El 31 de mayo del año 2000 se vivió uno de los episodios más surrealistas de la historia de Gran Hermano. Y eso que el camino del programa no había hecho más que comenzar. No terminaban de apaciguarse los ánimos tras la expulsión de la casa de Vanessa Pascual (la primera villana oficial, el ya mítico 'jó-de-te'cuando "un activista proetarra" -fue lo que dijo un portavoz de Telecinco- irrumpió vociferando en el salón al grito de "¡Liberad a los presos de Soto!". También se puso a insultar a Koldo, otro de los concursantes más populares, ya icono cañí de la casa de los líos más famosa del país. 

El hombre blandía una bandera blanca con la frase Euskal presoak etxera, el emblema esgrimido por quienes apoyaban y apoyan el acercamiento de los presos de la banda terrorista. La organización actuó de inmediato. Koldo llamó a los guardias que velan en todo momento por la seguridad de lo que ocurre en la vivienda. Accedieron a las habitaciones, detuvieron al espontáneo, lo pusieron a disposición de la Guardia Civil y Mercedes Milá, la sempiterna presentadora, pasó directamente a publicidad. Solo pudieron verlo quienes estaban conectados a la emisión 24 horas del canal Vía Digital. Fue una de las pocas situaciones en las que la organización decidió intervenir y frenar directamente lo que ocurría en el interior de la casa. En 20 años de programa.

Es todo lo contrario a lo que ocurrió en el caso de Carlota Prado. Nadie entró a detener lo que ocurría, nadie irrumpió en la casa a interponerse entre ambos, mientras la joven, insconsciente, era presuntamente forzada sobre la cama. Denunció tiempo después los presuntos abusos sexuales sufridos a manos de José María en la noche del 4 de noviembre de 2017, tras una fiesta  escasa de comida y repleta de alcohol que se celebró en pleno concurso. Las declaraciones de los responsables de la productora ante la jueza, a juicio de Carlota y de sus letrados, consultados por EL ESPAÑOL, son la prueba de que nadie quiere responsabilizarse de lo ocurrido.

Al día siguiente de los hechos, una elipsis que los espectadores no lograron percibir, Zeppelin TV, la productora de GH, informó de que José María había sido expulsado del concurso. Pretendieron mantener en privado lo ocurrido, por lo menos durante un tiempo, pero la gravedad de los presuntos hechos, las cámaras grabando (aunque no llegara a emitirse nunca) y la angustiosa sensación hicieron que, ahora, cuando Carlota ha decidido "desahogarse", contar por fin lo ocurrido, todo haya saltado por los aires. 

Los interrogados, el jefe, la subordinada que se encontraba a los mandos aquella noche y el número 2 de la dirección del programa, se echan las culpas. Nadie paró (o nadie quiso parar) lo que se estaba viendo en las pantallas de la sala de control. Todo son contradicciones. Lo que no se contradice con nada es el momento en que a Carlota le exhiben, al día siguiente de los hechos, la grabación de lo ocurrido.

La cámara no dejó en ningún momento de grabar. El rostro de la víctima se contraía hasta quebrarse, roto por las lágrimas. "Para, por favor", suplicaba, una y otra vez. "¿Puedes pararlo ya?". "Lo paramos cuando quieras, Carlota. Creemos que tienes que verlo, pero como tú quieras. Hay más". Y siguieron grabando lo que sucedía en la sala del confesionario. La chica, tal y como relató a El Confidencial, tuvo que girarse para no mirar. "Por el bien de ambos, esto no debe salir de aquí"

Imagen de Carlota Prado en su participación en GH Revolution (2017).

Ahora es una jueza de Colmenar Viejo la que investiga lo ocurrido aquella noche en la famosa y diáfana casa de Guadalix de la Sierra. Y la que ve indicios de un abuso sexual grabado por las cámaras del programa más visto de la televisión española.

El programa había traspasado prácticamente todos los límites en sus innumerables formatos (GH, GH Vip, GH Revolution, por poner solo algunos ejemplos) : concursantes lanzándose muebles entre sí, arrojando vinagre o aceite en las camas de sus compañeros, Carlos 'El Yoyas' forcejeando con Fayna en la segunda edición, y siendo expulsado de la casa por ello, Indhira llamando "zorra" a Carol (GH 11) mientras le arrojaba un vaso de agua a la cara. Expulsados de todo tipo, edredoning, 'Fresita', la volcánica Aída Nízar, etcétera.

Todo ello fue tolerado por los televidentes. Pero la vivienda escrutada en cada rincón por decenas de cámaras, donde los espectadores rastrean los movimientos de sus protagonistas nunca había caído tan bajo, nunca se había alcanzado el umbral de un caso de presuntos abusos sexuales dentro de la casa, los denunciados por Carlota. La joven víctima, dos años después, decidió romper su silencio y contarlo todo en esta entrevista. Algunos hablan ya del mayor escándalo de la historia de la televisión en España. Es mucho decir, incluso, para lo que el programa acostumbraba a regalar a su audiencia.

"Cuidado con el micro"

"¿Entramos o no entramos?". Es la 1:30 de la madrugada del 4 de noviembre de 2017. Tras la fiesta, Carlota y José María abandonan la fiesta y entran en una de las habitaciones. Todas las cámaras continúan grabando. En la sala de control, donde el personal vigila sin descanso durante las 24 horas del día, la 'súper' de turno advierte que en una de ellas se están produciendo movimientos sospechosos.

