— ¡Esta Navidad beberemos cava aragonés, se acabó comprar el de siempre!
Año tras año, brindar con cava catalán para celebrar las fiestas navideñas había sido una tradición en la familia aragonesa Gran. No era un caso aislado, pues la mayoría de los españoles acostumbraban a ello en sus cenas para esas fechas. En 2004, sin embargo, todo cambió. Fue cuando Carolina, la más anciana de la familia, dijo que en esa Nochebuena se disfrutaría de un cava aragonés procedente de su mismo pueblo natal, Calatayud (Zaragoza). Tan acostumbrados al hábito catalán, los Gran ni siquiera sabían que en su localidad, desde hacía más de 40 años, la familia Langa hacía uno de los mejores espumosos: el cava Reyes de Aragón Gran Reserva.
Este cava, elaborado con las variedades chardonnay y macabeo, no obstante, no fue solo la elección de esta familia bilbilitana aquel año, sino la de cientos de familias aragonesas y también del resto de España. "¿Pero, qué está pasando?". Se preguntaban Juan y César Langa, perplejos, mientras se disparaban los pedidos del cava y sus bodegas se vaciaban. Podía ser una casualidad, pero lo cierto es que esa explosión en las ventas coincidía con las palabras que había pronunciado en 2004 el entonces presidente de ERC, Josep Lluís Carod Rovira, alentando a boicotear la candidatura de Madrid 2012 para las Olimpiadas.
Las palabras del líder catalán desencadenaron una oleada de indignación entre los españoles que, mediante SMS, hicieron circular el siguiente mensaje: "Si Carod quiere boicot, boicot habrá. Ni una gota de cava catalán en Navidad". Fue entonces cuando los hermanos Langa lo entendieron, el boicot a los productos catalanes había comenzado.
Un bloqueo comercial que no ha hecho sino incrementar con el paso de los años, aún más tras el referéndum ilegal, los disturbios del 1 de octubre o la sentencia por el procés. Y que, al mismo tiempo, ha llevado a esta empresa aragonesa a la cima española y mundial de los cavas.
Antes de que Carod Rovira pronunciase su discurso y poco después se acentuase el conflicto catalán, en Bodegas Langa se embotellaban 75.000 botellas de Reyes de Aragón. En 2006, dos años después, ya se producían más de 500.000 unidades, es decir, casi cinco veces más. Con el paso del tiempo, el incremento de la producción de cava ha sido exponencial, al igual que los beneficios de la empresa —facturaron tres millones en 2018, con un beneficio de medio millón de euros—; pero lo que más le ha importado a esta familia no ha sido el volumen de ventas, sino elaborar un espumoso de la mayor calidad posible, invirtiendo en nuevas tecnologías e innovación. Sobre todo, para que el cliente no se lo volviese a pensar y repitiese.
El más demandado
Carlos, uno de los dueños de Bodegas Langa, no niega, ni mucho menos, que el boicot a los productos catalanes les esté beneficiando, pero su posicionamiento no es el de crecer en volumen, sino en valor. "Ni con una campaña publicitaria brutal durante varios lustros habríamos conseguido ese aumento en las ventas en 2004, ni lo que ha venido después; todo ocurrió sin propiciarlo ni esperarlo. Lo que sí hemos hecho ha sido aprovechar ese empuje, hacer el mejor cava y trabajar en muchas otras variedades", explica este bilbilitano, en una entrevista con EL ESPAÑOL.
"El cliente no se hace hasta que repite", señala este bodeguero. Los dos hermanos Langa no querían que la compra de su cava Reyes de Aragón fuese por una revancha aquella Navidad, sino que la calidad de su espumoso convenciera siempre al comprador. Y acertaron; pues la continua inversión de los beneficios en la mejora y ampliación de su tecnología y sus viñas les ha llevado a ser reconocidos con los más prestigiosos galardones del planeta, entre ellos el Decanter, el premio británico de mayor prestigio en esta materia. Y con ello, no ser una de las opciones por el boicot, sino convertirse en el cava que ponen en su mesa cada año miles de familias españolas.
En 2017, este cava aragonés ya era el más demandando en Aragón, por delante de los cavas catalanes, gracias a las 200 hectáreas de viñedos propios y controlados de las que brotan las variedades de chardonnay y macabeo con las que elaboran su producto. Una posición que han mantenido hasta la actualidad, siendo líderes de venta en supermercados como Carrefour o Eroski. "En nuestra región hemos conseguido ser líderes porque hemos hecho grandes inversiones en publicidad, que ahora estamos implantando en otras regiones de España", cuenta Carlos Langa. A nivel nacional, su espumoso también se vendé en El Corte Inglés, Día y el Grupo Auchan.
