La transformación de Rosario, la exmujer de 'El Chicle' para romper con su pasado: el "divorcio total"
La sesión fue una disección absoluta de la vida sexual de Abuín y del modo que tenía de tratar a las mujeres, explicado por todas sus víctimas.
13 noviembre, 2019 14:39Noticias relacionadas
Alta, delgada con el pelo liso, una media melena arreglada, mechas castañas, Rosario Rodríguez Fraga entró en el salón de bodas de los juzgados de Santiago de Compostela con la cabeza elevada, el cuello recto, la ropa elegante, y sin girar ni una sola vez la cara hacia el lugar que ocupaba José Enrique Abuín, El Chicle, su ex pareja, para prestar declaración sobre el asesinato de Diana Quer. Las cien personas presentes en la sala apreciaron al momento ese notable cambio en ella. No tardó en empezar a largar.
-Él era consciente de que nuestra relación iba a pique aquel verano, que ya no estábamos bien. Que todo iba a caer sí o sí.
Rosario explicó que ahora vive una vida nueva. Que ya está totalmente divorciada del acusado. Y que ha trasladado su día a día a Catoira, alejada de todo lo que pueda recordarle a él y a todo lo experimentado en los últimos tres años. También relató cómo se enteró de que Abuín le había sido infiel en dos ocasiones, el declive de la pareja, su carácter ("José Enrique no es violento, violento, pero se alteraba con facilidad"). También la inquietud que le iba entrando conforme pasaban los meses y el caso de Diana Quer seguía en las noticias. Y cómo comenzó a sospechar de su marido.
Su declaración resultó la más extensa. Estuvo serena, tranquila, relatando cómo le encubrió porque él se lo había pedido y cómo se enteró de que había sido arrestado. "Desde el primer momento le exigí la verdad. Yo le pregunté muchas veces si sabía algo de esa chavala. Pero me dijo siempre que no. Entonces me enteré por una llamada que hice a los padres de Enrique y me dijo su madre que en televisión estaba saliendo mi casa y la de mi hija. Me cabreé y dije toda la verdad".
La sesión de este martes fue una disección absoluta y arrolladora sobre la vida sexual de Abuín, sobre sus hábitos, sobre el modo que tenía de tratar a las mujeres, sobre cómo las abordaba, sobre las ocasiones que, al volante de su Alfa Romeo, acechaba a las puertas de los institutos, sobre sus visitas a los clubs de alterne de la provincia con su compinche, sobre todas sus "barbaridades" (así lo definió una de las jóvenes de Boiro), y también acerca del tipo de mujeres que le gustaban, incluso las que pagaba después en los prostíbulos. Siempre altas, siempre delgadas, siempre morenas. Y con prácticamente todas sus víctimas en la sala.
En la misma sala coincidieron prácticamente todas las víctimas de 'El Chicle' a lo largo de los últimos años, bien para escuchar el relato de los vicios del asesino, bien para declarar y confesar todo lo que sabían o lo que habían tenido que soportar: ante el micrófono desfilaron las dos hermanas a las que abordó en Boiro la noche del 23 al 24 de diciembre de 2017, un día antes del intento de secuestro a la chica perpetrado en la misma localidad, la hermana gemela de su ex mujer a la que violó hace 14 años, otra mujer que le denunció cuando fue detenido y que declaró que a ella también la había tratado de meter en el coche.
Juan Carlos Quer se colocó en la segunda fila de los asientos del público. A su derecha se sentó su hija Valeria, con el abrigo entre los brazos, cogiéndole la mano a su padre. Aguantó en la sala hasta justo antes del inicio de la declaración de la mujer de 'El Chicle'. No pudo contener las lágrimas. Se marchó en ese instante, visiblemente afectada. A la derecha de Valeria, en el mismo lugar que la jornada anterior, Eli, la madre de la joven a la que 'El Chicle' trató de secuestrar en Boiro, y también Blanca Estrella, presidenta de la Asociación Clara Campoamor.
