Aquel día, jueves 26 de julio de 2001, Fernando Roncero acudió a una sucursal de La Caixa de Móstoles, donde se estaba produciendo un atraco, sin su compañero de fatigas de las últimas dos décadas. Ambos policías siempre patrullaban juntos. Eran tan amigos y tan buenos compañeros que hacían coincidir sus días libres y sus vacaciones para no trabajar el uno sin el otro. Pero aquel verano les fue imposible veranear en las mismas fechas. Roncero llevaba un par de semanas vigilando las calles de Móstoles con otro compañero cuando recibieron la alerta de un posible robo con armas en una entidad bancaria. Sin saberlo, iba a ser su último día con vida.
Dentro de la sucursal, escondidos, les esperaban dos atracadores con pistolas. Ambos gozaban de permiso penitenciario. Miguel Alberto Fernández Hervías, de 39 años, nacido en Madrid, debía reingresar en prisión al día siguiente. Su compañero, Eduardo Camacho Chacón, alias Dumbo, de 44 años, nacido en Ceuta, contaba con tres días más fuera de la cárcel. Al llegar los agentes, los ladrones se enzarzaron en un fuego cruzado con Fernando Roncero, que recibió varios balazos pese a parapetarse detrás de una columna del interior de la sucursal. Una de las balas fue a impactar contra su cabeza. Murió poco después.
Han pasado 19 años de aquella desgracia. Fernández Hervías ya está muerto. Lo mataron las drogas. Pero Dumbo, a sus 63 años y tras pasar media vida en prisión, sigue en activo. Esta semana, la Policía Nacional ha hecho pública su enésima detención. Al enterarse de su arresto, la hija del policía al que mató ha tenido que volver a recordar aquel día de principios de verano de 2001. Hoy, esa joven que tenía 21 años cuando perdió a su padre, es también policía. Y con mando, como quería Roncero. Es jefa de un grupo especializado en la lucha contra el crimen organizado. Cuando era adolescente y ella le decía que quería seguir sus pasos, su progenitor siempre le respondía: "Mira, hija, si llegas a policía, al menos que seas jefa". La chica cumplió con el deseo de su padre.
El atraco
El día del atraco, Fernando Roncero y su compañero patrullaban por Móstoles a bordo de su coche del cuerpo. Pertenecían al grupo conocido como los Zetas: agentes a pie de calle, salvaguardando la seguridad ciudadana. Sobre las 13.30 horas de aquel día, los atracadores entraron a cara descubierta a la sucursal de La Caixa de la Avenida de la Constitución de Móstoles. En la oficina había media docena de clientes, entre ellos una niña.
Miguel Alberto, armado con una pistola negra, amenazó a los empleados de la oficina bancaria y les exigió todo el dinero. Eduardo, Dumbo, llevaba un revólver plateado en la cintura, bajo el pantalón. Él fue el encargado de vigilar a los clientes del banco.
Los dos atracadores habían salido juntos, tres días antes, de la prisión de Navalcarnero, en Madrid. Tras irrumpir en la sucursal, entraron dos nuevos clientes. Mario Jiménez, empresario, y su socio iban a realizar un ingreso en una cuenta bancaria. Los atracadores habían encerrado en dos despachos de la oficina a otros clientes para que no les molestaran. Miguel Alberto pedía más dinero a los empleados del banco. Decía que las 100.000 pesetas que le habían dado le parecían poco.
Mientras los atracadores esperaban a que se abriera la caja fuerte, que estaba provista de un sistema de seguridad que retarda la apertura, uno de los operarios del banco logró activar un sistema de alarma interna que no se detectaba en la oficina pero que alertó a un centro de seguridad. Un coche patrulla acudió al aviso. Al llegar, Fernando Roncero Hernández, cacereño de 44 años, y su compañero miraron desde el exterior de la oficina y no vieron nada extraño. Decidieron entrar sin desenfundar sus armas reglamentarias.
Los atracadores les esperaban escondidos tras el mobiliario de la oficina. Martínez Hervías se lanzó sobre el agente Roncero y le descerrajó varios disparos a quemarropa. El policía recibió cuatro impactos de bala: uno en cada muslo, otro en el brazo izquierdo y uno mortal en la cabeza.
Escudo humano
En esos momentos llegó otra patrulla del Cuerpo Nacional de Policía, cuyos agentes iban de paisano. Al bajar del coche escucharon los disparos en el interior de la sucursal bancaria. Sacaron sus pistolas y esperaron a los atracadores. Éstos intentaron salir de la sucursal y se toparon con los agentes. Los ladrones usaron al empresario retenido como escudo humano, aunque gracias a un resbalón, según contó él mismo a los periodistas que cubrieron el suceso, logró zafarse del atracador que lo retenía.
Uno de los policías disparó contra Miguel Alberto y lo hirió en el estómago. Se le detuvo en la puerta de la sucursal. Su compinche fue detenido cuando corría calle arriba tratando de huir. "¡Me rindo, me rindo!", gritó con las manos en alto. Ambos ingresaron de nuevo en prisión.
El historial delictivo de los atracadores que mataron a Fernando Roncero era amplísimo. Pese a todo, se les concedió un permiso tras acreditar buena conducta en la prisión. Sobre Miguel Alberto Herviás pesaba una pena de 34 años de cárcel por distintos delitos, como robo con violencia, tenencia ilícita de armas o hurto.
Largo historial
Eduardo Camacho Chacón no era la primera vez que aparecía envuelto en un homicidio. Tenía una condena de 39 años y medio de cárcel por delitos de asesinato, tenencia ilícita de armas y robo con intimidación. El asesinato lo había cometido en la década de los 80 durante otro atraco a un banco, esa vez en una sucursal de Torrevieja, en Alicante. Hasta 2009, Dumbo no cumplía las tres cuartas partes de condena. Sin embargo, en julio de 2001 Instituciones Penitenciarias lo dejó salir a la calle durante una semana. La muerte del policía Roncero acabó demostrando que fue un error.
Esta semana el nombre de Dumbo ha vuelto a aparecer en los medios de comunicación. Pertenecía a una banda "especialmente" violenta. Cuando se le detuvo, él y los suyos disfrutaban de un fin de semana de relax en una casa rural en Segovia después de atracar dos bancos. Los policías le tendieron una trampa en una calle estrecha, sin salida y con una furgoneta averiada. Los atracadores iban a bordo de un coche que tampoco podía recular porque los agentes les pusieron otro vehículo detrás. La banda de Dumbo, con su líder al frente, volvía entre rejas.
Estaba en la calle pese a que en 2013 se le había detenido. Los agentes lo reconocieron en los vídeos de seguridad del banco que robó pese a que tapaba su rostro con una máscara. Lo delataron sus orejas. De ahí su mote.