El boicot al cava aragonés
No obstante, esta empresa familiar no solo vende sus espumosos en España, también en más de 30 países repartidos por todo el mundo, entre los que pronto estarán también Rusia y China. "Del medio millón de cava que producimos, el 50% va dirigido al mercado nacional porque cada vez hay más demanda; si bien, de las otras 500.000 botellas de vino que hacemos cada año, exportamos un 98%", apunta este empresario.
Lo curioso de la historia de éxito de la familia Langa, es que mucho antes de beneficiarse por sorpresa del boicot catalán, fueron ellos mismos los boicoteados por el Consejo Regulador del Cava en España (CRCAVA).
En aquella época, estaba al frente de la empresa el padre de César y Juan, José Langa Fuentes, y su tía, María Teresa Langa Fuentes, la cuarta generación de una familia con más de 150 años de historia relacionada con el vino. A finales de los años 70, José, de manera autodidacta, empezó a hacer sus primeras pruebas con el cava. Visitó numerosas bodegas en Cataluña para aprender y comenzó a elaborar su espumoso con el mismo sistema.
"Al principio todo era manual, tanto el degollado (cuando el espumoso ya ha finalizado su crianza y se eliminan los posos) como el etiquetado. Yo lo viví de cerca, aunque era pequeño me tocó hacer todo a mano; antes todo ese proceso nos costaba una semana, ahora con la última tecnología se hace en 24 horas", recuerda Carlos Langa.
Cuando empezaron a comerciar su cava, tenían que hacerlo a la sombra de sus colegas catalanes. "Los clientes nos decían que era un producto exclusivo catalán, que no podía ser aragonés. Teníamos que hacer un esfuerzo pedagógico brutal, les explicábamos que todos teníamos el mismo presidente, que estábamos en el Consejo Regulador", apunta el bilbilitano. Pero el problema llegó cuando el CRCAVA, dependiente del Ministerio de Agricultura, decidió expulsarlos y con ello, dejaron de producir cava. La familia Langa, aun así, no se dio por vencida.
Su secreto
"El Consejo Regulador era el que decidía quién entraba y quién no. En aquella época hubo mucha política por medio y aunque el Ministerio era el que decidía, había recelos por parte de otros productores catalanes y tomaron la solución de echarnos porque éramos los únicos en nuestra zona que hacíamos cava", cuenta Carlos. Fue entonces cuando su padre llevó a juicio esa decisión y ganó la batalla, tras lo que no les quedó otra opción que admitirles de nuevo. "Si hoy Calatayud es conocido por su cava, es gracias a mi padre", dice, orgulloso, el empresario, sobre el ahora presidente honorífico de Bodegas Langa.
Aquella victoria fue algo amarga para la familia, pues al mismo tiempo fallecía el abuelo de Juan y César, Juan Langa Langa, quien en 1940 conseguía exportar los vinos de la familia por primera vez a Francia, lo que les abriría más tarde las puertas al resto de Europa. "La victoria coincidió con la muerte de mi abuelo y como homenaje, el primer cava que embotellamos salió como J. Langa".
Tiempo después, una vez cogieron las riendas del negocio, los dos hermanos pensaron en otro nombre que representara más a Aragón, su historia y patrimonio. Eligieron finalmente Reyes de Aragón, tras lo que llegaron todas sus clases: Gran Reserva (el estrella); Reserva; El Casto; El Monje; Reina Petronila; El Batallador; Aragón Imperial y La Corona.
— ¿Cuál es el secreto de vuestro éxito?
— El secreto es creer que lo que tu haces es tan digno como lo de los demás. Creen en uno mismo. Nosotros hemos invertido en tecnología para que el cliente perciba que es un producto de calidad. Tratamos el producto como nadie, el cava está madurando hasta que llega el pedido, y es cuando se degüella. Eso no lo hace prácticamente ninguna bodega. Además, tampoco trabajamos con levaduras comerciales, utilizamos las de nuestros propios viñedos. Queremos que el cliente no solo disfrute, sino que lo recuerde, que sienta que el cava no es como cualquier otro.
— ¿Habrá sexta generación?
— Y tanto que la habrá, ya está preparándose. En menos de diez años, empezarán los relevos.