargados con televisores de hasta 40 pulgadas. Porque si uno hace la revolución, luego quiere tener una tele en alta definición en casa para poder apreciar su obra.
Los miembros de la plantilla intentaban trabajar el lunes con normalidad. Tienen la directriz de no decir nada: “Eres el quinto periodista que viene esta mañana, pero no podemos hacer declaraciones”, se disculpaba la responsable de atención al ciente. EL ESPAÑOL ha intentado ponerse en contacto con Media Markt Ibérica, cuya sede también está en Barcelona. Sorprendentemente, la empresa le ha dado fiesta al departamento de prensa el lunes y no van a hacer (al menos por el momento) balance público de los destrozos. Pero televisores, ordenadores y teléfonos móviles se llevaron a mansalva, según cuenta uno de los trabajadores fuera de micro. “Yo lo vi por un vídeo que me mandaron al Whatsapp y las teles salían a chorro”.
La mañana del lunes, con el comercio abierto, un cristalero era ayudado por uno de los trabajadores de la tienda en la tarea de sellar las lunas dañadas, para que no se hicieran trizas sobre lo clientes. “No puedo hablar, pero vaya tela”, era lo único que acertaba decir el chico, encaramado a una escalera. La tienda cerró en vista de los disturbios, para proteger al personal. Lo mismo sucedió con la tienda Movistar que se encuentra al lado. Lo que sucede es que la empresa de telefonía sí que contrató a vigilantes de seguridad para proteger de algún modo su comercio. El único daño que han recibido ellos ha sido una pintada en la puerta que pone “Ladrones”. Peor suerte corrió la competencia.
Vodafone y Orange
Para hacer la revolución, es necesario estar muy bien conectado y comunicado con tus compañeros de guerrilla. Y para eso es necesario un buen smartphone. Y si es gratis parece que hasta funciona mejor. Ese debe ser el motivo por el que los principales objetivos de los rateros fueron las tiendas de telefonía.
Dos fueron los comercios de este sector saqueados por la turba del sábado noche: la Vodafone de Portal del Ángel y la Orange de la calle Pelayo. Ambas permanecían cerradas el lunes por la mañana, consecuencia del pillaje del fin de semana. En la Vodafone, varios operarios trataban de enderezar la persiana destrozada, mientras un cartel de la empresa lamentaba el cierre y emplazaba a los clientes a ser atendidos en la tienda sita en la calle Pelayo. Allí, los dependientes tampoco estaban autorizados a hacer declaraciones. La tienda Orange, por su parte, estaba cerrada a cal y canto y parapetada con maderas, para impedir que algún avispado quiera aprovechar el agujero y servirse algún terminal nuevo gratis a toro pasado.
EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con ambas centrales: Vodafone contestó de inmediato y se encuentra realizando una valoración de los daños. Orange tuvo a las responsables de prensa ocupadas durante toda la tarde, porque en ningún momento fue posible que nos pasasen con ellos. Trabajadores de la primera explicaron, también de forma extraoficial, que los Iphone y los Samsung más nuevos fueron los teléfonos que más triunfaron entre los amigos de lo ajeno.
Footlocker
En una revolución hay que correr. Mucho. Para eso es necesario contar con calzado deportivo cómodo y a ser posible nuevo y caro. Y si no es mucho pedir, gratis. La respuesta la encontraron los vándalos enfrente de la tienda Orange. En la misma calle Pelayo hay un Footlocker, que es una empresa norteamericana dedicada a la venta de artículos deportivos. Cerca hay perfumerías o restaurantes, pero ahí no hay material para hacer la revolución en condiciones. En la Footlocker, en cambio, hicieron buen acopio de chandals de las marcas Nike (claro símbolo del capitalismo) y Adidas (de contrastado pasado nazi), así como de zapatillas New Balance, porque ahora están de moda y molan mucho. Fueron los artículos que más desaparecieron de los estantes el sábado por la noche.
Cinco empleados de la tienda charlaban sobre el asalto el lunes por la mañana en la puerta de la tienda. Ninguno estaba autorizado a hablar y muy amablemente declinaban hacer declaraciones: “Me quedo sin curro, tío”, lamentaba uno ante la insistencia. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con la empresa, pero tampoco ha hecho declaraciones. Entretanto, la tienda permanecía cerrada al público el lunes, la persiana entreabierta y mucho trabajo dentro. Se conoce que, además de robar, aprovecharon para arrasar lo que encontraron a su paso. Todo muy consecuente con una protesta pacífica sobre cuestiones políticas territoriales.
