Llegan tiempos de incertidumbre al Palacio de la Zarzuela. A pesar de la tranquilidad que desde el Gobierno se ha querido transmitir a la Jefatura del Estado, la realidad es que los pactos que van a llevar a Pedro Sánchez a ser el nuevo presidente el próximo martes 7 de enero no gustan en el equipo de Felipe VI. Mientras que Unidas Podemos lleva la república en uno de sus puntos fundamentales de su programa electoral, Esquerra Republicana de Catalañua lo lleva hasta en su propio nombre. Es sin duda, el momento más difícil para el monarca desde que se convirtiera en Rey el 19 de junio de 2014. "Hay que arrimar el hombro, estar vigilantes y velar por la unidad del país y el cumplimiento de nuestra Constitución. Como bien dijo el Jefe en su discurso de Navidad, hemos hecho frente -y hemos superado- situaciones muy difíciles con una serenidad y entereza, demostrando gran resistencia y madurez. Así que eso es lo que nos toca ahora", asegura a EL ESPAÑOL un trabajador de la Casa.
Esta nueva misión a la que se enfrentan en Palacio no afecta solo al propio Rey, la Reina Letizia también debe dedicar gran su parte de trabajo y el máximo de los esfuerzos. Ha llegado el momento de abandonar la política de perfil bajo, la de no llamar la atención, que ha adoptado desde la proclamación de Felipe VI. Ahora, tal y como apuntan de Casa Real a este periódico toca "comenzar con la acción, empezar a destacar y a mostrar que la Jefatura del Estado existe y tiene una labor importante que ejercer".
Paradójicamente, según el último sondeo de SocioMétrica para EL ESPAÑOL, los votantes de Podemos son los únicos -de entre los partidos nacionales- que aprueban el papel y actividad de la reina Letizia, mientras que el resto la valoran negativamente ahondando en diferentes grados de suspenso. El total de los encuestados otorga a la reina consorte, de media, un 4,8: un suspenso por los pelos.
Con estos datos y aunque la Constitución -a la que tanto apela el Rey- prácticamente no define los deberes de la Reina (más allá de destacar su protagonismo en caso de regencia), es vital la importancia de su papel en el indispensable apoyo de la labor institucional de su marido, además de la tarea individual que tiene en representación de la Corona. Y es que Letizia pertenece a una nueva generación de reinas europeas alejadas del todo de la figura de la mujer florero, propias de monarquías ya pasadas. EL ESPAÑOL analiza y enumera los diez puntos por los que debe apostar la ex periodista para ayudar a la Corona en los tiempos complicados que se aproximan.
1. Menos tratamientos estéticos
La Reina tiene que cambiar la imagen que transmite a muchos españoles. Su preocupación extrema por la imagen, que le hacen caer una y otra vez en tratamientos de belleza y retoques de estética están empezando a hacerla irreconocible, lo que hace que mucha gente crea que esta es su única labor. Aunque nadie sabe con seguridad quién es la persona que trata a Letizia, todo parece indicar que es el doctor Pedro Jaén, presidente de la Asociación Española de Dermatología, con el que mantiene además, una estrecha amistad.
La esposa de Felipe VI no pasa por el quirófano, sino que todos sus retoques están basados en inyecciones de vitaminas y tratamientos poco agresivos que le realizan en el propio Palacio de la Zarzuela. Pequeñas cosas que se pueden hacer sin miedo a que sus huellas se queden en su rostro en forma de moratones o hinchazón.
Desde luego, el doctor, que es uno de los más populares entre las famosas de este país a la hora de tratarse la piel, ni lo afirma ni lo desmiente, ya que es consciente de que cualquier comentario sobre su paciente más VIP supondría que dejaría de serlo de forma inmediata.
Es uno de los comentarios más comunes entre los españoles a la hora de hablar de su Reina es que si comparas una imagen de Letizia de 2004, año en el que se convirtió en Princesa de Asturias, con una actual parece otra mujer, no más mayor, si no distinta.
2. Acercarse al pueblo como 'la reina de las lavanderas'
La reina Letizia debería tener como libro de cabecera en su mesilla de noche La reina de las lavanderas de Carmen Gallardo. En este se narra cómo María Victoria -esposa de Amadeo de Saboya- fue una reina culta y virtuosa en un país convulso e inestable. Pero también efímera, como podría serlo Letizia, si triunfan los deseos de muchos republicanos -que ahora formarán parte del Gobierno de Pedro Sánchez- que pretenden convertir a su marido Felipe VI en el nuevo Breve. Aunque en un periodo corto, María Victoria dio una gran importancia a su imagen social gracias a su enorme acercamiento al pueblo, algo que le ayudó a consolidar su posición.