"Me han sacado de juego porque no he visto bien qué ha sucedido",  dijo María Robles Hurtado. EL ESPAÑOL ha tenido acceso a su declaración, y lo que aseguró ante la magistrada instructora fue esa llamada a su jefe para explicarle lo que estaba pasando. Para saber si había que actuar. El 'súper' es, en el universo orwelliano de GH, esa voz metálica y distorsionada que retumba por los altavoces de la casa cuando es preciso comunicar algo a los concursantes. Esa noche, en ausencia del jefe supremo de la emisión, ella actuó como tal. Suyos eran los mandos del programa. 

Floren Abad, como dijo su subordinada ante la jueza, era quien tomaba todas las decisiones dentro de la casa. Quien tenía la última palabra: "Si se cae alguno o pasa alguna cosa, soy yo la que gestiona lo que haya que hacer". Resulta diferente cuando la cosa se complica. En aquel caso había que entrar a sacar a José María. Y ahí es ya distinto: "Previamente solemos consultarle a Floren. Le decimos, ¿entramos o no?".

Una imagen de José María y Carlota en la casa, antes de los hechos.

El 'súper' tiene 53 años y nació en Zaragoza en 1966. Es el productor ejecutivo. Dicen algunos de sus antiguos empleados en la productora que antes de Gran Hermano fue guionista de otros programas de televisión. Escribió libros para niños antes de ser la voz de la autoridad en la casa de Guadalix. Posee estudios de Geografía e Historia, y hace ya años que su voz distorsionada sienta cátedra y manda en la casa.

Allí nada se hace sin que él lo garantice antes, pero él seguró ante el juez lo contrario. Que aquella noche María, quien estaba de turno, pudo tomar y tomó la decisión de frenar lo que pasaba. También dijo que entre los trabajadores del programa hay un código con los concursantes que sirve para que paren todo lo que están haciendo en el momento que sea necesario. Hay distintas variantes en esta especie de contraseña cifrada que ellos mantienen de forma interna. Algunas de las opciones son: 

a) "El micro".

b) "Ponte el micro".

c) "Cuidado con el micro".

"Floren, ¿entramos o no?"

María hizo aquella noche todo "lo que podía hacer". Interrumpió por megafonía empleando ese código interno suyo. En el programa siempre hay personal de seguridad, pero nadie entró ni en aquel momento ni después. "No vi lo que estaba pasando debajo del edredón. Yo solamente vi a Carlota en mal estado, pero yo no sabía lo que pasaba debajo". Luego la instructora le preguntó:

-"¿En algún momento se le representó la posibilidad de que se estuviera cometiendo un delito?".

-"Sí".

Y eso fue cuanto hizo. Ella explicó después que no tenía la autoridad suficiente para irrumpir con todos los recursos en la casa y detener todo aquello. También negó que la responsabilidad sobre lo ocurrido fuera totalmente suya. "Todos tenemos un cargo, pero esto va por jerarquías. El máximo responsable era el productor ejecutivo y director general... Floren Abad o el señor Álvaro Díaz (el otro productor ejecutivo)". 

Después de interrumpir lo que está ocurriendo, María les llamó a los dos. Le dijo al juez que en esos casos lo que suele pasar es que se ponen "de acuerdo con el responsable de producción para llamar a los responsables y entrar en la casa".

El peor año en audiencia

Jorge Javier, el presentador al frente de 'Gran Hermano VIP'. Gtres

El año en que ocurrieron los hechos estaba siendo uno de los peores en cuanto a cifras en la historia del programa. Iban de capa caída. Y quizá por eso quisieron innovar introduciendo concursantes totalmente anónimos. La audiencia cayó hasta el 14,3%, algo nunca visto en el formato más seguido de la historia reciente de la televisión y que tantos y tan pintorescos personajes ha ofrecido a los ojos de sus fieles seguidores. 

Es una de las críticas que desde el entorno del acusado y de su defensa realizan a Gran Hermano. "Aquel año las cifras de audiencia estaban yendo mal, hasta ese momento. Mi defendido y Carlota estaban viviendo una relación, solicitaban la hora sin cámaras, mantenían relaciones casi a diario. Ojo, no estoy justificando nada. Ahora te digo, si alguien está viendo eso, en este caso el súper, y no hizo nada, es que no vio que pasase nada. Yo si veo que está pasando algo, yo intervengo".

Desde la productora del programa, que fue la que interpuso la primera denuncia, ofrecen su postura oficial a este periódico: "Nos gustaría enfatizar que nunca se filmaron imágenes con la intención de ser transmitidas. Sin embargo, lamentamos que la conversación donde Carlota fue informada tuviera lugar en el confesionario. Las imágenes solo se proporcionaron como evidencia cuando fueron solicitadas por las autoridades, encriptadas y custodiadas". 

En el libro Ácido Sulfúrico, la escritora Amélie Nothomb narra la historia de un campo de concentración convertido en el plató de un reality show. Una de las frases lapidarias del delgado volumen, una distopía al estilo de 1984, aparece en la página 9: "Llegó el momento en que el sufrimiento de los demás ya no les bastó: tuvieron que convertirlo en espectáculo".

Dice el entorno de Carlota a EL ESPAÑOL que quiere que todo termine ya. Que está yendo al psicólogo desde que todo pasó. Que no ha vuelto a trabajar. Que si por ella fuera también denunciaba a la productora. Y que lo que quiere demostrar a quienes la insultaron, a quienes le llamaron de "puta" para arriba es que lo que dice ocurrió de verdad. Un abuso sexual grabado en un reality show, dentro de una casa plagada de cámaras. Ella solo quiere que termine esta especie de pesadilla en la que se ha visto inmersa. Y que ya dura mucho, demasiado tiempo. 

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