Esther Argerich, la propietaria señalada por Irene Montero, ha conseguido -por fin- que Juan y Livia desocupen su piso, situado en la Travessera de Gràcia (Barcelona). La pareja llevaba varios meses sin pagar el alquiler, debido a la subida de precio de 300 euros que le había propuesto Esther y su familia. Algo que Irene Montero calificó de "abusivo". “Le pido que negocie una solución para que puedan seguir en el barrio donde llevan viviendo 12 años”, demandó. Ahora, Esther ha querido contar toda la verdad sobre los angustiosos momentos que ha vivido en este último año.
Además, ha querido alertar en todo momento de la campaña de acoso y derribo que ha sufrido; repartieron carteles con su nombre y su cara en el barrio donde viven y se manifestaron frente a su trabajo. Así, Esther ha conseguido que sus inquilinos se marcharan después de 14 meses. "Han tenido tiempo de buscar otra vivienda o una provisional hasta que dieran con la definitiva”, ha lamentado la propietaria.
La propietaria explica que el piso fue heredado de sus padres y que ella, más adelante -concretamente hace 12 años- decidió alquilar. Para ello, recurrió a una agencia inmobiliaria que se lo ofertó a una familia con tres hijos por unos 1.100€. "El piso tiene 140 metros cuadrados, cinco habitaciones, tres baños y está en el ensanche derecho de Barcelona, cerca de la Sagrada Familia", aclara Esther. Tal y como explica, el contrato inicial era de cinco años, pero se fue prorrogando. "Con la crisis y al decirme que habían perdido un trabajo, se les bajó el precio y en el año 2018, estaban pagando 1.000 euros al mes, menos de lo que pagaban 12 años", añade.
Así empezó "la pesadilla"
Hace un año, Esther decidió no renovarle más el contrato y, así, poder recuperar el piso. "Queríamos reformarlo por ser más amplia del que vivimos actualmente. Se les envió un burofax con cuatro meses de antelación", apunta la propietaria. Tras esto, el marido de Esther sufrió un ictus. La Administradora le propuso a Esther y a su familia que les podían ofrecer a Juan y Livia un contrato de tres años como máximo y no renovable. Además, con un precio actualizado; 1.300 euros. Los inquilinos llamaron a la Administradora para comunicarle que no se querían ir, pero que tampoco aceptaban el precio ofrecido. Entonces, tanto Esther como la Administradora, recibieron una carta del Sindicat de Llogaters y la Oficina d'Habitatge popular de Gràcia, donde se les exigía que negociaran con los inquilinos. "Y aquí empezó la pesadilla", apostilla Esther.
"Yo les dejé muy claro, desde el principio, que no quería negociar con ellos ningún precio- Que lo que quería es que se fueran de mi piso", aclara la propietaria. Pero Juan y Livia se negaron. Tras esto, y como apunta Esther, el sindicato comenzó a distribuir folletos por las calles con datos personales, convocaron concentraciones con pancartas con su nombre y se pusieron en contacto con Podemos. "Tres dirigentes -Irene Montero, Rafael Mayoral e Ione Belarra- difundieron mensajes dando mi nombre en Twitter, diciendo que negociara con los inquilinos y dando mis nombres", informa la propietaria. "También, Pablo Iglesias dijo en un programa de televisión que yo era una gran propietaria y tenía más de 17 pisos", añade Esther.
Debido a las coacciones, la propietaria decidió denunciar ante los Juzgados. "He tenido que cogerme varias bajas laborales ocasionadas por la angustia y nervios que estaba pasando y me he tenido que medicar", ha aclarado Esther. Además, paralelamente, cuando venció el contrato, se interpuso un juicio de desahucio. "Estuvieron pagando las rentas al Juzgado porque si no, no podían presentar recurso de apelación. Pero cuando recibieron la notificación de que se denegó el recurso ya dejaron de pagar. O sea que pagaron hasta Julio según me ha comunicado mi abogado", ha aclarado la propietaria.
A través del comunicado, Esther ha querido dejar muy claro que no es una especuladora. "En primer lugar, porque si aplicamos el IPC de 12 años en relación a la renta del primer contrato tendrían que pagar como mínimo 1.300 €. En segundo lugar, porque 1.300 € por un piso de estas características está por debajo de lo que se está pagando por pisos similares en esta zona", añade. Además, ha querido especificar que a Juan y a Livia se les ofreció un piso social, en la zona de Les Corts, con tres habitaciones y 60 metros cuadrados. "Para colmo me enteré que habían estado realquilando las habitaciones y haciendo negocio con mi piso y sin permiso", aclara Esther.
El 22 de diciembre, definitivo
Con la sentencia firme en la mano, convocaron una concentración delante del edificio el día del desahucio y este tuvo que anularse. El siguiente lanzamiento fue el 10 de diciembre y viendo lo que había sucedido en días anteriores, decidieron que lo mejor sería que acudieran los Mossos. Pero la Comisión Judicial anuló el desahucio. "Cuando le preguntamos el porqué lo anulaba nos dijo que porque había mucha gente, no había visto a los Mossos d'Esquadra (había cuatro furgonetas de Mossos d'Esquadra) y los inquilinos les habían dicho que se habían mirado un piso y que se querían ir voluntariamente a mediados de enero", concreta Esther. Luego, se convocó otro nuevo lanzamiento. Para el 20 de diciembre. "Este se tenía que ejecutar".
Ese mismo día, miembros del Sindicatat de Llogaters entraron en el piso. "Se quedaron a dormir con mantas y sacos, ensuciándolo todo", explica la propietaria. Livia se quedó con los manifestantes en la calle, mientras su marido -Juan- permaneció en el piso. La Comisión Judicial le preguntó varias veces a la inquilina (Livia) si quería que se hicieran las cosas de forma pacífica y entregaban las llaves voluntariamente. Pero no quiso de ninguna manera. Ante eso, los Mossos d'Esquadra comenzaron con el lanzamiento.
"Los inquilinos querían alargar el desahucio", aclara la propietaria. "Hay que entender que si van a un piso de menos habitaciones ya se quedan sin el negocio de realquilar", añade Esther. Así, los Mossos fueron desalojando el rellano del piso de Esther. "El inquilino no quiso abrir la puerta voluntariamente y pusieron una tubería de hierro enorme. Por tanto, no quedó otro remedio que romper la puerta para poder entrar", aclara la propietaria. Pero, por fin, después de 14 meses de lucha Esther consiguió su propósito: recuperar su piso: "A pesar de que he conseguido el piso, mi nombre está por internet y han difundido todo tipo de mentiras, e interpretaciones que se alejan mucho de la realidad".