Cuentan las crónicas que cuando La reina de las lavanderas -se ganó este apodo después de dar asilo a estas trabajadoras- llegó desde Italia y desembarcó en Alicante repartió pesetas y pan a los pobres que se cruzaban en su camino. Además, en las audiencias, la reina recibía de manera muy personal a personas -o instituciones- que necesitaban ropa, alimentos o dinero. Y no se trataba de audiencias muy eventuales, sino que tenían -casi- el carácter de diarias. Allí se dedicaba a escuchar todo tipo de problemas de la gente del pueblo, algo de lo que -sin duda- debería tomar nota Letizia y llenar su agenda de este tipo de audiencias en sustitución de foros encorsetados sobre asuntos que no se cuelan entre las preocupaciones reales de los españoles.
María Victoria materializó esa caridad y afán por acercarse al pueblo en varios actos benéficos en Madrid. Un ejemplo es que utilizó sus propios fondos económicos para construir una casa de acogimiento para los hijos de las operarias de la fábrica de tabacos.
Tras más de cinco años en el cargo de Reina consorte, Letizia sigue teniendo que trabajar la naturalidad, huir de tanto encorsetamiento. Tiene que empezar a asistir a actos que la vinculen de verdad a la gente. Mientras en España disfrutan de la Feria de Abril los monarcas holandeses, con vestido de gitana incluido, o del Camino de Santiago los soberanos belgas y nuestra Reina sea incapaz de pisar una romería o una fiesta local, es imposible que el pueblo la considere cercana. En muchas ocasiones a la esposa de Felipe VI parece que se le olvida que la suya es la única institución política que necesita no sólo apoyo, sino un verdadero afecto de los españoles.
De eso sabe mucho su antecesora en el cargo. La reina Sofía también dio sus primeros pasos como soberana con un papel bastante desdibujado al comienzo de la Transición. Sólo dejó de ser La griega tras empezar a tener contacto directo con la gente, con el pueblo.
3. Hacer bandera de la mejora de la Educación
Dentro de la agenda de la Reina hay tres temas fundamentales en los que trabaja cada día: salud, cultura y educación. Es en este último pilar donde Letizia tiene que poner todas sus fuerzas para intentar arreglar el desastre que ha supuesto el último informe Pisa para España, un tema que ha calado mucho en la sociedad española.
Pero también está a punto de ponerse en marcha la nueva Ley Celaá sobre educación, lo que supondrá la derogación de la Lomce, y que da el control al Gobierno sobre el 55% del contenido de la materia que estudiarán los alumnos españoles. También supondrá que la religión no contará para la nota final y la apertura de más opciones para los alumnos de bachillerato, entre otros muchos otros cambios.
La esposa de Felipe VI tendrá que ayudar a la difusión y explicación de las nuevas normas, esta tiene que ser una de sus prioridades.
4. Menos vestidos y más contenido
Este es otro de los puntos que la Reina debería solucionar. No nos estamos refiriendo al gasto que Letizia hace en ropa, ya que es una de las royals que menos parte de su presupuesto gastan en vestuario. Sin embargo, la política de perfil bajo hace que en sus actos se hable mucho más del modelito que ha elegido ese día que del motivo que la ha llevado hasta allí. Esto no es sólo responsabilidad de la Reina. Ella no tiene el 100% de la culpa, aunque algunos de sus looks incitan a las críticas ya sea por su precio o por ser demasiado llamativos por cortos, largos o poco apropiados.
Hay que recordar que durante el viaje a Cuba, uno de los más importantes que ha realizado el año pasado, Letizia estrenó en la cita con el colectivo de españoles en La Habana un modelo de Carolina Herrera, que tenía un precio de más de siete mil euros. También fueron muy comentados sus pasos en el Teatro Real el pasado mes de septiembre subida en unos tacones de más de mil euros firmados por Manolo Blahnik. Y a todo el mundo sorprende el dato de que en 2019 haya estrenado un mismo zapato, firmado por Carolina Herrera a 535 euros cada par, en siete colores diferentes.