La evidencia de un testimonio
La ristra de relatos en cascada sobre los comportamientos sexuales del asesino confeso dejó en la sala una sensación inapelable. Fue una avalancha de evidencias sobre la conducta de Abuín, narrada en primer término por algunas de las mujeres que habían tenido que sufrir sus insistentes métodos.
Rosario, muy recta, impasible, reveló que había iniciado su relación con 'El Chicle' cuando tenía solo 14 años. Y que una vez terminada, con él ya en prisión, teniendo ella su vida rehecha, empezó a recibir todo tipo de cartas suyas escritas desde la celda. Abuín no la miró ni una sola vez. En algún momento negaba con la cabeza, y apoyaba sobre la mesa las manos, en una de las cuales todavía lucía el anillo de casado.
Todas las partes centraron sus estrategias en ese relato de la vida sentimental, fuera y dentro del matrimonio. Así, todos y cada uno de los familiares de Abuín tuvieron que responder sobre cómo le gustaban las mujeres, sobre los comportamientos que tuvo con ellas, sobre cómo se gestionó en el seno de la familia la violación a su cuñada.
Y entonces entró Vanesa, su cuñada, y se hizo el silencio en la sala hasta que se sentó ante el micrófono:
-Poco a poco lo vas sobrellevando, sigues adelante. Es algo que nunca vas a olvidar, porque llega la fecha y siempre te viene a la cabeza.
Todos los hermanos creyeron lo que contaba, dice Vanesa. Todos excepto Rosario, que en aquel momento acababa de comenzar su relación con Abuín. "Más tarde retomé la relación con ellos por la niña, más que nada. Luego me fui de casa porque estaba embarazada y estaba ya con mi pareja. Y los sábados veía a Enrique Abuín en casa de mis padres, cuando íbamos a comer".
Fue su madre la que la acompañó a poner por primera vez la denuncia. Durante muchos meses tuvo que estar con atención psicológica constante. Incluso, reveló, el recuerdo de la violación le volvió en los últimos tiempos al comenzar con su nueva pareja
-¿Alguna vez la amenazó?
-Sí, con un cuchillo, cuando la agresión sexual.
'El Chicle' ya no permanece inmóvil como en la jornada anterior. Niega una y otra vez con la cabeza, sin mirar a su cuñada, sin levantar la vista del escritorio y dirigiéndose solo a quien tiene a su izquierda, la procuradora. Escribe una y otra vez en un papel que pide prestado. Luego le pasa las notas a su letrada.
Dos bravas hermanas
Los testimonios van transcurriendo durante tres horas sin solución de continuidad, y los relatos que realizan, sin tener que ver los testigos entre sí resultan extremadamente similares: el hombre en su coche, en su Alfa Romeo, abordando chicas jóvenes, altas, delgadas, todas indefensas. Algunas de ellas bravas, como las dos jóvenes hermanas de Boiro a las que abordó aquella jornada del 23 de diciembre, el día previo a la Nochebuena, cuando estaban en una comida con las amigas del pueblo. Ambas se enfrentaron a aquel hombre que bajaba la ventanilla y y les insistía una y otra vez para que subieran, con el vehículo en marcha.
-Mi hermana fue lista y le dijo 'vivimos encima del bar', sabiendo que mi padre estaba dentro del bar. 'Rubia, ven aquí, que te vas a cortar', me dijo, porque llevaba los zapatos en la mano".
Ella y su hermana desvelaron cómo Abuín paró varias veces el coche aquella noche delante del bar en el que estaban. Y cómo insistía en llevarse a las dos. No se arredraron. La más joven sacó el teléfono y comenzó a grabar la cara del criminal a través de la ventanilla del coche. Una semana después vieron la cara de 'El Chicle' en televisión y le reconocieron al instante.
La sesión se cerró hasta la jornada del miércoles cuando ambas hermanas terminaron de declarar. Al levantarse la sesión, Valeria se levantó corriendo de su silla y salió por la puerta en busca de ellas. No las conocía, pero las tres se fundieron en un largo abrazo.