Banco Pichincha
Si alguien creía que el Banco Pichincha no iba a pagar sus repetidos agravios contra la República Catalana (?) se equivocaba. La oficina de Barcelona de esta entidad bancaria ecuatoriano fue destrozada por los alborotadores el sábado por la noche. El cristal de la entrada destrozado y con pintadas de “Ladrones”, “Hijos de puta” y “ACAB” era la imagen que ofrecía la sucursal ubicada en la calle Pau Claris.
Sorprende que, en una zona en la que abundan las oficinas bancarias de otras entidades como BBVA o La Caixa, el más damnificado haya sido un banco ecuatoriano que además tiene el cartel amarillo, como los lazos de los manifestantes. Hay gente que cree que eso se debió a que entre los violentos había peruanos y ecuatorianos que, enfadados tal vez con el banco que les cobra sus hipotecas, decidieron reventarlo en una especie de acto de justicia poética. Lo único claro, según ha sabido EL ESPAÑOL, es que los violentos no lograron llevarse dinero.
Un barcelonés que camina por la zona le explica a EL ESPAÑOL: “Yo estuve en la manifestación del sábado y fue pacífica. Eso son delincuentes que han aprovechado las concentraciones para robar. Hablaban en español. No somos violentos. Los independentistas de verdad no hacemos esas cosas”, sostiene en tono agrio. Parece buen momento para explicarle que ese razonamiento se llama “falacia del falso escocés”. Pero para qué perder más tiempo, habiendo más comercios vandalizados que visitar.
Asador de Aranda
Una de las imágenes más icónicas de los disturbios del sábado es una pancarta del restaurante Asador de Aranda sirviendo como escudo a los manifestantes que lanzaban adoquines a la policía. El Asador de Aranda también se encuentra en la calle Pau Claris, unos metros más abajo que el Banco Pichincha. Los violentos arrancaron el cartel y lo utilizaron como barricada, en una estampa en la que daba la falsa impresión que el restaurante esponsorizaba de algún modo los disturbios.
Los camareros aún tienen el miedo en el cuerpo. Y lo mismo que en los otros comercios: no tienen autorización para hablar. Una de las trabajadoras comentaba que estaban dentro trabajando cuando empezó el mambo (expresión que popularizó la política fugada de las CUP Anna Gabriel), que pasaron miedo y que creen que fueron atacados porque la empresa es de Castilla. Pero nada más. EL ESPAÑOL también ha intentado ponerse en contacto vía telefónica con sus responsables, sin éxito. El restaurante, eso sí, permanecía abierto el lunes a pleno rendimiento. En la puerta, el famoso cartel achicharrado sosteniendo los pedazos de cristales destrozados por los alborotadores.
Intimissimi
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, una tienda de lencería de Rambla de Catalunya también fue objeto de la ira de los manifestantes más violentos. ¿Es necesaria la lencería femenina para hacer la revolución? A priori no, no parece parte de la indumentaria homologada. Pero la ropa interior de mujer es patriarcal y capitalista. Al menos eso es lo que pone en la pintada que hicieron con spray en el cristal de la tienda Intimissimi: “Patriarcat i capital, aliança criminal” fue el mensaje que se encontraron los trabajadores de la tienda cuando fueron a abrir el lunes. Esta, afortunadamente para sus propietarios, no recibió pedradas.
También El Corte Inglés de Plaza Cataluña tiene un largo escaparate roto, además de pintadas que se extienden por toda la zona caliente de los disturbios del sábado. “Puta Espanya”, esteladas, lazos, hoces y martillos y la A de los anarquistas son los símbolos más repetidos por estos improvisados ‘Banksis’ pacifistas. Persianas de establecimientos cuyo contenido no interesaba a los ladrones y marquesinas de los autobuses fueron los lienzos más utilizados.
El lunes, Barcelona recuperaba el pulso y la normalidad. Ya no era una ciudad bloqueada y sí una recopilación de escenarios destrozados en nombre de una causa. Los turistas tiraban fotos, incluso a una pintada que aboga porque no vengan más turistas. A pesar de los intentos de paralizar Cataluña, la vida sigue igual en Barcelona, solo que con heridas temporales que han perjudicado solamente a los comerciantes de la zona y que han beneficiado solamente a unos cuantos avispados. Ellos no son tontos...