5. Corregir su relación con su familia política
Otra de las cosas en las que la Reina tiene que ser perfecta es en su relación con su antecesora en el cargo, la Emérita Sofía, su suegra, una de los miembros más queridos de la Familia Real. La famosa Crisis de las Reinas, producida a las puertas de la Catedral de Palma de Mallorca el último día de marzo de 2018, hizo mucho daño a la Corona, pero sobre todo a la imagen de Letizia y de su hija, Leonor. Aunque la hija mayor de los Reyes ya se ha recuperado con sus dos intervenciones, una en los Premios Princesa de Asturias y otro en los de Girona, su madre sigue arrastrando aquel momento en el que se puso delante de su suegra para impedir que se hiciera una foto con sus nietas. Las encuestas internas de Zarzuela, que se realizan cada tres meses, siguen suspendiendo a la esposa de Felipe VI, que se queda bastante lejos del aprobado.
Pero su mala relación con la familia política no se queda en su suegra. Es complicado explicar, como ocurre en todas las familias, una relación entre cuñadas que dura ya 16 años. Todo empezó mal porque tanto Elena como su hermana pensaron que tendrían en Letizia a una plebeya inexperta en temas de la corte, a una muñeca fácil de manipular a su antojo, pero pronto descubrieron que no lo iban a tener tan fácil: la plebeya tenía carácter. El estallido del caso Noos hizo que rompiese relaciones con su cuñada Cristina y su cuñado Iñaki, a los que mantiene un enorme cordón sanitario. Letizia debería afianzar su relación con toda la familia de su marido Felipe, para volver a dar la imagen de unidad.
6. Potenciar su perfil de comunicadora
Antes de llegar a ser Princesa de Asturias, Letizia era periodista. Su entrada en Zarzuela supuso una llegada de aire fresco en muchos sentidos, entre ellos en la comunicación. Gracias a Letizia el Rey de España es en la actualidad -de entre todos los monarcas europeos- no sólo uno de los más preparados, sino también uno de los que más aplomo y seguridad ofrece en sus intervenciones.
Es sin duda, uno de los puntos fuertes que le ha aportado de la Reina consorte. Cuando la esposa de Felipe VI da sus discursos en cualquiera de los actos que protagoniza cada semana, deja patente que su manejo del arte de comunicar es casi perfecto: es concisa, tiene una dicción correcta y sus gestos son claros. Comunicar era su trabajo, pero también sigue siendo ahora parte de su labor. Hacer llegar su mensaje a todo el que deba y quiera escucharlo.
"Ahora, desde la Casa del Rey, esta acción tiene que multiplicarse por una comunicación más precisa. Llega el momento de explicar el papel que juega la Jefatura del Estado en estos tiempos. Ser un faro para guiar a muchas de las personas que creen que con la llegada de este nuevo Gobierno republicano llega una etapa de oscuridad", apunta la misma fuente consultada.
Uno de los puntos que tiene que tener en cuenta la Casa del Rey si quiere conseguir llegar a más gente es la cercanía de la Reina con la prensa. Un sencillo hecho explica claramente a qué nos estamos refiriendo. Hace un mes, Letizia se encontraba visitando el Museo del Prado con motivo del 200 aniversario de la pinacoteca madrileña. Previo acuerdo, -aunque coon las imágenes se hacía pretender creer a la gente que la Reina pasada por allí y se encontraba con la reportera de sorpresa-, la periodista de Telemadrid, Ascensión Vázquez (habitual de la Casa del Rey desde hace más de 15 años) le hizo una pequeña entrevista a Letizia sobre el Museo.
No dijo más que obviedades sobre las maravillas que cuelgan en las paredes del edificio. Sin embargo, la repercusión de la exclusiva que había conseguido la reportera de la televisión autonómica, que luego replicaron todos los medios de comunicación, da cuenta de lo poco acostumbrados que estamos a ver a Letizia ante un micrófono. Otras royals europeas están acostumbradas a hacer reportajes para revistas femeninas, entrevistas en las televisiones o abrir sus palacios para que la gente vea cómo es su día a día. La Reina española no quiere ni oír hablar de este tema, ella cree que cuanto menos hable mejor, ya que no se le sacará punta a todo lo que no dice.
