Amali era “un buen tipo”. Da igual a quién le pregunten, los comentarios de Facebook que lean o los amigos con los que contacten para hablar de él. Todos, sin pensar, lo tenían en estima, lo querían; y todos, este lunes, lo lloran. Lamentan que, este fin de semana, el joven de 22 años se fuera de fiesta a Estepona (Málaga) y se encontrara, inconscientemente, con quien no debía, un brasileño que lo apuñaló y le quitó la vida a las 03:30 horas.
Nadie, en su pueblo, se lo cree. Amali, peluquero de profesión, residía desde hace años en Manilva (Málaga), pero solía irse, como la mayoría de jóvenes de su edad, de fiesta a Estepona, que está a apenas 20 minutos en coche. “Es algo que hacía con frecuencia y jamás le había pasado nada porque no se solía meter en líos”, reconoce uno de sus conocidos en conversación con EL ESPAÑOL. Sin embargo, este fin de semana, fue diferente. Pasó lo que sus amigos nunca hubieran imaginado y jamás hubieran querido.
Amali, una vez más, se fue a Estepona para pasar una noche divertida, tomarse unas copas y disfrutar. Lo que hace, en realidad, cualquier joven a su edad. Pero, pasadas las 03:00 de la mañana, dentro de un bar, empezó a discutir con un joven de su misma edad de origen brasileño. Se armó revuelo y los responsables de seguridad del local los separaron y les ordenaron salir de la sala individualmente.
Pocos minutos después, ambos se encontraron de nuevo, continuaron discutiendo y el joven brasileño, entonces, sacó un cuchillo del bolsillo y le apuñaló en el cuello. Los presentes reaccionaron inmediatamente y llamaron al servicio de emergencias del 112 para alertar sobre lo que había ocurrido en esta zona de ocio del puerto de Estepona.
Poco tiempo después, la Policía Local y la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias (EPES) se presentaron en la escena del crimen e intentaron salvar la vida de Amali, pero poco pudieron hacer. El corte en el cuello le había quitado la vida inmediatamente. “Tardaron más de 40 minutos, demasiado”, se quejaban, el día después, sus amigos, a través de Facebook.
El presunto asesino, tras la trifulca, fue detenido por el vigilante de seguridad del puerto deportivo, que evitó que se escabullera y marchara del puerto corriendo. Lo mantuvo, con los grilletes puestos, a buen recaudo a la espera de que llegara la Policía Nacional para conducirlo a la comisaría de Estepona. “Se trataba de un ‘okupa’ brasileño que estaba sin techo”, añaden los amigos de Amali.
El peluquero del pueblo
Amali nunca se había metido en jaleos de ningún tipo. No era su estilo. “Siempre iba con una sonrisa por delante, te ayudaba en lo que podía… Era muy buena gente”, cuentan sus amigos a EL ESPAÑOL. Era conocido como el peluquero de Manilva. “Muchos íbamos donde trabajaba porque nos pelaba él. Incluso, a veces, se pasaba por las casas. Si no podías venir, se acercaba. Era muy dispuesto”, prosiguen, recordándolo.
El joven marroquí había llegado de pequeño al pueblo y, desde el principio, había tenido que buscarse la vida. “Viene de una familia pobre. No sé en qué trabajaban sus padres –reconoce un conocido suyo–, pero eran trabajadores, humildes”, cuentan. “Vinieron a España a trabajar y eso es lo que hacían”, continúa.
Amali sólo se dedicaba a cumplir en su trabajo de peluquero y a jugar al fútbol. “Había jugado aquí, en las categorías inferiores, y era un buen defensa”, cuenta su conocido. El resto del tiempo lo dedicaba, como también hacía su hermana, a trabajar de peluquero y pasear por el pueblo con su enorme sonrisa, con la mala suerte de encontrarse con quien no debía este fin de semana en esa discoteca de Estepona.