Fue también un 30 de diciembre cuando Franco, con su voz aflautada, hizo un anuncio histórico: “Todo ha quedado atado y bien atado”. Se refería el dictador a que la continuidad de su régimen estaba asegurada “con la designación como sucesor, a título de Rey, del Príncipe don Juan Carlos de Borbón”. Pues ha sido también un 30 de diciembre cuando Pedro Sánchez ha representado ante los españoles su segura permanencia en La Moncloa al dar a conocer su programa de Gobierno con su socio Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos.
Francisco Franco hacía sus discursos de Navidad y Nuevo Año el 30 de diciembre. Así mataba dos pájaros de un tiro: por la Nochebuena y la Nochevieja. Muy en la tónica y en la estética de las dictaduras, el general hablaba el penúltimo día de cada año entre 40 y 50 minutos, de 10 de la noche hasta casi las 11. Era lo que él llamaba “una conversación familiar con vosotros”. Felipe VI suele emplear unos 12 minutos la noche del 24 de diciembre.
Pero aquel discurso navideño de 1969, hace ahora 50 años, fue seguramente el más importante de su largo mandato, tanto como el que pronunció en 1939, el año del final de la Guerra Civil. Porque aquel 30 de diciembre de 1969, como seguramente ha sucedido subrepticiamente este 30 de diciembre con Pedro Sánchez, comenzó la cuenta atrás hacia un cambio de régimen. “Nuestros descendientes comprobarán que la nueva Monarquía española ha sido instaurada en virtud de dos votaciones populares…”, dijo Franco. Y añadió para gran sorpresa de los televidentes más avezados, cultos e informados: “Bien podemos decir que la instauración de nuestra Monarquía cuenta con un respaldo popular prácticamente absoluto y desde luego muy superior al que tuvo en 1700 el Rey Felipe V”. Así como si en tiempos del primer Borbón, en los albores del siglo XVIII, hubiera podido votarse la llegada de un rey desde Francia, exactamente como no sucedió tampoco con la designación de Juan Carlos, heredero de Franco.
El presidente más republicano desde 1977
Pedro Sánchez este 30 de diciembre no llegó a tanto: no anunció un nuevo régimen, que, en este caso, sería la República. Pero no es aventurado, suicida ni febril concluir que si este Gobierno fructifica finalmente, y Sánchez es investido presidente de la nación (de naciones), será el más republicano del periodo democrático iniciado en 1977 y el principio de otra Historia. Unidas Podemos, el socio más moderado si se compara con los otros apoyos de Sánchez, tiene en sus sedes, como bandera, la tricolor republicana. Por algo su color identificador es el morado, no el rojo o el amarillo.
Hace unos meses, en Eibar, Pablo Iglesias, el próximo vicepresidente del Gobierno, unió su modelo político y de país en una sola frase. “El espíritu republicano nos puede dar las claves para construir la plurinacionalidad y fraternidad popular”. Sobra explicar, en el caso de ERC (Esquerra Republicana de Catalunya), que forma parte de la gavilla republicana a la que Pedro Sánchez ha unido su suerte con tintes incendiarios.
Franco depositó su herencia en el hijo que no tuvo, Juan Carlos de Borbón, quien aquel año de 1969, en diferentes actos oficiales, juró lealtad “a los principios del Movimiento Nacional”, proclamó, dirigiéndose a Franco como “mi general”, “la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936” y no dudó al afirmar que “mi pulso no temblará en defensa de los principios que acabo de jurar”. Fue aplaudido con frenesí por las cortes franquistas, bajo la mirada agradecida de Franco.
Veremos qué formula eligen los futuros nuevos ministros del presidente Pedro Pablo Sánchez Iglesias a la hora de jurar o prometer el cargo. En la fórmula establecida en 1979 se pregunta a los ministros si cumplirán las obligaciones del cargo…. “con lealtad al Rey y a hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado”. ¿Qué contestará Alberto Garzón, acérrimo y confeso republicano, si se ve en tal situación, por citar uno de los ejemplos?
La preocupación en Zarzuela
Medios próximos a Felipe VI admiten la preocupación en Zarzuela por la solución de Gobierno que se vislumbra, con una mayoría lograda con el voto o la abstención de partidos y diputados claramente republicanos, enemigos de la monarquía y, en no pocos casos, poco o nada simpatizantes con la Constitución, ley de leyes que quieren cambiar.
Los caprichos del azar, en cuanto a los días señalados venideros, parecen tejidos por una mano malvada y burlona. Además de la coincidencia el 30 de diciembre de aquel “atado y bien atado” de Franco con este todo está desatado y bien desatado de Pedro Sánchez –es lo que supone alcanzar un gobierno de España gracias al apoyo de quienes quieren romper España-, para los próximos días nos aguardan acontecimientos chocantes respecto al día en que se producirán.
Si finalmente la investidura llegara a consumarse el 5 de enero, coincidiría con el cumpleaños de Juan Carlos I. El breve, como le llamó al principio el líder comunista Santiago Carrillo, es en la liturgia de los monárquicos uno de los cuatro grandes reyes de la Historia de España junto con Carlos I, Felipe II y Carlos III.
Juan Carlos, que cedió la jefatura de la Casa Borbón a su hijo, Felipe VI, teme, como ha expresado a sus amigos más íntimos, que esté en marcha una operación para cambiar de régimen, suprimir la monarquía y proclamar la república a medio plazo. Este Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sería un primer paso en ese camino inescrutable. Un primer paso que, como decimos, se perpetraría el día de su cumpleaños.
Una Pascua Militar cargada de tensión
La otra fecha cargada de significado es el 6 de enero. Todos años se celebra tal día la Pascua Militar. Fue instaurada por Carlos III con ocasión de la toma de Menorca, en poder de los británicos, por la armada franco española en 1782. Menorca, como parte de las Islas Baleares, estaría integrada en los Països Catalans, el sueño que persiguen partidos como ERC, socio necesario de Pedro Sánchez.
No es descabellado pensar que ERC ve con malos ojos la festividad de la Pascua Militar tanto por el papel que la Constitución marca para el Ejército (artículo 8, “las Fuerzas Armadas tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”) como por celebrarse la adhesión de Menorca a España.
De hecho, las intervenciones del Rey están cargadas de poesía y alabanzas hacía símbolos como la bandera y el Ejército. En la Pascua Militar anterior, Felipe VI recordó a sus “queridos compañeros” la celebración del 175 aniversario del uso de la bandera rojigualda por los tres ejércitos, convirtiéndose así en la enseña nacional. El ambiente de tensión que habrá en el Salón del Reino el próximo lunes, 6 de enero, si el día anterior se produce la investidura de Pedro Sánchez o si, en su defecto, está programada para unos días después, podrá cortarse con un sable de húsar. Y allí estará, precisamente, el culpable de todo, el presidente Sánchez.
A veces la Historia se te cae encima así como las fechas vienen mal dadas. Ha sucedido este 30 de diciembre, de Franco a Sánchez, y con aroma de cambio de régimen; sucederá el 5 de enero, con el gobierno más republicano en ciernes el día del cumpleaños del rey Juan Carlos, padre de la vituperada Transición; y acaecerá el día 6, celebración de la Pascua Militar, con sus vivas a España, al Rey y a la bandera nacional en las horas más bajas de la nación tal y como la conocemos.