Sin embargo, la Reina sí que mantiene conversaciones con algunos compañeros periodistas, pero no con los que cubren la información de Casa Real. La esposa de Felipe VI llama, con cierta frecuencia, a periodistas para enterarse de lo que se cuece en las redacciones más importantes del país. Algunos son antiguos colegas de cuando ella ejercía la profesión y a otros los conoce de coincidir en actos de la Corona. Son varios los contertulios radiofónicos que reciben una llamada desde un número oculto y se llevan la sorpresa al contestar al darse cuenta de que al otro lado se encuentra la Reina de España.
7. Menos manía por controlar todo
Una buena forma de ayudar a la Corona en estos momentos tan complicados sería teniendo una agenda menos encorsetada. La presumible obsesión de Zarzuela porque Letizia no pise ningún charco le impiden una proyección que podría ayudar mucho a mejorar la imagen de la institución.
Letizia tiene una de las agendas internacionales más pobres de todas las royals europeas. Los actos que protagoniza en España están completamente controlados al milímetro. Y esto, unido a su enfermiza manía de controlarlo todo y su nula espontaneidad, hacen que no termine de conectar con nadie.
Además, miles de españoles viven con preocupación la llegada de Unidas Podemos al Gobierno, ya que dentro de su programa viene reflejada la eliminación de la educación concertada y segregada por sexo (es decir, centros en los que los niños son separados de las niñas). Uno de los cometidos de la Reina en esta nueva etapa es llevar la tranquilidad a estas familias y hacer que el tema de la educación tenga la relevancia que se merece, convirtiéndolo en prioridad.
Pero no siempre los comentarios han sido de este tipo. Se alabó mucho la decisión de la esposa de Felipe VI cuando por fin decidió apoyar a pequeñas firmas españolas que se encuentran dando sus primeros pasos en el difícil negocio de la moda. Eso ocurrió cuando el 1 de junio del pasado año apareció en Sevilla, con motivo del Día de las Fuerzas Armadas, con un espectacular diseño rojo creado por la marca de la capital andaluza Cherubina.
8. Seguir dejando brillar a su hija, la heredera
Una de las cosas que ha hecho muy bien la Reina en el año al que acabamos de decir adiós, ha sido el ceder todo el protagonismo a su hija, la Princesa de Asturias. Aunque a muchos les ha sorprendido, Letizia ha dado una lección de maternidad y de saber estar como simple apoyo a Leonor cuando era ella el centro de atención. La hija mayor de los Reyes ha comenzado su camino como heredera al trono de España y su madre tiene que estar ahí para ser su mejor guía pero sin eclipsar ni un ápice el resplandor con el que ha brillado la adolescente.
9. No interferir en las relaciones del Rey con los políticos
Aunque no parece que sea una práctica habitual de la Reina, o por lo menos no es público, sí se supo gracias a que Pedro Sánchez lo contó en su libro Manual de Resistencia el interés que tenía Letizia por mantener un encuentro con el líder del PSOE. De hecho, la Reina se presentó por sorpresa en la primera audiencia que Felipe VI mantuvo con el secretario general de los socialistas el 29 de julio de 2014. En Zarzuela explicaron que el motivo era saludar a su antiguo compañero de instituto, ya que ambos habían estudiado en el madrileño Ramiro de Maeztu. "La Reina tenía mucho interés en conocerme", decía en su autobiografía el actual presidente del Gobierno en funciones.
10. Controlar más su (mal) carácter
Aunque todo el mundo conoce las preferencias de la Reina a la hora de mostrarse cariñosa con alguien y arisca con otros, no debería ser algo tan evidente. Si Letizia encuentra en un acto alguien que conoce y le cae bien, se pasará todo el tiempo a su lado conversando, mientras ignora al resto de los invitados que desean saludarla o simplemente charlar con ella.
Eso ocurrió en su última visita a Roma, cuando en un acto de la FAO se encontró con una compañera de TVE y se pasó una hora hablando con ella e ignorando a todos los demás.
También los fotógrafos que la acompañan de forma habitual conocen su carácter volátil. Por su cara cuando llega a un acto ya saben si ese día van a tener buenas fotos y van a poder trabajar tranquilos o no.
Todos recuerdan cómo fue capaz, el 10 de julio de 2013, siendo todavía Princesa de Asturias, de bajar de espaldas una ladera en el parque natural de Guadarrama en Madrid con tal de que los gráficos no la retrataran de frente. Fue asombrosa la habilidad con la que disimulo su charla con el entonces Ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, para poder descender al revés. Un tiempo después fue conocido que a Letizia le había molestado que colocaran a la prensa tan cerca y no quería que le hicieran fotos desde tan poca distancia.